LAS
CONTRADICCIONES DE LA OBRA
SATUR
Enviado el 14-6-2003
Pertenecí como numerario cerca de treinta años.
Ciertamente la obra tiene unas contradicciones asombrosas,
y a una de ellas quería referirme (¡se podrían
tratar de tantos aspectos!). Y es que cada vez que vives en
un centro, o acudes a un curso anual, o a un curso de retiro,
o vas a una convivencia, cuatro señores - el director,
el subdirector/es, el secretario y el sacerdote- hablan de
tu vida, sobre lo humano y lo menos humano, sobre lo anecdótico,
y lo más íntimo, ya sea afectivo, familiar,
profesional, sexual, apostólica... incluso en materias
tan estúpidas como la manías de cada cual, modos
de vestir, de decir, o de reír.
Y, claro, resulta que cuando llevas treinta años allí
saben de tu vida cienes y cienes de personas. En mi caso calculo
(viví en ocho centros diferentes, treinta cursos anuales,
treinta cursos de retiro, convivencias ni se sabe...) que
me conocen unas 600. Y tiro por bajo (no cuento los oficiales
de delegación y adláteres que leen los informes
que se envían desde los centros, convivencias y cursos
anuales).
Te quedas asombrado cuando en un curso anual le comentas
a tu director, un pipiolo que llevaba en Roma no sé
cuantos años, que te gustaría irte a la ciudad
más próxima para ver tías, perderte por
las calles y con ganas de desfasarte. Y el tío se te
queda contemplando como Juana de Arco mirando un mechero,
y te pregunta que cómo es que tengo esas ansias, y
yo, pues que me dan de siempre y le cuento un poco de mi vida,
para centrar al chico.
Y entonces va al Consejo Local y al día siguiente
me llama y me mete un paquete sobre la mortificación,
la perseverancia, y la puta Ramoneta, que me deja planchado.
Yal día siguiente me viene un director de la delegación,
y me suelta "pero tú, ¿para que le cuentas
tu vida pasada a fulano?". Y yo, pues porque así
me lo han enseñado. Pues muy mal, me dice el prelatureitor.
Y yo, alucino. Fue mi último curso anual.
Estuve de director y subdirector en varios centros, y no
se me olvida la primera vez que asistí a un conselo
local; recuerdo que era muy amiguete de uno del centro, un
tipo realmente majo, y cual es mi sorpresa cuando al hablar
de él suelta el que llevaba su charla "se ha vuelto
a masturbar en el portal". Yo me puse rojo como un tomate.
Y al ver mi cara me explica que el chico, tenía vientiun
años, los domingos se iba al portal de una casa perdida
de aquella ciudad y, venga, a darle. Aquel día perdí
la inocencia, y poco después la vergüenza, y me
convertí en uno más.
Sé que la anécdota es fuerte y puede herir,
pero estoy con los que piensan que en sí mismo el opus
dei tiene la semilla de la perversión en la formación
y dirección de almas, que la transmisión de
los modos es por vía oral y eso hace mucho daño,
y que, además, cuando los años y la experiencia
te hacen más prudente te cambian y ponen a pipiolos
sin más criterio que el entusiasmo, que vuelven a caer
en los mismos errores. Este año han cambiado a cientos
de directores de delegaciones y han movido muchos centros
por esa razón: buscando prelatureitors dispuestos a
todo, menos a pensar.
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