SIN
RENCOR 5 AÑOS DESPUÉS DE DEJAR EL OPUS
JAI, 5 de agosto de 2005
Curioseando por la red encontré esta página
web. Sucede que un par de veces al año o tres me vienen
sueños extraños en los que me encuentro en la
Universidad de Navarra o Torreciudad, ¿a nadie más
le pasa? :D Bueno, no es lo único raro que sueño,
también a veces sueño que vuelvo a tener que
hacer un examen en la Universidad pues me falta un crédito
o algo así para conseguir el título, he hablado
con otros ingenieros y parece que es algo generalizado, nos
han jodido bien la cabeza en las politécnicas. Anoche,
después de pasar otra vez por el sueño repetitivo
(esta vez tocó Pamplona) pensé en buscar información
sobre mi antigua familia en Internet. Me ha gustado
mucho leer tantos testimonios de ex-numerarios aunque mi experiencia
es de alguna manera diferente a la de la mayoría de
los que he leído. Finalmente, me apeteció ponerla
por escrito y enviarla aquí por si a alguien le sirve
para algo.
Conocí el Opus a los 14 años, mi familia no
tenía relación con la Obra así que cuando
conocí el Club Juvenil de una ciudad española
todo era nuevo para mí. Eso fue hacia el año
1990 y entonces mucha gente de la que frecuentaba el Club
estudiaba en institutos públicos o en colegios privados
que no eran el Montealgo habitual (cuando deje el Opus en
el 2000 ya no era así, pues casi el 100% de los chicos
que asistían al Club venían del colegio de Fomento).
Antes de finales de 1991 ya había pitado (tras una
fabulosa semana de convivencia en El Poblado de Torreciudad).
Que ambiente tan fenomenal, me sentía un privilegiado
y al mismo tiempo una especie de Superman con una misión
muy especial, salvar el mundo. Pero justo el mismo día
que pité algo chirrió. Sin haberle preguntado
al director del centro, por su propia iniciativa, él
me advirtió de que sería mejor que no dijera
nada a mis padres de momento. Estoy seguro de que mis padres,
a pesar de ser buenos cristianos, habrían rechazado
que su hijo decidiera algo tan importante a esa edad. He pasado
muy buenos momentos en la Obra, y he convivido con gente maravillosa,
pero cuando pienso que desde el primer momento viví
una mentira con mi familia de sangre... Yo fui durante muchos
años un bicho raro en los centros donde estaba, todo
el mundo pertenecía a familias con un gran pasado opusiano
menos la de un servidor, que para más inri, no era
muy pudiente, sino muy modesta. Simplemente por ser mis padres
trabajadores a sueldo corrientes y molientes, y por haber
estudiado toda mi vida en colegios, institutos y universidades
públicas, el resto de mis hermanos se pensaba
que yo era simpatizante del PSOE o IU o algo así (soy
un ser bastante apolítico, pero no me importaba seguir
el rollo). Pese a que esto también parecían
creerlo directores y sacerdotes he de reconocer que jamás
nadie ni me sugirió ni me obligó a votar a un
cierto partido político (vaya, al PP). Estoy seguro
de que el resultado de las ultimas elecciones generales del
2004 fue como un chaparrón de agua fría para
la mayoría de los miembros del Opus españoles,
pero al menos lo que yo viví fue siempre respeto hacia
mis ideas políticas. A finales de los 90 ya se habían
ido todos o casi todos los jóvenes numerarios por los
que sentía un especial afecto, especialmente aquellos
cuya situación podía parecerse un poco más
a la mía o simplemente se notaba que eran gente sana,
sin complicaciones. La sensación de ser un bicho raro
era cada vez más estresante para mí, continuamente
en el centro, el que fuera, sentía que estaba fuera
de lugar, como si no encajara con los otros. Y sin embargo,
en la universidad, con mis antiguos amigos del instituto,
donde ninguno tenía parientes militares, la mitad de
clase media y la otra también, allí si, charlando
con ellos me encontraba a gusto. Pero si hubo un motivo especial
por el que dejé de sentir que aquello era lo mío
fue ver como se trataba, sería mejor decir perseguía,
a la gente joven que había dejado la Obra. Todas aquellas
bonitas charlas sobre la caridad estaban muy bien, pero cuando
veía a gente joven, de 18 a 20 años, con graves
problemas emocionales y como desde las altas instancias se
decidía acabar con su futuro profesional, sus sueños,
yo sufría con ellos, sobre todo dolía si eran
amigos míos, ellos siempre supieron que podían
contar conmigo y algunos se preguntaban como alguien como
yo podía seguir siendo del Opus. Un año antes
de acabar mi carrera decidí dejar esa vida en la que
yo ya no encontraba paz interior ni felicidad, ni la esperaba
después de lo que había tenido que ver y escuchar.
