Mi primer correo. Soy numerario

Stoner, 1 de mayo de 2017

 

En quien nada sabe, pocas dudas caben.

 

Soy numerario con bastantes años en la Obra. Desde hace meses llevo leyendo Opus Libros. ¡Estoy sorprendido de todo lo que aprendí! Me atrapó.

 

Me considero bastante lector. Durante estos meses, dejé de lado mis lecturas habituales (novelas y también algún libro de lectura espiritual). Y sustituí esas horas de lectura por esta página: es más atrapante que las novelas que solía leer y me está sirviendo para mi vida espiritual más que los textos aprobados (seguimos con listado de libros aprobados para la lectura espiritual…). No sé cuántas decenas de miles de páginas se llevan escritas y publicadas en este dominio (p.ej. en formato equivalente a A4 letra 12 espacio simple). Por la identificación de cada página en la barra de direcciones, veo que hay cerca de 25.000 colaboraciones! Para ver cuánto llevo leído hice un cálculo teniendo en cuenta mi promedio de lectura de novelas (llevo un control de los libros, por lo que puedo hacer una aproximación razonable de mis hábitos de lectura). Creo que no exagero si dijo que en OpusLibros llevo leídas en el entorno de 10.000 páginas (en su equivalente en libros impresos). Me parece demasiado, aunque bien puede ser y hasta creo que me quedo corto. Y ¡cuánto me queda todavía por leer! Es una mina de oro, “doblones de oro”. Por eso preguntaba, de curioso, por si tienen una idea aproximada del contenido de este sitio (y de paso de la cantidad de personas que han colaborado). Me llama la atención la seriedad y profundidad de muchos escritos. Y la cantidad enorme de testimonios y de historias personales. Miles de horas, miles de páginas, que reflejan alegrías y tristezas, desencantos, descubrimientos... Vidas y más vidas. Es increíble. Y datos, documento inéditos… otra historia sobre Escrivá y su Obra que en muchos puntos creo que es más plausible que la oficial.

 

Justo ahora estoy leyendo los escritos que expresan muy bien lo que me costaba entender (p.ej. el Opus Dei como Revelación de E.B.E. y también ideas sobre el fenómeno de la “absolutización” en el Opus Dei, de Bruno). Desde hace tiempo sentía que había muchos aspectos incoherentes en la Obra, pero no lograba tener pensamientos claros y distintos sobre varios temas fundamentales. A veces confundía los dictados de la conciencia con tentaciones del demonio, porque así está mandado por los superiores (gracias, Felipe). Hay decenas de escritos que me ayudaron (son demasiados como para nombrarlos, pero a todos estoy agradecido).

 

Tal vez haya gente que escribió sobre los temas que me preocupan, y es probable que alguno lo haya expresado mejor que lo que yo puedo hacer. Pero necesito escribir y compartir, porque dentro es imposible. A mí me ayuda poner por escrito mis ideas y es probable que a otros también. Procuraré aportar algún elemento nuevo, pero también voy a tratar de escribir para entender y rearmar mi comprensión de la Obra y de mi vida. No es poco. Llevo muchas páginas escritas durante estos últimos meses. Estoy organizando mis ideas por temas y las iré compartiendo con el paso del tiempo. De nuevo lo digo: es una pena que no pueda hablar abiertamente en la Obra (en “Casa”). En el documento interno del Opus Dei sobre Opus Libros decía que en Casa los directores tenían que “crear un clima en el que se pueda preguntar con confianza, en el que se pueda hablar tranquilamente de estos temas”. Lamentablemente, después de 5 años siento que ese buen clima todavía no llegó. Sé que si me salgo un poco del libreto, de lo políticamente correcto (“buen espíritu”) entro en listas negras y sé que recibiré visitas del vocal de San Miguel de la delegación. Ya me pasó en alguna oportunidad, y eso que había planteado mis dudas “por el canal reglamentario”, incluso a través del delegado del Padre (ver también los primeros párrafos de la reciente colaboración de Heraldo que refleja muy bien lo que quiero expresar).

