UN
MAL SUEÑO, UNA PESADILLA
Enviado por A.R.M.el 7 de septiembre de
2003
Quería contar mi experiencia en el opus dei, porque
lo necesito, porque quiero y me apetece hacerlo, que al menos
las lágrimas que derramé, no fueran en vano.
Yo ingresé con 19 años de edad, es curioso porque
yo sí sabía ya lo que era salir con chicos,
tener novio, vivir entre comillas, la verdad es
que quizá yo creía saber demasiado y había
muchas cosas que no sabía. Contaré un poco mis
antecedentes porque quiero que se comprenda como era yo y
cómo acabé.
Yo era alguien muy deportista, fui subcampeona de mi provincia
de salto de altura y con mi equipo de baloncesto campeonas
de la provincia un año y otro año subcampeonas,
hacía ballet, actuaba en los teatros de mi ciudad,
sacaba matrícula en gimnasia y hasta la profesora me
dejaba hacer coreografia de las tablas que se harían
a final de curso, tenía mi tabla de windsurfing, de
las pocas chicas que por el año 87 practicaba ese deporte
en mi ciudad.
Con esto no quiero dar mi curriculum deportivo, sólo
decir que era una chica muy sana de cuerpo y mente, era muy
lider, y también muy responsable en mis estudios, quizá
por eso que cazaron.
Es curioso porque el psicólogo al que he ido siempre
me preguntaba porqué me metí en el opus dei,
y nunca encontraba una respuesta a dicha pregunta. Ahora leyendo
vuestras paginas la he encontrado.
Yo estudié desde 2º de E.G.B hasta C.O.U en un
colegio de centros familiares, ya sabéis
y siempre tuve clarísimo que no me atraía ni
el hecho de ir al centro y mucho menos ser del opus, siempre
me he preguntado el por qué y ahora lo sé, venir
a vivir aquí en mi ciudad para una numeraria era casi
como un castigo, no es capital de provincia y veia a muchas
muy amargadas, en un lugar donde no querían estar,
muchas eran mayores, y ya sabemos lo que reflejan la gente
mayor de la obra, cualquier cosa menos felicidad, por eso
hasta COU, lo máximo que consiguieron de mi fue ir
a Torreciudad, pero yo allí me reía un poco
de todo, además fui más a ligar que otra cosa,
no me refiero a hacer nada malo, a ver los chicos que estaban
bien, para pensar, pobrecillos algunos numerarios, vestirme
muy bien, cosa por la que me llamaron la atención porque
me dijeron que iba muy transparente. Tiene gracia, si vierais
el vestido que yo llevaba no tenía nada de de sexy
ni nada por el estilo, era casi de punto inglés, vamos
de niña de 16 años modosita, pero yo pasaba
como por un tubo de las numerarias, por eso mis amigas nunca
entendieron que posteriormente yo me hiciera de la obra.
Pero acabé COU y comencé una carrera fuera
de mi ciudad, allí estás por primera vez lejos
de tu familia, necesitas compañía, ambiente
de estudio para sacar una carrera adelante, llegué
a un centro que me gustó, no tenía nada que
ver con el de mi ciudad había gente de mi edad, haciendo
mi misma carrera u otras a las que yo podía preguntar
dudas, el ambiente de estudio era estupendo, había
libros para consultar, numerarias en 5º o 4º de
carrera y yo en 1º, empezaba a hacerme un modelo en mi
mente de lo que yo quería , las veia alegres sinceras
e inocentes como yo, en la residencia en la que yo vivía
antes de hacerme de la obra las chicas eran mas normales pero
menos simpaticas, menos amigas, menos generosas, con mas mala
leche, creia que yo quería a aquellas como amigas
y no a estas otras, pero sin embargo comencé a llevarme
algunos palos cuando iba a retiros o convivencia y tu amiga
numeraria no iba, eso no lo entendía, yo pensaba: si
me había invitado ella por qué no venía
conmigo.
A mi no me chocaban demasiadas cosas cuando entré
en el opus dei ya que en el colegio poco a poco te ibas enterando
de todo, del cilicio, la ducha de agua fria, lo de serviam,
de los libros de la obra y lo que decían, aunque yo
hacía oración en el colegio y para mi era un
suplicio, no me enteraba de nada de los puntos de camino porque
lo que quería era moverme y hacer deporte y no estar
quieta, nunca fui muy espiritual, mas bien algo frivolilla,
para ellos me refiero, ya que me gustaba mucho salir divertirme,
tener muchos amigos y amigas, y muchas aficiones, por eso
quizá no me daban mucho la lata en el colegio.
Digo esto porque algunos en esta web dicen que hemos tenido
la misma experiencia, sí la misma experiencia negativa,
pero muy distinta, para cada uno ha sido diferente, y sufrida
de modo distinto.
