Carta al prelado que vive en las nubes, en respuesta a su carta.- Compaq
Al leer la reciente carta del Prelado quisiera hacer algunos comentarios al autor.
Escribe usted:
“Simultáneamente, es decir, con el perdón, hemos de pensar en la responsabilidad que nos incumbe de defender la verdad, también –como hizo San Pablo- ante la autoridad civil. Por eso, se ha estudiado, con el necesario asesoramiento profesional, la posibilidad y la oportunidad de actuar ante los tribunales civiles para que reconozcan formalmente la naturaleza calumniosa de determinadas afirmaciones. De momento, pensando en la defensa de la Iglesia y de la Obra, tras valorar todos los elementos disponibles, se ha juzgado preferible no seguir ese camino, porque también tienen organizadas todas sus tramas para dar publicidad a sus errores, a base de una polémica interminable.”
¿A qué tipo de asesoramiento profesional ha acudido el Opus Dei para ver si era oportuno o no, defenderse de “la naturaleza calumniosa de determinadas afirmaciones” [en el libro, en la película, en el campo de la cultura, de la política, de la ciencia, de la educación, de la moda, de los medios de comunicación, etc.; escribe más arriba.]
Señor prelado: si sobre mi madre hubieran escrito un libro calumnioso, le aseguro que ningún “asesoramiento” me hubiera convencido de no emprender acciones legales. Y yo no hubiera buscado un abogado para consultar, sino un abogado para actuar. Y no me hubieran importado las “tramas organizadas” (¿quién tiene más tramas organizadas que el Opus?, dicho sea de paso) porque de existir tales, hubiera seguido recurriendo contra ellas si también las considerase atentatorias o contrarias a la ley.
“Tramas para dar publicidad a sus errores, a base de una polémica interminable”..., repito su frase. ¿Y qué ve de malo en seguir defendiendo sus derechos en una polémica interminable, si usted cree que la razón y la justicia están de su lado? ¿Acaso la Iglesia no ha estado y estará siempre inmersa en una polémica interminable y no por ello ha silenciado su voz ni ha tenido miedo de tramas? ¿Qué hubiera sido de la Iglesia si ante los primeros cismas, hubiera pedido “asesoramiento profesional” para saber cuál era su obligación? ¿Pidió Jesucristo "asesoramiento profesional" para expulsar a los mercaderes del Templo?
Bajo el paragüas de la Iglesia se intenta amparar usted, siempre repitiendo la misma cantinela: “Quien ataca a la Obra, ataca a la Iglesia”. Hubiera sido el momento de dar la cara por ustedes mismos, dejando a la Iglesia en paz. ¿Qué tiene que ver la Iglesia con la falta de secreto en la dirección espiritual (ya le habrán contado que en la película un sacerdote de la obra se va de la lengua, para escándalo de un supernumerario); ¿qué tiene que ver la Iglesia con la obediencia ciega?: “obedecer o marcharse” (por la que el monje Silas va cumpliendo tareas “desagradables” encomendadas por el prelado del Opus Dei. No he visto que maten a personas pero sí he visto matar almas, y no sé qué es más grave). ¿Qué tiene que ver la Iglesia con que se "exagere" el uso de la mortificación corporal? (“A solas con Álvaro del Portillo, forcejea para que le permita redoblar la mortificación corporal «como antes». Como antes significaría que, cuando entrasen en su habitación, después de haber utilizado él las disciplinas, encontrarían restos de sangre por las paredes”. Pilar Urbano, “El hombre de Villa Tevere, capítulo XVIII. ¿Exagera Pilar Urbano o exagera Alvaro del Portillo cuando lo contaba y escrito está por él?).
La Iglesia no necesita defenderse, pero ustedes sí. “El código da Vinci es ficción, pero el Opus Dei no lo es” (anuncio publicado en un periódico de Costa Rica). La Iglesia no tiene que pedir “asesoramiento profesional” para estudiar si tiene que emprender acciones legales porque la divinidad de Jesucristo no se viene abajo por ninguna película ni ningún libro, sea actual o antiguo. Recuerda la Iglesia su doctrina a los católicos, que en lo básico, no ha cambiado desde lo vivido y revelado por Jesucristo y que se cierra dicha revelación con el nuevo Testamento, y que no se reabre con la aparición de la mal llamada “obra de Dios” que usted preside.
Si usted ni su aparato directivo han querido emprender acciones legales, ¿qué ha pasado con los miembros de la obra a titulo particular? Porque la obra es “la madre guapa” de todos sus hijos ¿o no? Eso predican a numerarios, agregados y supernumerarios. Ninguno ha sido capaz de actuar por su cuenta convencido de que “está en la Verdad”, ni le ha dejado a usted por "cómodo" al dar él un paso adelante en la defensa civil de lo que cree intocable: su madre. Ahí se ve el borreguismo de la “obediencia ciega”, la falta de libertad de los miembros del Opus y que ni usted ni ellos tienen argumentos para salir airosos tras una pretendida acción “civil” ante los tribunales. ¿A qué temen?
Todo lo justifica usted echándole la culpa al demonio: “El diablo no soporta que haya personas –débiles, como los demás- que, en medio de los dolores o sufrimientos que –de un modo u otro- acompañan la existencia del hombre, se muevan con la gran alegría de ser cristianos y con ansias de comunicar la perenne novedad de este mensaje a quienes se hallan a su alrededor. No lo ha soportado nunca. No lo soporta ahora. No lo soportará en el futuro: basta conocer la historia de la Iglesia, sin olvidar que lo anunció el mismo Maestro”. Quizá el “asesoramiento profesional” se lo haya pedido usted a un grupo de exorcistas y esos hayan sido los que le hayan hecho desistir.
Si yo siguiera perteneciendo a la obra -¡gracias a Dios! me fui-, habría sentido vergüenza ajena por dos cosas: a) porque la dirección no emprendiera acciones legales y b) por leer esta carta suya justificándose ("es que, creí que...") por no haberlas emprendido.
Feclices vacaciones, señor licenciado en Derecho y prelado del Opus Dei.
Compaq
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