RETABLO
DE CURIOSIDADES
SATUR, 2005
1. Se
cuenta la anédota de aquél... (6/3/2005)
2. Don
Pedro Lombardía (14/3/2005)
3. Ramón,
Venancio y Sor Seneguer (28/3/2005)
4. Juan
Pablo II (3/4/2005)
5. Anéldotas
para pasar el rato (10/4/2005)
6. El Doctor
Dallómesbó (15/4/2005)
7. Benedicto
XVI (24/4/2005)
8. Conciencias
algo confundidas (4/5/2005)
9. El ADN
del Opus Dei (8/5/2005)
10. Un
numerario en apuros (15/5/2005)
11. Agobiatas
de la Opus toda (22/5/2005)
12. De
apariciones y hechos extraordinarios (5/6/2005)
13. Historias
del Poblado. MACARIO. (12/6/2005)
14. No me basta decir te quiero
(19/6/2005)
15. Policarpio Polaino (26/6/2005)
16. Anéldotas a hielo picado
(3/7/2005)
17. El subconsciente de Escrivá
(13/7/2005)
18. Benedicto XVI y aviso para navegantes
(25/7/2005)
y 19. Despedida (1/8/2005)
FIN DE LA SERIE
anteriores
14. No me basta decir te quiero
Pronto hará cuatro años que dejé la
opus y necesito decirte que no me basta decir que te quiero.
Necesito que lo sepa todo el mundo.
Durante años viví una vida muy triste. Era
un tipo muy divertido, pero si alguien me siguiera, se encontraría
con un pobre hombre, un desventurado. Un tipo atrapado en
miserias y vanidades que sabía simular, esconder y
mentir. Un hombre que confesaba en iglesias perdidas historias
que no tenían ningún sentido y salía
de ellas pensando ¡vaya mierda de vida, vaya mierda!.
Veintisiete años de tonterías.
Tú también vivías sola.
La verdad es que nadie lo diría, pero tú supiste
ver poco a poco en mí toda esa tristeza y esa soledad,
y todas mis mentiras. Al intuir eso sentiste el deseo de salir
a defenderme contra no se sabe quién, como si vieses
golpear a un niño. Te quiero por muchas razones, pero
ésta me conmueve de un modo difícil de explicar:
saber que yo no era más que un pobre cobarde, un clown
de circo a cuyas mejillas iban todas las bofetadas. Y tú
apareciste como aparece el amor: un fatalismo alegre que atrapa,
transfigura y rompe de verdad un corazón acortezado,
con una belleza insoportable, como la belleza insoportable
de la música. Un amor que me comprometía hasta
los tuétanos y hacía que mi vida fuese, quizás
por primera vez, una auténtica historia tan hermosa,
absurda, extraña y misteriosa como la mejor de la novelas,
como la mejor de las películas.
Por eso te quiero. ¡Qué alegría sentir
siempre tu amor!, ¡qué alegría ese segundo
exacto en el que nos conocimos!. El segundo ése que
nos obligó a amarnos hasta nunca, en el que pasamos
a ser un asunto de vida o muerte, una apuesta al todo o nada.
Y comenzamos de cero con una inconsciencia maravillosa, encantadora.
Nos pusimos el mundo por montera. Estaba tan seguro contigo
que todo lo demás me importaba nada. Todo. No tenía
miedo al pasado, a todas aquellas historias que sabía
podría presentarse y juzgarme con toda la dureza del
mundo. Con razón. Y no tenía miedo porque tú
las conocías y, desnudo de mentiras, las perdonaste
de verdad y de corazón.
Te uniste a un tipo que no sabe hacer nada, que ignora eso
de amar en la vida doméstica compartiendo porque no
ha compartido nada durante años. A mi me lo hacían
todo. Y te has encontrado un hombre que ni plancha, ni hace
la comida, ni sabe arreglar nada y que es más tonto
que mear en un porrón. Por eso también te quiero.
Aguantar un fantasma no debe de ser fácil. Soportar
un tipo que sólo sabe cantar, escribir, contar chistes,
leer
y que vive como un manguta. Me quieres muchísimo,
chica. Nadie me ha querido así. Yo también te
quiero, aunque no te llegue a la suela de los zapatos.
En estos años he conocido mujeres más hermosas
que tú, más pijinas, y he sentido ese otro yo
que me dice venga, hombre, que no pasa nada; hasta
creí ser guapo porque pedorras dispuestas me decían
que me parecía a no ser qué actor. En noches
en ciudades anónimas las pasiones tristes del ayer
me han cantado baladas recordándome quien fui y me
han susurrado promesas de caricias intentando que la vida
vuelva a ser una mierda. Sin embargo no he fallado -¡qué
alegría podértelo escribir!-, aunque fuese a
costa de cinco Jacks Daniels de soledad en la habitación
de un hotel. Prefiero un colocón de malta, cada sorbo
es un te quiero, a llegar a casa y no poder mirarte nunca
más a los ojos también color wiski . Cada
uno se defiende como puede, chica. A veces la oración
no sirve para nada, ni los cilicios, ni las disciplinas: unos
buenos tragos
y a dormir, que mañana será
otro día.
Y es tanta la alegría que siento de estar contigo
que te respeto como nunca antes respeté a nadie. Ni
siquiera a mi. ¡Qué suerte haberte conocido!
Muchas veces nos hemos enfadado. Muchas. Últimamente
no sé qué nos pasa que hace una buena temporada
que no sucede. Desde ayer por la mañana. Mala señal,
así que hoy volveré a dejar la puerta de la
nevera abierta y así tenemos una bronquita guapa. Y
luego, hala, a irnos al bar de abajo a tomarnos una cervecitas
hasta que se nos hacen las tantas. ¡Qué pensará
en el barrio de nosotros?: dos maromos cuarentones en la barra
de un bar, un día cualquiera, charlando y charlando
¿De qué coño hablarán esos dos?.
Aunque no necesito palabras para reconocerte -hasta cuando
duermes intuyo quién eres- joder, necesito lucirte,
porque tu brillo me ilumina ante el mundo entero. Ya sé
que hay gente de los tuyos y de los míos
que no acabamos de gustar. Son peña que les encantaría
ser administradores de nuestros afectos, de nuestras vidas,
les apasionaría que fuéramos complementarios
y armónicos. Y concitamos miradas de sorpresas cuando
nos conocen y repreguntan perplejos ¿cómo
es posible que se haya enamorado de ésa/de ése,
¿pero qué le ve?: ¡si son como un huevo
y una castaña!. Y, sin embargo, ahí estamos,
cogidos de la mano, dispuestos a levantarnos de la mesa si
alguien insinúa algo malo del otro. ¿Que no
sabe planchar? -dices -¡pues me importa una mierda!.
