El
Mundo Interior del Opus Dei
Por el Dr. John Roche, Linacre College, Oxford
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Versión original en inglés: http://www.odan.org/true_roche.htm
La traducción al castellano ha sido realizada con la
autorización de ODAN
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Me hice socio numerario, lo que supone una entrega total,
del Opus Dei en 1959 cuando era estudiante graduado en la
Universidad de Galway. En 1961 me pidieron que fuese a Kenya
a establecer y dirigir el departamento de física de
Strathmore College, una escuela preuniversitaria, que el Opus
Dei llevaba. Poco a poco fui adquiriendo mayores responsabilidades,
me convertí en el responsable de la escuela y director
espiritual de la mayoría de los socios del Opus Dei
relacionados con ella. También organicé la labor
con los socios casados (supernumerarios) del Opus Dei, y creé
un club de bachilleres.
En 1972, después de un corto período en España,
fui a Oxford a estudiar. En Inglaterra me preocuparon cada
vez más las actitudes y actividades del Opus Dei en
Europa. Empecé a escribir un diario y estudié
cuidadosamente los documentos internos del Opus Dei que estaban
a mi disposición. Fui viendo claro que la espiritualidad
del Opus Dei estaba cerrada en sí misma, era sectaria
y totalitaria y que la Obra engañaba a la Iglesia con
respecto a aspectos importantes de su régimen. Durante
el verano de 1973 empecé a escribir un informe interno
acerca del Opus Dei. Cuando supieron de ello en Roma, me pidieron
que interrumpiera el informe y que entregase lo que había
escrito.
Me negué y, después de varias admoniciones
para que retirase mis críticas (no me permitieron ver
las Constitución del Opus Dei para saber cuáles
eran mis derechos), me pidieron que dimitiera del Opus Dei.
Eso ocurrió en noviembre de 1973. Antes de marcharme,
copié o transcribí secretamente cerca de 140
editoriales de "Crónica", la revista interna
más importante del Opus Dei, que constituye la principal
lectura espiritual de los socios del Opus Dei.
Hice varios intentos de llamar la atención de la Iglesia
sobre los peligros del Opus Dei pero no tuve éxito.
En el periódico "London Times" del 16 de
noviembre de 1979 me enteré con tristeza de que el
Opus Dei intentaba adquirir la situación de prelatura
personal. Escribí al "Times" y Clifford Longley,
el corresponsal de asuntos religiosos (un católico),
vino a visitarme y leyó mis documentos. Después
de más de un año de investigación el
"Times" publicó 'Un Perfil del Opus Dei'
el 12 de enero de 1981, donde solicitaba una investigación
sobre el Opus Dei por parte de la Iglesia.
A esto le siguió un gran revuelo en los medios de
comunicación, en el que se le urgía al Cardenal
Hume a realizar una investigación sobre el Opus Dei.
Envié mis documentos al Cardenal, y se anunció
a la prensa que éste emprendería una investigación
informal del Opus Dei en su diócesis. El Cardenal recibió
información sobre el Opus Dei de todas partes del mundo
y el 2 de diciembre de 1981 publicó su instrucción
para el Opus Dei, en la que en efecto le pedía al Opus
Dei: que terminara con sus prácticas de reclutamiento
secreto presionando a jóvenes menores de 18 años,
que no prohibiese a sus socios recibir dirección espiritual
externa a la obra, y también que no evitase que saliesen
de la organización quienes lo deseasen.
El Opus Dei en Inglaterra aceptó públicamente
la instrucción pero en privado criticó y ridiculizó
al Cardenal. Durante los últimos dos años, he
escuchado o me he reunido con muchos antiguos socios del Opus
Dei y padres de socios actuales, que expresaron gratitud y
alivio de que por fin algo se estaba haciendo acerca del Opus
Dei. También he reunido bastantes evidencias documentales.
Trataré de dar un resumen breve de la información
que tengo a mi disposición y proporcionaré documentación
y testimonio.