Cada vez que veía a los miembros del consejo local
se me venía a la cabeza quien de ellos fue el que decidió
que Fulanito fuera expulsado de tal trabajo o que Menganito
suspendiera tal asignatura. La Obra puede amargar muchísimo
la vida de un ex si realmente se lo propone. Por suerte para
mí, dejar el Opus no iba a significar un desgarro familiar
ni profesional, si acaso sentimental por los casi 10 años
que llevaba allí. Además si lo hacía
durante aquel tiempo no podían amenazarme con que iría
al infierno o algo así pues, eso lo agradezco, nos
recordaban todos los años que dejar la Obra no era
ni siquiera pecado venial si se hacía antes de la Fidelidad.
La persona a la que comuniqué mi intención de
dejar la Obra era un miembro de la delegación a la
que apenas conocía, lo único que me dijo fue
que lo pensara bien (mejor en el oratorio por supuesto) y
que no armara mucho ruido si finalmente decidia dejar la Obra.
Los miembros del consejo local de mi centro estaban en una
convivencia así que antes del día que hice las
maletas sólo vino a hablar conmigo el sacerdote, que
tampoco hizo uso de malas artes para intentar persuadirme
de que siguiera. Cuando salía del centro con una maleta
llena y pesada me preguntaba si no estaba siendo un desagradecido
por todas las cosas que había aprendido durante esos
10 años, pero también me acordaba de las múltiples
humillaciones que había visto hacer a gente inocente,
muchas veces menores de edad, y también a mí
mismo. Al llegar a casa y ver la cara de alegría llena
de lagrimas de mi madre, la persona que más me quiere
en este mundo, pese a que los directores nos decían
otra cosa, supe que no podía estar haciendo algo malo.
¿Cómo es mi vida ahora? Soy una persona moderadamente
feliz :D , casado y con un buen trabajo que me encanta, con
problemas y con amigos con los que reírme de ellos
(de mis problemas, y de los suyos). Sigo creyendo en Dios
y aunque mi esposa es totalmente atea (ella y toda su familia
desde hace 70 años cuando las tropas soviéticas
invadieron su país), nos casamos por la Iglesia. Ironías
de la vida, el único sacerdote en el país donde
ahora vivo (salí de España un año después
de dejar la Obra, y es algo que recomiendo a fepasa que preguntaba
como afrontar la nueva vida), el único que nos podía
casar en castellano era de la Obra, un sacerdote muy majo
que nos organizó un cursillo prematrimonial exprés,
hasta mi mujer esperaba un poco más de caña
(que pasa, nosotros no tenemos derecho a reproducirnos?) :D
Lo cierto es que desde el día que regresé a
la casa de mis padres no volví a tener contacto con
mis antiguos conocidos del Opus. También mis padres,
a los que durante algunos años acecharon, dejaron de
recibir llamadas invitándoles a cosas. 5 años
no son tantos años, pero no he sabido casi nada del
Opus desde entonces (me alegré mucho de ver a tanta
gente en la canonización de San Josemaria que seguí
por Internet, y por supuesto he sonreído muchísimo
leyendo las tonterías de Dan Brown en El Código
de Da Vinci). Sin embargo, ya he olvidado el nombre de muchas
personas que conocí y con las cuales conviví
tanto tiempo, e incluso los nombres de los centros, pero no
perdono a los que conscientemente maniobraron injustamente
en mi conciencia cuando era todavía un chiquillo, espero
que su conciencia no les deje dormir tranquilos por todo el
mal que han hecho a tantos chicos jóvenes. No pienso
como otros que el Opus haya destrozado mi vida, sería
muy injusto si dijera eso. He tenido una juventud muy diferente
a la de la mayoría de la gente, pero cuando hablo con
la gente con la que me relaciono ahora no sé si ha
sido mejor o peor. Ha sido diferente. Pero otros que yo conozco
no han tenido tanta suerte y, normalmente por razones familiares,
estar continuamente rozando ese ambiente les causa un gran
stress.
Para acabar agrego unos comentarios dispersos sobre cosas
que me chocaron siempre de la Obra, sobre como veo a la Obra
en la actualidad y como creo que va a evolucionar:
- Supernumerarios jóvenes que luego pitan de numerarios:
Es probablemente la mejor manera que tiene ahora el Opus para
captar gente valiosa para su organización. Casi todos
los hijos de supernumerarios quieren ser supernumerarios de
mayores así que si les dejan pitar de super a los 20
lo hacen encantados, para muchos chicos ir a los centros es
una prueba de resistencia, pasar años hasta que al
final un director les deje pitar de super, y entonces a ser
feliz. Un supernumerario menor de 25 años es con su
experiencia de la vida una persona más madura que la
mayoría de los numerarios mayores de 30 que pitaron
con 14. Dado que en España la gente se casa cada vez
más tarde eso permite a la Obra poder evaluar a los
supernumerarios jovenes durante años y cuando lo piensan
oportuno presionar al individuo para que vea que Dios le pide
una entrega mayor. Pese a parecer un poco maquiavélico
así contado, es al menos una manera más limpia
de jugar con la gente que hacerles pitar de numerarios con
14 años. Me sigue pareciendo una horrible manera de
usar los nobles sentimientos de mucha gente buena, pero vaya,
algo se ha mejorado o no?
