DE
LO PARTICULAR A LO GENERAL
Sara, 18 de enero de 2004
De lo general a lo particular, y de lo particular a lo general.
Que argumento tan fácil en el que refugiarse cuando
se quiere negar lo obvio. Infinidad de testimonios particulares
que aparentemente no deben ser considerados al realizar un
juicio, porque no es correcto generalizar desde algo particular.
¿Pero tantas y tantas y tantas particularidades no
significan nada? ¿Nada de nada? No sé, es un
argumento que los defensores de la Obra que aquí escriben,
no cesan de esgrimir, porque dicen que a ellos esas particularidades
no les han ocurrido. En fin, no quiero meterme en más
discusión, porque al fin y al cabo tampoco tengo personalmente
ninguna experiencia dentro de la Obra, únicamente mis
4 años de BUP y COU en un colegio de fomento.
Muchas veces, cuando leo testimonios y escritos en esta web,
me acuerdo de aquellos años, y me vienen a la cabeza
muchos recuerdos, buenos y malos. La verdad es que prácticamente
solo traté con numerarias, aunque si lo pienso es lógico..
siempre me colocaban en clase con mi pupitre pegado al de
alguna numeraria. Durante un curso, recuerdo que me colocaron
en la última fila, al lado de una de la casa
con la que pasé unos ratos muy divertidos. ¡Era
la monda!, disfruté muchísimo.. tenía
la libertad que te otorga la última fila, y una gamberra
al lado con la que me moría de risa. No llegó
a utilizar un proselitismo descarado conmigo, para entonces
ya debían saber que por la vía directa no iban
a entrar en mi cabeza, pero sí me iban indirectas de
vez en cuando. Pero, la verdad, no recuerdo estar incómoda
con ella. Éramos las dos apasionadas de la lectura,
y recuerdo que siempre leíamos a escondidas en clase
de filosofía, -yo novelas, y ella lo que le permitiesen-,
y las dos nos avisábamos si veíamos que la profesora
se acercaba peligrosamente. No tengo ni idea de lo que habrá
sido de ella. Si ya no sigue en la Obra, espero que su salida
fuese lo menos dolorosa posible, y si sigue dentro, espero
que sea muy feliz.
Otro recuerdo que me viene fue la muerte de una compañera
de clase, y cómo aquel tema se utilizó, burdamente
a mi parecer, para meternos miedo en el cuerpo, miedo a Dios.
Recuerdo a la profesora como si fuera ayer: .. y recordad
que mañana os podría pasar esto a cualquiera..
y si no estáis en gracia de Dios podríais ir
al Infierno.. ¡¡MAÑANA PODRÍAIS
ESTAR EN EL INFIERNO
!! Yo la miraba con cara de póquer,
y por dentro pensaba: esto es demasiado, se están pasando..
pero luego una vocecita hablaba en mi cabeza y decía..
¿y si es verdad? ¿Y si tiene razón? La
cuestión es que por esto, y por muchas otras cosas,
cuando asistía los domingos a la misa del pueblo miraba
hacia el altar y recordaba con mucha nostalgia los tiempos
en los que, aquel sacerdote que daba la misa, con tanto cariño,
me preparó para la Primera Comunión, en un sentimiento
de amor a Dios, no de miedo a Dios...
Recuerdo que en los últimos días de colegio,
en mi último año allí, se organizó
un retiro para toda la clase, al que se suponía debíamos
asistir todas. Yo me resistía a ir a retiros, y como
yo dos compañeras más de clase. Así que
a las tres nos metieron en una habitación sombría,
y volvieron a sacar el dichoso tema de nuestra compañera
tristemente fallecida, en un ambiente oscuro, utilizando voces
afectadas y tenebrosas, vaticinándonos los mayores
desastres si no poníamos en orden nuestra conciencia,
nuestra alma, mediante la asistencia a dicho retiro. Es decir,
si no es por las buenas, pues será por las malas. Fue
el sumum, ahí me di cuenta de que aquello no tenía
razón de ser. Tuvieron éxito con una de nosotras
tres, pero la otra compañera y yo al final no asistimos.
Recuerdo con que cara nos miraban las profesoras que nos habían
arrinconado y amenazado con los peores castigos infernales
cuando aparecimos en el colegio el día en el que toda
la clase estaba en una maravillosa casita en el campo haciendo
el retiro. Eran miradas de asombro, y a la vez de desesperación.
En fin, esto que cuento puede ser considerado como historias
superficiales y sin ninguna importancia real. Pero yo lo veo
como casos particulares de manipulación de conciencias
a menores de edad. Es curioso, al cabo de unos años
llegó a mis oídos el reconocimiento de gente
que dirigía el colegio unos años después,
sobre que, en aquellos años, las cosas no se
hicieron bien en el colegio. No sé exactamente
a qué se referirían, pero está claro
que lamentaban algunas situaciones, verdaderamente escandalosas,
que yo misma presencié. La más grave que yo
recuerdo fue la manera de inducir una depresión brutal
en una de mis compañeras de clase. Es verdad que en
este caso, personas de la propia Obra reconocieron que esas
no eran maneras de hacer las cosas. Reconocieron, en definitiva,
el fallo humano. Y queda claro que hablo desde mi experiencia
particular, en un colegio concreto, y sé que no en
todos los colegios de la Obra las cosas serán así.
Pero yo tengo una cosa muy muy clara, ningún hijo mío
asistirá a un colegio que tenga la más mínima
relación con la Obra. Por si acaso.
Aunque mi reflexión final es positiva, y es que creo
que debo estar agradecida ante esa actuación por parte
de aquellas profesoras, numerarias la mayoría, porque
si hubiesen sido más sutiles, más normales,
quizás hubiesen despertado mi vocación.
Y si me hubiese visto sometida a las presiones que muchas
personas cuentan aquí, no creo que hubiese tenido la
fortaleza psicológica de aguantarlas.
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