EL
CULTO AL SUFRIMIENTO
Y EL PRESTIGIO DE LA OBRA
M. de A., 22 de octubre de 2003
Dice una numeraria de Venezuela en la correspondencia del
20-X-2003:
"El cilicio y o disciplina es algo personal y privado
de la obra que no se debería estar publicando en
páginas de Internet y generar dudas en personas que
no lo entienden bien, porque podría entenderse como
masoquismo, lo cual no lo es, porque dícese de masoquismo
al disfrute del dolor, lo cual esto no lo es. Es un instrumento
que se coloca 2 horas diariamente de manera de ser personas
mas recias, mas fuertes, y nos mortificamos, es un pequeño
sacrificio que ofrecemos por alguien, aunque duele y molesta
Dios sufrió mucho por nosotros, ¿Qué
nos cuesta a nosotros ofrecerle eso pequeño? Y la
disciplina es una vez a la semana durante una corta oración."
¿Así que lo del cilicio y la disciplina no
debería publicarse en Internet por que podría
generar dudas? ¡Mirá vos qué bonito! Después
se ofenden cuando les decimos que hacen ocultamiento de lo
que verdaderamente pasa dentro de la Obra... ¡pruebas
al canto! como dicen los abogados. ¿Así que
la gente no debe enterarse que se auto flagelan a diario y
se azotan el trasero "al aire" mientras rezan una
vez a la semana? OHHH! Cuidado, no sea que de ese modo pesquen
menos gente este año, las niñas podrían
asustarse y perder "la vocación". Viene bien
recordar la cita del Evangelio que Solo la verdad, os
hará libres ¡cuanta más verdad se
sepa mejor! De ese modo quienes ingresen a la Obra, sabrán
bien a qué atenerse y qué reglas deberán
cumplir.
Y en cuanto a que no lo podemos entender, me parece un acto
de soberbia muy digno de "los de adentro". ¿O
es que solo los "elegidos de la obra" ENTIENDEN?
La autoflagelación fue eliminada de todas las ordenes
religiosas hace muchísimos años (solo las carmelitas
usaban el cilicio muy esporádicamente, y no sé
si en la actualidad lo hacen) por considerar que todo daño
que uno se provoca a sí mismo, es una falta de respeto
al propio cuerpo que debemos cuidar y mantener saludable por
ser un don de Dios. Al lastimar el cuerpo también estamos
lastimando al Señor, nuestro hacedor.
Y en cuanto a que sirve para ser personas mas recias
y mas fuertes es una muestra de inconsistencia y debilidad.
No se necesita lastimar el cuerpo ni generarse sufrimiento
para ser fuertes y "recias" ¿acaso creen
que allá en el Cielo tendrán un lugar especial,
un Cielo de primera clase con servicio cinco estrellas
por haberse reventado el cuerpo hasta sangrar?
Dios es nuestro Padre y como hijos nos ama, lo único
que nos pide es vivir conforme a sus enseñanzas con
amor y con alegría ¿cómo? Como buenas
personas: buenos padres, buenos esposos, buenos hijos, buenos
compañeros de estudio o trabajo, buenos ciudadanos,
buenos amigos; ser piadosos, solidarios, ver la imagen de
Jesús aun en aquellos que no tragamos tanto
y aun en medio de los sinsabores de la vida mantener el humor
y la sonrisa. ¡Sonríe, Dios te ama! decía
hace unos años un mensaje por televisión. Y
cuando nos toque llegar a El nos recibirá a todos sus
hijos con el mismo amor e infinita misericordia. El Cielo
no tiene ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda,
todos somos hijos y hermanos en el Señor.
Una persona se hace fuerte y sólida (lo de recia no
va, significa dura, áspera, violenta) en sus convicciones
cuando transita por el camino de la vida, cuando vive lo cotidiano
con entusiasmo y con alegría, cuando sabe enfrentarse
a la adversidad con Fe, entereza e inteligencia, cuando piensa
y forma su criterio para ser ella misma sin dejar
que le vendan un buzón ni le hagan daño. No
me extraña esa forma de enfocar la vida espiritual
de una numeraria porque el culto al sufrimiento
es parte de lo que allí dentro se les enseña.
Tampoco me agrada la defensa del prestigio de
la institución como justificativo de andar tan bien
arregladas. ¿cómo van a predicar entre los humildes
vestidas de marcas famosas? ¡y me consta que lo hacen!
Uno de los doctores de la Iglesia y mi santo devoto, San
Antonio de Padua, nació rico y noble; y se hizo el
más pobre entre los pobres vistiendo sandalias y túnica
de tela rústica para llevar consuelo a los afligidos,
para evitar que los usureros se quedaran con casas y mujeres
de sus deudores, para evangelizar enseñando a leer
y a escribir a los mas humildes para que abrieran los
ojos y nadie se aprovechara de su ignorancia. San Antonio
hablaba de Dios, de Jesús y de Maria con una retórica
maravillosa pero al mismo tiempo simple, para que la Palabra
llegara hasta los mas iletrados. Por eso fue elevado a tan
alta dignidad dentro del santoral, por su sabiduría
y generosidad, por ser un ejemplo de desprendimiento y de
amor al prójimo, por llevar la Palabra del Señor
con fuerza y con alegría. Antonio de Padua, divino
y santo, no tenía en su mente la palabra prestigio
ni le importaba presentarse con su ropa casi harapienta en
las casas de los burgueses para defender la honra y la dignidad
de los pobres ¡El llevaba bien alto el nombre del Señor
y nada mas le hacía falta!
He ahí lo mas difícil y la verdadera mortificación:
desprenderse de las frivolidades del mundo exterior para vivir
a la luz del Evangelio, a imitación de Cristo (humilde
hijo de carpintero de Nazareth) como lo hicieron Antonio y
otros tantos santos amorosísimos que ruegan por nosotros
al lado de nuestro Señor.
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