SALIR DEL OPUS Y
BUSCAR NOVIA
Manolo, 3 de junio de 2003
Veamos, a los catorce años y medio entras en el Opus
"porque Dios te lo pide" como agregado y renuncias
al matrimonio. Desde luego, en España, nadie se plantea
a esa edad casarse por lo que a mí me pareció
en su momento como si tratara el tema de la jubilación
o hacerse un plan de pensiones. No sé si me explico,
pero renunciar a algo tan lejano no me supuso ningún
problema.
TIEMPO DE SALIR.
Recuerdo que una (de tantas cosas) que me hacía daño
cuando estaba dentro, era la cantidad de gente que se iba
todos los años. Por poner un ejemplo, cuando entré,
éramos cincuenta y dos persona en el centro del Opus
al que iba y cuando me marché quedaban escasamente
veinticinco. Lo cierto, es que te dabas perfecta cuenta de
la que la gente se hartaba y se marchaba, por la sencilla
razón de que NO ERA FELIZ.
Igual me pasó a mí. Después de pasar
por el Club Juvenil, por un colegio del Opus, de torturarme
en la carrera con aquello de "las normas son lo primero"
un desgraciado que jamás había pisado una facultad
en su puñetera vida, los mandé a tomar viento.
Exactamente, tres meses después de terminar la carrera
y una vez que conseguí un contrato de trabajo le dije
al director que iba a cambiar de aires y dejar de rezar, de
mortificarme (de fastidiarme) e iba INTENTAR SER FELIZ.
Evidentemente, no se sorprendió, me dijo que eso era
normal y que Dios, a veces te manda esa prueba. Que tenía
que "confiar ciegamente" en los Directores, obedecer
en todo y que ya se me pasaría.
Menuda respuesta. Le digo QUE ME VOY y me suelta como argumento
que tengo que rezar más y que, para rematar la jugada,
abandone la casa de mis padres y me vaya a vivir a un centro
de agregados mayores.
Para el que no lo sepa un centro de agregados mayores, es
una casa donde se recogen los agregados a los que se les han
muerto los padres y por lo tanto ya no tienen quién
les cuide, vamos, que alguien tiene que hacerles la comida,
limpiarles el piso y plancharles la ropa, puesto que ellos
ni saben, ni quieren hacerlo. De manera que como no desean,
ni en pintura contratar una criada "de la cual podrían
enamorarse" se juntan en un piso y allí envejecen
y mueren. Recuerdo de uno que jamás cogía el
teléfono cuando sonaba pues decía que "total,
no es para mí".
Increíble, pero cierto. Con veinticinco años
me intentan recluir en un cementerio de elefantes para que
se me pasen las ganas de marcharme. Ahora me dan escalofríos,
cada vez que pienso que hubiera pasado si "confío
ciegamente en los directores".
Pero ahí, no paró la cosa. El otro argumento,
fue más inaudito: tenía que confesarme inmediatamente
del "pecado" de querer irme del Opus. Era un pecado
"terrible" en contra de la vocación. Si no
quería irme de cabeza al infierno, tenía que
"salir corriendo a confesarme".
Esto, ya era el colmo. Además cómo iba a confesarme
si no estaba ni remotamente arrepentido de irme. Es más,
aunque no quisieran enterarse, yo me iba. Está claro,
que no me confesé. Yo me voy, pensé, caiga quien
caiga. Por la simple y llana razón de que NO SOY FELIZ.
No sé si era una gran razón pero a mí
me bastaba.
Por otra parte, haber prometido a los 14 años que
no iba a casarme no implicaba automáticamente que ya
no me gustaran las mujeres.
De hecho, después de encontrar trabajo uno se plantea
tener familia y tras dejar atrás a los torturadores
del Opus, fui alegremente a buscar pareja.
BUSCAR NOVIA, DESPISTE TOTAL.
Salir del Opus y buscar pareja es un auténtico peligro.
Quiero decir con esto que es tremendamente fácil equivocarse
y terminar emparejado con la persona equivocada.
Aunque parezca mentira, algunos directores nos amenazaban
contándonos casos de gente que se iba y eran muy desgraciados
en sus matrimonios.¿Por qué sale uno tan despistado?
Por una razón muy simple. Dentro del Opus uno vive
como dentro de un convento de clausura. No tiene ni idea como
son unas relaciones normales con las mujeres ni lo que hay
que hacer para buscar pareja.
Y ¿cómo alguien puede pasar por un colegio
y una facultad sin hablar con una mujer?. Fácil, el
colegio te lo resuelve el Opus, pues la única mujer
que ves en sus colegios es la gobernanta, que suele ser una
mujer muy parecida a tu abuelita. Respecto a la facultad,
es un asunto de tortura sicológica. Recuerdo haberme
confesado y de tener que contar en la charla ¿fraterna?
De: estando en casa de una amigo, haberme puesto a hablar
con su hermana de temas normales y corrientes.
