SAN
JOSEMARÍA: PRIMER ANIVERSARIO
Por Flavia, 29-6-2003
¡Qué semana la que ha terminado!
Cómo no sentir cierta molestia al respirar ese día,
el de "san" Josemaría.
En estos años, luego de la beatificación, me
preguntaba cómo iba a ser esa jornada, digo, en cualquier
parroquia el cura puede celebrar la memoria del "santo",
de hecho no me he fijado en el ordo si es de memoria obligatoria
u optativa... no me extrañaría que en breve
se vea en las rúbricas..."San Josemaría"
solemnidad...
Me he acordado todo el tiempo de las palabras del salmo...
¿cómo cantar a Dios en tierra extranjera?....
Yo no tengo por qué, y no pienso hacerlo, perderme
en los meandros del derecho canónico para señalar
lo irregular de la canonización de Escrivá.
Me remito a lo que puede percibir un simple fiel: la inusual
rapidez de los procedimientos, el carácter (al menos)
polémico del personaje en cuestión (lejos estamos
del "sensus fidelium"), la exclusión de testigos
en el proceso, entre otras perlas.
Si nos halláramos ante un proceso judicial llevado
a cabo en cualquier tribunal civil con tales características,
existiría una innegable sensación de injusticia,
de fraude... si pensamos que aquí está en juego
el afirmar con la fuerza de la autoridad eclesial que alguien
es bienaventurado, santo, y proponerlo como modelo de la vida
cristiana, comprendemos que estamos ante un gran problema,
y también que la responsabilidad de quienes han actuado
en todo ésto es mayor.
Ni a punta de pistola me harían afirmar, y sé
que hay muchos y muchas más como yo, que existe alguna
posibilidad de que Escrivá sea santo. Es tan grande
la distancia entre el nuevo "santo" y sus predecesores,
me refiero, vgr. a San Benito, San Francisco, Santo Tomás,
Santa Teresa, por nombrar a algunos muy conocidos, que no
cabe duda al respecto... inclusive en los santos canonizados
que han vivido en el siglo XX, vemos personalidades sustantivamente
distintas a las de Escrivá.
La Iglesia jerárquica quiere imponer esta canonización
por la fuerza de la autoridad, que cuando necesita de la "fuerza"
para imponerse, se diluye como autoridad propiamente dicha...oh
casualidad, el día 26 de junio, se leía el evangelio
en el que se dice de Jesús que "hablaba con autoridad,
no como los escribas y fariseos".
Si evaluamos este hecho desde la mera perspectiva del bien
común eclesial, dado lo turbio del proceso -y como
se ve no ingresamos en la consideración específica
de la institución Opus Dei- esta canonización
trae ante todo dolores de cabezas (y de corazón), descreimiento,
perjudica la fe de muchos que ya han (hemos) sufrido lo suficiente
y que esperan que la Iglesia jerárquica, con el Sumo
Pontífice en primer lugar...se ocupe del rebaño,
y no de las intrigas y de las obsesiones laberínticas
y antievangélicas que surgen de no comprender que la
verdad tiene su propia autoridad.
¿Qué precio se está pagando por mantener
la monolítica posición vaticana respecto de
la vida de la Iglesia, de las costumbres, de la vivencia de
la fe?. ¿A qué le tienen miedo, por qué
creen que el catolicismo romano necesita para pervivir de
tan singulares "defensores"?.
A veces pienso que en el fondo de tanto extraño "celo"
por la "integridad y la unidad de la Iglesia", hay
una gran falta de fe, una tendencia idolátrica a jugar
a ser dioses, a definir, por razones de "estado vaticano",
qué es el bien y qué es el mal, por fuera de
la caridad y de la justicia como fundamentos últimos
de la identidad cristiana, y que esta lógica está
minando seriamente la confianza de los católicos en
sus pastores, y la de los hombres y mujeres de buena voluntad,
en la Iglesia como presencia de Cristo en la historia, después
de tantos sinsabores, de tantas idas y vueltas.
En ocasión del Jubileo de la Redención, el
Papa pidió perdón por tantas faltas y pecados
de la Iglesia a lo largo de la historia, en cada Iglesia local
hubo también pedidos de perdón, en mi país,
hubo Jornadas penitenciales y solicitud de perdón a
todo la nación por el papel de la Iglesia Argentina
en la última dictadura, entre otras cosas.
¿Es que siempre la Iglesia llega con retraso a los
desafíos de su tiempo... es que estamos condenados
a callar ante injusticias y falsedades manifiestas, como esta
canonización, como la existencia, incuestionada desde
la sede romana, de una institución con las características
del Opus Dei?. ¿Es que la jerarquía eclesiástica
no escarmienta... es que siempre se ha de "servir a dos
señores", en pro de oscuros intereses, y en contra
del evangelio y del núcleo del depósito de la
fe, de la tradición bimilenaria de fidelidad a Jesucristo
de tantos hombres y mujeres?.
