EL
AVEMARÍA DE ECHEVARRÍA
SATUR, 12 de septiembre de 2005
Gonzalo
cuenta en su correspondencia una experiencia personal compartida
por muchos: Yo aprendí un poco a hacer oración.
Estuve mucho tiempo delante del Sagrario, es verdad que a
veces sólo daba vueltas a mis cosas, pero en ocasiones
tuve verdadero diálogo con Dios, y eso me ayudó
mucho, y me sigue ayudando.
¡La de horas que me pasé delante del Sagrario
intentando hacer oración, y las poquísimas veces
que creo haberlo conseguido!. Ya fuera porque andaba imaginando
jugadas de fúmbol increíbles, o recreándome
en una película, o con monólogos interiores
donde, desconozco el motivo de aquellas fijaciones que solían
darse a primera hora de la mañana, me centrifugaba
en pensar en alguien que no soportaba y me dedicaba a pensar
broncas, o malos rollos. Ya fuera porque, derrepenete, así
como muy emocionado, abría un punto de Camino, lo leía
devotamente y era incapaz de hilar cualquier tipo de propósito,
de reflexión, de inspiración, de consideración
o de afecto hacía ninguna de las Personas de la Trinidad,
o al Custodio del Centro, o Isidoro Zorzano. A las siete de
la mañana mi condición en el oratorio era la
de zombi: me ponía con las manos en los carrillos,
los codos en las rodillas y, hala, a rezar media hora, raca
raca. Hasta que me despertaba con el te doy gracias,
Dios mío
...
Claro, luego te tocaba ayudar a Misa y aparecías con
dos ronchas rosadas en los mofletes que parecías el
primo de Joidi, el hermano de Heidi.
No es fácil eso de rezar Y algún día
sabremos cuál fue, de verdad, nuestra mejor oración.
En qué instante, y porqué razón.
Don Álvaro decía que no rezamos porque nosotros
somos buenos, sino porque Él es bueno. Menos mal, si
no algunos íbamos aviados.
Sucedido sobre el poder de una avemaría..
Recuerdo que en un colegio me tocó expulsar a un chaval
que se pasó tres pueblos. No diré el motivo
de la expulsión porque no es el caso, pero se pasó
tres pueblos.
Cité a los padres de psicópata. El padre era
un hombre que conocía muy bien la opus, y a mucha gente
de los primeros. Era un tipo más bien colérico,
un hombre de puntazos, y que le saltaba la pinza con cierta
frecuencia.
Me preparé para lo peor. Hay un tipo de padres que,
con tal de evitar la expulsión del hijo, apelan al
Buen Pastor, a la oveja perdida, al dracma, a Santa Micaela
de Pazzi o al mismísimo San Josemaría.
En el colegio trabajaba uno que llevaba actividades extraescolares
y que se llamaba Echevarría, aunque era conocido como
Echeve: en realidad no se le consideraba profesor,
más bien era un pringaillo que venía
unas horas para ganarse unos leuros. Lo de pringaillo
lo escribo con cariño .
El padre, como supuse, viendo que no nos echábamos
para atrás y que su hijo se iba a la calle, comenzó
a iluminársele la cara con el color rojizo de la ira:
nombró las Parábolas de la Oveja Perdida, del
Dracma, citó puntos de Camino, del Iter Jurídico
.
nada, yo interperrito total. Y en esto que va el jambo y dice.
- Esto se lo voy a contar yo a mi amigo Echevarría,
¡vaya si se lo cuento!, y os vais a enterar. ¡Qué
vergüenza!
En mi inocencia, creí que el Echevarría del
que hablaba era Echeve , y con una seguridad ,
no exenta de asombro, le contesto.
- No sé que pinta Echeve en todo esto.
- ¡¡¡ ¿Echeve
?!!!. ¡¡¡Le
llamas E che ve !!!. Pues, hombre, también
eso lo va saber. ¡¡¡Hay que tener caradura!!!
- Le llamo Echeve porque así le llamamos todos en
este colegio, y la verdad es que Echeve no te va a solucionar
nada, porque aquí Echeve por no ser no es ni de la
plantilla, para que lo sepas.
