LA
DIMENSIÓN HUMANA DE LAS COSAS
QUIVI, 12 de octubre de 2005
De vez en cuando se escuchan cosas sobre la maldad o bondad
de la Obra, no quiero entrar en muchas disquisiciones, sino
que cada uno se haga la idea que prefiera y solo relataré
una anécdota vivida personalmente.
Estaba viviendo en un centro y se me hizo la idea de que
si el amor a la familia era el 4º mandamiento por qué
no ponía algunas fotos de mi familia. Estos se portaban
maravillosamente conmigo y era además de lo que siempre
es una familia, para mi en aquel entonces, un tema de gratitud.
Así que, aprovechando unos regalos de unos preciosos
marcos de fotos que ellos mismos me habían hecho por
su propia iniciativa, puse unas fotos sobre la mesa de mi
habitación.
No tardó mucho tiempo antes de que el director apareciese
a recordarme que no debe haber fotos personales en la propia
habitación (y yo pregunto, entonces ¿dónde?).
Como ya me lo esperaba aguanté el chaparrón,
pero seguí sin quitar las fotos. Debo decir para añadir
circunstancias que nadie excepto yo, las numerarias auxiliares
que entrasen a limpiar y alguien de la misma residencia que
viniese a verme (esto solo pasaba alguna noche, también
fuera de ley, por aquello del tiempo de la noche) podía
entrar en esa habitación, que estaba en zona «reservadísima»,
aunque nunca he sabido bien por qué.
El director volvió a la carga en sucesivas intentonas,
hasta terminar sentándome en dirección y conminándome
a retirar las fotos... Después de tanta presión
así lo hice, pero no retiré los marcos, así
que quedaron sobre mi mesa unos 5 ó 6 marcos sin foto.
Así estuvieron mucho tiempo, hasta que dejé
aquella habitación. Ese vacío doloroso se me
ha quedado grabado, y es como el símbolo de haber retirado
a mi familia tantos años de mi vida... algo que no
ha quedado sin consecuencias, como todo lo que hacemos.
Un abrazo cariñoso a todos y no perdamos la dimensión
humana de las cosas...
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