LA
APROBACIÓN DEL OPUS DEI POR LA IGLESIA
MELQUI, 22 de diciembre de 2004
Se ha planteado a menudo en esta página la cuestión
de por qué la Iglesia ha aprobado el Opus Dei, incluso
echándole en cara personalmente al papa Juan Pablo
II esa aprobación.
A mí me parece que cuando la Iglesia aprueba una institución
determinada, lo que hace es examinar sus documentos oficiales,
sus estatutos, sus fines y los medios que propone a sus miembros
para conseguir esos fines, y determinar si todo ello se ajusta
a las enseñanzas y al Derecho de la Iglesia. Considero
que no puede, por imposibilidad material, entrar a valorar
las conductas concretas que se desarrollan en el interior
de la institución. Por otro lado, si los estatutos,
los fines y los medios propuestos oficialmente no son contrarios
a la enseñanza de la Iglesia, aun cuando pudiese introducirse
en el interior de la institución y llegase a observar
conductas reprobables, siempre las consideraría como
una desviación del espíritu fundacional si constata
que no se corresponden con lo que reflejan los documentos
oficiales, pero nunca lo llegaría a considerar como
un mal intrínseco a la propia institución que
desaconsejara su aprobación canónica.
Creo que eso es lo que ocurre con el Opus Dei. Evidentemente,
tiene una espiritualidad muy peculiar (aunque ellos a veces
no lo reconozcan), como la puedan tener otras congregaciones,
y aplica una teología concreta. Esto te puede gustar
más o menos, puede ir mejor a una u otras personas,
pero considero, sinceramente, que la Iglesia no puede desaprobar
una institución que se propone oficialmente la santidad
de sus miembros a través del cumplimiento de sus deberes
profesionales. Y los medios propuestos en los documentos oficiales,
las normas, las costumbres, etc. podrán ser muchas,
pocas, raras o no, pero mientras no sean contrarias a lo que
la Iglesia enseña y mientras quien se incorpore a la
institución desee practicarlas, ¿qué
puede oponer la Iglesia a ello?.
Si un grupo de personas decide fundar una institución
que pretenda la santificación mediante la práctica
del deporte con sentido sobrenatural ¿con qué
fundamento se puede oponer la Iglesia a ella?. Y si todos
deciden libremente dormir con sayal de saco, no desayunar
los lunes, recitar el capítulo 2 de San Juan los miércoles,
rociar con agua bendita la cancha de baloncesto antes de cada
partido y colocar su frente sobre la pared que mira a Tierra
Santa al salir el sol ¿por qué la Iglesia va
a prohibir esa institución, mientras afirme que se
somete en todo al Romano Pontífice y pretenda impulsar
la santidad de sus miembros?.
Vienen al hilo estas consideraciones del De
Spiritu et de Piis Servandis Consuetidinibus, recientemente
publicado en la web como parte del buen trabajo habitual de
los orejas, nunca suficientemente valorado y agradecido. Efectivamente,
se puede ver en este documento que hay muchííííííísimas
costumbres y normas establecidas para los miembros del Opus
Dei. Pero eso en sí mismo no es reprobable por parte
de la Iglesia. Y menos aún cuando todas esas normas
de piedad, como dice el propio documento, son o han sido practicadas
por cristianos que no son del Opus Dei (no todas a la vez,
claro). Otra cosa es que yo, cuando escribo la carta solicitando
la admisión, ignore todo lo que dice ese documento
y muchos otros, pero eso no lo sabe la Iglesia y yo, si estoy
dentro, no se lo voy a decir, y si estoy ya fuera, tampoco
se lo diré o lo haré a través de un libro
calumnioso según ellos.
Quizá, en todo caso, podría argumentarse, tras
la lectura del documento, que la imposición de tantas
normas a los miembros es contradictoria con la afirmación
de que son cristianos corrientes. Pero el mismo documento
se apresura a responder a esa posible acusación al
afirmar textualmente que Las Normas y Costumbres
del plan de vida por sí mismas no obligan a los fieles
de la Prelatura bajo pena de pecado, ni siquiera venial
(¡atención al por sí mismas!)
y además se realizan con espíritu de
libertad santa. Esto es una cosa buena, y es lógico
que la Iglesia lo apruebe. Otra cosa es que después
yo vea, como miembro, que eso no se aplica en la conducta
habitual, sino que los pecados de los que te acusas y te animan
a acusarte en la confesión semanal no sólo consisten
esencialmente en el cumplimiento o incumplimiento de las normas,
sino incluso en la forma en que las has cumplido. Pero esto
la Iglesia no lo sabe. Y si lo supiera, diría que es
una desviación del espíritu fundacional.
El problema, por tanto, del Opus Dei, es su contradicción
absoluta entre documentos oficiales y conducta práctica.
