"Poner
a Cristo en la cumbre de las actividades humanas"
Tita, 14 de diciembre de 2003
En mi primera carta, después de que Google
me llevara hasta vosotros, prometí hablaros de un tema
y aquí está. Se llama "Poner a Cristo en
la cumbre de las actividades humanas". Pues voy a sintetizar
la de facilidades que me dio el Opus Dei para que lo lograra
desde que pité cono numeraria a los 15 hasta que me
fui a los 39. Pité un mes de mayo, podéis imaginar
los esfuerzos de hacer compatible lo que se me vino encima
con el fin de curso, que eran solo el anuncio de lo que pasaría
después. Aquel año todavía pude conseguir
una media de sobresaliente.
Con gran cabreo de mis padres empecé mi carrera en
una universidad del Opus Dei a 600 km. de mi casa, no es necesario
especificar. Of course, dijeron mis padres que de pagarme
allí los estudios nada de nada. Mi vida se complicó
bastante entre becas, trabajitos para lograr el sustento en
el colegio mayor-centro de estudios, caríííísimo,
reconvenciones por no llegar a la cifra económica adecuada
para mi "mantenimento", etc., etc. Navidad sin volver
a casa, padres que obligan -yo era menor de edad con mis 17
navidades- y a regañadientes aceptan mi Navidad "fuera
de Casa" en el centro de estudios. Padres muy, pero que
muy cabreados que en julio, al ver mis planes de no ir en
verano, viajan a donde yo estaba para llevarme a un notario
y firmar conmigo mi "emancipación" a todos
los efectos de la familia, desde luego también a los
económicos, en medio de un ambiente familiar "nada
crispado". Silencio en el centro de estudios. Yo era
libre, desde luego.
Dos años de centro de estudios y hala! a una bonita
ciudad castellana a mitad del Primer Ciclo de carrera, a pesar
de que señalé que un año más allí
me libraría de numerosas convalidaciones necesarias
si me iba sin tener terminado ese Primer Ciclo completo. Nada,
bonita, que haces falta alllí y además de secretaria
del centro. Un año terribilis y, como resultado, nuevo
cambio para 3° y 4° de carrera. No cambié la
matrícula de la Universidad pero sí debí
irme a vivir a otra ciudad a 150 km. "por el bien de
mi alma", creo que no le pasaba nada a mi pobrecita alma,
y "para ganar dinero y sustentarme" ya que, recordad,
mis padres no me daban una peseta.
Trabajé esos dos cursos la jornada completa en la
administración de un centro de estudios, llevando la
cocina, limpieza y planchero. En mi rato libre diario, de
5 a 7 de la tarde, recuerdo muy bien, estudiaba mi carrera
con los apuntes que me pasaba una amiga a la que estaré
eternamente agradecida. Desde el 1 de mayo y hasta el 30 de
junio de esos dos cursos pedía "vacaciones"
de administración o, más bien, no daba elección.
Me iba a la ciudad en a que estaba mi Universidad y estudiaba
de 5 de la madrugada, sí, sí, habéis
leído bien, de 5 de la madrugada a 10 de la noche,
con el único tiempo libre para las normas de piedad,
encerrada con bocadillo en un piso vacío en el que
solo se hacía labor los fines de semana. Así
"cursé" 4° y 5° de carrera. Por cierto
que durante el curso de 5° como me sobraba tiempo -je,
je- hice también mi tesina que presenté en septiembre,
como véis me gustaba la carrera. Evidentemente, este
plan de vida frustró completamente mi vocación
profesional, al menos al principio, pues hubiera querido quedarme
en la Universidad pero, claro, los profesores me debían
de ver como un OVNI estrambótico.
Terminada la Carrera, como necesitaba ganarme la vida, me
ofrecieron trabajar en un colegio -labor personal- que empezaba.
Allí estuve 3 cursos y 2 más en otro del estilo
al que me fui porque el primero era insoportable, si tenéis
curiosidad algún día diré por qué.
Mientras tanto pude ver que aquello era incompatible con mi
caracter y preparé oposiciones de Secundaria para un
Instituto que conseguí aprobar, tras varios intentos,
con el número 1 de mi promoción -¿alguno
duda de que Dios existe?-. Mientras tanto empecé una
Tesis doctoral en aquella Universidad que casi no me vio el
pelo y la terminé durante mi primer año de Instituto.
Con gran horror de mis directoras -y gran alegría mía-
el Ministerio me envió a una preciosa ciudad insular.
A los tres meses quedó libre una plaza para un Doctor
en una Universidad de la península y en 24 horas volví.
Ese es otro capítulo, el de la situación de
una numeraria en la Universidad -bastante distinta de la que
suelen tener los numerarios, por lo que pude observar- de
la que hablaré otro día.
En fin, poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades
humanas, aquello que había sido uno de los principales
atractivos de mi pitaje, se fue viendo poco a poco como un
fiasco y con mucho esfuerzo, por propia iniciativa y, he de
reconocerlo, a veces contra la opinión de mis directoras,
fui llevando penosamente mi vida por donde siempre había
querido y sí, Cristo está ahora en su buen lugar,
y el Opus Dei quedó atrás hace unos años
porque, ¡gracias a Dios!, me fui. Y no creo que mi caso
sea una excepción.
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