 

***

Haber algo de aggiornamento lo hay. Hemos trabajado estos temas y algunos empezaron a sugerir cambios. Pero en ningún momento implican revisar el pasado. Creo que está tácitamente prohibido decir “hicimos mal tal y cual cosa, y por tanto pedimos perdón”. Me preocupa que no haya un sinceramiento claro de los errores porque se pueden volver a repetir. Tampoco hay margen para sugerir algún tipo de crítica a actuaciones concretas de san Josemaría, del beato Álvaro o de don Javier. Bien se podría decir que el primero fue un manipulador y bastante mentiroso y los otros dos fantásticos encubridores, ejemplos heroicos de padrelatría (1 y 2). Pero eso sería demasiado. Tampoco se puede decir que no hay un “espíritu” de la Obra claro y consistente, ya que fue variando con el tiempo. Que Escrivá mintió a diestra y siniestra, falsificando textos, reinterpretando y reescribiendo la historia, al mejor estilo de 1984 de Orwell. Que el “doble pensar” nos va a volver locos. Que las prácticas de vida de los numerarios son de religiosos. Que la dirección espiritual y el gobierno no pueden ir por los mismos canales. Que Camino es integrista. Que los círculos y los tomos de meditaciones son insufribles. Que hay bastantes cosas que son directamente contrarias a las leyes de la Iglesia. Que no hay verdadera fraternidad. Que muchas de las pastillas que tenemos que tomar son por vivir bien el espíritu de la Obra... Que hay acoso psicológico a menores de edad. Que desaparecen experiencias sobre el modo de llevar las charlas fraternas y nadie dice por qué. Que es un disparate que no podamos tener amistad con nuestros hermanos en la Obra con algunos de los cuales vivo hace más de 10 años.

 

Hablamos de fútbol, del clima y de los pitables; algo de política también, pero no cómo está pasando, por qué tienen cara de cansado (hay que decirle al Director: “Fulanito tiene cara de cansado”).

Me da pena no poder preguntar a los que viven conmigo:

-        “¿Has visto que publicaron los reglamentos de 1941? A mí me parece que ese es el Opus Dei original, el más cercano al 2 de octubre… Si los lees verás por qué han permanecido secretos incluso para el emblemático libro de Fuenmayor, Gómez, Illanes.”

-        Ni comentarles “¿No te parece que si san Josemaría tuvo tantas enfermedades físicas y sufrimientos morales, tal vez pudiera haber sufrido alguna enfermedad psíquica?”

-        Tampoco puedo intercambiar opiniones con mis “hermanos” sobre el atrapante trabajo de Jaume.

-        Ni decirles que me parece razonable la sugerencia de fijar la fundación del Opus Dei en 1941 en lugar de 1928 …

-        Ni mantener en la pantalla de mi computadora el trabajo casi policíaco de Simplicio y poder decirle al que entra en mi habitación: “Mira cómo vapulean a la Urbano y cómo manipula los documentos nuestra Madre Guapa”. (Hace un par de días me pasó esto y me quedé con las ganas de hacer el comentario).

-        Ni puedo plantear públicamente la relación entre la encíclica Rerum Omnium Perturbationem (1 y 2) y la originalidad del carisma de Escrivá.

-        O las prohibiciones del decreto Quemadmodum.

-        Y menos aún decirles “¡Qué divertido este Satur! ¿Has coincidido con él en algún curso anual?”

-        Ni preguntar “¿Te parece razonable que toda esta entrega, renuncia y holocausto del yo, tal vez no valga la pena? O sugerir que el Opus Dei tal vez sea un fraude total

-        O preguntar, con tono entre asombrado e indignado: “¿Tenías idea que nuestras hermanas pequeñas, las numerarias auxiliares, duermen o dormían en camarillas con una cortina a modo de puerta? (en 1 y 2)”. Creo que es fruto de una mentalidad “aristocrática, elitista, rancia y obsoleta del santo Marqués (¡toma tú !)”

-        “¡Qué parecidos somos a los religiosos, qué poco sabemos de otras instituciones!” “¿Por qué lo dices?” “Por esto y esto y esto y esto y si faltaba más, esto también”. “Vaya, ¡y yo que pensaba que somos fieles laicos comunes y corrientes!”

-        Tampoco puedo referirme a la denuncia presentada ante el Vaticano y al “verdadero rostro del Opus Dei”. “Vaya, a mí me resultaba todo muy contradictorio pero no me llagaba a dar cuenta. Tenía la sensación de que algo no estaba bien pero no terminaba de detectar las incoherencias”. “Es lo que pasa por otorgar al Fundador el asentimiento de fe que sólo corresponde a Dios…”.

-        Ni decir lo que pienso sobre la desafortunada carta pastoral de Echevarría de 2011 (como en 1, 2, 3, 4, 5, 6 y tantos otros!).

