MI EXPERIENCIA EN
UN COLEGIO DEL OPUS
Juan G., 19-3-2003
Me llamo Juan y os voy a contar mis experiencias en un colegio
del Opus Dei donde cursé COU, hace ya algunos años
(ocho, concretamente). Los colegios del Opus son fáciles
de identificar a primera vista, ya que presentan una serie
de características comunes. En primer lugar los alumnos
van de uniforme y no son mixtos. ¿Por qué son
mixtos?, se preguntará algún lector. Yo me hice
la misma pregunta y la respuesta que me dio mi tutor me pareció
tan graciosa que la apunté en mi cuaderno. Me dijo:
-"Los colegios mixtos conducen a la homosexualidad y
al caos".
Toda la vida en centros mixtos tan contento y ahora me entero
del peligro que corrí porque me podía haber
vuelto maricón y anarquista. La verdad es que yo me
sentía como una especie de espía infiltrado
en aquel colegio, como un tipo de Antena 3 que se mete con
su cámara oculta en la casa de un traficante de colmillos
de elefante.
Había recibido una educación prácticamente
laica hasta 8º de EGB, a pesar de que aquel magnífico
colegio dependía de los jesuitas. Después pasé
a los Maristas, donde noté un cierto cambio en cuanto
a la educación religiosa, si bien es cierto que todo
su interés era formar "buenos cristianos y honrados
ciudadanos" y de vez en cuando te daban charlas sobre
ética y religión. Guardo un recuerdo entrañable
de los hermanos maristas, eran unos tipos estupendos.
Por supuesto no llegaban ni de lejos al extremo orwelliano
de los colegios del Opus. Hablando de Orwell creo que el fundador
de este tinglado, Monseñorrrr Escribá, había
leído "1.984" y que quería ser como
el Gran Hermano. El que haya leído la novela y haya
sufrido al Opus lo entenderá. Lo de la Neo Lengua lo
copió al pié de la letra... Me parece que me
estoy desviando del tema. Voy a seguir hablando del colegio
donde cursé COU.
La segunda características de los centros "opusinos"
es que el nombre de los mismos casi siempre hace referencia
a árboles o castillos y se escribe todo junto. El mío
era "Entrepinos"; también estaban el "Altocastillo",
el "Entreolivos", etc. Estos centros, según
se me dijo, estaban "influidos de una forma clara e indirecta
por el Opus Dei, aunque no dependían de éste".
Esta forma de jugar con el lenguaje, casi todos los de la
Obra usan las mismas expresiones manidas pero paradójicamente
efectivas, me resultó muy curiosa. Era casi hipnótico,
cuando lo oías una y otra vez (si no venías
advertido como yo, claro). Lo vi en las caras de algunos de
mis compañeros cuando nos leían cosas de "Monse"
como " ¿Adocenarte tú? ¿Tú...del
montón? Si has nacido para caudillo". La verdad
es que este tipo sabe despertar al facha que todos llevamos
dentro. Me vuelvo a desviar del tema...También quisiera
hablar sobre cómo funcionan los clubs, contar la experiencia
de un amigo que acabó de numerario y una anécdota
divertidísima que le sucedió a un tío
mío con Escribá en la Universidad de Sevilla,
pero me parece que lo haré en otra ocasión,
porque tampoco quiero escribir un tratado.
Volvamos a los colegios. En el Entrepinos se organizaban
periódicamente excursiones y acampadas. Bueno, eso
era lo que nos decían, porque luego la mitad del tiempo
lo pasábamos reza que te reza. Todo esto, para un ateo
libertino como yo, era un auténtico coñazo y
una estafa. Se rezaba el rosario machaconamente hasta que
te quedabas zombie y el cura nos daba unas charlas que no
tenían desperdicio. Como bien ha señalado un
periodista en un artículo publicado en esta página,
la filosofía de estos siniestros personajillos era
un refrito nacional-católico, mezclado con un complejo
de inferioridad respecto a los jesuitas, con una dosis de
fascismo lamentable, homofobia, racismo, machismo, clasismo
e integrismo que aplaudiría cualquier talibán
(y permítaseme la expresión). Todo esto viene
directamente de la personalidad psicopática de Monseñor
Beato Sanjosemaría.