Puedo decir que aquel año fue hermoso para mí,
la directora se preocupaba por mí más que mi
propia madre, las numerarias eran amigas mías, el cura
era majo, y los estudios me fueron bien. Yo dije de ser supernumeraria
porque tenía novio y me dijeron que esperara. En cuanto
acabó la relación con mi novio, me acosaron
para ser numeraria yo; dije que no que queria ser numeraria,
pero a pesar de ello me siguieron insistiendo vários
días seguidos, varias veces, incluso por teléfono.
Terminé diciendo que sí, estaba absolutamente
convencida de que era Dios quien me llamaba para hacer algo
grande, pero yo no entendía por qué no podía
ser supernumeraria ¿además no era lo propio
del opus dei? La vocacion genuina según decían
era la de ser supernumerario, ¿entonces los numerarios
qué eran unos palolis que entregaban una
vida llena de sacrificio al servicio de los supernumerarios?,
esto nunca lo entendí del espiritu de la obra unos
de los errores que yo veo es la contradicción de las
llamadas a la vocación.
El otro día lei un texto hablando de que los sacerdotes
en el opus dei no debían tener vocación al sacerdocio;
yo esto no lo sabía, pero lo que menos se parecía
a vivir en medio del mundo era la vida del numerario por eso
yo lo que quería era ser supernumeraria; ahora me alegro
de no haberlo sido porque quizá aun lo sería
ya no me habría dado cuenta de la mitad de las cosas
que ves siendo numeraria sobre todo cuando comencé
a ser subdirectora de un centro, y no lo digo por las personas
sino por la obra en sí.
En mis años de centro de estudio tuve buenas amigas
y no lo pasé mal del todo, me centré mucho en
mis estudios y trataba de que no me afectara demasiado la
formación tan estricta y agolpaba que te daban, de
forma que intentaba no dejarme absorver demasiado, poniendo
mis estudios en primer lugar, esto me salvó bastante
en esos momentos junto con las amistades que haces, hasta
que acabé el centro de estudios y la carrera.
Primero me salió un trabajo y me hicieron renunciar
a él porque "la obra tenía otros planes
para mí", eso me costó muchísimo,
ahí empecé a darme cuenta de muchas cosas y
entonces me mandaron a un centro de subdirectora. Allí
empezó mi calvario.
La directora tenía mi edad 24 años más
o menos, y yo la veía bastante déspota conmigo
y con las que no les caia bien, hacía unas deferencias
muy descaradas, por ejemplo, con la secretaria del centro.
Siempre se estaba riendo y a mi lo unico que hacía
era ponerme malas caras y mandarme cosas, luego haciendo la
charla aquel verano con una numeraria también subdirectora
de un centro me confesó que a ella le sucedía
lo mismo con la directora de su centro, que no podía
ni verla, porque constantemente le estaba exigiendo cosas
y recriminando otras, pero me dijo que eso era para fortalecernos
y hacernos santas, que cuando esa directora se fue de su centro
me dijo que hasta le dio pena, yo pensaba si esa era la fraternidad
de la que tanto se habla en el opus dei y me preguntaba si
algunas personas se aprovechaban de los cargos de gobierno
para actuar déspotamente.
La cuestión es que el problema que yo tenía
era que la directora me hacía la vida muy amarga ya
que no solo no me daba ninguna muestra de afecto sino que
parecía como si constantemente quisiera ponerme a prueba
mandándome cosas injustas. En temas de apostolado ella
intentaba llevarse la palma con el mayor número de
niñas en su lista, era muy egocéntrica en las
tertulias.... Recuerdo un día que se le aconsejó
a una supernumeraria que fuese al médico porque psicológicamente
estaba muy mal, entonces ella acompañó a dicha
supernumeraria al médico a otra ciudad. En ese tiempo
llamó la madre de dicha supernumeraria para preguntarme
donde estaba su hija y yo le dije que había viajado
a esa ciudad. Cuando vino la directora me echó una
bronca cuando yo le conté lo ocurrido. Me dijo que
yo no debía informar a su madre de aquel viaje.
Este tipo de reprimendas o exigencias las hacía con
bastante frecuencia y de hecho el cura me dijo que le habían
consultado correcciones fraternas a él para decirselas
a la directora en referencia a como ella me trataba y el cura
me dijo que me estaba haciendo santa, pero lo que yo no sabía,
ni el cura tampoco era que yo comenzaba a caer en una depresión
muy fuerte, ahora después de 10 años me doy
cuenta lo fuerte que fue.
Reconozco que comencé a obsesionarme con el tema,
pero era normal, yo hacía la charla con la directora
y para mi en vez de un desahogo era mayor sufrimiento. Ella
era mi problema y yo no podía hablarlo mas que con
el cura, que al final me dijo que yo me estaba obsesionando
con el tema. Recuerdo que un día me fui a la calle,
y lloraba y lloraba, pero fue curioso porque gemía
y moqueaba y no me salían lágrimas; es un llanto
que no se si tiene explicación fisica, era un llanto
sin lágrimas.