¿Que no le gusta cantar? -digo- ,¿y qué
pasa?: si habla mejor que la mejor de las canciones, ¡¡¡gilipollas!!!...
decididos los dos a traicionar incluso nuestro sentido común
para darle aire a nuestras insensateces, conjurados a no pedirnos
nada a cambio porque hasta llegamos a degustar el riesgo cuando
no nos va en él más que la aventura y la desventura.
Siempre llegas antes que yo a mi propia vida, y ordenas mi
mundo como sabes que me gusta, a mi antojo. Entonces me avergüenzo
porque sabes hacer de lo extraño lo normal
y
siento que soy el hombre más afortunado del planeta:
¡que suerte tiene el que vive contigo!
Necesito que lo sepa todo el mundo. Sabiendo que nunca leerás
estas líneas, porque para ti Orejas, la opus y la madre
que los parió no significan nada: hasta en eso he tenido
suerte.
No sé exactamente quién es Jesucristo, ni Dios,
ni todas esas cosas que otros aseguran que son así
y asá, que las ven con una claridad meridiana
¡ vaya suerte, chaaaato!. Sin embargo, algo me dice
que sí, que está muy cerca de nosotros dos.
No es un sentimiento, una certeza, ni siquiera una intuición:
es que nunca hemos sido tan felices y como niños vamos
de estreno todos los días.
POLICARPIO POLAINO
La verdad es que Aquilino llevaba tiempo metiéndose
en jardines de los que difícilmente se sale de rositas.
Probablemente ni él mismo fuese consciente de su situación
y chapoteando en la vanidad de su condición de Catedrático
de Psiconosequé por la Universidad de Nosédónde,
jaleado por una peña de gente dispuesta a creerse todo
a condición de que el que habla diga lo que ellos quieren
oír, y viviendo cada vez más de reservas, de
tópicos, de lugares comunes, pues al final , después
de una frenada magnífica, se ha dado un meco de padre
y señor mío.
Supongo que como pichiquiatra sabrá de algo, incluso
mucho. Lo que no puede ser, porque no puede ser, es que trate
de la psicopatología del divorciado, de las neurosis
del endemoniado, del enfermo homosexual, de la afección
neuropatológica del hombre en el arte postmoderno,
de la angustia hiperactiva del adolescente en la movida, de
la sexualidad vacía del viudo en cuanto viudo, de los
problemas sádico mentales de la fecundación
in vitro (y que conste que yo no invitro a fecundar a mi mujer
a nadie
). Escucharle en la COPE cada semana era constatar
que ese hombre tocaba de oído y desafinado sobre muchos
temas, eso sí, con una seriedad muy de catedrático,
muy de tío con una experiencia vastísima y sin
fisuras. Sucede que habitualmente se ha movido en escenarios
donde espectadores entregados aplauden hasta con las orejas,
pero,¡ay!, un día el tío se lanza a una
piscina donde lo que hay no son pececitos de colores.
Al increíble Aquilino le invitamos a dar una conferencia
en un colegio hace más de diez años, previo
pago de cien lechugas, hotel y desplazamiento, sobre la
Movida: un estudio de campo. Lo del estudio de campo
al Polaino le ponía. Lleno a rebosar el cartel
de ése hombre tenía tirón y, la
verdad, que el catedrático tiene más cara que
un zapato, y se tira unos mocos de los de echar hilo a la
cometa: mucho rollito de estudio científico por pubs
de Madrid junto con un equipo de investigadores serían
colegiales del Colegio Mayor donde vivía-, y él
de copas con ellos para observar in situ los comportamientos
tribales de los adolescentes -siguiendo unos protocolos
aparentemente sociológico-estadísticos
total, para decir una cantidad de sandeces que cualquier monitor
de club de bachilleres, cualquier tutor de campamentos, cualquier
catequista, cualquier profesor, o inclusivamente Debodeserlerdo
le da mil vueltas y, encima, le resfría. Una hora diciendo
tonterías, cien mil pelas y a tomal pol saco.
Hace cuatro años en los cursos anuales de Galicia,
Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla León
bueno, de todas las comunidades autónomas de nuestra
Península, se emitió una entrevista a Aquilino
que versaba precisamente sobre la homosexualidad. Le entrevistaba
un jambo que daba cera que no veas, y Polaino, venga, a dar
caña. Reconocía sin pudor que no tenía
mucha experiencia y que ésta se reducía en el
trato con homosexuales a unos cuarenta (hoy son 150
).
A mi lado dormitaba un catedrático de Navarra nos
lo emitieron a las cuatro y media de la tarde en Sevilla,
que hay que ser cabrón para tratar así a peña
con la fidelidad hecha y el cuadrienio-, y el hombre va y
dice este tío no tiene ni puta idea de lo que
dice. Y era cierto: patinaba y patinaba sobre los mismos
conceptos que cuatro años después le llevaron
a no tener conciencia de donde estaba, con quién estaba
y a quienes se dirigía. Y se la dio. Merecido se lo
tiene por inepto, por creído y por frívolo.
Dos días después de la sesión de Aquilino
un senador nacionalista Jordi Casas- tratando el mismo
tema dejó las cosas muchísimo más claras,
definidas y aplastantemente asentadas sin recurrir a enfermedades,
ni a modos sexuales patológicos, ni a padres alcohólicos,
violentos
sencillamente, habló desde el sentido
común. Porque el tema no es la homosexualidad, el tema
es qué norma jurídica se busca para amparar
los derechos y deberes de los homosexuales en sus relaciones
con la sociedad civil. Si es el matrimonio, una ley de parejas
de hecho o algo. Y también si pueden o no adoptar.
Cualquiera que lleve años en la Enseñanza sabe
que la homosexualidad es algo muy difícil de comprender.
En realidad, la sexualidad misma, sea como sea, ya se hace
laberíntica porque se encarna, nunca mejor dicho, en
pelsonas cuerpos humanos, y a su vez, en afectividades, en
biografías hereditarias, en sensibilidades tan distintas,
que hay que ser muy estúpido para afirmar esto
es así, así y así. Y un jamón.
De mi puedo decir que conocí, y sufrí, tres
casos de homosexualidad de nacimiento. Y sus padres no eran
ni violentos, ni alcoholizados, ni tenían pelo en los
nudillos: eran padres de familia numerosa más normales
que una piedra que se quedaron con cara de pero, ¿por
qué a nosotros? cuando comprobaron que no había
nada más que hacer que aceptar que el chico era de
la acera de enfrente. Ni enfermo ni gaitas: nacieron así.