Además de los retiros espirituales disfrazados de
excursiones, teníamos la Plática de los Martes,
donde uno de los dos curas del colegio nos lanzaba discursitos
donde escupía una serie de barbaridades tremendas sin
que a nadie le extrañara. Cito algunas a modo de ejemplo,
y me dejo muchas en el tintero, para que el que no conozca
estos centros se haga una idea:
- "Ahora hablan del paro...¿Sabéis por
qué hay paro? Yo os lo diré, porque ahora las
mujeres quieren trabajar. La incorporación de la mujer
al trabajo es una peligrosa amenaza que hay que atajar por
el bien de la economía del país y por el peligro
de desintegración de la familia".
- " ¿Objetores de conciencia? Vaya panda de vagos...el
que no quiere hacer la mili es porque no quiere hacer nada.
A la cárcel con todos."
- "Estoy seguro que todos los socialistas se quemarán
en el infierno".
- "Familia, familia, familia. Orden y disciplina".
- "Nos dicen que en los clubs vamos a captar gente. Eso
es una burda mentira".
Os podéis imaginar lo que era aquello. No quiero pensar
en el efecto que tendrían estas consignas en personas
que llevan años en colegios de este tipo. Se crean
auténticos fanáticos.
Se me asignó un tutor que era numerario y todas las
semanas me tenía que reunir con él. Me preguntaba
por los estudios y si iba a misa. Inocente de mí, le
dije que la misa no la veía ni en la tele. La charla
que me tragué fue de órdago y desde entonces
siempre que me preguntaba, le decía que iba más
a misa que Pitita Ridruejo (y era más falso que un
duro de madera, claro). La verdad es que aquel hombre me caía
bien, aunque me parecía que toda esa amabilidad era
sospechosa. Una vez le dije que me encanta el cine y me contó
que a él también. Me extrañó porque
tenía entendido que los opusinos no van al cine (vaya
a ser que salga una teta en un trailer). Me contó que
lo veía en casa y que tenía un libro muy bueno
que le indicaba qué películas había que
ver. En aquel entonces acababa de ganar el Oscar "Belle
Epoque" y le pregunté si la había visto.
La respuesta fue contundente "el libro lo desaconseja,
la película es una cerdada".
También me dijo que estaba convencido de que a "Monse"
se le había aparecido "en persona" el Espíritu
Santo. Será en paloma, pensé yo. En fin, muy
triste escuchar eso de un hombre de ciencias. Me dan pena
en el fondo los numerarios. Juegan con el complejo de culpa
de la gente y los convierten en borregos al servicio de unas
ideas cuanto menos discutibles. El ambiente represivo del
colegio era evidente, aunque al parecer solo yo y dos más
nos dábamos cuenta, los que veníamos de colegios
"normales".
Ese ambiente represivo, sobre todo en el tema sexual, tenía
un efecto contrario al esperado. Recuerdo que una vez, en
el autobús, que se paró al lado otro autobús
de un colegio de chicas. Me quedé alucinado porque
todos se volvieron locos gritándoles cosas, sacando
la lengua y alguno hasta les enseñó el culo...
Totalmente embrutecidos. La relación con las mujeres
no era normal. Yo tenía amigas desde siempre, igual
que amigos, pero para ellos eso era poco menos que imposible.
Además, resultaba curioso el flujo continuo de películas
pornográficas que circulaba por el colegio. No era
normal que en COU todo el mundo se dedicara a intercambiarse
pelis porno. Era lógico, todo el día hablando
de sexo y al final la gente acababa comiéndose la cabeza.
Recuerdo que una vez fui a casa de un compañero de
clase con unos amigos. De repente nos preguntó: "¿Qué
queréis ver? ¿Español, asiático,
alemán, sadomaso?" Se estaba refiriendo a su colección
de cine porno. No sé si en todos los centros del Opus
se repetía este comportamiento obsesivo - compulsivo
por el sexo, pero lo cierto es que en el mío era muy
significativo. La censura crea monstruos.
Buñuel explica muy bien en su libro de memorias "Mi
último suspiro", el placer que sentía al
pecar porque transgredía la más importante de
todas las leyes, la ley de Dios. Sería algo así,
supongo. Me estoy metiendo en terrenos pantanosos. En fin,
lo que trato de explicar es que si no se tratan ciertos temas
de una forma natural acaban convirtiéndose en obsesión.
Como ya he comentado, en el colegio había dos curas.
Nosotros los llamábamos "El cura bueno" (el
que nos daba las pláticas, imagínense como sería
el otro) y "El cura cabrón" (perdón,
pero es así como nos referíamos a él).
El cura cabrón tenía más peligro que
un mono con una cuchilla. A la más mínima te
daba cuatro voces y te empujaba, o te soltaba un capón.
