ES
IMPOSIBLE REFORMAR LA OBRA, NI SIQUIERA INTENTARLO
JESÚS F., 27 de abril de 2005
Después de leer los últimos envíos de
José Carlos e Idiota
sobre las posibles "reformas" al Opus Dei, sólo
me resta comentar lo siguiente: Pienso que se incurre en un
error craso cuando se habla en abstracto de un "espíritu
puro" del Opus Dei.
En primer lugar el espíritu del Opus Dei, en concreto,
está vinculado indisolublemente con la figura y los
escritos de Escrivá. Quien ingresa en el Opus Dei para
vivir su "espíritu", se procura eo ipso un
"Padre", a quien Dios reveló lo que su Obra
debía ser en cuanto a su "espíritu",
su "organización desorganizada" y su "estatuto
jurídico". Justamente porque la Obra fue "revelada"
a Escriba, se vive y se entiende el "espíritu"
cuando toda devoción, meditación y práxis
se realiza en torno de los escritos y la biografía
de Escrivá. Ésta a su vez se graba con fuego
en cada miembro mediante lecturas, películas, relatos
anecdóticos, etc. Ya con el solo hecho de llamar a
Escrivá "nuestro Padre", opino, se crea un
vínculo psicológico que aplasta terriblemente
la personalidad de cada miembro haciéndolo una especie
de infante sumiso. Pero eso deben discutirlo profesionales
de la psicología, yo me declaro incompetente al respecto.
Me sorprende mucho, por tanto, el discurso de un "espíritu
puro" que habría de rescatar mediante reformas
que modificarían la Obra de tal manera que ni el Fundador
mismo podría reconocerla, como bien observa Idiota.
Es imposible, en mi opinión, "reformar" la
Obra, o siquiera intentarlo o proponerlo, si con tal fin se
separa la Obra de lo que su Fundador ha previsto y querido
para ella. Con base en esta constatación primera y
de suma importancia, pasemos a otro punto.
El "espíritu" del Opus Dei no lo definió
Escrivá en abstracto, sino que lo vínculo con
una ascética y con un programa de apostolado muy concretos.
Se acostumbra presentar el "espíritu" del
Opus Dei como centrado en la santificación en y por
el trabajo. Tal es la carnada que desgraciadamente muchos
nos tragamos y otros se siguen tragando. Pero esta manera
puramente verbal de proclamar el "espíritu"
es vaporosa y da lugar a múltiples equívocos:
O bien significa simplemente que el mensaje cristiano puede
ser vivido en el mundo, por laicos, y no sólo en monasterios
(de ser así la Obra con su Fundador, su estructura
y su praxis se tornan superfluos, pues desde su fundación
por Jesús ha habido cristianos que viven como tales
en el mundo, y es concebible vivir como buen cristiano sin
ser miembro de la Obra), o bien significa, como es el caso,
que la realización esmerada del trabajo es medio por
excelencia de santificación.
A mí esta última idea me parece discutible,
desde un punto de vista ético e incluso teológico.
No me parece que ella esté muy distante de ese protestantismo
que hace del exitoso en el campo profesional y económico
un elegido y un predestinado para la salvación. Por
demás, la insistencia en la santificación de
cualquier trabajo, desde el más humilde hasta el más
prestigiado, es solidaria de un castismo y un clasismo incompatibles
con el mensaje cristiano auténtico. Lo siento mucho
por quien no le guste, pero de nuevo la burra al trigo y no
se trata de tópicos simplones: La pobreza y la marginación
cultural no son simples hechos o azares, y mucho menos nos
podemos representar a un Dios que desde la eternidad quiso
a fulanita o sutanita como numerarias auxiliares y a menganito
como magnate o dictador. La conciencia ética es conciencia
social o no es ética y en sentido más radical
la conciencia cristiana es conciencia de solidaridad universal
o no es cristiana. El cristianismo condenó la indiferencia
del fariseo y del escriba que pasaron de largo ante el hombre
que fue asaltado y herido por unos ladrones, y encomió
al samaritano. El cristiano por esencia no puede aislarse
en la conciencia ética individual. Más claro
ni el agua. Léase por favor el excelente libro de De
Lubac: Catholicisme, que al menos tiene el valor de darnos
a qué pensar.
Ahora bien, Escrivá mismo no permitió tales
ambigüedades en lo que concierne al "espíritu"
de la Obra: Poco a poco se le fue "revelando" la
atinencia de que mujeres fueran miembros de la Obra, las figuras
del supernumerario y del agregado, el estatuto jurídico
de la Obra como prelatura personal, etc., etc. Las normas
y costumbres adquirieron formas concretas: Desde la agenda
de jaculatorias, preces, devociones y mortificaciones, hasta
la planificación, muy concreta, de cómo el miembro
laico debe "vivir en el mundo" conforme al "espíritu"
de la Obra.
De entrada, el miembro de la Obra es "obediente".
Por eso los numerarios y agregado no viven, sino que los directores
viven por ellos, y los de "arriba" viven por estos.
El control llega hasta los miembros supernumerarios, como
prueban muchos mensajes, sobre todo los de Marypt,
y cualquier comentario adicional a los mismos viene sobrando.