¿Cómo me pudo parecer eso un pecado? Por la
sencilla razón que me habían dicho mil millones
de veces que "eso no se hace". De hecho, el "criterio"
es "jamás te quedas con una mujer a solas",
aunque la versión masculina "jamás con
un hombre a solas", también estará bastante
extendida, supongo. Podéis imaginar entonces los sudores
fríos que me entraban cada vez que intentaba marcar
un teléfono para salir con una chica.
De manera que hay que intentar sobreponerse y utilizar el
método ensayo-error hasta que alguna relación
te sale bien.
Ojalá que a alguien le sirva mi experiencia.
ANA.
Bueno, la primera chica a la que intento acercarme. Está
claro que estoy recién salido y terminará en
fracaso. Me atrae mucho su tremenda inteligencia, no es especialmente
guapa y es algo mayor que yo. La conozco a través de
un hermano suyo. Ya he tomado la decisión. Voy a intentar
salir con ella.
Cuando le pregunto a su hermano si tiene novio, me contesta
que no, pero que se ha ido a estudiar a Francia con una beca.
Esto no es para mí un problema. Estaba harto de escribirle
a mis amigos en verano cartas para saber de ellos y de paso
hacer "apostolado".
No me daba cuenta que si quieres empezar una relación
tiene que salir con esa persona, cogerla de mano e intentar
darle un beso. A ver si a ella, también le gustas.
Esto tan simple, que se aprende con 14 años, yo no
lo sabía con 26. ¡Que triste!. Está claro
que la cosa fracasó. No le dí, por vergüenza,
ni un beso. Después de un montón de cartas y
una merienda me mandó a paseo. Lógico.
CLARA.
Bueno, intentémoslo otra vez. Ahora la chica que me
gusta me atrae más. Quedo con ella y nos ponemos a
hablar largo y tendido. Me repite una y otra vez que las relaciones
con los chicos le duran poco y que siempre termina por romper.
Yo, evidentemente, no me doy por enterado. De hecho, no sé
que trata de decirme. Llega el verano, se marcha de vacaciones
y otra vez mando una pila de cartas, cuando lo correcto hubiera
sido ir a verla. Pasa el verano y... ,por carta, me dice que
no quiere hacerme daño y que mejor que no nos veamos
más. Luego resultó que ésta chica, según
me contó su padre, había tenido una relación
con otra chica y ya no le gustaban los hombres.
Cada uno que haga lo que quiera con su vida. Pero estoy seguro
que ella intentaba contármelo y yo, gracias al Opus,
estaba en el limbo. No tenía ni idea que estas cosas
existen.
LOLA
Gracias a otro amigo, conozco a otra chica. Curiosamente,
tiene un comportamiento algo familiar. Como si la conociera
desde siempre, a pesar de no haberla visto en mi vida. Le
gustan las mismas cosas que a mí, parece alegre pero
con algún trauma por dentro. Y un día, se aclara
todo. Lleva en un collar una medalla de Escrivá de
Balaguer.
¡Horror!. Resulta que Lola ha sido numeraria del Opus.
Está claro que me gusta, pero esto no me lo esperaba.
Salir con una antigua numeraria. Qué extraño.
Es como si le dieras un beso a tu hermana. Bueno, intentémoslo.
Cuando empezamos a salir me cuenta que tal día, a
tal hora y después de tantos años, dejó
el Opus y que todavía está muy afectada y que
sus padres son los dos del Opus y que todavía se confiesa
con don Pepito, que resulta que era mi cura también.
¡Qué fuerte! ¿Se lo digo o no?. Mejor
no.
Pasa algún tiempo y empieza a contarme su proyecto
de vida: seguir en contacto con el Opus como cooperadora,
ir a retiros, convivencias, llevar a los niños a los
centros y soltar un donativo generoso todos los meses para
que los directores puedan seguir viviendo como los zánganos
que son. Aparte de cambiar de canal de televisión si
salía alguna chica escasa de ropa.
Y, por fin, aparece la mamma.
Hijo, ¿tú eres buen cristiano?. Sí, señora.
Y ¿vas a misa?. Sí, señora. Y ¿respetas
a mi hija?. Sí, señora. Y ¿te confiesas
a menudo? Sí, señora.
Joder, ya es mala suerte. Me ha tocado una suegra supernumeraria
modelo fanático. Bromas aparte, creo que la buena señora
quería ver a su hija en la Asesoría Central,
o como se llame, antes de ver a su niña saliendo con
un chico, de manera que me hizo la vida imposible al estilo
Opus. ¿Has ido ya a misa?. No, todavía no. Entonces
a ¿cuál vas a ir?. En ese momento, ganas de
no ir nunca más a misa. Oye, esa película que
queréis ver "no se puede ver".
Cómo que "no se puede ver". No será
que un censor ha decidido que va en contra de sus intereses
y ya ha decidido por ti.
Suma y sigue.