También conocí unos cuantos que en algún
recodo del camino se perdieron, no se sabe dónde. Son
los que en mitad del camino de la madurez, en esas edades
ambiguas donde la sexualidad se difumina y, de una manera
difícil de definir, se confunde sexualidad, afectividad,
querencias extrañas, requerimientos, apegos a líderes
cercanos, obsesiones inmaduras, timideces peligrosas, curiosidades
y te quedas allí, en ese mundo tan complejo, por unos
años , o para siempre. No son pocos los profesores
cariñosos, los monitores entusiastas, los catequistas
entregados, los campamentarios efusivos, que llevados de su
afectividad han tocado, y al tocar
han sentido, y al sentir han caído
en una telaraña de sentimientos y de enganches físicos
que ni ellos mismos sabrían explicar ni explicarse:
perdidos ellos, y perdidas las criaturas.
Madres posesivas que tienen al hijo como sucedáneo
de cosas muy raras que impiden que se desarrolle la intimidad
del chaval, que fagocitan su interior como Hanibal Lécter,
negándole su derecho al pudor en edades que si no lo
haces explota de manera incontrolada y fatal. Madres que bañan
a sus hijos a los quince años, madres que continúan
con la costumbre de pedirle que duerma con ella cuando papá
está de viaje, madres que les preguntan si se masturban,
si tienen erecciones cuando ven cierta escenas
y el
chaval, que siente lo que no le gustaría
sentir de su madre, de sus padres, pues se hace
la picha un lío y sale por donde buenamente puede.
Padres de familias hechos y derechos que les da por probar
y , derrepenete, depronoto, se descubre que tiene un amante,
como aquel de un colegio que le pillaron con el subdelegado
del gobierno en la provincia y el tío, en pelota picada,
le decía a la mujer y al suegro ¡ pero
si sólo era por probar!.
Y de unos se dirá que son unos pervertidos, que lo
son, de otros unos enfermos, que los habrá, de los
de allí, unos pobrecicos, y de los de acá pues
buena gente
¡ yo qué sé!. El lío
es magnífico. Y quizás algún mecanismo
misterioso hace que no podamos comprenderlo del todo, sería
comprender el misterio fascinante de cada persona, y que no
podamos buscarlo directamente, sino sólo al desgaire,
como de reojo
dejando un terreno a la duda.
Polaino no. Polaino lo tiene clarísimo.
Y el caso es que las morales sexuales se pueden dividir en
dos grupos: los que se preocupan de los actos, sus regulación,
sus casos, su prontuario y sus criterios. Y los que se interesan
por el carácter, la forma de vida de una persona, su
calidad en la convivencia. La moral de los actos supone de
antemano que todo acto es intrinsecamente bueno o malo. La
del carácter piensa que los actos son buenos o malos
según configuren la personalidad del sujeto. Lo que
dice exactamente es que un conjunto de actos perfectos puede
engendrar una personalidad terrible. Es lo que les sucede
a todos los puritanismos: es peor el narcisismo de la perfección
que el del placer, que es más tonto.
Se dirá, como afirma Aquilino, que son 10.000 los
pichiquiatras que creen que la homosexualidad es una enfermedad.
Todos necesitamos vivir de algo, y cobrar, y trincar de familias
preocupadas, desechas y desesperadas con el problema
de su hijo. También hay 27.512 tipos por este
mundo que se dedican a la ablación del clítoris,
y a nadie se le ocurre pensar que son gente razonable.
Quede claro que estoy por los derechos de los homosexuales,
pero no en la figura del matrimonio. Y que lo de la adopción,
pues que no lo veo.
Por último. Una curiosidad. ¿A quién
se le ocurre apellidándose Polaino ponerle de nombre
a su hijo Aquilino?. ¿No cayó en la cuenta de
la Sinequadquoque literaria que creó y del lío
que metió al pobre Aquilino con ese juego de palabras?.
¿Por qué se empeñó en que el ino
de Aquilino rimara con el aino de Polaino ¿Por
qué no le puso Policarpio, que queda más mejor:
Policarpio Polaino? (Popó para los amigos). En
fin, misterios del alma humana
Anéldotas al hielo picado
Unas cuantas anéldotas siempre son motivo de alegría,
y más en días como estos del verano donde el
calor puede hacernos caer en estados de apatía lagartijera
.
Se aclara que en España la palabra huevo
tiene miles de significados y acepciones. Puede ser una medida
de cantidad (éste tío sabe un güevo
de cine), de valentía (le echó güevos
el tío), o de que importa nada el asunto (me
importa un güevo), o que vale muchísimo (ha ganado
un güevo de pasta), o que costó un
sacrificio sobrehumano (me ha costado un güevo
llegar a la final ), o de que se dice más o menos,
sin precisión (lo digo a güevo, pero
ése pesa 80 hilos ), también de cantidad (hemos
comido un güevo )
a ésta última
acepción se refiere el suceso que se relata a continuación.
Por supuesto, la palabra huevo aplicada en estos ejemplos
se considera poco educada y sólo se reserva a conversaciones
de taberna, de amigotes y como muy espontáneas. Así
si Benedicto Décimo Sexto sale al balcón y dice
¡¡¡Peñaaaaaa de España,
que sé que habéis venido un güevo de gente
de Madrid!!!, pues muy de mal. Sería el declive
de toda una civilización.
Uno tendía hace años a pensar que las numerarias
auxiliares eran seres humanos de una finura y espiritualidad
cercana a la de los grandes místicos. No las veías,
no las escuchabas, pero en los pocos segundos que advertías
su presencia al servir en el comedor, por ejemplo-,
algo te decía en tu interior estás con
una SANTA. Rodeadas de un halo de misterio que les hacía
más hermosas, más inquietantemente espirituales,
te aturdía poderlas escandalizarlas aunque no
oían, dicen con algún comentario que pudiera
herir sensibilidades que tratan de tú con Dios.
Y es el caso que estando en un colegio Mayor de la opus durante
un curso anual donde, dicho sea de paso, creamos tres notas
para toda España, a la hora de la pitanza teníamos
que pasar por un self service. El self era de un diseño
ideado por la mente de un tipo que debía de ser unicelular:
una barra con una enorme tapia que impedía ver a las
chicas que servían al otro lado, a cinco mil kilómetros.
De ellas sólo se distinguía, en una delgada
línea que formaba el final de la tapia y la barra,
una manos que parecían las de las manos mágicas
te dirán la forma de aprendeeeer un nuevo truco que
de magia eeeeees, y el resto depende de usted. Para
pedir cualquier cosa la peña se agachaba, se ponía
en cuclillas, acercaba el morro a la línea y decía
póngame más salchichas, por favor.
No veías nada, por supuesto, pero te hacías
oír.
