LA
OBRA, NUESTRA CRUZ
THOMAS COOK, 18 de noviembre de 2005
Querido Canina:
Pongo "querido" porque supongo que eres un hombre.
Y si eres un hombre con gafas, fácilmente confundible
con un holandés, y hablas castellano con acento "polaco"
("Somos conservativos", "redruello, hermano!",
"piletina", etc.), estoy seguro de que fuiste el
que durmió este sábado en mi casa, como muchos
otros sábados, después de ver un peliculón
del inigualable Javier Bardem. En fin, si no eres quien yo
pienso, discúlpame, plis. En tal caso, muchos saludos
al Canina en el que estoy pensando, y a su novia, claro. Espero
que ésta se anime también a escribir alguna
vez en O-Libros (te puedo asesorar en cuestión de nicks).
Así ya estaríamos todos.
Después de leer tu mail, me pregunto si verdaderamente
alguien que tiene nuestra fe puede considerar que el dolor
es un misterio. No hay que olvidar que en la revelación
la Cruz ocupa un lugar muy importante y que la Cruz fue seguro
de todo menos placentera. Creo en cierto modo que con la Cruz
y la subida del hijo a la Casa del Padre, Dios nos dio ya
la respuesta a ese misterio, sin que tengamos que buscar más
porqués.
Viendo las cosas desde la óptica de la Cruz y la filiación
divina, cuando estábamos en la Obra yo llegué
a desear más de una vez que Dios me regalara una muerte
como la de Montse Grases o aquel otro numerario que tu y yo
conocimos, un tío brillante, con un carácter
único, que se despidió de nosotros en nuestra
casa después de una cruel enfermedad. Una enfermedad
así te permite prepararte con tiempo para subir a la
Casa del Padre. Te obliga a desprenderte de prácticamente
todo lo que da placer en este mundo y hace que tengas que
dedicar la fase final de tu vida a aprender a llevar la Cruz
sin tener casi ninguna otra ocupación en ese tiempo.
En la Obra aprendimos que la Cruz se puede manifestar de
muchas maneras y que si no la sientes tienes que esforzarte
por buscar la tuya. En tu mail te preguntas cómo puede
ser que la Obra origine tanto sufrimiento. Te animo a que
contemples a la Obra como una Cruz que Dios te ha puesto en
el camino. Puede ser que en la propaganda interna de la Obra
se nos pinte a los que hemos salido como unas pobres almas
que no han querido lo suficientemente a Dios. Yo creo por
el contrario que el proceso de salida de la Obra en muchos
casos puede convertirse en una vía para acercarse más
a El. Muchos acaban con un problema afectivo grande (yo creo
que todavía no me he recuperado del todo), tienen que
hacer un gran esfuerzo para solucionar su sustento material
y entran en un largo proceso de reflexión para volver
a encontrar el camino, cayendo en muchos casos en situaciones
en las que ya ni siquiera se sabe en qué se puede creer.
Es una Cruz que sin lugar a dudas nos ha venido porque queríamos
acercarnos a El. Y estoy seguro de que eso El lo tiene en
cuenta.
Ahora, tras salir de la Obra, puede ser que se nos impongan
por programa menos cruces. A mi puerta ya no llama nadie tempranísimo
por la mañana y se fija en si vivo o no el minuto heroico,
ni me pongo un cilicio y hago luego una marca en mi agenda.
Pero te aseguro que finalmente me siento como un cristiano
en medio del mundo. Ahora sí que me siento parte de
la sociedad en la que vivimos y en estos momentos no encuentro
cruz más grata que la de estar ahí para los
demás, para mis colegas de trabajo, para mis amigos,
para mi familia y para otras personas, aunque alguna vez me
lleve una decepción, que no es más que otra
cruz. La verdad es que cualquier paso hacia El me cuesta más
que antes, cuando tenía un programa que repetía
todos los días, pero estoy seguro de que para El es
por lo menos igual grato que antes cada vez que hago un esfuerzo
por acercarme.
No sé cómo será la Casa del Padre. Si
trato de imaginármela en base a las cosas que veo en
el día a día, allí arriba no tienes que
afeitarte, hay sofás comodísimos, muy buena
música y un "all you can eat" de Pizza Hut
en el que te puedes poner ciego a pizza de salami y pizza
con salsa barbacoa. En fin, ves que pido poco. Si en el cielo
hay más amigos que el Amigo, estoy seguro de que ambos
nos encontraremos allí, si es que llegamos, claro.
Tío, ya nos conocemos desde hace diez años,
hemos vivido cuatro juntos y ni siquiera abandonando la Obra
nos hemos perdido la pista. En fin, prefiero al Canina de
ahora a aquel con el que hacía la charla en el centro
de estudios. Aunque continúes bloqueándote de
vez en cuando y pongas todavía esa cara de lo que tú
y yo sabemos, haces avances impresionantes. No te puedo ocultar
mi orgullo.
Queridos Orejas de la web, perdonad que lleve tanto tiempo
sin escribir. El celo por mi empresa me consume y me deja
poco tiempo para otras cosas. Pero os sigo regularmente y
muchos textos publicados llenan con frecuencia las tertulias
que nos marcamos unos cuantos por mail en mi "centro"
de ex. Por el momento es un centro virtual, pero el otro día
por mi cumple me regalaron la primera pieza del equipamiento
material: la campanilla del comedor.
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