-        Por último, me gustaría preguntarle a alguno de mis hermanos: “¿Tienes unos minutos para leer este escrito que estoy preparando para Opus Libros? ¿Te parece bien el contenido y el tono?” Sé que esto último sería un sueño, pero creo que tendríamos que poder conversar sobre cualquiera de los puntos anteriores de manera razonable y sin temor a represalias. Si planteo alguna de las dudas anteriores sé que dirán que soy “poco sobrenatural” o que tengo “mal espíritu” y, para los que estamos dentro o estuvieron, ese “mal espíritu” es apartarnos del camino al cielo, nada más y nada menos…

 

En este contexto, seguimos teniendo que soportar en los medios de formación una nueva lectura anual del guion sobre prelaturas personales que hace más de 10 años que nos vienen repitiendo: que el Opus Dei es jerárquico, que los laicos pertenecen, que Juan Pablo II ya aclaró todo como Legislador, que los que nos siguen persiguiendo son personas que no entienden la figura de la prelatura, etc., etc. La próxima vez me encantaría comentar al que explica el guion alguna de las cosas que aprendí en esta página. En particular, el papel que jugó el Cardenal Ratzinger en este asunto.

 

Digo entonces que hay tímidas posibilidades de hablar, sobre la base de este aggiornamento. Pero siento que no se puede hablar en serio, a fondo. El que dice verdades fuera de las oficiales será perseguido. Estoy convencido que si no sinceramos explícitamente el pasado, estamos condenados a repetirlo. Dos ejemplos. El vocal de San Miguel hace poco dice, ante muchos directores, que los consejos locales gobiernan (“el gobierno tiene tres grados: central, regional y local”) y nadie se mosquea ni le parece raro (o les parece raro y se quedan callados, como yo). “Oye, que en el 2011 nos dijeron que los consejos locales no gobiernan, como siempre lo habían hecho, y dejamos de gobernar, y ahora tenemos que volver a gobernar sobre las personas”. Como los cambios en el 2011 no se explicitaron, estamos condenados a volver al pasado. Conceder, sin ceder, con ánimo de recuperar. En el 2011 nos dijeron expresamente “no ha cambiado nada” “seguimos viviendo las cosas como nos indicó nuestro Padre”. Y estaba cambiando todo. Así que el de san Miguel puede ahora decir lo contrario y en un abrir y cerrar de ojos nos olvidamos de los posibles cambios que habíamos soñado.

 

Entonces sigue sin estar claro si los consejos locales gobiernan o no gobiernan (a no ser que uno lea OpusLibros y conozca la verdad cruda). Los Estatutos hablan claramente “Del gobierno regional y local” al titular así un capítulo (artículos 150 y ss). Pero Echevarría escribió en 2011 que los consejos locales no gobiernan. En definitiva, se nos indicó expresamente que los directores estamos para definir (1) el horario del centro y (2) organizar la atención de las actividades apostólicas. Esto quiere decir que nuestro papel es decir: “Mañana el aperitivo es a las 13:15” o “Fulanito ¿puedes encargarte del círculo de cooperadores el sábado a las 18hs?” A eso se reduce en teoría nuestro papel. Pero, por ejemplo, a mí me consultan para comprar un libro, para ir un fin de semana a visitar a sus padres, para asistir a la recepción posterior a la boda de un colega de trabajo. Y la consulta es en función de mi cargo de director local. Soy el que brinda “las dispensas” o autorizaciones. Porque no van a consultan al que le lleva la charla fraterna. No van a la dirección espiritual para asesorarse sobre si es conveniente asistir a un banquete de boda (porque van a estar las compañeras de trabajo y el numerario siente inclinación por una de ellas o lo que fuera). Consultan al director local. Porque es el que manda, no simplemente aconseja. Yo siempre digo: “Piénsalo bien y haz lo que te parezca mejor”. Pero, a la vista de todos, tengo un poder mayor que el de simplemente definir aspectos organizativos (el horario y los círculos). Además del tipo de consultas anteriores, recibo otras del siguiente estilo: a la salida del examen de la noche “Oye, te parece bien que haga los 15 minutos de lectura que no terminé”, y yo “Mejor no, vete a dormir”. Lo dispenso… como director local, no como director espiritual que no lo soy de esa persona. Y otro “oye, que no terminé las letanías”, y yo “puedes terminar el rosario”. Ya pasaron 6 años desde el 2011 y todavía no está claro para qué estamos los directores locales. Parece que nada cambió, porque además así nos lo dijeron, pero algo debería haber cambiado…

 

Y estas consultas son para obedecer, no simplemente para recibir consejo. Como dije, no son consultas con el director espiritual sino con el director local que es el que autoriza. Y es para pedir permiso. No es simplemente para avisar: “Para que sepas, este fin de semana me voy a visitar a mis padres, estaré con ellos tres o cuatro días”. Sino que lo apropiado es consultar: “¿Te parece (me autorizas) a que este fin de semana vaya a lo de mis padres?” No es una diferencia menor. Se hacen correcciones fraternas por este tema: hay algunos que en lugar de consultar, simplemente avisan, y eso no es de buen espíritu, porque no le brindan mucho margen al director para decir que no. El que simplemente avisa pero no consulta tiene mal espíritu.