Aquel día había de segundo huevos fritos con
patatas. El que iba delante de mí se agacha, se acuclilla,
introduce el morro en la delgada línea y demanda póngame
pocas patatas, por favor. Efectivamente unas manos hacen
aparecer un plato con dos huevos fritos y pocas patatas. Llego
yo, me agacho, me acuclillo, meto el morrete y pido a
mí un huevo, por favor. Y, efectivamente, una
manos delicadas, con dedos como páginas de la guía
de Palencia, sacan un hermoso plato blanco
¡¡¡pero
con un auténtico GÚEVO de patatas!!!.
Una montaña de patatas fritas. Preferí no aclarar
a nuestra hermana el error y dejarla feliz pensando en lo
generosa que había sido con su hermano, al que le gustaban
tanto las patatas. Y descubrí, tarde como todo
lo que he aprendido de las mujeres que quizás
además de santas son así como de calne y güeso.
Y es que de confusiones así hay un montón,
un güevo de confusiones. En un colegio se fichó
de profesor de inglés a un nativo. Un tipo rubio, maneras
de marine, más cuadriculado que el que diseñó
el self service, y con ganas de hacerlo muy bien. El hombre
sabía que ese puesto podía ser la salvación
de su vida, una vida nómada, entre academias, clases
particulares, cursos de inglés, y ahora tenía
la oportunidad de echar el ancla en un colegio top ten. El
nativo no tenía ni faba de español, pero se
aplicó en ello con un entusiasmo ejemplar. Iba con
una agenda tomando notas de giros, de frases que se dejaban
caer aquí y allá, en conversaciones desenfadas
de patios, de tertulias de comedor, y preguntaba por su significado.
El tío era muy paliza, la verdad.
Al año de estar allí alguien tuvo la brillante
idea de elevarlo al grado de preceptor. Esto al
tío le dio una gravedad very very. Hablaba con sus
tutorados cada semana, les seguía con la profesionalidad
y dedicación de un jardinero de cottage. Una máquina.
Un día tuvo su primera tutoría con padres,
y no unos padres cualesquiera: él era el presidente
y fundador de la mayor empresa del país en su género,
y ella era la esposa: la cacatúa perfecta para hacer
el anuncio ése de las pérdidas de orina. Y el
jambo, unas horas antes de la entrevista, entra en el despacho
de los profesores que dábamos clases a su tutorado
.
Aclaración segunda: cuando unos profesores hablan
de sus alumnos, cuando están solos, no acostumbran
a decir Juanito no está motivado, o Manolito
es hiperactivo, o Jacobo tiene lateralidad cruzada
del conquevo de la refractaria. No, eso no va así:
lo que se dice es Juanito me tiene hasta los cojones,
o Manolito es gilipopllas, o Jacobo es más
tonto que mear en un porrón. Luego, durante la
entrevista con los padres, uno ya sabe traducir los términos
y convertirlos a Román Paladín.
Escribí que uno ya sabe
pues no.
El tío de la Albión nos preguntó por
el chavalín y nosotros, pues eso: que si era un vago
de mieeeerda, que si nos tenía hasta los cojones porque
era un pijo, que si nace en verano sale botijo
Y el
otro apuntando en la libretita no coráis,
por favor, esperar poquitou que en libreita no puero escribir
todou-.Y nosotros, venga,a darle cera al crío.
Y llega el urco, saluda a los papis el notas iba con
un traje Emidio Tuchi recién estrenado, con la marca
cosida en la manga les invita a sentarse y, sin anestesia,
les dice:
- Los profesures no estar conchenchous de Javier. El de
Sousiales dice que estar muy agilipolladou, y que no hace
más que toucar cojones a peña
- ¿Perdón? dice el papá de Javier.
- Buenou, sí, es lo que dice el de Sousiales (que
era yo, precisamente). Y el de Machemáchicas dice
que es microcefálico.
- ¿Cómo qué
-intenta preguntar
la cacatúa con unos ojos que recordaban mucho a los
de Betty Davis en La Loba.
La entrevista duró poco más. Los papis se fueron
directos a dirección. Horas después estábamos
tres profesores con el director donde escuchamos una de las
broncas más magníficas que jamás se ha
oído. Cuando vi la escena de los Intocables de Eliot
Ness en la que Al Capone en una comida le machaca el cerebro
a un tío con un bate de béisbol mientras habla
de hacer equipo un escalofrío me vino, y el recuerdo
de aquella bronca memorable.
En los colegios hay un encargo que todo chaval espera y celebra
con alegría inmensa: el alumno de guardia. No sé
a quien se le ocurrió semejante encargo -¿el
mismo del Self Service, quizás?-. Consistía
eso del alumno de guardia en estar en una mesa en medio de
un pasillo para realizar las tonterías que se le ocurriera
a cualquier profesor: ir a por tiza, llevar los partes de
asistencia, vigilar la clase y apuntar en la pizarra
a los malos mientras el profe iba a cambiar el aceite a las
aceitunas
La verdad es que era una magnífica
manera de perder el tiempo, no hacer nada, no pegar ni golpe
y pasarlo guapamente. Por eso los chavales contaban los días
que faltaban para ser alumno de guardia.
Los había espabilaillos, y los había más
lerdos. Y cuando tocaba uno de estos, pues había algún
profesor que disfrutaba para realizar pequeñas venganzas,
sin que fuesen advertidas por el que pagaba la inocentada.
En uno de los colegios, éste que hablaba tan pijillo,
el alumno de guardia disponía de teléfono: un
teléfono por pabellón, tres alumnos de guardia.
El cebo estaba en el alumno de Primaria, de unos diez años:
gente buena. Y cuando se sabía que el alumno era del
género ameba en equilibrio se llamaba desde
otro pabellón. Había profesores que imitaban
bastante bien voces de otros profesores y, era la clave, de
uno de los subdirectores.
- ¿Alumno de guardia?
- Sí, señor.
- ¿Quién eres?
- Soy Poyales, señor.
- Muy bien, Poyales. Mira, soy el señor Mernabo el
subdirector imitado-, acaba de llamar la esposa del señor
Menéndez (Menéndez era un hueso de sesenta
años, a punto de jubilarse, un triste), comunícale
ahora mismo que esté tranquilo que su abuela ha tenido
un niño, y que todo ha ido magníficamente.
¿Entendido, Poyales?.
- Perfectamente.
- A ver, repítemelo.
- Que le diga al Señor Menéndez que su abuela
ha tenido un niño, que todo ha ido muy bien .
- OK, Poyales, ¿y quién ha dado la noticia?.
- Su esposa.
- Venga, díselo, que el hombre estará preocupado.