La prensa mundial a menudo acusa al Opus Dei de ser una organización
política. De acuerdo con su Constitución, la
Obra está muy interesada en las clases gobernantes
y en adquirir influencia política. Pero dicha influencia
no implica una ideología particular. Para ser justo
con el Opus Dei, durante los catorce años que pertenecí
al mismo no detecté ninguna intención política
partidista. Sin embargo, sus socios, comparten unas actitudes
políticas que van de alguna manera implícitas
en la formación que reciben del Opus Dei y que, según
al tiempo y al lugar, les condiciona. Por ejemplo; su anticomunismo
a ultranza, su visión religiosa fundamentalista, sus
empresas multinacionales y su larga afiliación con
las esferas empresariales y militares de España. Por
consiguiente, la Obra se hace muy atractiva para la extrema
derecha. Por su fondo, el Opus Dei parece una organización
religiosa, pero en la forma sigue unas tendencias que no tienen
nada de religiosas y que trataré de describir.
Es fácil dejarse impresionar por el Opus Dei, magníficos
y confortables edificios, ímpetu, objetivos claros,
socios simpáticos y bien vestidos y su aparente lealtad
al catolicismo tradicional. Pero esto es tan sólo una
cara del Opus Dei. Internamente es totalitario y está
imbuido de ideas fascistas que ha convertido en propósitos
religiosos. Ideas que seguramente fueron asimiladas de sus
comienzos en España.
Su espíritu es prácticamente el de una secta:
una ley propia, totalmente cerrado sobre sí mismo,
aceptación con desgana la autoridad de Roma -porque
todavía considera a Roma como ortodoxa y porque, como
organización católica respetada, tiene acceso
a gran cantidad de adeptos-. Su fundador, 'el Padre' J. M.
Escrivá, ya en vida, era objeto de un culto histérico
deliberadamente propiciado por él mismo y por la organización.
Se divulgaban y nos contaban historias -en plan susurrante
y misteriosas- según las cuales tenía apariciones
de la Virgen Maria. Después, el montaje súper
preparado a modo de una coreografía, de sus "tertulias",
y también las publicaciones internas del Opus Dei.
Para ser socio, Escrivá exigía la aceptación
de que "La Obra" le fue revelada por Dios, que la
Obra por consiguiente era 'absolutamente perfecta', y que
él mismo era infalible acerca del 'espíritu
de la Obra.' Es fácil entender cómo un socio
muy antiguo me llegó a decir, en 1973, "que si
tuviese que escoger seguiría al Padre antes que al
Papa", En aquel tiempo, el mismo fundador decía
frecuentemente que la 'Iglesia estaba podrida' y que 'él
ya no creía más en Papas u obispos.'
El Opus Dei tiene una opinión grotesca y mitificada
de sí mismo. El mismo Opus Dei se autocalifica de "eterno,"
"elegido de Dios," "cuerpo místico,"...
Al referirse a "la belleza de la Obra de Dios" dicen
que "es más luminosa que el amanecer, clara como
la luna, brillante como el sol, tremenda como un ejército
con sus estandartes".
El Opus Dei se cree que es el nuevo pueblo escogido, que
su fundador es un nuevo Abraham, y que ha recibido un "mandato
imperativo de Cristo" para reclutar para la organización
al resto de la raza humana, incluyendo a la Iglesia Católica.
No debería sorprender entonces que su meta casi exclusiva
sea su propio crecimiento por medio de influencias religiosas,
políticas y económicas dentro de la Iglesia
y en la sociedad en general, sobre todo por medio de la captación.
Para entender la Obra es necesario darse cuenta de que el
proselitismo es su pasión dominante: "Residencias
universitarias, universidades, editoriales
¿son
estos los fines?
No. Sólo son medios. ¿Y
cuál es el fin? El fin es conseguir el mayor número
posible de almas dedicadas a Dios dentro del Opus Dei".
Cada escuela, club juvenil o centro cultural promovido por
la Obra tiene esta meta como propósito primordial y,
por supuesto, oculto.