Otro día vino la delegada de numerarias y le dije
el problema y que no me gustaba como ella trataba a algunas
del centro y que me hablaba de algunas con desprecio en concreto,
casi me daba a entender que no soportaba a la numeraria que
estaba tomando antidepresivos. Se lo indiqué a la de
la delegación y me dijo que era normal que la directora
tenía que desahogarse con alguien. Me quedé
peor, incomprendida.
Otro día yo no podía más y me fui a
hablar con la persona con la que la directora hacía
su charla fraterna, yo me sentí extraña al hacerlo
porque parecía que estaba traicionándola, pero
ya no podía más, vi que esta numeraria me escuchó
pero la vi algo extraña conmigo y para colmo me vió
en el centro una que vivía conmigo y lo comentó
en la comida delante de la directora y me preguntó:
¿qué hacías tu en ese centro?. La directora
me miró como si yo la hubiese traicionado, porque sabía
a lo que yo había ido.
A partir de aquel momento ya no tuve fuerzas para acudir
a nadie. Yo veia que lo que me decían del espíritu
de la obra allí no se vivia. A mi mente empezó
a venirme la palabra ¡márchate!, ¡márchate!.
Tenía que haberlo hecho en ese momento para no padecer
lo que después sufrí.
Además el centro no reflejaba para nada felicidad
en la gente que allí vivía más bien todo
lo contrario. Por ejemplo yo al estar recién llegada
veía que dos de las que allí vivían se
levantaban muy tarde, luego me dijeron que tenían problemas
de insomnio, otras dos de las que alli vivian no se hablaban
entre ellas, hasta tal punto que si una leia en la oración,
la otra se marchaba del oratorio, ya que en el lugar donde
trabajaban juntas una trataba muy mal a la otra, según
me dijeron, ni se miraban a la cara. Otra numeraria tomaba
antidepresivos porque estaba bastante mal, hacía la
charla conmigo y a mi me daba mucha pena de ella. A las chicas
de la limpieza externas no se las trataban nada bien, hasta
las despidieron, nunca entendí por qué; un caos
de centro.
Empecé a caer empicada mentalmente, y lo curioso era
que yo no sabía lo que me sucedía, solo que
me sentía muy muy mal, hasta que al cabo del tiempo
una amiga me explicó que hacía unos años
había ella caido en una depresión y al decirme
los sintomas yo me dije a mi misma: eso es justo lo que a
mi me pasa!. Fui a la directora y le dije que yo creia tener
una depresión ya que según los sintomas que
me explicaron yo me sentí identificada, (ya que yo
jamas padecí ni vi nunca a nadie ni de mi familia ni
cercano a mi con sintomas similares). La directora se empezó
a reir y me dijo que yo no tenía ni idea de lo que
era una depresión, que yo no tenía eso.
Pasaron los dias y las semanas. Cada vez me podía
mover menos. Al final la directora, y después de mucho
insistirle, me llevó a un medico supernumerario pero
ella me seguía repitiendo que yo no tenia nada. Este
médico me miró con cariño, me dijo que
las numerarias eramos muy buenas y muy santas y me recetó
pharmaton complex, esas vitaminas no solo no me
curaron sino que me daban un dolor de estomago espantoso.
Pasaron los dias y las semanas, y ya casi lo unico que podía
hacer era era leer un poco unas frases de algun libro y despues
descansar una media hora para luego lograr leer otra frase
y asi seguir luchando por sobrevivir, pero como el médico
me dijo que yo estaba sana seguían pasando las semanas
y yo no podía ni pensar, solo pude llegar a una conclusión,
que no quería seguir viviendo y que seguro que Dios
no quería eso de mí, por ello empecé
un poco a ver la luz, sola, como pude sin consejo externo
de nadie y a plantearme la vocación ya que mi lucha
interna por querer ser fiel era muy fuerte.
Logré irme a una librería ya que incluso me
costaba andar y compré el libro de Vallego Nájera
que habla sobre la depresión que supongo conoceis.
Al leerlo sentí mucho alivio; me dije tengo esto
y haber como salgo de aquí porque el futuro lo
veia tan mal... Al menos alguien aunque sea un escritor ya
muerto, al menos alguien me entiende. Le di el libro a la
directora. Me volvio a decir que yo no tenía ni idea
de lo que era una depresión porque yo no tenía
ansiedad (eso era cierto). Me dijo ¿qué sabrás
tu lo que es una depresión hasta que no veas lo que
yo he visto, una numeraria en la cama tomando mas de 20 pastillas
al día, eso si es una depresión. Y yo pensé
: ¿a eso tengo que llegar para que me ayuden?
