RESENTIMIENTO,
JUSTICIA Y RECONCILIACIÓN
JACINTO CHOZA, 16 de febrero de 2005
Una respuesta a Marypt.
Querida Marypt:
hay un refrán castellano que dice: Dios perdona siempre,
los hombres algunas veces, y la naturaleza nunca. Esa es una
buena respuesta a algunas de tus preguntas, que copio a continuación
para responderlas con más comodidad.
¿Cómo pueden algunas personas perdonarle al
Opus Dei algunas cosas? En la web opuslibros escriben
personas con rabia, rencor y hasta, tal vez, odio a la Obra;
a veces pierden la objetividad y, sobre todo, mezclan la Obra
con la Iglesia y con Dios, y da la impresión de que
no creen en nada. ¿Cómo es posible mantener
una posición sana y buena y qué actitud se puede
adoptar ante personas tan magulladas que se tornan intransigentes
y radicales?.
La web opuslibros empezó como una iniciativa
profesional en el mundo de los medios de comunicación,
pero, sin dejar de ser eso, ha llegado a ser también
consolatrix aflictorun, auxilium christianorum, refugium
peccatorum, salus infirmorum, y algunas cosas más.
Y lo es porque alguien abrió una pequeña parcelita
que tenía, y, como el buen samaritano, recogió
a unos pobres que andaban lisiados por la vida y les dio asilo
ahí. Y luego fueron llegando más.
Algunos se fueron curando, otros llegaron casi sin estar
lisiados, y siguieron ayudando a los demás según
su leal saber y entender. ¿Por qué? Porque al
salir de la Obra, nos hemos traído fuera, también
a esta parcelita, la fraternidad y el cariño que nos
teníamos dentro, el ambiente de familia y el calor
de hogar que habíamos aprendido dentro, la exquisita
delicadeza en el trato mutuo que nos enseñaron, y lo
mejor y lo peor de la formación que nos dieron, pero
todo eso, trasladado a un territorio libre, aireado y sano.
Carmen
Charo tiene razón cuando dice que ella sigue
siendo Opus Dei, y que quien no lo sigue siendo es precisamente
la institución. Ella mantiene viva la dimensión
de la obra que Retegui llama lo teologal, mientras la obra
queda terriblemente devorada por lo que Retegui llama lo institucional.
("Lo teologal
y lo institucional")
Es muy probable que en la web se haya reunido lo mejorcito
de los formadores, directores espirituales y personas con
criterio de gobierno de la obra, y es muy probable que en
los apartados de tus escritos,
correspondencia
y Recursos para seguir
adelante se encuentre la mejor doctrina que
pudiera haberse dado en la obra en los medios de formación
más selectos, y las directrices más sensatas
que podrían haber emanado de los gobiernos centrales
y regionales.
Desde luego, en algunos escritos de Satur es donde yo he
aprendido lo mejor que conozco sobre unidad de vida. En el
equilibrio de Agustina y de Aquilina percibo lo que la Obra
hubiera necesitado en los equipos de gobierno centrales y
regionales para no haber naufragado en lo institucional,
y en sus trayectorias personales, lo que tendría que
ser la trayectoria de la obra para reconciliarse consigo misma
y con las personas a las que ha dañado.
Bueno, yo percibo esto así en algunas persona a las
que he leído, pero lo que yo he leído es un
mínimo porcentaje de lo que hay. También he
percibido rabia y resentimiento.
La psique humana, como sabes, es algo a medio camino entre
Dios y la naturaleza. Mientras más cerca está
de la naturaleza, menos puede perdonar, y mientras
más cerca está de Dios, del amor, menos puede
evitarlo: perdona necesariamente, ama necesariamente, mira
todas las cosas y da gracias porque existan: ...y vio
Dios que era bueno, muy bueno, todo lo que había hecho.
Eso es per-donar, donar definitivamente, de una vez por
todas, la frescura y gracia original.
Perdonar es reconciliarse con la realidad. Y a eso ayuda
unas veces el carácter, los rasgos naturales, otras
veces la belleza, otras la psicoterapia, el encontrar sentido
y utilidad en una tarea, el amor a una mujer, a un niño,
a unos enfermos, a los pobres, al saber. También un
poco de esfuerzo personal, no dejarse y no quedarse atrapado
en el rencor y el resentimiento, porque eso a quien más
daño hace es al atrapado.
Eso es el infierno: dedicar toda tu energía vital
a odiar, a desear convertir en nada algo que a lo mejor no
merece existir, pero que, si es así, por su propio
peso se irá convirtiendo en nada. Pero uno no puede
escapar de ahí sólo por un acto de su voluntad.
Hace falta un poco de esfuerzo, pero hace falta también
ayuda de fuera, belleza, gracia. Haber estado en el infierno
le ayuda a uno a saber que eso es así.
Reconciliarse con la realidad es también paciencia...
dejar tiempo para que maduren las personas, evolucionen las
instituciones.
Pero siempre las virtudes y los vicios suelen estar mezclados
en los hombres. La falta de rencor puede estar mezclada con
falta de sensibilidad, con pereza, con falta de amor a la
justicia, etc.
A su vez, el resentimiento y el rencor, además de
grilletes infernales, pueden estar mezclados con amor a la
justicia, deseo de ayudar a los demás, y otros valores
positivos, junto con la falta de fe en la Iglesia y en Dios,
y junto con el cinismo.
Hay veces que el resentimiento se alivia o se cura dialogando,
como me parece que en la web sucede a veces. Otras veces,
si es demasiado fuerte, es mejor no hablar y no contradecir,
porque eso exacerba más los ánimos. Hay veces
que el resentimiento ajeno a uno mismo le revuelve mucho y
le pone muy mal a uno, y entonces es mejor apartarse, y dejarlo
a quienes se sientan más capaces o tengan más
inspiración para ayudar. En el infierno no se puede
estar, no se puede querer, y no se puede querer estar. Quizá
ni para ayudar a otros.
En ese refugium peccatorum hay quien, con una u otra
ayuda, ha salido del infierno, quien ha sacado medio cuerpo,
y quien solamente ha logrado sacar la cabeza para respirar
un poco. ¿Se tarda mucho en salir?, ¿tardan
mucho más unos que otros?
Creo que, sobre todo, cura el tiempo y la gracia (creo que
el tiempo también es gracia), la belleza, el amor.
El amor a lo que sea, a la verdad, a un a mujer o a un hombre,
a los niños, a los pobres, a la justicia, al saber...
Bueno. Creo que, aunque la respuesta podría ser más
extensa, te he contestado.
Un abrazo inmenso.
Jacinto Choza
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