Ha desarrollado con éxito una variedad de técnicas
para persuadir a gente joven a que se unan a ellos, técnicas
que están muy cerca de los métodos usados por
las sectas contemporáneas más importantes. El
"bombardeo de amor" es una práctica antigua:
la Obra constituye un mundo, un ambiente total y procura la
alienación gradual de familia, de los amigos y la Iglesia.
Los jóvenes son empujados a hacerse del Opus Dei a
los 14 años y medio de edad y se les impide que informen
a sus padre de la decisión que han tomado. Varios métodos
basados en la "santa coacción" se utilizan
con quienes dudan. Y entre ellos está la "famosa"
recriminación de que "no seguir la llamada de
Dios al Opus Dei puede ser fatal para el alma, supone la condenación
eterna. No seguir la vocación al Opus Dei es un decir
"¡no!" a la voluntad de Dios."
Aquellos que se unen al Opus Dei como "socios numerarios"
son célibes, viven una vida totalmente controlada y
se les hace trabajar sin parar. Cada detalle de su vida está
reglamentado, y están obligados a una obediencia absoluta
a sus directores que son "infalibles"; se les enseña
"a aceptar todo lo que, aún en la propia conciencia,
puede repugnar" y "a ceder todos sus derechos."
Se les dice que "no hay necesidad de pensar porque todo
está escrito", y se usan innumerables otras técnicas
de control mental.
Se les enseña que el Opus Dei es un "organismo
vivo, "que sólo el "todo es eficaz,"
que "nuestro yo ha muerto y nuestro único interés
es el ideal colectivo." No se les permite ir al teatro,
al cine, o a partidos de fútbol, y sólo pueden
ver programas de televisión anteriormente aprobados
y leer sólo los libros y periódicos aprobados
por los directores. La lectura espiritual está confinada
casi totalmente a los escritos del fundador, al que definen
como "doctor de los últimos días de la
Iglesia," y de quien provienen la mayoría de estas
citas. Como resultado, muchos socios se convierten en seres
despersonalizados y estereotipados. Son sombras de su antigua
personalidad.
Los socios son controlados estrechamente en lo económico;
entregan su salario y cuando hacen su testamento, siete años
después de haberse hecho socios, se les persuade para
nombrar al Opus Dei como beneficiario. Se leen sus cartas;
deben asistir a frecuentes clases de formación, deben
hacer la "confidencias" semanal con sus director
y con un sacerdote, están obligados a una obediencia
sumisa. Algunos son presionados, en contra de su voluntad,
a convertirse en sacerdotes. Se les alecciona para que aparenten
ser felices en sus citas o encuentros con otras personas,
a manifestar que son felices por vivir en el Opus Dei, y que
el Opus Dei es una familia maravillosa.
En realidad el Opus Dei es seco, duro y desequilibrado; sus
socios se quedan encerrados en la extraña mentalidad
de su fundador y llevan una vida totalmente aislada de la
realidad exterior. Muchos de los socios son sinceros pero
están mal dirigidos. Cuanto más alto estén
dentro de los cargos de gobierno del Opus Dei, más
reprochable es su conducta. Lo más alarmante es que
los socios están privados de la vida, pensamiento y
protección de la Iglesia debido a la autosuficiencia
del Opus Dei; )por su hostilidad y descontento que el Opus
Dei les manifiesta de casi todo lo que proviene de la Iglesia).
La prohibición que realizan sobre los miembros para
que no hablen, consulten o se confiesen con sacerdotes que
no sean del Opus Dei, es una medida que les resulta eficaz.
También su mentalidad de asedio es alarmante.
El Opus Dei es supervisado internamente por los más
forofos socios "inscritos" que se aseguran de que
no haya críticas en voz alta dentro de la organización.
La crítica interna se suele cortar a través
de la charla confidencial con el directos. Estos también
vigilan que los socios reincidentes sufran la "santa
coacción" para que lleven a cabo las muchas normas
de devoción, y se aseguran de que cualquier desviación
de conducta, del habla o incluso de la forma de vestir, sea
cortada de cuajo por medio de "correcciones fraternas."