Ésta vez, y eso que me gustaba Lola un montón,
decidí cortar yo. Pensar que mis pobres hijos iban
a ser torturados en un colegio primero y en un centro después,
pudo más que el cariño que le tenía a
esta pobre chica. Y creo que lo nuestro hubiera podido salir
bien, pues mejor que yo (estuve dentro 14 años, ella
10) no iba a poder entenderla nadie.
JULIA
Es curioso, a Lola jamás le dije que había
sido del Opus y a Julia es lo primero que le cuento. ¿Y
qué?. No pasa nada. Ella ya ha conocido a varios que
se han marchado y uno fue su novio. Estupendo, me ahorro el
tramite de contárselo una y otra vez. Esto es como
cuando conoces un divorciado que está todo el día
hablando de su ex. Es verdad que hay que contárselo
a alguien pero la gente se termina cansando del asunto.
Julia es una mujer total. Guapísima, con unos ojos
que te vuelven loco. Y por si fuera poco, tiene un futuro
profesional brillante. Esta vez mi futura suegra está
encantada conmigo. Le parezco centrado, formal, simpático
y amable. De lo que ya no hay, dice. Bueno esto empieza bien.
Julia atrapa un gripazo, y allí estoy yo, cuidándola.
Ella no se lo cree. Vienes a verme cuando estoy sin pintar,
en pijama y despeinada. ¿Cómo no voy a ir a
verla? En pijama y todo sigue bellísima.
Pasa algún tiempo y su madre, al ver mis serias intenciones
tiene una conversación conmigo.
¿Tú quieres a mi hija?. Ya lo creo.
Pues es que está enferma.
Joder.
Tiene un trastorno de personalidad bipolar.
Bueno, ya le he dicho que la quiero.
Es que a veces, hace cosas extrañas. O se deprime
o se come el mundo.
Y ¿no se trata?.
No, porque los medicamentos le hacen engordar.
Y allí estoy yo, durante varios meses, apoyándola
para que se tome las medicinas y no se preocupe de la talla
de la cintura.
Han pasado varios meses, se repone de su enfermedad, y tras
darme mi PRIMER BESO se sincera conmigo: Te quiero como amigo.
Me termina contando que yo le convengo pues cree que la haré
feliz, pero que no le gusto. Amigos; y yo que quería
casarme con ella. Vaya desilusión. ¿Qué
hago?. Está claro que me ha rechazado.
Bueno, visto por el lado positivo con esta chica la cosa
ha ido mejor. No la he tratado por carta y ha sido sincera
conmigo. Creo que la próxima relación va a salir
bien.
Respecto a Julia, hoy somos muy buenos amigos. Se trata su
enfermedad correctamente y cada vez que me ve me agradece
lo que hice por ella (no fue para tanto, digo yo)
EVA.
Por motivos laborales me trasladan a una ciudad lejana y
allí un compañero me invita a comer a su casa
y me presenta a su prima. La primera impresión que
me produce es de tener una gran elegancia, educación
y mucha, mucha clase. Pero no es de esas personas que son
altivas y orgullosas. A Eva le gusta pasear, montar en bici,
y es una enamorada de los animales y de la cultura griega.
De entrada, creo que nos vamos a llevar muy bien.
Pronto empezamos a vernos todos los días a la salida
de su trabajo. La verdad es que tiene problemas laborales
y sentimentales. Le ha costado mucho esfuerzo encontrar un
trabajo y resulta que en su oficina son muy machistas y le
hacen la vida imposible, por no hablar de su novio que la
maltrata psicológicamente, diciéndole que no
sirve para nada y que es una inútil. Lo primero que
observo es que ésta chica está rota por dentro.
Le quiere dar un giro a su vida pero no sé por dónde
va.
Pasan unos meses, nos hacemos inseparables y un buen día,
mirando al mar me lo suelta: Tú me gustas. Y me coge
la mano.
Evidentemente, me puse rojo. ¡Una chica que se me declara!
Ella me gusta mucho pero ¿qué pasa con su novio?.
Pues que el novio se convierte en exnovio, por desgracia
para él. Mira que tratar mal a una mujer tan buena,
tan guapa y tan lista. Además, no se quería
casar con ella. Menudo novio, ¿no?.
Bueno, ya termino. Después superamos otros problemillas,
como trabajar en ciudades distintas, convencerla que no era
homosexual, pues hasta que dejó al otro no le toqué
un pelo y eso a Eva no le parecía normal y... Qué
lejano me parece todo. Ya llevamos cuatro años FELIZMENTE
casados y esperando un hijito.
Evidentemente el matrimonio no es la felicidad absoluta pero
ahora tengo muy claro que en la relación de pareja
los dos son iguales y además se pueden hablar las cosas
y llegar a acuerdos. Esto sería impensable en el Opus
donde uno manda el otro obedece. Y si no te gusta pues te
jodes y punto.
Y luego dicen que la gente se va.
Buena suerte a todos y a todas. Ánimo.
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