CARTA
ABIERTA DE SÚPLICA
TERPSÍCORE, 14 de septiembre de
2005
AL OBISPO DE LA DIÓSESIS
DE CARLITA. A SUS DIRECTORAS
Se me llenaron los ojos de lágrimas al leer el correo
de Carlita
de esta semana. No me veo capaz de contestarla a ella directamente,
pues no creo que sirva de nada. Es una sensación de
impotencia terrible a la que sólo encuentro escape
mediante esta carta abierta de súplica.
Súplica, en primer lugar, a cualquier Obispo que nos
lea en Opuslibros o a cualquier sacerdote diocesano que, a
su vez, tenga acceso a algún Obispo Diocesano o alguna
Conferencia Episcopal. Ayuden, por favor, a Carlita y a todas
las Carlitas que en este momento están
sufriendo en el Opus Dei.
Ojalá conociera yo la diócesis desde la que
escribe Carlita. Ojalá pudiera mostrarle su carta al
Sr. Obispo. Ojalá lea la
carta de ella. Ojalá lea la mía.
Sr. Obispo, con toda la veneración y respeto que le
debo, le suplico que lea la carta de esta joven de 16 años
de su diócesis que está sufriendo tanto en estos
momentos. Lea cómo esta adolescente busca sinceramente
la voluntad de Dios. Lea, Sr Obispo, cómo ella misma,
inocente víctima de una consciente y culpable ocultación
del derecho de la Iglesia, se autodefine como numeraria,
cuando el Opus Dei y Usted saben que no puede ser numeraria
ni comprometerse como tal en ningún aspecto,
ni ascético ni de formación ni de entrega material
antes de los 18 años. Sr. Obispo, se lo suplico con
lágrimas en los ojos, intervenga por favor, agarre
los estatutos
de Opus Dei, a los que usted tiene acceso y hable
con las superioras del Opus Dei que han presionado a esta
niña y asegúrese de que vuelve la paz a su alma.
Sr. Obispo, Carlita es una de las almas mejor dispuestas
de su diócesis. A sus 16 años está buscando
con ansia la voluntad de Dios para ella. La Iglesia Católica
prohibió, como Usted sabe, que se presione a ninguna
adolescente para que se comprometa como numeraria. Sálvela
Sr. Obispo, porque yo me siento con total impotencia ante
este terrible atropello.
Y para la directora del centro al que va Carlita. También
con lágrimas en los ojos te pido por favor que tengas
compasión de ella. Quien quiera que seas, directora
de Carlita, te suplico también a ti con el mayor de
mis respetos: coge el librito del Catecismo de la Obra que
tienes bajo llave en el armario del consejo local, en el cuarto
de dirección. Cógelo y vete al oratorio. De
rodillas en el primer asiento del oratorio, lee el punto en
el que dice que nadie puede ser numerario antes de los
18 años. Luego mira de frente al Sagrario y, si
puedes, sin apartar la vista, dile a Dios que a pesar de lo
que has leído y que ya conoces de memoria, vas a consentir
que Carlita permanezca en la ignorancia, que siga sin saber
que puede continuar felizmente viviendo su trato con Dios
como lo que ella es, con lo único que ella puede ser
por derecho: una supernumeraria. Mira a Cristo a los ojos
y dile a Dios que vas a ocultarle la verdad a Carlita, que
vas a dejar que Carlita siga sufriendo entre las dudas y la
tristeza. Mira a Jesús cara a cara y si es que
todavía puedes aguantarle la mirada- dile que a pesar
de todo lo que sabes permitirás que Carlita pueda llegar
a creer que ella traiciona a Dios, cuando tú y yo sabemos
que no sólo no le traiciona sino que, por el contrario,
lo ella desea es buscar Su voluntad. Mira a Jesucristo a la
cara y dile todo eso, si puedes. Y notarás que empezarás
a hacer oración de verdad, y que Dios te contestará
diciéndote : llama a Carlita hoy mismo; tranquilízala,
muéstrale la verdad, enséñale
incluso físicamente el catecismo para que la pobre
se quede tranquila y pueda seguir actuando como cualquier
supernumeraria, muéstrale personalmente tu cariño
y amor y tu apoyo, dile que estarás a su lado.
Muéstrale la Verdad, Muéstrale Amor. "Yo
soy el Amor, yo soy la Verdad.
Una vez más te lo suplico, directora de Carlita. No
seas cómplice de esta mentira, no seas cómplice
de esta injusticia y tú también recuperarás
la paz personal con Dios y contigo misma. Te sentirás
mucho mejor, al haber dicho la verdad y toda la verdad, al
haber terminado con un sufrimiento inútil de un alma
buena, al haber evitado que Carlita padezca por más
tiempo y sufra -tal vez para siempre- daños irreparables
en su alma.
¡Por favor, os lo suplico, no dejéis a Carlita
así!
Arriba
Volver a Tus escritos
Ir a la página
principal
|