Es mentira que forme parte del "espíritu"
de la Obra la libertad absoluta en lo que se refiere al ejercicio
profesional y a las cosas temporales. Hay casos crudos de
miembros numerarios que, habiendo estudiado filosofía,
por ejemplo, se les obliga a ser administradores pésimos;
hay casos de algún chico que quería ser músicos
y se le obligó a estudiar filosofía. Hay casos
de quien es feliz en la Universidad y de pronto se le envía
a una escuela primaria. Y es de mal espíritu "desobedecer"
o tratar incluso de comprender por qué tales absurdos
y violaciones flagrantes de la libertad personal. Además,
difícilmente puede tener libertad en lo político,
en lo filosófico y en lo teológico quien recibe
una formación que es en última instancia "adoctrinamiento".
Puesto que hay literatura, filosofía y teología
que no se pueden leer (o si se llegan a leer después
de verdaderas faenas para obtener permiso, es ya con demasiadas
prevenciones), el resultado es un deterioro intelectual que
parece en ocasiones irreversible. La investigación
científica, psicológica, filosófica y
teológica se deben hacer conforme a sus métodos
propios, de frente a las polémicas necesarias, en diálogo
franco y abierto con quien no piensa como uno. Si la Obra
no ha llegado a ser una aristocracia intelectual, es justamente
porque a los intelectuales de la Obra se les ha aislado del
mundo. Por usar una comparación no del todo adecuada:
Una bella partida de ajedrez no la juega uno solo, sino dos.
Quien hace filosofía y teología debe entrar
en contacto directo con el mundo y su realidad, debe dialogar
vivamente con "ateos", "incrédulos",
debe comprender sus argumentos y valorarlos. De no ser así,
se inventa una partida que ha jugado él solo, una vez
con las piezas blancas y otra vez con las piezas negras. Puede
creer, por ciertas verosimilitudes y por que se lo hacen creer,
que ha jugado una partida satisfactoria desde el punto de
vista lógico y estético. Pero se trata de una
ilusión, pues el ajedrez se juega entre dos.
Para cuidar la "castidad" y "pureza"
se han fijado normas según el "espíritu"
de la Obra. Por ejemplo en un obra corporativa los miembros
acostumbran tener secretarias feas por "prudencia".
Estar a solas con una mujer no es posible, se debe guardar
la vista, la administración nunca es vista por ojo
de hombre, etc., etc. En fin, se han ideado tantas cosas al
respecto, que de ser miembro casto del Opus Dei a ser un escritor
de guiones pornográficos no hay más que un paso.
Los extremos se tocan: A un agregado que evita recibir un
beso en la mejilla de una chica que sencilla e ingenuamente
quiere saludarlo (sin saber de las obsesiones de semejante
engendro), humillándola públicamente, no le
debe resultar muy difícil fantasear situaciones absurdas
e inverosímiles que suministran material a los productores
de pornografía. Como si de un beso en la mejilla fuera
a seguir una seducción y un encuentro erótico.
De verdad para película triple XXX.
Para concluir, José Carlos pareciera bromear cuando
con absoluta seguridad (y saltándose olímpicamente
lo ya escrito, repetido hasta el cansancio, e impuesto por
las buenas o por las malas) se pone a distinguir que es "práctica
fundacional buena" y "criterio variable". Pone
como ejemplo de lo último el uso de pantalones entre
numerarias. Digo que pareciera bromear e incluso hacer chascarrillos,
porque no se refiere en ningún momento al origen radical
de esta "costumbre" y de centenares más que
agobian a los miembros. El no uso de pantalones entre numerarias
tiene la misma raíz que la costumbre de hacer dormir
a numerarias en tablas, o que las numerarias auxiliares en
Bruno Buozzi no limpiaran con fregona para que no se delineara
una provocativa y sensual forma de mujer, o que las escuelas
y bachilleratos del Opus Dei no sean mixtos, o que el numerario
o numeraria no puedan ir a fiestas, o que se contrate a una
secretaria fea: Una concepción de la sexualidad que
es no sólo anti-natural, sino contraproducente. Si
las numerarias ahora usan pantalones, se puede decir: "La
excepción confirma la regla". La concepción
de la sexualidad permanecerá invariable, y los métodos
para conservar la pureza es hacer como si el sexo opuesto
no existiera, hasta la extravagancia. Esto es y ha sido la
concreción del "espíritu" de la Obra.
Todo se embona y es parte de un engranaje.
Dejemos pues, de hablar de un fantasmagórico "espíritu
puro" de la Obra. Para conocerlo no hay que separarlo
artificialmente de las normas y costumbres. Más bien
hay que ir de éstas a aquél. El punto de partida
puede ser cualquiera: Desde comer crespillos, la Abuela, el
burrito, la corrección fraterna, las faldas largas
y floreadas, etc. Pero por favor, basémonos en lo concreto
sin echar a volar la imaginación.
Hay que ser congruente, si se quiere defender el Opus Dei,
se defiende entonces con todo lo que le pertenece por esencia,
o se espera uno a que le sobrevenga la inspiración
y se funda entonces una nueva institución.
Arriba
Volver
a Tus escritos
Ir
a la página principal
|