Poyales corre hasta el pabellón de los mayores, llama
a la puerta del aula de Menéndez y dice emocionado,
exultante, como el que da el mensaje del final de la Segunda
Guerra Mundial
- Señor Menéndez, que ha llamado su esposa
que no se preocupe, que su abuela ha tenido un hijo y que
todo ha ido muy bien
Las risas todavía resuenan en las noches de luna llena
sobre los patios y pasillos de la institución.
La mejor, quizás, fue el día que llama al alumno
de guardia
- ¿Alumno de guardia?
- ¡Sí señor?.
- ¿Quién eres?.
- Soy Poyales.
- Muy bien, Poyales, soy el señor Mernabo. Mira
acaba de llamar la hermana del señor Menéndez
diciendo que viene esta tarde a ensayar la fiesta deportiva.
Dice que vendrá con la Majoretes del Paseo de Gracia
para ver por donde va el recorrido y no improvisar
- ¿Majoretes
?
- Sí, Poyales, majoretes. La hermana del señor
Menéndez es majorete y queremos que en la fiesta
deportiva vayan ellas delante abriendo el desfile de los
equipos. Así que vete a Dirección y se lo
comunicas al director para que las atienda cuando lleguen,
que yo no podré, que tengo Junta de Evaluación.
Excuso decir que si Menéndez tenía sesenta
años, su hermana no le iría a la zaga. Imaginarla
de majorete, con botas, gorro de plumas, minifalda blanca
y bastón ya era de traca.
- ¿Entendido, Poyales?
- Entendido, señor Mernabo.
- A ver repítemelo
Sale zingado el chaval a dirección, llama a la puerta
y comunica jadeando la noticia. El director no estaba solo:
se celebraba una reunión del APA. El dire escucha la
noticia y no logra entender. Cortocircuito. La peña
se mira perpleja.
- A ver, repíteme lo que acabas de decir.
- Pues que me ha dicho el señor Mernabo que por la
tarde viene la hermana del señor Menéndez
a ensayar con las majoretes del paseo de Gracia para la
fiesta deportiva.
- ¡que- viene- la hermana del- señor
ME NEN DEZ vestida de MA JO RE TE
!
- Sí, señor.
El dire intenta localizar a Mernabo, pero no está
en el colegio. Desesperado, envía recado a Menéndez:
quiere verle inmediatamente.
- Menéndez, ¿qué es eso de su hermana
majorete que viene esta tarde a ensayar con otras majoretes
para la fiesta deportiva?
- ¿Cómo qué de qué lo qué
é
?
- ¿Usted tiene una hermana majorete, Menéndez?
- ¿Majorete?, ¿de esas que levantan la patita
con minifalda?
- ¡Joder, Menéndez, una majorete, que ya sabemos
qué es eso, hombre!
- Pero a qué viene esto
Ayyyyy, días de locura:¡qué tiempos aquellos!.
EL SUBCONSCIENTE DE ESCRIVÁ
La gente en cuanto se institucionaliza queda inmediatamente
atrapada por una falta de crítica total hacia la institución
a la que pertenece, hacia su fundador, sus líderes,
sus mártires, sus poetas e intelectuales. Se acortezarán
en sus criterios, se harán fuertes en jaulas donde
la seguridad viene dorada en barrotes por sus editoriales,
sus emisoras, sus publicaciones, sus comunicadores , sus valores
Ntodos
hablan de lo mismo: libertad, respeto, dignidad, honradez,
fidelidad
pero no todos entienden lo mismo.
Para un tipo de la opus libertad no significa
lo mismo que para uno de la PSOE, ni para uno que milite en
la PP ni, probablemente, para un tranchexchual que pertenezca
a la Asociación El Rábano por las hojas.
¿Zapatero?... es un enemigo de la Iglesia, un
masón, un payaso, un demagogo me decía
uno del partido popular, muy respetable. ¿Aznar?
¡valiente cabrón!, un facha endurecido por el
afán de poder, un asesino que nos embarcó en
una guerra por sus cojones
, comenta alguien muy
cercano, afiliado a C.C.O.O.. ¿Escrivá?...
un pavo real, se compró su santidad y punto,
añade la insigne vaticanista Concha Queta
Y
para otros Zapatero es un hombre providencial, Aznar el mayor
estadista que jamás ha tenido Europa, y Escrivá
es la P.M.H (La Puta Maravilla Hindú).
Esta manera de juzgar a un personaje al peso
desconcierta bastante; como si determinadas frases - ¿qué
digo?, una simple concesión, un pequeño desliz,
algo que se da por sobreentendido, una callada por respuesta
no fueran con frecuencia mucho más reveladoras
del pensamiento secreto de un hombre que una exposición
coherente y dogmática. No hay que dejarse engañar
por coherencias que muchas veces vienen dadas
por intereses ideológicos de grupo, de partido, de
poder, más tácticos que reales.
Habría que conceder cierta importancia a la menor
frase en la que un personaje parece contradecir el conjunto
de su obra: por ahí es donde precisamente se traiciona,
se descubre, dejando entrever inconscientemente sus aspiraciones
más íntimas. Aspiraciones contra las cuales
su pensamiento más organizado y endurecido en sistema
puede ser sólo una reacción defensiva.
Cuando Sanjosemaría dice al cumplir cincuenta años
a una hija suya "a mis años tengo que hacer esfuerzos
para no volver la cabeza, cada vez que veo pasar una mujer
guapa." así lo comenta Pilar Urbano ,
expresa un algo que habla mucho más de su alma que
todas las explicaciones pretendidamente espirituales sobre
la Santa Pureza que aduce en Camino, Surco y Forja. Y más
en un comentario dicho delante de hijas suyas (aunque en el
pie de cita sólo se nombra a Encarnita Ortega resultaría
curioso que la perla se la dijera a ella nada más)
de todos son conocidos los criterios sobre el particular,
criterios promulgados por él mismo que eran, contri
menos, rígidos, llevados de la sospecha sobre la naturaleza
humana en cuanto a la sexualidad y fuera de toda interpretación.
Llamativo el comentario la verdad es que a Escrivá
le fallaba muchas veces el subconsciente - : hace entrever,
bajo la máscara del rigorismo, el verdadero rostro
del autor de Es Cristo, que paisa. Esa frase es
un vestigio de un hombre que se tenía mucho miedo,
mucho, y en su angustia no puede menos que quejarse del cuerpo
de muerte - ¡bienvenido al club, colegui!. Se adivina
la carne malherida sangrando a través de la coraza
insensible de una doctrina que le aherrojaba. Se adivina también
una cierta capacidad de ternura, o de piedad hacia sí
mismo, muy lejana a disciplinas y cilicios.
