Sigilo
y sacramental, cumplimiento y cumplo y miento
Enviado por J.C. el 10-10-2003
El tema del sigilo sacramental es un tema muy delicado para
mi, quizá por mi deformación profesional, soy
Abogado, y tengo a gala que en esta profesión se vive
especialmente con cuidado y mucha delicadeza. Al igual que
nos parece un escándalo que un sacerdote rompa el sigilo,
dentro de la Abogacía causa el mismo escándalo
en un Abogado, es un don también recibido en esta profesión,
pues aunque se puede dudar de la honestidad de algunos compañeros
de profesión, muy pocas veces se ha acusado a un Letrado
de vulnerar su secreto profesional.
Precisamente yo aprendí la importancia del secreto
profesional, de un profesor de Derecho Natural que nos dio
clases de deontología y que era supernumerario.
Sirva esta introducción por que me parece muy poco
ético que pongamos la disquisición, cuando hablamos
de sigilo sacramental en la palabra sacramental
y no en la palabra sigilo. En la Obra hemos aprendido frases
comunes sobre una delicadeza extrema en la formación
de la conciencia, ojo con el cumplimiento, cumplo y miento,
debemos tener la piel fina, la de un bebe, que el más
mínimo roce nos haga saltar, no la epidermis de un
sufrido labrador, en muchos temas no hay parvedad de materia,
hay que ser generosos con la mortificación... etc.
Y cuando llega el tema del sigilo, de la confidencia, entonces
valen las disquisiciones bizantinas sofismas jesuíticos
(se decía en la obra) sobre si hasta aquí rompo
o no rompo el sigilo sacramental. Ya desde los primeros tiempos
existía disquisición artificial y artificiosa,
que entraña un cumplo y miento (en derecho diríamos
un fraude de ley) en las palabras del fundador que no confesaba
a los primeros para no pillarse las manos por el secreto de
la confesión (esto lo ha explicado el fundador explícitamente
para explicar el daño que habían
hecho algunos confesores bien intencionados, para argumentar
que no debíamos ir a confesarnos con sacerdotes que
no fueran de la Obra).
Una cosa es que no se caiga en excomunión ipso facto,
porque atendiendo a la letra de la ley no se haya roto el
sigilo en cuanto a sacramental, y otra cosa es que no se haya
roto el sigilo en sí. Pongo un ejemplo un poco bruto
para aclararme yo mismo. Si tengo una pareja estable (mejor
vamos a poner prometida, para no empezar con vida en pecado),
si tengo una prometida, decía, y me voy de farra con
mujeres que trabajan con luces de neón, le estoy siendo
infiel, no cometo adulterio, no ataco la sacralidad del matrimonio,
pero le estoy siendo infiel y no estoy obrando bien. Si rompo
el secreto de la confidencia o de la dirección espiritual,
aunque no ataque el sacramento de la penitencia, estoy obrando
mal, y ni siquiera el bien de las almas es excusa
para ello. Y si la Obra, institucionalmente obliga a romper
esta confidencia y esta confianza, actúa mal, y los
que lo hemos hecho hemos actuado mal y debemos pedir perdón.
Cuando un Abogado necesita consejo de otro para enfocar
un caso, no personaliza, oculta datos personales etc. Supongo
que los médicos harán lo mismo, pues a nadie
le importa quien es el sujeto en cuestión. Cuando en
un consejo local se trata sobre una persona, se sabe con pelos
y señales quién es. A mí me ha ocurrido
que por delicadeza solía ser muy genérico, a
fulanito le cuesta tal materia, lucha mucho en ese tema etc,
al fin y a la postre eufemismos que todos sabíamos
lo que se quería decir. Me acuerdo que la mayoría
de las veces el sacerdote escuchaba, sugería algo y
callaba mucho. Sobre todo los sacerdotes más mayores.
Sin embargo sí tuve problemas con algún sacerdote
más joven. Una vez comentando varios temas generales
de un numerario al finalizar el director no me indagó
más, y el sacerdote antes de terminar comento que debería
ser más concreto en tal tema de fulanito, a lo que
el Director se cogió un rebote conmigo recordándome
que no debía ocultarle nada, que la Dirección
espiritual pertenece a la Obra y no a los directores en particular
etc, le dije que ya que lo había iniciado el tema que
le preguntara al cura, a lo que se me contesto que si no sabía
que había secreto de confesión. La verdad, no
puede contestar, pensé que a fin y a la postre ya se
había roto el secreto de confesión, no quise
ir más allá y le dije que le preguntara directamente
al afectado. Naturalmente en la próxima visita del
director de San Miguel el afectado era sorprendido con la
frase, oye, si tienes un momento me gustaría
que hablásemos..., sería sometido al cuarto
grado y a partir de ese momento comprendería que poco
vale la lealtad en la confidencia, no se si dudaría
también del sigilo sacramental.
Después de marcharme de la obra solo me he confesado
una vez con un sacerdote numerario, al acudir a una parroquia
de otra ciudad ,sin saber que eran numerarios los que estaban
confesando, ( creí necesario hacerlo antes de ser padrino
de una confirmación) y después de darme la absolución
el sacerdote no cesaba de hacerme preguntas, le dije que no
continuara, que yo había sido numerario, me llego a
preguntarme mi nombre y donde había estado, y me fui
con muy mal ánimo, pues le dije que no era materia
de mi confesión y le deje con la palabra en la boca.
Nunca más me ha ocurrido en ningún otro sitio,
a lo más los sacerdotes que no son de la Obra me preguntan
mi estado, si tengo hijos etc, nunca ni mi nombre ni datos
para identificarme, me intentan ayudar y comprender en la
confesión, pero no descubrir quien soy. Creo que en
este tema hay muy poca delicadeza en la obra, mucho cumplo
y miento, y no digamos cuando se utiliza el confesionario
para hacer proselitismo... (¿o es que nunca habéis
recibido una nota de un sacerdote para que se trate a tal
persona que ha conocido el sacerdote en el confesionario?).
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