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EL SILENCIO DEL OPUS DEI

IVÁN, 9 de agosto de 2004

 

Si el médico nos toma una muestra de sangre del brazo derecho y luego nos cuenta: "Usted tiene anemia". ¿Por qué no le respondemos: "Eso es falso, quien tiene anemia es mi brazo derecho porque es de allí de donde usted tomó la sangre"? No contestamos eso porque sabemos que la sangre es un elemento común a todo el cuerpo y por lo tanto es indiferente el lugar de donde se extraiga.

Pero si nos hacen una biopsia de una mancha que tenemos en la piel de ese brazo y después el médico nos dice: "Lo que hay en su brazo es un tumor maligno", en esa ocasión no se refiere a todo el cuerpo sino exclusivamente al brazo; pero observemos lo que puede seguir contando: "Hay que aplicarle quimioterapia. Con ese tratamiento se quedará calvo, tendrá diarreas, debilidad general... pero es algo necesario para su salud".

Con ese ejemplo podemos ver como lo que se encuentra en un miembro se aplica sólo a él, pero su bondad o malignidad repercute sobre todo el cuerpo.

Conclusiones:

1 - Lo primero que hay que hacer ante lo que se afirma de la parte de un todo es saber si se refiere a un elemento común al todo o peculiar de la parte.

2 - En el caso de que sea algo peculiar de la parte hay que conocer la bondad o maldad de lo existente en esa parte. Si es bueno repercute en el bienestar del todo, si malo en su perjuicio.

Apliquemos lo anterior refiriéndonos exclusivamente a elementos peculiares de la Obra (como miembro del cuerpo de la Iglesia).

Como acabamos de ver, lo importante es saber si lo negativo que se afirma de la Obra es cierto o no:

1 - Si es verdad, la Obra es dañina y por tanto perjudica a la Iglesia.

2 - Si es mentira, entonces quien afirma eso es quien la daña y con ella a la Iglesia.

Mas para llegar a ese diagnóstico es preciso escuchar la respuesta institucional --la oficial-- de la Obra.

Para resolver un pleito hay que escuchar primero las acusaciones y después la defensa que sobre ellas hacen los acusados. No hay otra manera de fallarlo.

Respuesta institucional de la Obra.

La postura oficial de la Obra es la de callar ante las acusaciones y rezar para que quienes la injurian y calumnian se den cuenta de su error y se conviertan.

Aunque la mona se vista de seda mona se queda, de toda esa postura lo importante es que la Obra se calla, que no responde; el resto de la frase es un adorno superfluo.

Si en un juicio a alguien se le acusa de malversar fondos públicos y el único argumento de su abogado defensor es: "Mi defendido tiene pruebas de su inocencia pero no las aporta porque prefiere callar ante las acusaciones y reza para que quienes le injurian y calumnian se den cuenta de su error y se conviertan", aparte del ataque de risa de los asistentes, ahí lo único valorable es que la defensa calla ante las acusaciones, que es lo que interesa a la hora de juzgar.

"Quien calla otorga", es una máxima fundamental del Derecho. Si la Obra institucionalmente calla es que admite lo que afirman de ella, pues con ese silencio está indicando que no tiene pruebas que aportar en su defensa.

Alguien podría aducir: "Quizás haya otra explicación. Ya que todos los que dicen cosas negativas de la Obra no pueden estar en la verdad absoluta, porque no son Dios, y en algo se equivocarán. Si la Obra no responde a esas equivocaciones, que por fuerza han de existir, eso demuestra que en realidad calla a todo por otra razón distinta a la que usted indica".

Le respondo que es verdad, que todo lo negativo que se afirma sobre la Obra no puede ser cierto, pero que la Obra calla ante esas equivocaciones porque si no lo hiciera tendría que responder también a todo lo demás que se afirma de ella. Prefiere no contestar a nada porque hay acusaciones gordísimas para las que no tiene respuesta. Es mejor salida callar a todo que desmontar una afirmación y quedarse mudo ante otras noventa y nueve de las que no tiene forma de defenderse.

Si se le acusa a alguien de haber matado a un matrimonio, a sus dos hijos y después al gato; lo que es absurdo es que esa persona se defienda diciendo: "Al gato no lo maté yo, ya estaba muerto cuando llegué", porque inmediatamente todos saltarán: "¡Entonces estuviste allí! Y de las cuatro personas asesinadas, ¿qué nos dices?". Como para eso no tiene respuesta, prefiere callar a todo.

Otros pueden argumentar: "La Obra dice de si misma que vive la humildad colectiva. Puede ser esa la razón por la que calla: sufrir en silencio las injusticias que con ella se cometen como manifestación de su humildad colectiva."

Haciendo la salvedad de que la humildad colectiva no existe, como virtud grupal y aislada de las personas, sino la humildad de cada uno de los hombres y mujeres del colectivo; admito que alguien por humildad o por otra razón pueda callar ante acusaciones injustas, pero ese acto sólo puede ser moralmente bueno cuando el perjuicio de esas acusaciones afecta exclusivamente a esa persona.

Si voy solo por la calle y un desconocido me insulta, puedo hacerme el tonto y alejarme de él sin contestarle porque nadie más que yo sale perjudicado.

Cuando el silencio provoca un daño a terceros nunca se debe abandonar la defensa, porque sería una injusticia y una falta de caridad que se perjudiquen inocentes con nuestro silencio; y la justicia y sobre todo la caridad están por encima de cualquier otra virtud.

Sería una "humildad" muy dañina que la Obra callara ante graves acusaciones falsas, ya que la consecuencia inmediata ante ese silencio es que todo el mundo las daría por ciertas y ese perjuicio repercutiría sobre las almas, sobre la Obra y sobre la Iglesia; porque las almas se desorientarían, la Obra perdería su fama y la Iglesia recibiría ese golpe (por ser la Obra un miembro suyo).

Conclusiones del silencio institucional de la Obra.

Tanto si las acusaciones que se hacen contra la Obra son ciertas como si no, su silencio desdice de ella y daña gravemente a la Iglesia.

1 - Si las acusaciones son ciertas, con su silencio las acepta, lo que indica que ella es una institución perjudicial para la Iglesia.

Por lo tanto, los dirigentes del Opus Dei pecan hasta que no se corrijan los defectos graves y verdaderos que se le achacan a su Institución y que ellos admiten con su silencio; y mientras no rectifiquen, ese pecado no puede ser perdonado porque no hay propósito de enmienda.

2 - Si son acusaciones falsas, con su silencio todo el mundo las considera como ciertas, por lo que se hace a si misma colaboradora del daño que sus acusadores la infringen; y con ese pecado de cooperación con el mal, además de a ella, perjudica a las almas y a la Iglesia (pues la Obra es un órgano suyo).

Por ello, los dirigentes del Opus Dei pecan al no defender cada acusación grave y falsa de que es objeto su Institución.


 

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