Lástima, podía haber descubierto otra ascética
y las cosas hubiesen sido pelín distintas para todos.
No es tontería esto de darle importancia a esas pequeñas
contradicciones que dicen mucho de lo bueno y de lo
malo de cada uno. En la vida de relación de cada día,
una mirada furtiva en medio de una conversación banal
hacia la mujer inconfesablemente deseada puede esconder una
pasión más fuerte que todas las palabras de
ternura murmuradas sin amor, con rutina, a la fiel esposa
a la que se ha dejado de amar. Un sólo segundo de esas
miradas furtivas posee toda la capacidad necesaria para hacer
locuras que habitualmente no hacemos porque somos cobardes,
tímidos, conservadores y bastante egoístas.
También porque no se han dado las circunstancias que
dejen a esa pasión abierta o herida. Esa mirada furtiva
lleva en su seno la fuerza de todos los adulterios, de todas
las fornicaciones, de todas las mentiras que un día
alguien desnudó con una sola frase el que esté
libre de pecado que tire la primera piedra. No hubo
cojones.
No sé Escrivá cada hombre es un mundo
- , pero de mi sé que si delante de varias mujeres
el día de mi cincuenta cumpleaños comento eso
de que he cumplido cincuenta años y todavía
me cuesta no girarme cuando veo una mujer guapa
,
muy probablemente esa mujer guapa que tanto me cuesta
no girarme para verla este delante de mis narices. Y,
probablemente, ella sienta lo mismo que yo.
De todas formas, no son pocos los que tienen una capacidad
asombrosa de andar siempre volteados , sorteando
farolas, driblando señales de tráfico y semáforos,
intuyendo aceras, cada vez que divisan un cuelpo de mujer.
Sin despeinarse los tíos : Dicen que andando,
andando, se encuentran cosas
y yo me encontré
contigo,¡cara de rosa!. Y prefiero darme de leches contra
las farolas a perderme esas curvas refrescantes como olas
.
No se me olvida una charla con un supernumerario. Llevaba
años ayuno de relaciones con su mujer lo que
no había impedido que tuviera un buen racimo de hijos.
Estaba muy quemado con esa señora que quizás,
igual que él, soñaba con que una vez sus hijos
alcanzaran la mayoría de edad un hombre apuesto la
secuestrara y la hiciera feliz. El pobre, en su desesperación
, afirmaba que muchas veces, cuando estallaba la guerra entre
ellos, y se pasaba las horas solo en el salón de su
casa fuma que te fuma, sentía ganas de escapar y visitar
un puticlub
pero no me atrevo: tengo miedo a coger
una enfermedad, a que alguien me vea. Soy un cobarde: ¡¡¡pero
te juro que un día lo haré!!!.
Supongo que a estas alturas seguirá quemando ducados,
sin haber mojado churro y esperando que el último niño
termine la carrera
para seguir de abuelo de la hija de
su primera hija, acompañado de su santa esposa, que
seguirá esperando que el del Banco de Sabadell la secuestre
y la haga una mujer de verdad.
Ese hombre había escrito libros sobre la familia,
el amor y todas esas cosas que ponen tanto a esa gente. Había
impartido cursos de Orientación Familiar, sus conferencias
eran una maravilla y, sin embargo, de noche, a solas consigo
mismo, con los dedos amarillos de nicotina, se juraba que
un día, ¡¡¡un día te
vas enterar de quién soy yo, chavala, que aún
estoy vivo!!!
Es el subsconciente.
Los hijos no han salido exactamente como sus padres habían
soñado. Y en su ceguera , la de los padres, no cayeron
en la cuenta de que las criaturas sabían exactamente
que lo suyo no era un hogar. Un niño sabe siempre quienes
son sus padres, y son felices cuando al abrir la puerta experimentan
eso de un ambiente seguro y más o menos estable, porque
se nota y se ve. Pero ese sentimiento no lo pueden conservar,
ni llevárselo consigo ni diez minutos, si ven que papá
aplasta colillas hasta altas horas de la madrugada pensando
en dar la campanada algún día, mientras mamá
lee Telva y sueña que cuando se hagan mayores
él vendrá a rescatarla: el farmacéutico
de la esquina: ése sí que me entiende. Un encanto.
Y sus nietos cantando la jota:
Ahora tiene mi abueloooo
sólo un colmillooooo
en donde mi abuelaaaaa
le cuelga los calzoncillooooos
Ya digo: el subsconciente.
BENEDICTO XVI Y AVISO A NAVEGANTES
Se acusa a Orejas de ser una página donde se respira
mucho rencor, resentimiento, odio incluso. Tratando de este
modo a la Opus Dei se ataca a la Iglesia. Incluso hay a quien
le damos pena. Se nos aconseja que olvidemos no se niega
que algunos testimonios sean tan reales como escandalosos-,
pero se nos invita a pasar página. La vida sigue. No
hagamos mala sangre.
Pues no. Hay demasiada gente que necesita un poco de comprensión,
de ser entendida cuando se siente muy mal, cuando se llora
en soledad y te estás sorbiendo los mocos porque piensas
que eres la última mierda que cagó Judas, cuando
crees que eres un fracasado y no sabes a quién contárselo.
Y se asoman a esta página y descubren que a ésa
le sucedió lo mismo, que aquel otro salió adelante
de aquella manera y que, en fin, hay quien está pasando
por situaciones parecidas, que algunos han sabido volver a
empezar de un modo maravilloso
y que hay quien va con
la pinza saltada de por vida.
Para eso estamos. Y eso ayuda.
Son demasiados los que piensan que SÓLO tenían
vocación a la opus, y que su fracaso es total, universal,
definitivo e irreparable. Han puesto la mano en el arado y
lo han abandonado. Ya nada será lo mismo. Ni él
será el mismo. El anatema de Jesucristo y el rejalgar
de Escrivá le acompañarán en esta vida
y en la del más allá
Un traidor.
Otra mentira.
Benedicto XVI escribe en Fe, verdad y tolerancia. El
cristianismo y las religiones del mundo
¿En
dónde consta que el tema de la salvación debe
asociarse únicamente con las religiones? ¿No
habría que abordarlo, de manera mucho más diferenciada,
a partir de la totalidad de la existencia humana? ¿Y
no debe seguir guiándonos siempre el supremo respeto
hacia el misterio de la acción de Dios? ¿Tendremos
que inventar necesariamente una teoría acerca de cómo
Dios es capaz de salvar, sin perjudicar en nada la singularidad
única de Cristo?.
