PARA
LAS ENAMORADAS DE UN NUMERARIO O AGREGADO
GREGORY P., 16 de febrero de 2005
He leído los testimonios de Malu
y de Vicky,
donde reconocen estar enamoradas de un agregado y de un numerario.
Y el de Carmen
Charo respondiendo, de alguna forma, a lo que decís.
Estoy, por un lado, conmovido con el correo de Malu y de
Vicky, y, por otro, muy de acuerdo con el correo del lunes
de Carmen Charo. Considero que hay que tratar a un numerario,
o a un agregado, como a un casado, porque así es como
él se cree que está. Por lo tanto, toda relación
que surja, mientras dure su vinculación, con una mujer,
para él, es ilícita. Y si sale con esa chica,
forzosamente será "la otra". Y no creo que
ninguna mujer merezca ser tratada de esa forma. A no ser que
ella lo desee. Que le vaya ese "rollo", que de todo
hay en este mundo...
Por otro lado, os quiero hacer una confesión, como
ex-agregado que he pasado por esas cosas. Y que conste que
sólo hablo por mí, aunque conozco a otros muchos
que podrían suscribir lo que os voy a decir.
Chicas: en el Opus, a los varones, no nos enseñan
nada de la vida. Pero nada de nada. Los agregados de veinticinco
años, os lo digo por experiencia, saben lo mismo de
las mujeres que de las ardillas. Y eso, si saben algo de ardillas.
A las mujeres, a los nueve, diez, once años, vuestras
madres os explican muchas cosas, de vosotras mismas, y de
los chicos. Del cuerpo, y del alma. Entre vosotras tenéis
una complicidad. Todo es alegría el día de la
primera menstruación. Cuando le pasó a mi hija,
y vi la forma en que la trató mi mujer, se me saltaban
las lágrimas, al recordar cómo fue mi primera
vez. La primera vez que me sentí fisiológicamente
hombre. Que también la hubo. Pero fue muy diferente.
Más bien una cochinada, algo que debes ocultar. Que
sólo sabe tu madre, pero que no comenta. Como si fuera
algo infame.
Porque la sociedad de hoy día considera las poluciones
nocturnas de los varoncitos como una cochinada.
Las chicas tenéis a vuestras madres, desde antes de
que el Opus se cargue la confianza mutua. Pero a los agregados,
y a los numerarios, nadie nos explica nada. Nuestras madres
se lo encargan a nuestros padres. A los padres les da vergüenza.
Y los directores de la obra, nuestra nueva "familia"
a partir de los quince años, nos convencen de que todo
es pecado.
No penséis que exagero. Yo me enteré de la
diferencia de un beso sin lengua de un beso con lengua después
de salir de la Obra, con 24 años. Y no os digo nada
de la anatomía femenina. Me faltaban órganos,
pero no uno ni dos. Varios. Y no especifico, porque me da
vergüenza.
Por eso, cuando os enamoréis de un numerario de 25
años, que lleva diez años dentro de la Cosa,
pensad que estáis tentando a un niño de catorce,
un pobre mozalbete que, quizá, ni siquiera sabe que
ha ligado. Y que no sabría qué hacer si la cosa
se animara: quizá se pusiera a llorar. O vomitaría
en la moqueta.
Incluso peor.
Para un niño de catorce años, una mirada es
una aventura. Cuando le da un beso en los labios entrecerrados
a su "novia", y se lo cuenta a su madre, ésta
se emociona. El padre, le da un empujón cariñoso
en el hombro, y le hace algún comentario picante. El
cura del barrio, si es que aún lo frecuenta, y le tiene
confianza, le pega una pequeña bronca, pero no más.
Pero si el agregado se lo cuenta a su director, destapa la
caja de los truenos. Quizá sea profesor de una obra
corporativa, y se pueda ver sin trabajo. Quizá viva
en una residencia de numerarios, y se pueda quedar, literalmente,
en la calle y con lo puesto.
Dadles tiempo. Tiene que madurar a golpes lo que no ha florecido
en su sazón, cuando la naturaleza dispone. Tiene que
cambiar de rumbo el río que había cambiado su
curso a golpes de mortificación, de disciplina, y de
obediencia ciega a unos niñatos, tan ignorantes como
ellos, encargados de su pobre alma.
Primero tienen que recomponer su vida, conseguir que la cabeza
deje de dar vueltas, y que, cuando lo haga, se les quede mirando
al frente.
Después, tienen que llorar mucho. Unos tendrán
que engordar. Otros, que adelgazar. Casi todos, irse de juerga,
por lo menos una vez, para saber qué es eso de la noche,
qué es la libertad. Tienen que salir con una chica,
y que les parta el corazón. Tienen que salir con otra,
y partírselo. Tienen que recuperar diez, o veinte años,
de la mejor manera que puedan.
Y después, si tú todavía estás
disponible, si tú todavía pululas cerca de él,
si no te has casado antes con alguien más "normal",
... quizá se enamore de ti. O quizá, de tu primo,
el de las posturitas.
Y bendito sea Dios.
Pese a todo, deseo de todo corazón que se enamoren
de vosotras, de verdad, y que os hagan muy felices. Porque
os lo merecéis.
Un abrazo.
Gregory P.
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