EN
EL PRINCIPIO FUE LO INSTITUCIONAL
E.B.E., 23 de febrero de 2005
Desde hace unos días se ha planteado una discusión
que me parece muy interesante. Me refiero a lo que viene diciendo
Ana a partir de lo que dijo Jacinto
y de lo que acotó Aquilina.
Más allá de buscar "quién tiene
la razón", más allá de cómo
exprese cada uno su punto de vista, me parece interesante
el planteo que hay detrás de la discusión, planteo
que no alcanzo a ver del todo claro pero que me parece es
interesantísimo y espero poder expresar.
Lo que yo veo que propone Ana es dejar de plantearse la existencia
de "una Opus posible", esto es, si existió
una Opus "antes" (en el pasado) o si existirá
después (si hubiera reformas y la Obra "volviera
a su cauce", por ejemplo).
Creo que el tema que plantea Ana es, por decirlo de alguna
manera, que "nunca hubo una Opus legítima y honrada"
sino que el fraude estaba implícito desde el comienzo,
por lo cual no se puede hablar realmente, en sentido propio,
de "todo lo bueno que aprendimos en la Obra", por
ejemplo. "Todo lo bueno" habría sido también
un producto premeditado, a los fines de que la simulación
fuera completa. "Todo lo bueno" sería, en
definitiva, "el anzuelo" o "un medio"
(de hecho, en la Obra todo es "un medio" para otra
cosa), siempre hablando desde el punto de vista corporativo,
no de las personas individualmente, que pueden tener sus propios
puntos de vista, aunque sean acotados por el "institucional".
O sea, todo lo bueno vendría a ser una excusa para
tapar o permitir todo lo malo y no al revés (como a
veces se puede creer, que lo malo es necesario para producir
lo bueno). Esto me recuerda a ese escrito que se titula «Lo
bueno no es novedoso y lo novedoso no es bueno».
Jacinto por su parte -sintetizo yo- traía a colación
cómo la Obra se había convertido en "lo
institucional" y las personas que optaban por "lo
teologal" terminaban afuera, llevándose así
"el ambiente" que no podían lograr adentro.
El tema sería preguntarse si alguna vez la Obra fue
"teologal", porque si no lo fue, lo que dice Ana
y lo que dice Jacinto -pienso- no se contradicen para nada
sino que se complementan.
Cada vez más, tiendo a creer que la Obra nunca fue
"teologal" sino que nació "institucional".
Si bien en un aspecto es un "alivio" pensarlo así
-porque aclara bastante las cosas-, en otro sentido resulta
ser una verdadera pesadilla de la cual es difícil despertar
-pues cuanto más "claras" quedan las cosas,
más incomprensibles resultan a la razón, más
insoportables se vuelven, más escandalizantes-. Uno
puede sentir, en ese momento, la tentación de "aflojar"
la rigurosidad del análisis para despertar de la pesadilla
admitiendo que la Obra «fue o será» teologal
en algún momento y así escapar del "callejón
sin salida". No es la única manera ni la más
conveniente, pero es la más inmediata, la más
fácil aunque no necesariamente la más verdadera.
Y ahí es donde, entonces, creo que está planteada
la discusión: si la Obra fue alguna vez "teologal".
Es comprensible que haya respuestas muy diferentes -y hasta
encontradas- según sea el deseo que uno tenga, la "fantasía"
que uno elabore en la imaginación (al menos mientras
no contemos con datos de la realidad que aporten pruebas fehacientes
a favor o en contra, especialmente mientras la Iglesia no
se pronuncie a favor o en contra del carácter "revelado"
de la Obra, lo cual es fundamental para el carácter
"teologal" que detenta desde un principio). Y también
es comprensible que haya respuestas muy diferentes según
sea la "necesidad de conciencia", pues para algunos
la idea de una "Obra posible" es insoportable mientras
que para otros lo insoportable es que la Obra sea un callejón
sin salida. La Obra como tal es especialmente un problema
de conciencia, y cada conciencia reacciona de manera diferente.
Es comprensible que algunos deseen algún tipo de redención
de la Obra mientras que otros deseen su condena total. Ninguna
posición es mejor o peor a priori. Cada una puede tener
su justificación en la evidencia de lo vivido personalmente
o en los deseos de mejorar algo que hoy no es digno de alabanza.
A mí me resulta difícil pensar que alguna vez
la Obra fue "teologal". Es como convencerme de que
una empresa fue alguna vez rentable cuando desde hace mucho
cuenta con una deuda gigante que aumenta de manera sistemática
y planificada (que además niega y oculta cuanto puede).
No es fácil explicar cómo un sistema que vive
"endeudándose" (en concreto, usando y descartando
personas sin "dar cuenta" por ello) alguna vez produjo
ganancia legítimamente (esto es, vocaciones libres
y duraderas), cómo un sistema que es un fraude alguna
vez fue honesto.
La "deuda externa moral" que ha contraído
la Obra con las personas que pasaron por ella y "lo dejaron
todo" es astronómica. Primero tiene que saldar
esta deuda antes que plantearse su "divinidad" y
su carácter "extraordinario". En este sentido,
la Obra debería llamar a "concurso de acreedores"
urgentemente. Pero lo que adeuda es precisamente lo que no
tiene para devolver: moral. Pero lo más grave es que
el "respaldo moral" lo dio la Iglesia y entonces
será ella quien deba responder por la Obra.
Toda la Obra fue para mí una gran "sub conditione"
teológica constante durante el tiempo que estuve en
ella: la Obra era admisible en la medida en que se cumplieran
ciertas condiciones, en la medida en que "en última
instancia" todo aquello fuera de Dios, aunque no se entendieran
mucho "las primeras instancias". Hoy sólo
puede salvar a la Obra el que la Iglesia defina a esa institución
como producto de una revelación divina (y a continuación,
dé un par de explicaciones porque, si no, va a provocar
un pequeño gran cisma, pues la Obra ya no sería
solamente la primera prelatura personal de la Iglesia sino
también la primera institución revelada por
Dios luego de la misma Iglesia: más que nunca sería
una Iglesia dentro de la Iglesia).
Saludos,
E.B.E.
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