LA
PRELATURA Y EL OPUS DEI
E.B.E., 18 de abril de 2005
Verdaderamente las reflexiones sobre la cuestión jurídica
que se están llevando estos días en la web son
como para declararlas «de interés eclesial»,
así como a veces en los países se declaran ciertos
temas «de interés nacional». Creo que a
los obispos les interesará leer especialmente esos
correos.
Felicito a Compaq
por haber iniciado el tema. Y también a quienes siguen
profundizando en él, tanto a Flavia,
Merlos, Angel,
como a José
Antonio, quien transcribe unos comentarios del CIC
(editado por la BAC) sumamente interesantes.
Es muy sugerente el "careo" entre lo jurídico
y lo doctrinal, en concreto, relacionar -como hace José
Antonio- el origen y la función de las prelaturas (al
servicio de la Iglesia, o sea del trabajo de los obispos)
con la doctrina del fundador que considera "mal pastor"
al todo el resto de la Iglesia que no sea la misma Obra.
Recordémoslo, una vez más (el subrayado es
mío):
«Los que no son de nuestra familia, no son buenos
pastores de mis ovejas, aunque sean muy buenos pastores
de las suyas (
) Por eso, los miembros del Opus Dei,
si de verdad quieren ser fieles, no siguen a un extraño,
sino que huyen de él, porque no conocen la
voz de los extraños (Ioann. X, 5) (
) Si tú
hicieras esto [acudir a un sacerdote que no es de la
Obra], tendrías mal espíritu, serías
un desgraciado. Por ese acto no pecarías, pero
¡ay de ti!, habrías comenzado a errar, a equivocarte.
Habrías comenzado a oír la voz del mal
pastor, al no querer curarte, al no querer poner los
medios» (del fundador, Meditaciones II, p. 534).
«Si el alma en circunstancias particulares necesita
una medicación por decirlo así
más cuidadosa, esto es, si se hace necesario el oportuno
y rápido consejo, la dirección espiritual
más intensa, no debe buscarla fuera de la Obra.
Quien se comportara de otro modo, se apartaría voluntariamente
del buen camino e iría hacia el abismo»
(Carta, 28-III-1955, n. 19)
Dicho de otra forma: la doctrina de la Obra es totalmente
contraria a la legitimación jurídica que ha
obtenido. En ese sentido, creo que lo jurídico ha sido
un caballo de Troya, han metido en unas formas jurídicas
un contenido que se contradice con su apariencia exterior.
Pero el día en que la Obra cumpla con lo jurídico,
adiós a la Obra. Porque mientras las prelaturas se
originaron «en la Iglesia», la Obra se originó
«fuera de la Iglesia» (o sea, en la persona de
Escrivá y su "descendencia") y fue introducida
finalmente dentro de ella por medio de la figura de las prelaturas.
Hay una «unión biológica» con Escrivá
que es más fuerte que la unión que cada miembro
de la Obra pueda tener con la Iglesia.
Primero está la Obra y luego está la Iglesia:
esto es matemáticas básica para todo miembro
de la Obra. Escrivá es el origen, no la Iglesia. Y
cortar su «línea de la descendencia» sería
«sacrílego» para cualquiera de la Obra.
Se perdería toda la mística.
Si un día un Papa le impone un prelado (como sugiere
José Antonio), el idealismo de la Obra se iría
a pique, porque se cortaría la relación directa
con "el Padre" (o sea, Escrivá y su "descendencia")
para pasar a depender directamente de la Iglesia. Esto sería
«inaceptable». La Obra se "despersonalizaría",
es decir, daría fin al "culto a la personalidad"
de la figura de "El Padre", que da origen a «la
familia» que es la Obra. Dejaría de ser la familia
que es para pasar a «burocratizarse». Y lo que
le da Unidad a la Obra es "el linaje".
Imaginemos que la cabeza de la Iglesia fuera impuesta por
un poder externo a él (como la Iglesia Nacional China,
cuya cabeza es un comunista). Lo mismo sucedería en
la Obra, para quien la Iglesia es "un extraño"
que no tiene potestad para definir "quién es El
Padre", pues procede "inspiradamente" de la
"descendencia" de Escrivá, a quien supuestamente
"Dios eligió" así como a los Patriarcas
del Antiguo Testamento.
Mientras los Jesuitas nacieron como una orden (una estructura
institucional), la Obra surgió como un «linaje
sobrenatural» que no debe ser cortado, con una «identidad
biológica» que perpetúa en el tiempo la
marca genética del "único Padre" que
ha tenido (como si estuviéramos hablando de Abraham).
La identidad de ese «grupo familiar» viene dada
por "El Padre"; sin Padre, el grupo se disgrega,
desaparece, pierde unidad.
Por eso, pienso que la Obra no aceptaría jamás
a un "hijo de la esclava", a un "Padre"
que no tuviera la legitimidad dada por la línea de
descendencia procedente del fundador.
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