Satur, 26 de octubre de 2003
Reflexionaba concienzudamente en el sillón de mi sala
de estar sobre quién de las hormigas, cuando iban en
fila, decidía cual de ellas iba en medio, o en el número
372, y aparece la piedra (mi santa esposa) con
el correo. Una de las cartas era de un familiar mío,
y me enviaba un ejemplar de "Escritos Arvo Artículos
y conversaciones sobre Fe y Cultura". El familiar es
un hombre de la Prelatura preocupado por mi situación
espiritual y, de vez en cuando, me suelta una. La penúltima
fue en un entierro de otro familiar: a la piedra (mi santa
esposa) le soltó una estampa de Don Álvaro para
que nos concediera hijos.
Es buen chico; palizín, pero buen chico.
Leo el ejemplar que lleva por título: "En el
75 Aniversario del Opus Dei". Lo firma un señor,
que conozco, que añade a su nombre el título
de Doctor en Ciencias de la Información.
Casi nada. ¡Jibo!, que dirían en mi tierra. El
artículo empieza muy bien; marketing total, lo de siempre.
Más de lo mismo. Pero, de repenete, de pronoto, encuentro
un párrafo que me hace sacar la agenda y repasar mi
biografía en el opus dei. ¡No es posible!.
Leo Ese mensaje, ese espíritu, se difunde
de forma variada y espontánea. En unos casos, mediante
la asistencia a una actividad formativa en un centro del Opus
Dei o la participación en un empeño apostólico
promovido por fieles de la Prelatura; en otros casos, mediante
la conversación con un amigo o a la presencia en una
reunión en casa de un cooperador del Opus Dei, por
ejemplo, en la que se recuerda la última Carta pastoral
del Obispo de la diócesis o un punto concreto del Catecismo
de la Iglesia. ¡¡¡Por favor, las
sales!!!; en veintisiete años en el opus, después
de haber impartido miles y miles de charlas, quizás
millones, o miles de millones, jamás repito,
J-A-M-Á-S vi que nadie diera una charla ni en
casa de un cooperador, ni en casa de Rita la Churrera sobre
la última Carta pastoral del Obispo. Mucho morro, colegí,
Doctor en Ciencias de la Información... ¡Hombre,
a lo mejor en estos dos últimos dos años que
desconecté de la Prelatura se hace Jaime, te
lo pongo a huevo-.
No termina aquí el Doctor, porque añade poco
después y allí me pellizcaba las mejillas
la piedra (mi santa esposa) viendo mi lamentable
estado, casi agónico los apostolados
del Opus Dei son, en palabras de San Josemaría, como
un mar sin orillas. Unas personas se encontrarán
personalmente con Cristo, gracias al espíritu del Opus
Dei, durante un retiro espiritual celebrado en los locales
de la parroquia, mediante una clase de catequesis en un barrio
marginal..." Pero, bueno; una cosa es que un sacerdote
agregado reciba la dirección espiritual del opus dei,
que me parece fantástico, y otra muy distinta es que
toda la labor que ese hombre realice en su parroquia sea gracias
al espíritu del opus dei. Mucho que le importan las
parroquias al opus dei, cuando ha estado dándoles la
espalda desde su fundación, aquella mañana del
2 de octubre.
Aquí es que la Banca siempre gana, y que tienen más
morro que un negro cantando Only You. Y si yo ahora palmo,
mientras leo Arvo, pues lo mismo: fruto de la labor
y del espíritu del opus dei, gracias al envío
de una publicación promovida por el empeño de
fieles de la Prelatura en extender la doctrina de Jesucristo
a las almas todas", y habiendo sido enviada la publicación
por un pariente, fiel paliza del opus dei, del difunto cascó
mientras leía un artículo sobre el 75 aniversario
de la Prelatura escrito por un Doctor en Ciencias de la Información-
Satur, quizás, encontró a Jesucristo después
de haber abandonado su vocación por una piedra en el
camino. Pero allí estaban los del opus, y lo salvamos.
Gratias tibi, Deus; gratias tibi.
¿Acaba aquí el Doctor?. ¡¡¡Qué
vaaa!!!, a este no lo para nadie. Ya emocionado termina escribiendo
sobre el Ecumenismo de cien almas nos interesan cien,
y todo eso-. Y afirma sin rubor alguno (aquí la
piedra, mi santa esposa, me estaba abofeteando para
que volviera en mí mismo) Fue una coincidencia
y también un signo que, al terminar la Misa en acción
de gracias por su canonización (la de Escrivá)-
Juan Pablo II quisiese recibir en la Plaza de San Pedro a
Teoctist, Patriarca ortodoxo rumano. A ver, ¿fue
una coincidencia?. O sea, que Teoctist fue recibido porque
le tocaba en la lista ese día, y vas tú, listillo,
y dices ¡ay, mira, qué coincidencia más
providencial y más simbólica!, ¡mira qué
signo, titi!: esto es un guiño de Jesús, el
vaticano y todos para demostrar el ecumenismo de la Prelatura.
¡¡¡Hombreeee, dejar algo para los demás!!!.
A lo mejor aquella tarde el Papa tenía una Misa en
una parroquia de Roma, o recibía a la Asociación
de Viudas Católicas de Vía Veneto, o a los Teatinos
del Monte Alapajoe y también tienen derecho a interpretar
su signo, y su coincidencia ecuménica... Es que lo
queréis todo.
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