¡Muy bien, campeón! Y así con la vocación
que es el camino personal por el que cada uno se salva
(salvación entendida como madurez hacia el amor), que
todo hombre tiene por el hecho de serlo. Eso es lo que llama
Pepe la totalidad de la existencia humana No es
cuando abandonas la opus que dejas el arado, es cuando dejas
de ser quién de verdad debes de ser, incluso perteneciendo
al opus. Que los hay: están dentro y con el arado decorando
la pared de su habitación. Un arado, por cierto, de
diseño.
Y para realizarse en tu propia vocación se necesita
tiempo el tiempo también es gracia: y con el
tiempo llega el conocimiento personal: saber quién
soy, como soy, aceptarme, quererme en lo bueno y en lo malo,
y darme al mundo. A partir de allí se va andando, chino
chano. Al que le vaya bien la opus, pues perfecto, al que
no, pues también, al que le ha tocado vivir en el islam,
pues lo mismo. Y gloso de nuevo al Papa, para que se chinchen
algunos
Por ejemplo, hoy en día contemplamos diversas
maneras en las que se puede vivir el islam: formas destructoras
y formas en los que podemos reconocer cierta cercanía
el misterio de Cristo. ¿Podrá y tendrá
el hombre que arreglárselas simplemente con la forma
que encuentre ante sí, por la forma que en que se practica
en su entorno la religión que le ha correspondido?
¿O acaso no tendrá que ser una persona que tiende
a la purificación de su conciencia y que al menos
eso- va así en pos de las formas más puras de
su religión. (página 48. Ediciones
Sígueme. Salamanca, 2005)
Otra vez, muy bien, machote.
Lo que no puede ser es que la opus vaya diciendo que lo suyo
es el rien de rien, y que cuidadín con abandonarme
que te rilas de las patas pabajo, como decía
Jesucristo. Porque Jesucristo no decía eso. Lo
que no puede ser es que aguanten al personal que por sus modos
de vida, los propios de la opus, entran en crisis psicológicas
profundas y graves, y los aguantan con excepciones que no
van y tratamientos que tampoco porque les importa más
el número que la felicidad de las personas.
Andan estos chicos de la perlatura con una noción
de la vocación que es para mear y no echar ni gota.
No hay vuelta atrás: o blanco o blanco. Se mueven en
el mundo de la justicia, ligada a la medida. Pero Dios no
debe nada a nadie, y aunque hagamos sacrificios increíbles
y admirables por Él sus recompensas siguen siendo gratuitas
y generosas.
Los de la opus son como la peña de la parábola
del obrero de la undécima hora: los trabajadores contratados
desde la mañana hablan con el lenguaje de la justicia
exigen equivalencia entre trabajo y salario: ¿Por
qué le das a ése, que no ha trabajado más
que una hora, lo mismo que a nosotros, que hemos soportado
el peso del día y del calor?.
- Porque me sale de los cojones podría haber
contestado yo mismo, por ejemplo. Pero el dueño de
la tierra esa es más fino y contesta:
- ¿Y TÚ POR QUÉ VES MAL QUE YO SEA
BUENO?
Buen corte.
Y es que ese afán de justicia mal enfocado, que se
manifiestan en esas profecías agoreras al que abandona
la opus, les lleva a una visión deformada del amor.
Ese ver mal que habla Jesucristo, y que ellos
siguen erre que erre viendo mal, puede entenderse
de dos formas: como malevolencia o como impotencia. La justicia
esa sin amor se encuentra muy cerca del resentimiento, del
deseo de que te vaiga mal y, por otra parte, su mirada, más
atenta a lo que se le debe con lo buenos y sacrificados
que son- que al don generoso, no llega a penetrar hasta el
fondo supremo de las cosas, que es el amor y la gratuidad.
No se enteran. Y eso sí que da mucha pena. Da mucha
pena ver muchedumbres de buenas personas dirigidas por tipos,
también buenas personas, que les llevan por caminos
que no siempre son de paz, de piedad, de santidad, de amor.
Son caminos pelín rígidos, mecanicistas, algo
politizados, confusos en cuanto a ciertas piadosas costumbres
cercanas a la superstición (devoción a las reliquias,
besos con trescientos días de indulgencia, uso de estampas
como amuletos
), permisivos en los modos de vivir la
pobreza (es escandaloso el ritmo de vida de bastantes supernumerarios,
especialmente en Latinoamérica), un sentido de elegidos,
de aristocracia rancia, de alegrías que suena a postizo.
Es un puzle curioso donde se mezclan frases verdaderas, sentencias
maravillosas, costumbres muy sanas y valores muy puros con
cosas muy raras
pero muy raras.
Pero, en fin, es lo que hay. Los chicos son asín.
Lo que no quita que se avise a navegantes, por si acaso.
DESPEDIDA
Vienen días de mudanza en casa Satur y eso significa
que es un buen momento para volver a empezar. Sí, amigas
y amigos de Orejas, curiosos, cotillas, espías de aopés,
numeratas ocultos
¡¡¡queridos todos!!!:
¡¡¡poseo una hipoteca!!!. ¡¡¡Sííí,
muchachos!!!: Satur, por fin, vivirá en un acosado,
con enanito en el jardín de entrada.
Y es también un buen momento para dejar de escribir
en esta maravillosa página. La memoria de la opus la
tengo en fronteras donde ya sólo me quedan biografías
que se ponen el despertador para darle los buenos días
a su cadáver, o gente que el tiempo les ha dado una
sonrisa como una soriasis que no deja escamas. Los recuerdos
de gente que conocí, hace mucho tiempo, que es como
hacerle una autopsia al pijama de mi alma. Y tampoco es plan
de eso. Hay que tener corazón. No es bueno cebarse.
Ni siquiera con uno mismo.
Las cosas mediocres y más teñidas de miseria
humana y de ridículo que uno ha podido hacer en su
vida y lo que te rondaré morena (por ejemplo
todas las tonterías que uno haya podido hacer llevado
de la pasión, de la obsesión, de la vanidad,
del placer o de la estulticia; todas esos besos, caricias
y suficiencias pueriles, gamberradas de dos amantes vulgares)
pueden parecer bellas a los que las viven, pero sólo
en la medida y durante el tiempo en que las viven. Sin embargo,
dejan indiferentes a los extraños, o las juzgan estúpidas,
y también a los propios amantes cuando, pasado el entusiasmo,
se ponen a considerar y juzgar el pasado.
Es una belleza un poco triste, que se puede vivir, pero no
contemplar. El tiempo la agosta y la vuelve algo sin sentido,
pelín sórdida y que mejor callar: muchos tenemos
cuentas pendientes y asuntos de los que mejor no hablar. Aunque
estén perdonados.
