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SE ACERCA EL VERANO Y VUELVEN LOS RECUERDOS

U2, 12 de junio de 2005

 


Ayer me encontré en la playa a la que fuera la directora del penúltimo centro en el que viví. Ya sabía que estaba medio deprimida, pero no imaginé que ella, siempre tan colocada y presumida, tuviese ese aspecto: el pelo sucio, un traje de baño que le bailaba -habrá perdido más de 10 kilos-, la dentadura estropeada... en fin, una pena. Nos paramos unos minutos a recordar cosas simpáticas, y, hasta la vista, alpinista. Tú a tu centro, con la numeraria que te acompañaba, vestida también muy sui generis, y yo a seguir paseando por la playa entre chicas en top less, que cada vez hay más candidatas a sirenas. (Por cierto, ¿no se decía que no se puede ir a las playas de este tipo?¿Qué hacían ellas allí poniéndose en ocasión de malas experiencias?).

Ya en la arena, al calor del sol y el rumor de las olas, me acordé de los planes de verano, las charlas sobre criterios acerca de las playas, piscinas, etc. Veamos algunas cosillas.

Tema indumentaria: nunca manga corta total, siempre que tape medio brazo, incluso en lugares muy muy calurosos.

Para ir a misa y a la bendición, medias. Y si no, corrección fraterna al canto.

Los trajes de baño, recatados, tipo corsé, que aprieten bien las carnes, y que cubran las marcas del cilicio de las piernas. Era toda una odisea el encontrarlos en las tiendas, e incluso había que ir a establecimientos de alguna de la Obra, que los traía especiales para las numerarias y agregadas, con lo cual, los modelitos eran repetidos, y se caía en lo del uniforme. Ver a varias numerarias juntas en bañador es como volver a las fotos de principios del otro siglo. Menos mal que “somos como la demás gente” que si no....

Tema playa: si se tiene la suerte de vivir en la costa, quizás puedas ir alguna vez, muy de tarde en tarde, a la playa, pero tienen que darse varias circunstancias: que no sea demasiado concurrida, -así aumentan las posibilidades de que la playa sea mala, peligrosa, alejada, en fin, poco apetecible. Paradójicamente, este tipo de playas, muchas veces, son las preferidas por los nudistas-.

Llegadas a la playa, buscar un lugar discreto, donde no tengas “vistas” a nada pecaminoso. Lo que no es discreto es un grupo, tal vez de 5 ó 6 chicas-señoras, todas con esos trajes de baño, que no se tumban en ningún momento. Está prohibido acostarse en la arena, o en las tumbonas de las piscinas, para no dejarse llevar por la comodidad.

Las posturas: Para que no haya ni un momento de respiro, hay que estar siempre alerta, y no caer en la pereza. Así pues, nadie puede tumbarse a la bartola. No se puede estar sin más tomando el sol (culto al cuerpo), así que hay que estar leyendo, hablando con alguien, incluso rezando el rosario, pero no lo primero, so pena de que te hagan una corrección fraterna en cuanto llegues a casa. Se supone que el rato de playa o piscina es para hacer deporte, y no para pura y simplemente, descansar sin hacer nada.

¿Cómo te pones para estar en la playa o piscina? Sentada todo el rato. Punto. No hay negociación posible. El cuerpo por delante queda bronceado, y por detrás, blanco, como exigencias de la vocación .

Puedes tener la suerte de ir sola con otra, y que ella y tú, tácitamente, os deis un respiro y que os recostéis como cualquier mortal, pero es una cosa medio secreta que nunca se debe decir a nadie, si quieres poder volver a hacerlo.

Los planes veraniegos: entre ellos, está asistir al llamado Curso Anual. Puede durar entre 20 y 25 días, para las numerarias, y está dedicado a la formación. Por la mañana, clases de teología, la verdad es que de un bajo nivel académico, con sus exámenes incluidos. Por cierto, para las que estéis leyendo esto y os toque ir a hacer esta convivencia: os aconsejo que no pongáis especial empeño en estudiar, pues esos estudios carecen de validez para nada que no sea de la prelatura, no tienen reconocimiento de ningún tipo, pese a todo lo que siempre se ha dicho; es una trola como muchas otras.