Los socios se flagelan a sí mismos, usan cilicios,
las mujeres duermen en tablas, -prácticas que la Iglesia
ya no recomienda-. Algunas veces se critica abiertamente a
los socios de los que se cree que no practican suficiente
mortificación personal, o que no son suficientemente
activos en lo concerniente al proselitismo.
En el Opus Dei abundan las historias sobre las sangrientas
mortificaciones corporales del fundador. A las asociadas no
se les permite visitar a los padres, algunas veces ni siquiera
cuando se están muriendo ni se les permite asistir
a reuniones de la familia de sangre como bodas, bautizos,
cumpleaños, reuniones navideñas..., ni siquiera
pueden dormir en casa de sus padre, causando bastante angustia
y tristeza a sus seres más queridos. A los socios se
les estimula a practicar el "apostolado de no dar,"
que ellos consideran una virtud cristiana, y que en la práctica
significa que no se les permite dar limosna a la Iglesia ni
a los pobres, y no se les permite dar regalos a nadie, ni
siquiera en las bodas de algún hermano, y se les empuja
a cultivar la amistad de los que tienen dinero para obtener
obsequios en metálico. Los socios no tienen vacaciones,
no se les agradece que no las tengan; se les hace trabajar
sin parar, y pronto aprenden que era verdad lo que repetía
el Padre al decir "terminamos nuestra vida exhaustos,
exprimidos." El Opus Dei está también en
contra de lo intelectual y prácticamente carece de
interés en la vida cultural de sus socios. Dentro del
Opus Dei hay ansiedad respecto a todo esto, pero esa ansiedad
no tiene voz. Se practica el secreto interno y externo; a
los socios se les ofrece una caricatura de las críticas
externas. ¡Y esto es lo que el Opus Dei describe a sus
futuros miembros como "vivir como cristianos corrientes
en medio del mundo"!
El Opus Dei es como el mundo de Orwell, donde se emplea mucho
el doble sentido y engaño interno y externo. La imagen
brillante pero engañosa ha sido creada para las posibles
captaciones, para la jerarquía de la Iglesia, y para
la prensa. También se ha creado una auto descripción
para consumo interno -bien resguardada de los oídos
de la Iglesia-, donde se le confieren al Opus Dei todo tipo
de elogios. El lenguaje de las directrices internas, sin embargo,
es duro, y claro y aunque es incompatible con la teórica
y retórica auto imagen que ha hecho el Opus De de sí
mismo, pocos se dan cuenta de ello.
A los socios que critican o se están pensando abandonar
el Opus Dei se les advierte que corren el riesgo de condenarse;
se les miente diciendo que los que salen se arrepienten de
haberlo hecho; se les llama traidores... y si persisten, son
expulsados sin un céntimo. Como resultado de todo esto
hay un gran número de gente perturbada en el Opus Dei
viviendo un tipo de angustia sin salida que sólo una
conciencia religiosa puede experimentar. Conozco varios casos
de virtuales arrestos domiciliarios e interrogatorios, de
intentos de suicidio y quizás de algunos suicidios
consumados. Por otra parte, muchos socios del Opus Dei son
felices con su forma de vida, y el Opus Dei todavía
conseguiría más adeptos si fuese honesto consigo
mismo. Muchos socios tienen un fuerte sentido de grupo y aunque
su pensamiento en muchos asuntos se vuelve estereotipado y
partidista, viven en un mundo de certezas, con un fuerte sentido
de lealtad, fines y mutuo apoyo.
Los que salen son a veces sometidos a una difamación
sistemática, lo que también explica por qué
muchos antiguos socios tienen miedo a hablar. Se habla mucho
del diablo en el Opus Dei; y críticos de la prelatura,
ya sea en el episcopado o entre los laicos, se les acusa de
hacer el trabajo del diablo o de ser marxistas. Con frecuencia
se ridiculiza a la gente, táctica recomendada por el
fundador. Por otra parte, no se utiliza violencia física
en contra de los detractores, algo de lo que tenemos que estar
agradecidos en una época de violencia.
El Opus Dei controla una amplia red mundial de negocios.
