El
"cadáver" del Opus Dei
E.B.E., 22 de diciembre de 2003
No es que uno se murió al salir de la Obra -como decía
el fundador que sucedería-. Se murió el Opus
Dei en nosotros, lo que es netamente diferente. Se murió
el Opus Dei en la realidad. Pero no tenemos forma de probarlo
-falta el cuerpo-. En cambio, el simulacro institucional que
hoy lleva su nombre, pareciera haber heredado la vida que
llevábamos dentro cuando aún el Opus Dei estaba
vivo en nosotros.
No me gusta ver el Opus Dei en mi vida como algo que me sucedió
sin darme cuenta o contra mi voluntad. Hubo engaño
por parte de la institución, sin duda. Pero esto no
impide un sí que di a un proyecto de vida del cual
no me arrepiento. En eso creo y seguiría creyendo si
existiera. Pero el Opus Dei está muerto, al menos eso
supongo.
El problema es que no encuentro el cadáver. Y es un
problema, porque mientras no aparezca, es difícil cerrar
el féretro y enterrarlo. De alguna manera -me parece-
cada uno de nosotros que no ha llegado a cerrar su pasado
con el Opus Dei es porque no ha encontrado el cadáver.
Si un tema no cierra, se vuelve a abrir hasta que el ciclo
recomienza una y otra vez. Buscar la verdad sobre el Opus
Dei en nuestras vidas es materializar algo que resulta inasible.
Darle cuerpo para enterrarlo. Sin cuerpo no hay entierro.
Y sin entierro no hay duelo.
Al menos para mí, el Opus Dei es un signo de interrogación.
Además del engaño por parte de la institución,
¿qué fue para mí íntimamente el
Opus Dei? Pienso en los que estuvimos muchos años y
entendimos a lo que nos comprometíamos (aunque luego
nos cambiaran la letra del contrato).
Creo que muchos "duran" en la Obra precisamente
porque ponen como condición -inconscientemente- la
necesidad de ver el cadáver para declararle la muerte
al Opus Dei y enterrarlo. Mientras no haya cadáver,
no piensan iniciar una nueva vida. Mantienen la esperanza
de que "algún día volverá".
Necesitan "tocar para creer" que el Opus Dei está
muerto. Otros recurren a la "resurrección"
por medio de la propia imaginación y se dedican a idealizar
el presente con los recuerdos de juventud. El planteo de que
"el Opus Dei cambie" parece más bien un deseo
imposible porque "reviva". Algunos pueden llegar
incluso a reingresar o mantenerse "en contacto"
como una forma de no aceptar la muerte, como una forma de
re-animar al Opus Dei en sus vidas.
Una vez afuera, viene la pregunta ¿existió
el Opus Dei? ¿Habrá sido todo un engañó
y por lo tanto nunca fue verdad? El que el Opus Dei sea un
tema recurrente en los "ex" es sintomático.
No hay un corte -en muchos, al menos- como puede darse en
otras instituciones: se corta la relación y listo.
Es parte del pasado la vieja relación. Pero no en el
Opus Dei, al menos.
De alguna manera, el Opus Dei está vivo en cada uno
de nosotros mientras no se pueda concretar "el entierro",
de la forma que sea. De algún modo creo que muchos
acuden a OpusLibros
para finalizar una etapa no cerrada: "quiero enterrar
al Opus Dei que hubo en mi vida, ¿me ayudan a busca
el cadáver?". Es un fin noble, una de las obras
de misericordia. Todos queremos enterrarlo.
Este enterrar el Opus Dei es independiente de buscar justicia.
Lo que se murió es -posiblemente- lo que nunca existió.
La institución que hoy detenta la marca "Opus
Dei" ha de dar cuenta de tantos actos y prácticas
de gobierno inmorales. Pero esto es independiente de aquello.
Al Opus Dei que todos llevamos dentro una vez -y que llevaríamos
si existiera-, a ese Opus Dei que representa todo lo mejor
que dimos durante tantos años, hoy necesitamos enterrar.
Para que no siga deambulando como un fantasma por nuestra
conciencia. Esto creo que puede traer mucha paz. Y la paz
viene de Dios. Además, quien enterró en su vida
al Opus Dei ya no le afecta lo que éste le puede decir
desde la tumba. No tiene ningún poder sobre nuestra
alma. Es más, una vez enterrado, se vuelve más
fácil tratar los asuntos restantes con más objetividad,
se habla con mayor libertad y tranquilidad de conciencia.
¿Por qué se da esta extraña relación
que no se da en otras instituciones? No lo sé. Por
mi parte debo aceptar que hubo algo insano cuando admití
tantas cosas incondicionalmente y, en concreto, hacer de la
Obra un sujeto de adoración y supra-humano (por encima
de todos sus miembros no jerárquicos), cuando acepté
someterme a una Totalidad -el Opus Dei- que es intangible,
invisible y sin embargo tiene un poder sobre las personas
"que le pertenecen" altamente destructivo. Tal vez
el problema de "cerrar" el tema Opus Dei tenga que
ver con su "invisibilidad" e "intangibilidad"
tan características. Es muy difícil enterrar
un cadáver invisible e intangible. Tal vez nunca hubo
un cuerpo. Tal vez fuimos convocados para algo que nunca fue.
Hoy por hoy, el Opus Dei es una pieza de arqueología
en nuestra memoria y en nuestra conciencia. Debemos desenterrarla
para darle cristiana sepultura.
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