- Pues, mira lo que te digo, al menos Echevarría
cuando me escuche sé que rezará un Avemaría
por mí
Y ESA AVEMARÍA VALE MÁS
QUE TODOS LOS ROSARIOS QUE REZÁIS LA PLAN
TI - LLA!!!
- Pues, perdona que te diga, el Avemaría de Echeve
no vale más que todas las avemarías que se
casca David Bisbal.
- ¡¡¡HAY QUE TENER CARA!!!... TE ASEGURO
QUE AHORA MISMO ME VOY A LA DELEGACIÓN
¡¡¡ESTO
NO QUEDA AQUÍ!!!
- Pero, bueno, ¿a vosotros qué perra os ha
dado con Echeve?. ¿Quién os ha dicho que es
él aquí?. Que te digo que aquí ese
tío ni pincha ni corta.
El hombre miraba a su mujer desencajado.
- Y sigue con lo de Echeve, ¡¡¡y le llama
TÏO!!!
Bueno, bueno, ¡¡¡a ti
se te va a caer el pelo!!!
Al terminar la, digamos, entrevista, voy al director del
colegio y le comento lo de Echeve. El dire palideció.
- Pero
pero
si ese hombre conoce personalmente
al Padre.
- ¿Al Padre
?.... ¿ al Padre, Padre?..
. ¿al prelado Padre, como si dijéramos?
- Sí, sí, a Don Javier Echevarría
al Padre.
- Mecagüen la gallina Caponata
¿o sea,
que no se refería a nuestro Echeve?
- Me temo que no.
Desconozco si habló con Echeve, el auténtico,
el genuino, el ONE, o si le escribió. Caso que lo hiciera
que fue lo más pobable-, la cara que pondría
Don Javier debió de ser para enmarcarla en las salas
de estar de todos los centros .
Y ya que estamos de gracietas, allá va otra.
En un colegio unos padres invitaron a comer al preceptor
de sus dos hijos . La familia era tipo B, gente sencilla,
modesta, que hacía auténticos esfuerzos para
que sus hijos fueran algo grande en la vida.
Ese tipo de padres valora mucho la condición de profesor.
Quiero decir que si su niño dice que de mayor quiere
ser profesor, se sienten muy orgullosos y rezan en su interior
Dios mío, haz que llegue a profesor . En
Retamar, si el niño de la Koplowitz le dice a su padre
que de mayor quiere ser profesor, recibe un tortazo a mano
abierta cinco dátiles que le envía donde el
viento da la vuelta.
Ya se sabe que un niño pijo es un pesimista: todos
los regalos le parecen pocos y no se conforma con nada. Mientras
que a estos otros, les das una mierda y ya se ponen a saltar
a tu alrededor palmeando ¡¡¡¿dónde
está el caballo, papi, dónde está el
caballo?!!!
El profesor, cuando cruzó la puerta de la humilde
casa, percibió en el ambiente que era la primera vez
que alguien importante entraba allí invitado.
Los niños estaban muy nerviosos, los dos conjuntados
muy peinadicos, con el pelo mojadín, camisa blanca,
pantalón azul, calcetines azules y zapatos negros super
relucientes-, los padres muy atentos a que no se escapara
ningún detalle
.
- Venga, niños, enseñadle a vuestro profesor
la habitación.
La habitación estaba impoluta, ordenadísima.
- Bueno dice el padre vamos a comer. Usted
se sienta allí, Julianito aquí, Pedrito acullá
.
Se sientan todos. La mamá estaba en la cocina ultimando
el menú.
Se abre la puerta de la cocina y entra la madre con una bandeja
en la mano, y toda llena de alegría y de solera exclama
feliz al mundo todo.
- ¡¡¡OS HE HECHO UNOS DEDOS QUE OS VÁIS
A CHUPAR LOS GÜEVOSSSS!!!
Son los nervios, ya se sabe.
El padre no daba crédito a lo que acababa de escuchar,
los niños se abrazaban a él pensando que mamá
había enloquecido, el profe, todo coloradote, encomendaba
en silencio
Y la buena señora, dándose
la vuelta, dijo.
- Voy a la cocina, que me he dejado la sal.
Y allí, supongo, se daría de cabezazos con
el frigorífico.
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