 

Los directores no sabemos qué se puede mandar. Yo, en los hechos, no mando (“haz lo que veas en conciencia que es mejor”). Y creo que se respira un mejor ambiente en el centro…

 

***

 

Me decidí a escribir porque pasa el tiempo y no veo cambios. Confío en que con don Fernando habrá mayor sinceridad que con don Javier. Hasta ahora los cambios fueron muy tímidos, sin explicarlos, sin quemar las naves, de forma que se puedan revertir en 5 minutos. Como conté, el de san Miguel puede decir que los consejos locales gobiernan y entonces la carta de 2011 queda en el pasado. Lo dice incluso en el mismo lugar físico en el que hace unos años había dicho lo contrario, y los asistentes se quedan (nos quedamos) tan frescos. O el defensor puede decir que “el que no hace la charla fraterna con la persona designada se tiene que ir de la Obra” y a nadie se le mueve un pelo. En un santiamén volvemos al punto cero, retrocedemos los casilleros que parece que habíamos avanzado. A fácil perdón, frecuente ladrón. Se necesita una intervención expresa que indique claramente qué se hizo mal en el pasado. Escrivá será muy santo, pero cometió varios errores gruesos, tan gruesos que se podrían cortar...

 

Siento que no puedo hablar con confianza con los directores mayores. En algunas oportunidades y sobre aspectos concretos hablé cara a cara. Pero siento que algunos (los que tienen más autoridad) son cínicos y manipuladores, en mayor o menor grado. Hubo renovación y hay más gente joven a nivel de delegaciones y comisiones. Pero los delegados del Padre y defensores que hablé no me inspiran confianza.

 

Tengo contenidas un montón de cuestiones, para mí vitales, que no puedo compartir con nadie de la Obra, de “mi familia”. Es curioso y un poco penoso. Pero es así.

 

***

Me gustaría escribir como si fuera a firmar mis escritos. Me servirá para no excederme en los comentarios. De todas formas, prefiero firmar con seudónimo para no ser perseguido y por las razones que brinda Crítico Constructivo.

***

 

Me siento un ingenuo, que en muchos aspectos fui engañado. Pero la mayoría de las personas que me formaron son o eran buenísimas. Mejores que yo. Sinceras, generosas. No lo hicieron por maldad, sino por ignorancia. Más arriba en la jerarquía de la Obra no hay ignorancia (no sé si haya algo de maldad). Y los que van formando a las nuevas generaciones lo hacen sin conocer a fondo el lugar de la Obra en la Iglesia, los engaños que hubo y hay en el Opus Dei. Pienso que no hay maldad en ellos: enseñaron (enseñamos) lo que nos aprendimos a querer y respetar, lo que pensábamos que era lo mejor, lo que nos dijeron que era explícita voluntad de Dios.

 

Parte de mi dolor tiene un componente de soberbia: por mi profesión (como todas, supongo) trato de buscar la verdad. Soy crítico con mi trabajo y con el trabajo de otros. Pero cuando llego a Casa, entonces confío. Confío en mis hermanos, confío en mis directores, confío en nuestro queridísimo Padre, confío en la Iglesia. Y ahora esa confianza siento que se rompió. Que me engañaron.

 

***

A los administradores de este sitio les agradezco la moderación que realizan. Les agradezco especialmente que no sea un lugar de ataque a la Iglesia de Cristo. Esto me ayudó a leer con paz. Veo que muchas críticas a la Obra son razonables, reposadas y bien fundadas. También agradezco que muchos escriban desde la fe, y los que ya no tienen fe, escriban desde el respeto. Eso es importante, como alguien había señalado, para que las autoridades de la Santa Sede no piensen que es una página de locos, anti-católicos, ateos militantes o lo que sea. Somos gente de Iglesia. Fieles. Digo esto porque, hace años ya, un amigo numerario (primero amigo, después también se hizo numerario, por lo que dejamos de ser amigos como antes…), me “confesó” que había leído una página contraria a la Obra. Y estaba asustado. Realmente asustado. Todavía me acuerdo que me dijo que había una foto (Photoshop) de una araña con la cara de Escrivá: cuerpo de araña y cara de nuestro Padre. A ese nivel… Algo muy burdo, por violento. Por eso, nunca quise entrar a páginas contrarias a la Obra. Pensaba que serían… ¡satánicas!