Lo malo del Opus Dei es que dice en el documento al que antes
me refería que el incumplimiento de las Normas no es
ni siquiera pecado venial, pero en la práctica sí
lo considera así. Lo malo es que dice también
que tienen un hondo espíritu católico
que les lleva a no criticar las obras realizan los
demás por la gloria de Dios y por la salvación
de las almas cuando lo cierto es que en la práctica
sólo valoran su propio espíritu, hasta el punto
de considerar cualquier otra institución eclesial como
mal espíritu para sus miembros. Lo malo
es que afirma que es distintivo y honra de la Prelatura
el sincero y profundo afecto de comunión con todos
los demás órganos de la Jerarquía de
la Iglesia, mientras que en la práctica no
se integran en las Iglesias particulares. Lo malo es que afirma
que un miembro de la Prelatura vive como un padre
de familia numerosa y pobre cuando la conducta práctica
contradice absolutamente esta afirmación. Lo malo,
por tanto, no es lo que dicen del Opus Dei los documentos
que han servido para obtener la aprobación jurídica
de la Iglesia, sino lo que se hace en la práctica.
A mí me puede ayudar una teología
del gusano, como la del fundador del Opus Dei, o
me puede ayudar más una teología del
don o vete tú a saber qué otro matiz.
Para mí no es ése el problema fundamental del
Opus Dei. Yo puedo tener más devoción en los
asuntos económicos a san Nicolás de Bari, como
el fundador, o a San Norberto de Casia. Puedo dar más
importancia a un plan de vida más o menos rígido
o dejarme guiar más por las circunstancias. Eso creo
que es al final irrelevante. Lo que a mí me parece
rechazable del Opus Dei es :
1.- La contradicción intrínseca entre
documentos oficiales y conducta práctica, contradicción
asumida, aprobada y transmitida por el fundador, dado que
el objetivo de los documentos oficiales es exclusivamente
conseguir la aprobación jurídica.
2.- La justificación de la falsedad bajo
el nombre de amor a nuestra madre guapa la Obra,
lo que muestra hacia fuera una imagen engañosa y
además hace imposible que se rectifiquen errores.
3.- El plano inclinado, que no
es sino ocultación del verdadero espíritu
del Opus Dei, ya que una persona, cuando se compromete a
formar parte de la Obra no sabe en realidad a qué
se compromete.
4.- La consideración de la coacción
como una virtud santa, y su ejercicio habitual.
5.- El no reconocimiento e información de
que un numerario renuncia a su libertad cuando entra en
la organización.
6.- La falsa negación de que hay miembros
que se incorporan, de hecho y de convencimiento, a la Prelatura
siendo menores de edad, aunque jurídicamente no se
les reconozca ese estatus.
7.- La confusión interna entre Iglesia y
Opus Dei, entre doctrina cristiana y doctrina del fundador.
Lo demás podrá gustarme o no, me podrá
ayudar más o menos, preferiré una espiritualidad
más agustiniana, más ignaciana o más
teresiana, pero no dejaría de constituir una sensibilidad
más dentro de la Iglesia que contribuiría a
su mayor riqueza, siempre que yo pueda optar libremente por
ella o no. Por eso no estoy de acuerdo cuando se quiere equiparar
a veces, por ejemplo, al Opus Dei con Comunión y Liberación
o con el Camino Neocatecumenal, metiendo en el mismo saco
a las realidades eclesiales pretendidamente más
conservadoras (habría mucho que hablar sobre
este término), porque creo que en la Iglesia caben
muchas sensibilidades, nos gusten o no. Si a mí no
me gusta la espiritualidad de los celinos o de los kikos,
puedo buscar en otro lugar mi propio acomodo, pero me alegro
de que a otros les ayuden a encontrar a Dios. Otra cosa es
que alguien conozca, por propia experiencia, que existen en
esas organizaciones contradicciones, falsedades, confusiones
o coacciones graves que deban ser puestas de manifiesto para
bien de las almas y de la propia Iglesia, pero yo, hasta la
fecha, no he tenido noticia de nada de eso ni en CL ni en
los kikos ni entre los focolares.
Por eso, el valor de esta página web estriba en que
para conocer el Opus Dei no basta con conocer los documentos
oficiales, sino que es imprescindible conocer también
el día a día, la conducta habitual en el interior.
Y esto sólo es posible a través de la experiencia
de los que han vivido dentro y tienen, una vez fuera, la necesaria
perspectiva y libertad interior para aportar su visión,
que, evidentemente, será subjetiva, teñida por
la personalidad de cada uno, condicionada por su historia
personal, pero no por ello dejará de representar una
aportación válida para quien busque con buena
fe y sepa separar el trigo de la paja.
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