No pretendo incurrir en la inaceptable división entre
jerarquía eclesial y pueblo fiel. La Iglesia es una,
por eso, si algunos de sus miembros, en especial los que tienen
mayores responsabilidades, se sustraen a su misión,
y no luchan por conservar la fe "católica y apostólica",
la que hemos recibido desde la primera comunidad de seguidores
de Jesús, y que debemos predicar, si van contra la
verdad, invocando a la Verdad misma, entonces, es deber de
todo bautizado decirlo, con caridad, pero decirlo, es una
cuestión de conciencia.
La voz de la conciencia, uno de los mayores aportes del cristianismo
a la cultura del Occidente: la inviolable y libre conciencia
de todo ser humano, de todo hijo e hija de Dios. No cabe aquí
ninguna invocación a una obediencia, no sólo
ciega, sino también irresponsable.
Luego, como católica, decir que la canonización
de Escrivá es escandalosa, es un deber. Y no sólo
para los ex miembros del Opus Dei, las cosas están
claras para todo el que quiera verlo, a estas alturas... Los
años venideros nos dirán cómo será
el desenlace de la actual política vaticana, que ha
llegado en los últimos 25 años a penetrar en
las Iglesias locales de modos complicados y en ocasiones irreparables.
Y también, cómo será el devenir del Opus
Dei.
Por eso quisiera reiterar lo que sigue: ¿Qué
ha conseguido con esto el Opus Dei?. Deshonrar a la Iglesia
de Jesucristo con una canonización escandalosa, poner
en un pié de igualdad (en lo "formal") a
los grandes modelos de la vida cristiana, repito, por la fuerza
de estos nombres: a San Benito, Santa Teresa, San Francisco,
Santo Domingo, Santa Clara... y a este "san Josemaría"
de cuya santidad sólo pueden estar convencidos los
vivillos y los fanáticos.
¿Qué ha conseguido la jerarquía eclesiástica
que ha consentido en todo esto?. Poner a prueba la fe de muchos
católicos, en particular de aquellos que hemos vivido
la experiencia del Opus Dei, que hemos padecido de distintos
modos sus efectos, y que sentimos al ver a Escrivá
en los altares un indecible dolor, una incalificable sensación
de soledad.
José María Escrivá es inseparable del
Opus Dei, de la doctrina y de la práxis de la Obra
que él fundó, y si no fuera por el rol que ésta
juega hoy en la Iglesia, Escrivá estaría donde
Dios lo quiera, pero no en los altares de las iglesias, con
seguridad. Y ésto lo sabe cualquier persona medianamente
decente y racional, sea laico, cura, monja, obispo o cardenal.
Hace un tiempo, leyendo una reflexión de uno de los
teólogos "censurados" por la Sagrada Congregación
para la doctrina de la Fe (que se ha granjeado el que se la
asocie con la Inquisición), encontraba la siguiente
pregunta a la jerarquía de la Iglesia: ¿por
qué nos hacen ésto?...
En lo personal la pregunta sigue en pié, cada 26 de
junio me la haré, como me la hice éste, el primero,
y me preguntaré además: ¿cómo
hacer para comulgar con el alma en paz?... ¿cómo
cantar a Dios en tierra extranjera?.
Finalmente, ¿por qué quienes siendo ex miembros
del Opus Dei, pretendemos que la Iglesia nos cobije, nos escuche
y nos "represente" respecto de lo vivido allí,
tenemos que contentarnos con que, a lo sumo, se nos escuche
en privado, con que jamás se proceda en público?.
¿Somos nosotros menos católicos al salir, de
lo que éramos al entrar?...
Que nadie se confunda... quienes entramos en la Obra, y padecimos
años allí, salimos como pudimos, nos reconstruimos
por la misericordia de Dios, el cariño de muchos, y
la fuerza de la vida que alienta en todo ser humano, entramos
allí por nuestra condición de católicos...
si no jamás hubiéramos sabido del Opus Dei...
más allá de lo que cada uno de los ex socios/as
haya hecho con su vida luego de su salida.
Entiendo que la Iglesia tiene responsabilidad sobre ésto...
explicaciones que dar, que nunca se han dado. Algunos y algunas
ya no pueden recibirlas. Eso pesa.
Alguien me decía estos días: del pasado puede
decirse cualquier cosa, excepto que no ha acontecido... hay
algunos hechos, que por su gravedad revisten esa misma condición.
Se puede decir de ellos cualquier cosa, excepto que no han
sucedido. Así las implicancias del Opus Dei, así
la vida y la "obra" de José María
Escrivá. "El tiempo está a favor de los
pequeños".
Los dejo con un chiste muy contado últimamente en
ciertos ambientes eclesiales... para matizar, y no perder
la presencia de ánimo:
"Se sabe que las tres condiciones para la canonización
son:
1- existencia real.
2- algún milagro realizado por la intercesión
del candidato.
3- santidad de vida.
También se sabe que hay excepciones para cada regla:
1- No está absolutamente probada la existencia histórica
del indio Juan Diego.
2- San Felipe de Neri fue canonizado sin mediar milagro.
3- "San" Josemaría fue canonizado sin la
"santidad de vida".
Las cosas son así... tiempo al tiempo, y como Uds.
dicen, "que cada palo aguante su vela".
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