Las clases se completan con otras actividades como las que suelen desarrollar el resto de la “gente corriente” en sus vacaciones estivales: clase de latín, canto gregoriano, estudio del catecismo de la doctrina cristiana y del Opus Dei, todo tipo de charlas ascéticas... en fin, lo que hace casi toda la gente en verano. Da igual que tengas 15 años que 95, el plan es muy similar. Bueno, no, pensándolo bien, como hay numes de distintas clases, según seas de una u otra, así te va. Veamos algunos casos. Las que los hayan sufrido, recordarán .Creo que hay algo escrito en esta web sobre el tema, pero no puedo precisar más.

Las numerarias clase “Extra”, por llamarlas de alguna manera, tendrán siempre un coche a su disposición para ir de excursión a sitios bonitos, a la procesión en barco con la Virgen del Carmen, por poner un caso, a comerse un rico marisco si andan por Galicia, a ver una puesta de sol espectacular, a ver monumentos... En definitiva, a relajarse, que para eso trabajan en la Delegación o Asesoría, son de las “mayores”, o cualquier otro argumento. Es normal que si viene alguien de tierra adentro le apetezca ir a la playa, pero, hija, hay que distribuir entre todas, que las que vivían cerca del mar también trabajaban como mulas y a lo mejor no habían podido ir a disfrutar de la arena ni un solo día. Recuerdo que este tema era motivo de enfados entre las locales, porque las invitadas gozaban de prebendas que ellas no tenían. Otro motivo de discriminación es la juventud: si eres joven, te quedas en casa, o vas un rato a la piscina, si la hay, y las de más edad, a disfrutar por ahí.

Las numerarias clase “Extra” o las que andan descontentas, con crisis de vocación, deprimidas, viven en verano mejor que nadie en las convivencias. Se echan la siesta, mientras la pesada de turno cuenta alguna anécdota edificante en la tertulia, ante el desinterés de las que la escuchan por enésima vez. Se van de paseo y se saltan unas clases, se van a comer por ahí, se relajan de mil modos y maneras, que una “madre de familia numerosa y pobre” quisiera para ella en el mejor de sus sueños.

Otros planes veraniegos: en vez de aprovechar las vacaciones para ver a la familia, otra opción es atender convivencias de niñas, ir a promociones rurales, campos de trabajo de todo tipo, o atender a las supernumerarias desplazadas de su lugar de residencia al de veraneo.

O sea, que se puede ir una a un colegio de fomento a aguantar niñas pesadas, trasnochar, intentar que se confiesen, que piten, si es el caso, llevarlas de excursión, etc, etc, etc. Hay relatos memorables sobre las convivencias, creo que de Satur, que nunca, por lo que leo, fue numerario clase “Extra” –ni falta que le hizo, claro-

Te puedes ir a un pueblo a dar charlas y círculos a supernumerarias y cooperadoras, o bien, a atender las convivencias que ellas hacen en verano. Por cierto, cada vez hay menos señoras que van a las convivencias: las encargadas de grupo se dan con un canto en los dientes si consiguen que vayan al curso de retiro -el concurso de tiro, como decía aquel- Las que van a las convivencias son ya señoras con el proceso de beatificación incoado... A la mayoría les da mucha pereza ir, lo único positivo que le ven es que esos días no tienen que hacer la comida en su casa. Las que han estado en san Gabriel, saben que es verdad, que es lo que más les gusta de este medio de formación. Ya se ve su motivación sobrenatural y cómo anda el tema formativo de la prelatura. Yo las entiendo, porque realmente, ir a la convi era bastante rollo. ¡Pobriñas!

Bien, por hoy dejo el tema del verano en la prelatura, que me voy a la playa. Y paso la palabra a quien quiera ampliar este aspecto desde su punto de vista personal, sus recuerdos, sus experiencias, incluso simpáticas, que las hay, claro. Por ejemplo, en una convi, un grupo de supernumerarias haciendo un desfile de camisones en una tertulia pirata, a ver cuál lo tenía más bonito. El pase acabó con la exhibición que una de ellas hizo sacando de la maleta toda su primorosa lencería -hay que reconocer que la tenía buena y bonita-, ante la mirada atónita y exclamaciones de aprobación de las otras seis que participaban en tan sobrenatural acto. Real. Palabrita del Niño Jesús.

 

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