Ha llegado a ser enormemente rico gracias a sus "sociedades
auxiliares", que son empresas económicas controladas
por el Opus Dei y administradas por socios laicos. Las actividades
económicas del Opus Dei tienen una historia de escándalos
que reflejan una actitud interna muy débil en lo que
respecta a la ética social. Los socios fueron estimulados
por el fundador a ayudarse unos a otros para lograr "prestigio
profesional, y títulos y honores, y a utilizarlo como
"anzuelo apostólico." El fundador mismo obtuvo
el título de Marqués
de Peralta.
Con el propósito de esparcir "el espíritu
del Opus Dei" por todas partes, luchan por lograr la
amistad e impresionar a católicos influyentes, políticos,
industriales y hombres de Iglesia. Todo esto es llevado a
cabo con la mayor "discreción," y, de ordinario,
sus constituciones prohíben a los socios revelar a
los de fuera que pertenecen al Opus Dei.
El Opus Dei realiza un esfuerzo enorme para difundir a los
medios de información una imagen atractiva de si mismo,
aunque sea falsa. Controla periódicos, revistas, editoriales,
escuelas de periodismo, agencias de noticias, y está
introducio en el cine y la televisión. Muchos de los
socios periodistas utilizan su influencia para difundir su
imagen oficial, suprimir artículos desfavorables, y
persuadir a amigos aparentemente independientes a escribir
cartas "espontáneas" defendiendo al Opus
Dei en un lenguaje estereotipado. En la actualidad el Opus
Dei intenta obtener el control de varias revistas y periódicos
católicos. Pretende "ahogar el mal en abundancia
de bien." Es enormemente tenaz y persistente en todo
lo que se propone.
Es particularmente preocupante el esfuerzo que hace el Opus
Dei para reclutar al clero parroquial, quien desarrolla luego
un comportamiento sectario. Son usados por el Opus Dei como
espías para obtener información sobre el clero
local e inclusive de los obispos, que luego se envía
a Roma. Otra característica alarmante es que potencialmente
el Opus Dei es capaz de perpetuarse a sí mismo. Aproximadamente,
unas tres cuartas partes de sus socios están casados
y han hecho votos. Se les inculca la idea de que pertenecer
al Opus Dei es "más importante que sus esposas
e hijos," y motivan a sus hijos para que se unan a la
organización.
El Opus Dei también tiene obispos entre sus socios.
En 1973 hubo una discusión en el Opus Dei sobre la
posibilidad de un cisma, porque al fundador estaba intensamente
disgustado con el Papa Pablo VI y los efectos del Concilio
Vaticano en la Iglesia.
En la actualidad el Opus Dei está envuelto en la aventura
más ambiciosa de toda su historia. Trata de impulsar
lo más rápidamente posible la canonización
de su fundador para asegurarse respeto para la organización.
Tengo entendido que uno de los Abogados del Diablo en el proceso
es un sacerdote del Opus Dei.
Recientemente logró convertirse en una prelatura personal,
lo que le da independencia de los obispos locales. Pero lo
más fuerte de todo es tratar de conseguir puestos claves
en el gobierno de la Iglesia, -dicen que con las mejores intenciones-,
de un modo parecido a como dominó el gobierno de España
durante los últimos años de Franco. Ser prelatura
personal le permitirá al Opus Dei extenderse donde
quiera ignorando a los obispos locales. Aunque lo niegue,
su historial es pobre en el respeto a la verdad. Sus socios
estarán menos protegidos que nunca por la Iglesia,
y el Opus Dei estará muy cerca de ser una secta. Si
ganase el control de los órganos claves del gobierno
de la Iglesia, el espíritu del Concilio de Vaticano
estaría gravemente amenazado, y lo estaría también
la unidad y la integridad moral de la Iglesia.
Lo que el Opus Dei necesita no es más independencia
sino más control por parte de la Iglesia. Es hora de
que se lleve a cabo una investigación completa de lo
que es, en gran medida, un cáncer en el seno de la
Iglesia.
John Roche
7 de septiembre de 1982
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