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DAÑOS COLATERALES DEL OPUS DEI

C.de C., 21-6-2003

Me gustaría que se oyera la voz, no de los ex, sino de los afectados por los daños colaterales en el funcionamiento de la Obra. Porque aunque yo nunca pité -ni ganas tuve siquiera-, el Opus Dei marcó –y marca- mi vida por completo.

Y mira que intento desde niño alejarme de ese mundo. Pero no puedo, porque mis padres son los dos del O.D., dos hermanos –el mayor y el pequeño- son supernumerario uno y numerario otro, y pese a mi forma de ser –menudo sinverguenza estoy hecho-, mi vida, repito, sigue marcada por el dichoso Opus de las narices.

Y desde que leo ésta web, me está entrando pánico porque uno de mis tres hijos está en un colegio de Fomento. Los otros dos, no. A los dos los saqué hace años, pero el mediano no quiere irse del de Fomento. Y me están dando escalofríos al pensar lo que debe de tener que estar aguantando el pobre.

A mí, gracias a Dios, no me pilló el colegio porque iba un curso mas arriba que la primera promoción, y por eso estudié en colegios normales...y cuando mis hijos eran pequeños, de lo pelmas que se ponían / ponen mis padres con el tema, negocié llevarlos mientras que era mixto –preescolar- y luego los iba cambiando a otros colegios, pese a los enormes mosqueos de mis padres cada vez que sacaba a alguno.

Pero el mediano dice que no quiere dejar a sus compañeros del cole. Pobre chaval. Porque debe de flipar con el contraste. La caña que le deben de dar ya, y en casa lo que ve es a mí, que soy un ex politoxicomano, ...que no tuve padres “normales” como tiene todo el mundo.

Mis padres, pese a que los quiero muchisimo, y son unos santos, pusieron a la Obra por delante de su propia familia, y así salimos el montón de hijos que tuvieron: todos a tratamiento con psiquiatras: unos por problemas con el alcohol –2 están con eso- , otro por temas de drogas –yo-, y el resto por depresiones –también el supernumerario y el numerario-. Y para colmo, me pasa como contaba uno con mucha gracia en un mensaje que leí aquí: que está el tema de la herencia. Porque mis padres están muy forrados, y claro, yo no soy tonto, y si quiero seguir viviendo sin pegar un palo al agua, a mis mas de 40 años tengo que seguir mintiendo a mi madre y a mi padre diciendo que sí, que voy a misa todos los domingos (ni me acuerdo la de años que hace que no voy), que bendigo la mesa y lo que haga falta con tal de no tener que recibir ¡otra vez! el slogan del tema puntualmente tratado.

Ya sé que suena muy mal ésta hipocresía mía, y que lo digno y viril sería seguir mis ideas y salir adelante con un trabajo honrado... pero si os digo la verdad, a mi eso de que el trabajo santifica me parece una mamarrachada. ¿Para qué voy a trabajar sí nunca ganaré ni 1/100 de lo que me toca con la herencia?

Son cerrados como piedras –no mis padres, pobres, en el fondo ellos no tienen la culpa; la culpa es de los del O.D., que son quienes dan las consignas sobre lo que se debe hacer, decir, pensar- y eso provoca muchos problemas familiares. Las que arman como alguno no se case, o algún nieto no haga la comunión... nos tienen a todos fingiendo y todos los años toca algún bautizo o comunión. Y ya verás cuando algún nieto, que ya los hay bastante creciditos, se ponga a vivir con su novia o algo así. Son capaces de dejar de hablar conmigo o con alguno de mis hermanos si no nos casamos por la iglesia y todas esas cosas, y no se acaba nunca, ahora los que tienen que ir por el buen camino, son los nietos. Es prácticamente imposible llevarse bien con ellos por culpa de su fanatismo con la forma de vivir según el Opus way of life. Y mira que les quiero, y ellos a nosotros, pero es como un muro, una barrera que pone el O.D. entre ellos y nosotros, sus hijos.