 

Siempre había pensado que este tipo de páginas eran un desaguadero de gente rencorosa, que buscaba hacer daño, y por tanto no tenían problema de recurrir a la mentira. Pero después se me fueron abriendo los ojos al darme cuenta de que dentro de la Obra hay mucha mentira, mucho engaño. Y los que se fueron tal vez tuvieran su parte de razón. Y al conocer a muchos a través de esta página, me resultaron personas sumamente atractivas. Pues nada, que les agradezco el respeto y les confirmo que facilita la lectura y la difusión de esta página entre un público que de antemano puede ser contrario a escuchar críticas (porque son críticas sobre las cosas de la vida más importantes para ellos –nosotros-).

 

Me parece que ahora puedo vivir mi vida como numerario de una forma más libre. Y espero que todo este camino me ayude a estar más cerca de Dios. Todavía no lo sé. Confío en Él y en su misericordia y que es más grande que mi pecado y mi pequeñez. Sé que Jesús no es un conjunto de criterios. Dios quiera que algún día pueda hablar con una mínima libertad sobre este tipo de temas con mis “hermanos”.

 

Espero enviar varios escritos. Ya veré si los administradores de la página creen que se pueden publicar y cuándo. Pienso comenzar o terminar alguna de mis colaboraciones con la frase “En el Opus Dei importa más la limpieza que la verdad”. Creo que refleja muy bien lo que siento, y hago propio lo que significa. Le agradezco a Castalio de quién tomé la idea. Me hizo pensar sobre las prioridades en el Opus Dei. Y también agradezco la influencia que tuvo Benedicto XVI en mi pensamiento a través de sus escritos; me ayudó a amar la verdad: cooperatores veritatis. (De paso, ¡Feliz 90 cumpleaños!). La reciente lectura de Últimas Conversaciones con Benedicto me abrió los ojos: por contraste con Conversaciones con Mons. Escrivá. Benedicto me resultó sincero, una vida increíble pero auténtica, luchando por la verdad. Recomiendo vivamente ese libro para los que no lo leyeron. Por contraste, Conversaciones con Escrivá no es natural ni auténtico. Fue escrito por un equipo de marketing e imagen (AOP). Conversaciones con Escrivá no refleja al verdadero Escrivá, sino la imagen que estaban construyendo de él y que nos vendieron.

 

Así que me despido, con la esperanza de comenzar una etapa como colaborador (¿orgánico?) de esta página. Hasta pronto,

 

Stoner

 

PD: Estuve varias semanas meditando si debía mandar este escrito o no. Lo recé frente al Señor en el sagrario. Hoy creo en conciencia que debo enviarlo. Hoy, 29 de abril, es la fiesta de Santa Catalina de Siena. Aunque parezca irónico, el libro de Meditaciones esta mañana me impulsó a esto. De verdad es divertido que me decida a mandar este escrito alentado por las palabras de Escrivá…

“La fiesta de hoy nos invita a considerar la necesidad de trabajar siempre en la difusión de la verdad. Entre los motivos de especial devoción de nuestro Padre a Santa Catalina de Siena, destaca el apasionado amor a la verdad que brilla en la vida de esta Santa, hasta el punto de que bien pueden aplicársele las palabras de la Sagrada Escritura: has amado la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ha consagrado el Señor, tu Dios, con el óleo de la alegría entre tus compañeras.

Santa Catalina de Siena fue una infatigable defensora de la verdad, en una época en la que conveniencias sociales y presiones de los poderosos retraían a muchos de manifestarla sin ambages. (…).

También hoy día los hombres están sedientos de verdad, aunque son muchos los que pretenden apagar esa sed con diferentes sucedáneos, para justificarse. Se podría decir, sin demasiada exageración –escribió nuestro Padre–, que el mundo vive de la mentira: y hace veinte siglos que vino a los hombres Jesucristo, el Verbo divino, que es la Verdad.

El amor a la verdad ha de llevarnos a adoptar una actitud clara, valiente y decidida, ante los posibles condicionamientos que pretendan oscurecerla o difuminarla. (…) Hay que decir la verdad con caridad, sin herir y sin ofender. (…)

La Virgen Santísima nos alcanzará la gracia de decir la verdad con valentía –aunque nos cueste, aunque sea desagradable para otras personas–, siempre que lo exija el bien de las almas. Nos ha de impulsar, como a Santa Catalina de Siena, un motivo de caridad: el amor a Dios, a la Iglesia, al Romano Pontífice, a todas las almas.”

 

Y al Opus Dei, agrego yo, para que quede más completo el listado… (Meditaciones, tomo V, Roma, 1990, pp 334-341).

 

 

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