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MORIR "EN CASA"

RUBIO, 1 de junio de 2005

El texto original, en portugués

 

Soy un ex-numerario brasileño que permanecí 15 años en la Obra.

Leo siempre esta página y también la de Opuslivre de Brasil. Los correos y los escritos publicados por vosotros me ayudan bastante y me hacen sentir solidario con las personas que sufrieron y sufren con la manera de actuar de la Obra.

Sobre el tema “morir en casa”, leí lo que escribió E.B.E. (18-05-05): La Obra como enfermedad (y a veces mortal), Nieves (22-05-05): La espada de Damocles y el correo de Carmen Charo (23-05-05): Quiero seguir ahondando en los problemas psíquicos.

Me gustaría contar, respecto a este tema, lo que sucedió conmigo.

Yo entré a la Obra presionado, como casi todos los que entran, y fui siempre infeliz, y claro que también tuve momentos alegres y felices, pero estos momentos se fueron haciendo cada vez más escasos a medida que los años iban pasando.


En los últimos años como miembro de la Obra la vida era para mí insoportable. Debido a la dificultad de quererme ir, pero no traicionar a Dios, comencé a pedir a Dios que me quitase la vida.

Mi petición se volvió en una obsesión y concentraba todas mis energías en ella. Pensé en cómo podría provocar en mí alguna dolencia mortal y también en cómo podría matarme. No sé si hubiera llegado a suicidarme, pero de lo que me acuerdo es que yo no soportaba vivir. Mi angustia desafiaba a Dios pidiéndole que me quitase la vida. En esta fase, mi vida espiritual prácticamente murió. Recuerdo que incluso no conseguía llorar, me sentía como un árbol seco y solitario.


Cuando los directores se dieron cuenta de que yo era un caso perdido, me dejaron ir aunque diciendo que de hecho, no tenía vocación y si algún día la hubiese tenido, yo la había perdido.

Desde mi salida nunca más tuve contacto con la Obra y ellos no quisieron saber más de mí, si vivía o había muerto, si estaba bien o mal. Para ellos, simplemente dejé de existir.

Mi angustia continuó durante algunos años, pero por lo menos fuera de la Obra, conseguía vivir. Poco a poco fui recuperando mi vida social y espiritual.


Mi angustia dentro o fuera de la Obra nunca fue por la condenación o por ser infeliz sin la Obra, mi angustia fue por pertenecer a la Obra.

Todavía hoy, muchos años después de haber dejado la Obra, tengo en ocasiones cada vez más escasas, pesadillas. Sueño que por alguna artimaña de ellos vuelvo a ser numerario y que me quedo desesperadamente intentando huir y volver a mi vida normal.

Hoy estoy casado, tengo hijos y soy muy feliz. No necesito a la Obra para nada.

 

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