Estaba todo el día buscando una excusa para ponerse
de mala hostia. Creo que hacían deliberadamente el
papel de poli bueno y poli malo. El caso es que intentaban
por todos los medios hablar contigo para convencerte de que
fueras al siniestro Club. Me acuerdo de los dos encuentros
más importantes que tuve con estos dos personajillos.
Mi tutor, que Alá guarde, concitó una cita con
el cura bonachón. El encuentro fue de lo más
surrealista. Me preguntó, sutilmente, la profesión
de mi padre (mi madre también trabaja, pero eso lo
obvió) y, como quedó muy satisfecho por la repuesta,
me invitó a que lo trajera un día al colegio.
Yo, como quiero mucho a mi padre, no iba a hacerle pasar por
ese trance y pasé de decirle nada. Después me
habló del Club Andévalo y le dije que a lo mejor
en época de exámenes me pasaría, porque
mi hermano pequeño muchas veces no me dejaba estudiar.
Fui al Club. Como anticipo os diré que salí
de allí con el Camino bajo el brazo (joder con la Santa
Coacción, menos mal que no venden enciclopedias). Me
dieron tanto el coñazo para que lo comprara que acabé
cediendo solo para que me dejaran estudiar. Desde luego no
me arrepiento, porque es el mejor libro de humor negro que
se ha escrito nunca.
Después de darme la lata con el Club, me preguntó
si tenía novia. Por aquel entonces acababa de dejarlo
con una medio novieta que tenía y estaba libre como
un taxi con la luz verde. Le dije que le había echado
el ojo a una (que era verdad) y me preguntó si era
piadosa. Yo contesté que sí (para que se callara).
Me dijo "mira lo que vamos a hacer. Le voy a pedir al
Santísimo que te salgan bien las cosas con esa chica.
Después cuando te vea el lunes, te hago una señal,
te guiño un ojo o lo que sea y tu me respondes y me
dices que te ha salido bien". A mi se me olvidó
ese intento tan burdo de mezclar a Dios con mis necesidades
erótico - festivas (que de eso se trataba) y el lunes
de marras, en mitad del recreo, se me puso el cura al lado
y empezó a guiñarme el ojo. Yo pensaba "¿qué
le pasa al tío este?" y lo miraba extrañado.
Él siguió a lo suyo, gesticulando, hasta que
pensé que le iba a dar un ataque epiléptico.
Entonces me acordé de la charla y le dije que no con
la cabeza. Era verdad, no me había comido un colín
con aquella chica. Me miró mal y se fue. Nunca más
volvió a molestarme.
Con "El cura cabrón", la cosa fue distinta.
Estaba yo andando tranquilamente por el pasillo y se me acercó
por detrás y me agarró por el cuello, para que
no me fuera a escapar. "Nunca te confiesas conmigo, pero
hoy va a ser una excepción", me dijo en un tono
que me dio un mal rollo tremendo. La confesión era
tipo test, lo juro. No me preguntó qué hacía
por los demás, si había sido bueno con mi familia
y amigos, que era lo que siempre me decían los jesuitas.
Fue de lo más absurdo, algo así:
- ¿Cuántas veces vas a misa a la semana?
- Una. (mentira cochina).
- ¿Por qué tan pocas?
- ... ( Silencio culpable. ¿Tan pocas? Si supiera la
verdad me inflaba a hostias, vaya carácter que tenía).
- Pues te quiero ver más por la capilla.
- Vale.
- ¿Masturbaciones?
- ¿Perdón?
- Sí, masturbaciones... a la semana.
- ¿A la semana? (qué fuerte era aquello, no
sabía que había que llevar la cuenta).
Después empezó, en el mismo tono de, insisto,
confesión tipo test, con preguntas de una sola palabra
: ¿Revistas? ¿Vídeos?, etc, referidos
siempre a su temido porno. Después más cosillas
como ¿le metes mano a tu novia?, que me dejaron con
una sensación de indignación difícil
de explicar. Me daban ganas de saltar y decirle "padre,
le meto mano lo que se deja y me lo paso estupendamente, el
sexo no es algo sucio, es estupendo. Lo único malo
del sexo es que se tiene cuando uno puede no cuando quiere",
pero, claro, como yo lo que quería era salir de allí
cuanto antes y evitar ser portada de "El Caso" ("
Estudiante de colegio del Opus se traga un extintor"),
aguanté el chaparrón como pude y me fui a jugar
al fútbol.
En fin, esa fue mi experiencia en el Entrepinos, los curas
freakies, los retiros- excursiones, el bombardeo de ideas
parafascistas y el culto a la personalidad (Mao, Stalin y
el Reverendo Moon estarían orgullosos).
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