Son los daños colaterales.

En mi caso, ya veis el resultado: somos ocho, y todos a tratamiento psiquiátrico

Eso si, cara al exterior somos una familia modelo, nos llevamos muy bien, y nos tenemos ese tipo de relación que se crea en las cárceles entre compañeros de celda.

Hace poco, al cumplir las bodas de oro, hasta fuimos a Roma todos juntos a ver al Papa y al Padre actual, D. Javier Echevarría. Hacia 25 años, habíamos hecho lo mismo -estaba Alvaro del Portillo- ¡Menudo palacete tienen!

Al del Portillo no lo recuerdo muy bien, solo la impresión que me causó ver cómo mi padre se abalanzaba y arrodillaba para besarle el anillo. Nos regaló unos rosarios –serán tacañetes, con la de kilos que les lleva dados mi padre, y de regalo un rosario de los baratos...- y caramelos a los dos pequeños.

Tengo mucho más fresco el recuerdo de la audiencia con el Excelentisimo Alteza Real Don Javier Echevarría. Me recordó el pompo y bombo que se daban en las novelas de la época de los Borgia, con tanto preámbulo, que si la secretaria, el ayudante, ... como si estuviésemos a punto de ver no al Papa, al mismo Dios.

Primero, una hora esperando en una sala de esas tan típicas con la mesilla, las sillas tipo “confidencias” y montones de revistas y folletos desperdigados por todas partes. Luego llega una señora, y nos dice desde cómo tenemos que saludar, que no hablemos -sólo si nos pregunta-, que no nos sentemos ninguno en el super sillón, que ése era su sitio, y no sé cuántas instrucciones más nos dio la moza esa.

Y luego de esperar en otro sitio distinto mas tiempo, apareció ¡oh la la! con aires de gran faraón el Padre en persona, ofreciendo su anillo para que lo besáramos -cosa que yo, por cierto, no hice; tuve miedo de caerme al suelo si andaba haciendo malabarismos-. Le debimos de caer algo mal. Bueno, y no me extraña, ya que mis dos hermanos con problemas de alcohol estaban algo chispas, y yo me había colocado con una planta de efectos alucinógenos –de ahí el miedo a perder el equilibrio-, por lo que se encontró con caras que no eran de éxtasis por verle a él precisamente.

Y como tonto no es, nos caló a la primera, y se le notaba incómodo. Tuvo un detalle muy feo: mi madre, le solicitó, al despedirnos, que pidiera por sus intenciones esa noche al rezar, pero él dijo que nones, que ya rezaba todos los días por todos sus hijos. ¡Pobre mi madre! ¡Con lo fácil que hubiera sido decirle “si, hija mía, cuenta con mis oraciones de hoy” o algo así, va y le pega un corte bien pegado, como venganza –me pareció a mí- a las risitas y miraditas que los tres hermanos “colocados” estábamos haciendo de forma tan irrespetuosa . Nos regaló los rosarios y en 5 minutos nos despachó que seguro que tenía que hacer cosas importantísimas como ir a pegarse una buena cena o yo que sé.

Recuerdo que mi hermano -el del alcohol-, cuando una auxiliar nos devolvió los abrigos después de la audiencia con el "Padre" va y me dice a voces: "Oye, mira bien los bolsillos que igual te falta algo je je", mientras él contaba las liras por si le habían metido mano en la cartera juas juas.

Pero esas pequeñas risas, no compensan una vida marcada por esa rigidez, ese despotismo, eso que todos conoceis mucho mejor que yo...

En fin, si mis padres no hubieran conocido nunca al Opus, a lo mejor no estábamos los 8 pagando psiquiatras para intentar "arreglarnos".

Y nada mas. Gracias por vuestro esfuerzo manteniendo este foco de verdades, y aqui queda el testimonio de un afectado por daños colaterales.

C. de C.

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