- La situación de las numerarias y numerarias auxiliares.
Al no tener en mi familia nadie más del Opus, creo
que he sido de las personas que han pasado por allí
con menos conocimientos sobre la sección femenina,
cuya presencia sólo observaba en las romerías
de las familias a Torreciudad y las novenas de la Inmaculada.
Hasta casi ayer ignoraba que las numerarias no pudieran llevar
pantalones, ni que no pudieran fumar (curioso, pues es en
los centros del Opus Dei donde he visto más adictos
al tabaco en mi vida). Lo de dormir sobre una tabla ya me
ha parecido salirse de madre, y aunque nunca lo pregunté,
suponía que las mortificaciones corporales (cilicio,
disciplinas y ducha frías) eran cosas propias de la
sección masculina, pues ellas ya tenían otras
cargas (por ejemplo el trabajo doméstico). Si realmente
hubiera sabido las condiciones de vida que tienen mis ex-hermanas
creo que habría salido corriendo escandalizado mucho
tiempo antes de cuando lo hice. En fin, gracias a opuslibros.org
por esa información.
- La composición de los centros (hablo únicamente
de miembros jóvenes) en los centros de España
se compone cada vez más de únicamente dos tipos
de miembros numerarios. Con todo respeto, 1) gente con pocas
luces pero de noble corazón, fieles, obedientes y que
debido a sus limitaciones individuales no atraen mucho a sus
compañeros. Si acaso produce un poco de risa verlos
vestidos como si fueran a una recepción real a esas
edades. 2) Gente inteligente y normalmente un poco más
complicada, muchas veces divertidas y que suelen ser los grandes
animadores de los centros. Por desgracia este último
tipo de gente acaba degenerando con el tiempo (al llegar a
los 20 y tantos) en gente con manías rarísimas
y más cínicos que otra cosa, muchas veces la
gente de la que se burlan suelen ser los individuos del primer
grupo, sic. La única gente que acaba siendo un poco
más normal son los supernumerarios reconvertidos
a numerarios de los que hable en el primer punto. Por supuesto,
casi el 100% de la gente de todos los grupos se han criado
en el gueto (Fomento + padres supernumerarios).
- Ahora mismo, en España, fuera del gueto es cada
vez más raro saber algo de la Obra, como los judíos
fuera de Israel, se relacionan casi en exclusiva entre ellos
y parecen más interesados en crear vocaciones
en familias de supernumerarios que en buscarlas en otros ambientes.
Me alegro por mis primos entonces, parece que no les amenaza
esa cosa.
- Es falso que la Obra solo haga solidaridad con fines proselitistas.
En mi caso he atendido catequesis de parroquias con dificultades
porque el barrio era demasiado marginal para los catequistas
de la diócesis, y los que íbamos lo hacíamos
sin calcular cuantas vocaciones saldrían de las familias
de gitanos e inmigrantes más pobres. Y en ocasiones
recibíamos peticiones de ayuda desde alguna casa para
minusválidos y sin dudar hemos acudido para ayudar
en lo posible. Por lo que he leído en esta web parece
que mi experiencia es un poco única pero es la que
he vivido yo. Que ahora compre productos de comercio justo
o que ayude a la gente aunque eso me suponga perder mi tarde
libre o algo así no es algo que haya aprendido viendo
la televisión. Prefiero pensar que en el mundo sigue
habiendo mucha gente buena y pocas malas (que nunca se preocupan
de los demás), a pensar que el mundo se divide entre
enrollados y pringados.
Bueno, pues con esto acabo, después de 5 años
leer algunos de los testimonios de la web me ha traído
un montón de recuerdos. Me da pena pensar en la gente
que conocía y pueden seguir en la Obra, continuamente
viendo marcharse a otros, y están convencidos de que
fuera del Opus lo estamos pasando fatal. A los miembros de
la Obra que lean esto sólo les pido que, por favor,
no jueguen con los sentimientos de la gente, especialmente
si son menores. Y que vivan la caridad especialmente con quienes
más lo necesitan, no con quienes estén más
cerca de pitar. Un saludo a toda la comunidad de opuslibros.org.
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