Hay una verdadera belleza que es la que puede ser contemplada
y vivida a la vez: por ejemplo, un recuerdo que, no estando
ya ligado a nosotros por el interés, el orgullo, el
placer, sigue vertiendo en nuestro corazón la misma
intensidad y que siempre que lo miramos incluso en la
distancia de años-, lo sentimos presente, vivo, en
lo más profundo de nuestro ser. Es, quizás,
la imagen de Dios en la tierra.
Y esta memoria es mejor retenerla dentro, con sus paisajes,
sus nombres y apellidos. Es muy difícil comunicarla.
Como decía la letra de una canción que alguien
de la opus compuso y que ya está olvidada porque el
hombre se fue: nadie saca el fuego a la ventana para que se
lo beba el aire.
Es hora de que otros escriban. Otros que andan allí,
detrás de la pantalla, y que tienen mucho que decir
-¡cuántas y cuántos¡.
Hay quien me llama falso Satur. ¿Qué
importará si me llamo Satur, Próstratos, Suso
o Cojoncio?. ¿Cambia algo el nombre, el nick, el seudónimo
sobre el contenido de lo escrito?. Y, en caso de haber molestado
a alguien a ese verdadero Satur-, pues lo
siento. Sé quién es: buen chico. Lo de ponerme
Satur no es nada personal, lo juro.
Desde luego al que me ha llamado falso Satur
no le pienso invitar a mi cumple nunca. Y eso que hay Fanta
naranja y chuches por un tubo. Pero no, colegui: que no se
sabe si matas o espantas. No hay más que ver el careto
que gastas en la foto que te has colocado en la página
güels que hay que tener cojones para ponerte la
fotico-: si un día te raptan y envían tu dedo
cortado al centro estoy seguro que el director diría
necesitamos más pruebas. Con eso lo digo
todo. Y si un día te ordenan sacerdote y te envían
a ayudar a un suicida que está a punto de tirarse de
un décimo piso, se te ve capaz de decirle preparadooooo,
listoooooooo
¡¡¡yaaaaaaa!!!.
Es posible seguro que haya gente que mis escritos
les disguste. No pasa nada, no problemo. Pido perdón
y ya está. Que tampoco es para tanto
la opus
seguirá y nosotros palmaremos, algunos probablemente
con una estampica del beato de turno como la mía
sea la del tío ése del falso Satur,
me la corto. Siempre habrá una enfermera de la opus,
o un médico, o un antiguo residente de centro con la
caña preparada, o una suegra, o una cacatúa
que pasaba por allí, o un capellán del hospital
que es agregado de la ese ese cruz, o un visitador médico,
o la dietista proselitista
siempre habrá alguien
acechando, encomendando en silencio. Y en los estertores últimos
de la agonía, cuando te arrebujas en posición
fetal buscando la infancia perdida, introduces la mano debajo
de la almohada y, ¡pimba!, ¿qué es esto?:
¡¡¡una estampica del beato Mata!!! Allí,
con su careto, su mirada de tío que te dice que ya
es hora, que vienen tus hermanos con los velones y la sábana
Y
uno gritará levantando los puños entre una telaraña
de catéteres: ¡¡¡VENCISTE, GALILEOOOOOO!!!
Felices vacaciones a todos
Nosotros también
marchamos: La Piedra Manuela para los amigos y
yo, el falso Satur.
Nota de la web. Querido Satur: no nos vamos a despedir
porque tú, como yo y como muchos otros amigos de la
web, no somos fáciles de despedirnos... y cumplirlo.
Yo me tomo tu despedida como un cansancio lógico de
escribir todas las semanas desde hace más de 2 años,
pero no dudo de que cuando te lo pida el cuerpo, vas a intervenir.
Y como me lo tomo así o quiero tomármelo así,
no me pongo sentimental, que soy muy dada a ello. Además,
copio textual (y públicamente) lo que me dices en el
preámbulo a este escrito: "Si me necesitas, sílbame..."
Tengo ya varios silbos (lo de pitos queda feo) para ensayar,
así que puedo hacerte chantaje emocional cualquier
día, después de que hayas terminado la mudanza,
eso sí. Y ahora voy a contar una confidencia. Bueno,
dos confidencias. La primera es que cuando nos íbamos
a conocer 'en vivo' por primera vez, yo le pregunté
por teléfono: "¿Y cómo te reconoceré?"
Y tú me dijiste: "no tienes pérdida; cuando
veas a un tío clavadito a Omar Shariff, ese soy yo".
Y fui al VIPS donde habíamos quedado y efectivamente,
no tuve pérdida: el tío más guapo de
los presentes eras él. La cuenta la pagué yo
:-)), pero eso no desmerece su planta ni su porte. Y la otra
anécdota es una confidencia, algo personal, pero estamos
entre amigos. Y es la siguiente. Pasaba yo por una especie
de crisis personal: cansancio, algún que otro palo,
impotencia por no poder solucionar tantas tragedias o situaciones
difíciles que llegan a la web y que no son publicables
(¡ay!, Santiago Mata, si tú supieras lo que hay
detrás de opuslibros) y digamos que un estado especial
de susceptibilidad que nos abduce durante una temporada a
las mujeres cuando rondamos los 50 años (aunque no
los representemos ;-)). Se lo comenté por encima a
un amigo que intuyó que una no estaba para muchos trotes
y para sorpresa mía, me llama al día siguiente
Satur y me dice: "casualmente hoy he tenido que venir
a Madrid y si quieres, nos tomamos una copa..." No sé
si este amigo se chivó, el caso es que Satur estaba
ahí, a la puerta de mi trabajo para recogerme. Buscamos
una cafetería (por cierto, de mala muerte, que era
tan incómoda que Satur se tuvo que sentar al lado de
la máquina frigorífica) y a las dos palabras
que dijimos de temas banales, yo ya estaba llorando como una
magdalena. Perdonad el símil pero 'hice la charla'
con Satur. Qué símil tan malo. Rebobino: estaba
delante de un amigo que me escuchaba, se ponía en mi
lugar y, por supuesto, de paso me gastaba cantidad de bromas
por lo que yo lloraba y reia al mismo tiempo. Entré
en esa cafetería rondándome en la cabeza que
no podía con la web y salí con la certeza de
que no sólo podía con la web, sino que había
que poner en marcha más cosas para proporcionar más
ayuda y sobre todo, que con amigos así, volver a sentirme
en cierta manera sola, sería un pecado. Ah! y encima,
ese día él pagó las copas :-)) Y bueno,
este es mi pequeño homenaje de agradecimiento a Satur
y quería compartirlo con todos. Satur, Omar Shariff,
tío bueno... no hay despedida. Y para que veas que
me acordé de ti y de Manuela en mis vacaciones, pongo
foto. Besos, Agustina.)
FIN DE LA SERIE 'RETABLO DE CURIOSIDADES'
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