CUANDO
TE LLAMAN RESENTIDO
J.A. (España), 19-4-2003
Pertenecí al Opus Dei durante cuatro años.
Sin duda alguna, fue una experiencia desgraciada y traumática.
Desde el principio veía que algo fallaba, que era difícil
para mí, que mi personalidad no cuajaba. Ellos me pidieron
que insisitiera, que rezara, que perseverara... Lo pasé
realmente mal pero a veces incluso pensaba que si era la voluntad
de Dios que viviese así valía la pena. Este
pensamiento me parece ahora el de un desequilibrado. Al final
desistieron y me dijeron que era mejor que regresase a casa.
Soy una persona con muchas inquietudes intelectuales, y con
el tiempo me he ido dando cuenta de donde había pertenecido
realmente. Mis padres son supernumerios y somos familia numerosa,
en la cual, por supuesto, y contra mi voluntad, todos mis
hermanos se han hecho del Opus Dei. En mi casa hay una cultura
que fomenta todo lo que sea del Opus Dei. Así, mis
hermanos, todos jóvenes y idealistas como yo lo era,
"han caído en la sombra" como diría
Galadriel en El señor de los anillos.
Mi desesperación y tristeza es total. Intento explicar
todo lo que supone esta institución: su fanatismo,
su obcecación, su falta de libertad... pero en casa
creen que hablo así por resentimiento. Todos creen
que estoy por mal camino y que un día volveré
a enderezar mi vida. Yo no sé que hacer, porque quiero
a mis padres y hermanos con locura. Yo perdono realmente el
mal que me hayan podido hacer pero: ¿estaría
haciendo bien si dejase que siguieran así? Está
claro que sin perdón el mundo jamás evolucionaría,
pero,¡no puedo quedarme con los brazos cruzados!
Quiero a mis padres muchísimo. Cuando dejé
la Obra me abrieron sus brazos y se portaron muy bien conmigo.
Sin embargo, creo que están tan comprometidos con la
Obra que no son objetivos, no se dan cuenta de lo mucho que
tienen mitificado esta institución. Son personas que
actúan de buena voluntad pero desconocen lo que realmente
se teje. Creen que el Opus Dei representa "el bien"
y obran ciegamente en consecuencia, escuchando todas sus enseñanzas
y disculpándoles todo. A mis hermanos basta hablar
con ellos sobre cualquier tema candente para darse cuenta
de que no son maduros:¡todos se han hecho con catorce
años y medio!
A veces he pensado si en verdad todo lo que yo veía
era algo que producía el resquemor de mi pasado. Pero
me he dado cuenta de que no es así. A veces me duele
hablar así porque en el fondo aprecio bastante a muchas
personas que están dentro del Opus Dei y de alguna
forma escribiendo ésto las estoy ofendiendo porque
la Obra es parte indispensable de su vida.
El relato de Carmen Tapia fue espeluznante. Sentí
mucha tristeza leyéndolo. Lloré al pensar que
mis hermanos pudieran vivir una experiencia como la de Carmen.
En fin, quisiera agradecerles nuevamente esta oportunidad
que me han brindado. Me siento muy comprendido leyendo los
testimonios de ustedes.
En mi ciudad, que es pequeña, me encuentro continuamente,
muy a mi pesar, con personas del Opus Dei. Detesto tener que
andar y encontrarme con alguno de ellos, como si me estuvieran
vigilando. Hace poco estuve en el extranjero una temporada
para finalizar mi carrera y puedo asegurarles que fui muy
feliz sin tener contacto con nada que fuese Opus Dei. Por
éso me gustaría empezar una nueva vida en otro
sitio.
Siento haberme excedio más de la cuenta. Visito a
menudo su página y quiero decirles a todos los que
escriben, que han tenido una experiencia desagradable, que
a pesar de los pesares el que nos hayamos hecho de la obra
dice bastante de nosotros. Tratábamos de construir
un mundo mejor o como el fundador decía "darle
la vuelta al mundo como un calcetín". El que hayamos
descubierto que en el lugar donde estábamos no lo pudiéramos
conseguir por su propia naturaleza no quiere decir que no
podamos practicarlo en nuestra vida, cada uno conforme a sus
ideas.
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