UNA
HISTORIA MÁS
LUCHADORA, 13 de mayo de 2004
Tengo una hija Numeraria. La eduqué para ser libre,
ellos la hicieron dependiente del "padre".
La captaron en la Universidad, en un mal momento emocional
y familiar. Había sufrido la separación de sus
padres, el terrible choque de ver que tu padre pasa olímpicamente
de todos y que tu madre no tiene tiempo para organizar la
casa porque se pasa el día trabajando en cualquier
cosa que le sale, no importa horas ni días, para mantener
a tres adolescentes y un bebé.
Tener que asumir que era importante en la casa y que de ella
dependía, junto con sus otros dos hermanos, un bebé
y echar una mano a su madre además de estudiar, era
muy fuerte para ella.
Sus nuevas amistades la "ayudaron", le dieron una
vida más fácil, sin tener que tomar decisiones,
con un maravilloso estudio sin ruidos, sin preocupaciones
por el cesto de la ropa ni de preparar comida, ni de poner
una mesa.
Ni qué decir tiene que la forma de vivir de su madre
comenzó a no ser la correcta y alguien la indujo a
evitar hablar de sus cosas con su familia.
Se marchó una tarde, aprovechando que su madre no
estaba y que llegaría de madrugada de su trabajo, porque
con toda seguridad no la dejaría marchar. Vino con
dos "compañeras" y se llevó todo.
Yo llegué de trabajar y vi su cama vacía, pero
no supuse semejante huída. Fueron sus hermanos los
que se tiraron sobre mí al despertarse para contármelo.
Creí morir.
De esto hace más de ocho años.
Esta semana me llamó llorando como cuando era pequeña
y me dijo que fuera a recogerla para irse a casa, que quería
salir de allí, que si le podría presentar gente,
que si encontraría alguien con quien formar una familia,
que si encontraría trabajo, que si podía mantenerla
hasta que lo tuviera, que si podía estar en casa, que
tenía miedo, ... tantas cosas en tan poco tiempo y
llorando sin consuelo... Mi fallo fue no haber salido corriendo
del despacho y haber ido a sacarla de allí inmediatamente.
Quedé con ella para hacerlo por la tarde. Sobre las
cinco habló con su hermana y le preguntó que
si ella opinaba lo mismo que yo, que tenía miedo de
irse y que luego no la dejaran volver... Mi otra hija se alarmó.
Que certeza en hacerlo. A los veinte minutos estábamos
allí para recogerla, y ya no era la misma. "Me
quedo. Las cosas no se pueden hacer así. He de hablar
con mi consejera de la Delegación"...Ya no hubo
manera de sacarla de allí. Se puso su coraza y dominó
sus pensamientos e impulsos. Se sintió culpable por
haber hecho aquella llamada de auxilio, por haber creado aquel
horrible momento.
Volví a perder a mi hija. ¿Cómo puedo
darle la libertad?
Hace tiempo que está con depresión, hace tiempo
que "tiene dudas", por eso pienso que ha hecho montones
de convivencias últimamente. Ahora la llevan a una
psicóloga y a un psiquiatra "obra", de pago
(todo se resuelve en casa), está medicada. Le dejan
salir cuando quiere pero con control, claro está. Saben
todos sus pasos. Dá cuenta de todo, normal.
He acudido a la delegación para pedir que me la dejen
tener en casa, pero ante la incongruencia de que no está
en un momento como para decidir algo, sí que lo está
para decir dónde quiere permanecer mientras se repone.
( hace como cinco meses que la veo muy mal, derrotada, rota,
hundida...)
Ha perdido más de dos tallas de ropa.
Pero no puede venir a casa porque no entiende que sus hermanas
puedan tener discusiones, porque en casa no están las
cosas tan ordenadas como en su "casa", porque no
está de acuerdo en que yo salga con un amigo cuando
tengo hasta una nulidad matrimonial de su padre y por lo tanto
soy soltera.
No es mi hija, no es la que eduqué en querer y comprender
a todos, en no juzgar a nadie, en amar como Cristo. Dios es
amor, los hombres fallamos cuando no amamos (ahí está
el pecado en la falta de amor), pero somos seres humanos con
nuestras pasiones, nuestras flaquezas, y lo más importante
es resurgir de las cenizas cuando hemos cometido un error,
eso es lo verdaderamente importante: Amar y levantarnos. Si
amas y te levantas, perdonas a los demás y a tus fallos,
esa es para mí la filosofía de la vida. No podemos
vivir sintiéndonos culpables de todo lo que surge a
nuestro alrededor, y mi hija se culpabiliza de todo.
Me duele qué hará con el latiguillo "disciplina"
que ví una vez en su cuarto. Cómo corrió
para guardarlo en un cajón. Pero ¿qué
pecado puede tener una chica que no sabe nada de la vida?
¿Por qué les martirizan con eso?
Vuelvo a preguntar a quien pueda ayudarme o darme alguna
forma de llegar a mi hija: ¿Cómo puedo enseñarle
que es libre? La eduqué en el amor a Dios, fui su catequista
de Comunión en su colegio, no le pido que deje a Dios,
sino a sus "hermanos" en el "padre".
Quiero luchar por ella, hasta donde pueda llegar. ¿Sabéis
cómo conseguirlo? ¿Alguien puede ayudarme?
Gracias por leer mi testimonio, un besazo. Y si me contestas,
muchos más besazos.
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