Yo estaba absolutamente paralizada. Cuando tenía que
subir la escalera para ir a comer se convertía eso
en un suplicio, me encerré en mi cuarto durante dias,
alli, en una silla, sin poderme mover, paralizada, catatónica,
solo me levantaba para comer y hacer la oración y misa
de la mañana, hasta que vino la de la delegación,
yo le enseñé el libro de Vallejo Nájera
le dije que yo tenía eso y que no me agobiaran y que
eso era lo que me pasaba. La de la delegación se quedó
a cuadros, yo no quería fallarle a la obra porque me
habían dado un cargo de responsabilidad ¿cómo
iba a irme? La de la delegación me dijo que no me preocupara
que me llevarían a un médico especialista, y
allí me recetaron 3 pastillas al día , pero
yo ya estaba fatal, y después de ir al medico la directora
seguía diciéndome que yo no tenía ninguna
depresión, hasta se lo pregunté a la médico
y no me dio una respuesta clara. Las pastillas gracias a Dios
me ayudaron, cambié de centro y me busqué un
trabajo, que por cierto me dijeron que renunciara también
a este segundo trabajo. Esta vez yo me negué.
Cuando poco a poco fui saliendo de esa depresión y
con la ayuda del trabajo, vi que estaba en condiciones de
tomar la decisión de irme y dije que me iba que no
pensaba irme por una ventana o a escondidas, que me iba por
la puerta y para ello me hicieron escribir una carta a pesar
de que yo aun no había hecho la fidelidad y quiero
decir que al igual que una amiga que nos ha escrito esta semana,
a mi también me hicieron repetir la carta al padre,
pero yo solo lo repetí una vez y dije que no se quedaran
conmigo que no la iba a volver a repetir.
Había pasado 1 año y medio desde que mi mente
me dijo ¡vete!. Por no hacer caso y luchar contra mí
misma había sufrido mucho, y puedo decir que diez años
después y escribiendo estas líneas, yo aún
no he superado aquello. No quiero decir con ello que eche
de menos el opus dei, todo lo contrario. Jamás he vuelto
a pensar en ello, puedo decir que esto que aquí relato
apenas lo he hablado casi ni con mi familia ni amigas, lo
había borrado de mi mente por el daño que en
ella produjo. Muchas veces me he preguntado por qué
tuve que soportar aquello.
Cuando digo que no lo he superado me refiero a las secuelas
psicológicas que me han quedado ya que he vuelto a
necesitar tomar pastillas en algunas ocasiones; mi forma de
ser se transformó, pasé de ser alguien muy alegre,
natural, espontanea y deportista a ser alguien acomplejada,
de una discreción enfermiza, absolutamente cerrada
en mi misma, sin querer salir ni conservar apenas mis amistades.
Ahora despues de 10 años me enfrento a esto, para mi,
es ahora el momento, despues de todo este tiempo.
Hace unos 6 meses que he comenzado a hacer mucho deporte
como hacía antes, creo que ahora comienzo a ser la
que era antes de los 19 años. Es una pena que esto
me pase a los 10 años de haber salido de la Obra, pero
supongo que más vale tarde que nunca. Ahora veo una
barbaridad el tema de la mortificación ya sea fisica
o mental.
Quiero dejar claro que agradezco mucho a esta directora lo
que me hizo pasar porque antes o después sé
que me hubiese ido del opus dei, porque yo pienso que lo que
hace daño, con independencia de las personas, ya que
puedo decir que la gran mayoría eran muy buenas personas,
aún recuerdo a muchas y tenían un gran corazón
que iban con su mejor intención y que si hacían
daño a su familiares o amigos no era porque fueran
malas personas sino porque vivían fielmente el espíritu
del opus dei.
Yo pienso, al igual que muchas textos que he leido (aunque
he llegado a esta conclusión yo sola después
de ir al psicólogo) que es el espíritu del opus
dei, la institucionalización, la aceptación
rendida a la obediencia, ese carácter sectario que
el opus dei tiene y que precisamente hace que nos quedemos
sin recursos cuando nos empezamos a dar cuenta que algo no
funciona. No fue la directora la que me hizo daño,
fue mi conciencia formada y educada para no saber tener recursos
propios, para no poder tomar decisiones diferentes al espíritu
del opus dei y aunque veia cómo me consumía,
mi mente era absolutamente incapaz de tomar una decisión
para ayudarme a mi misma.
Ahora comienzo a darme cuenta que la vida merece la pena,
que valgo mucho, tengo un buen trabajo y ya me voy pareciendo
un poco más a la que era, pero... ¡cuantos años
sin ser yo misma!
Os pido que me ayudéis porque aun lo necesito y si
con mi escrito puedo ayudar a alguien aquí lo tenéis,
este texto me hace llorar y a la vez sentir un gran alivio.
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