CORRESPONDENCIA

Miércoles, 30 de Marzo de 2005

Querida Pilar,

Es verdad, en la parte ‘oficial’ de opuslibros se nombra  poco a Dios. Es lo que a mí me gusta más del sitio, su aconfesionalidad. Si has leído algunas colaboraciones habrás visto que Dios y su Iglesia se mencionan bastante.

La experiencia interior de las personas que hemos dejado el Opus Dei es muy diversa y la única forma de que quepamos todos en esta Web es que la misma no tenga una orientación formal en ningún aspecto, ni político, ni social y tampoco religioso, aunque el haber pertenecido a una organización católica pudiera indicar que sí, que debería ser una página cercana a la Iglesia católica.

Es cierto que no hay enlaces a portales católicos. Yo sé dónde consultar el horario de Misas de la Archidiócesis de Madrid pero no ponemos el link para los que van a Misa todos los días de la misma forma que no ponemos links a restaurantes para los que comen todos los días, ni links a centros médicos para los que quieren dejar de fumar o link al plano del metro para los que van a viajar próximamente a Berlín. Todo es por algo. En este caso por respeto a la libertad personal. Yo al menos no estaría cómoda en un sitio confesional.

Como te decía después de dejar el Opus Dei cada uno de nosotros individualmente ha seguido su camino en todos los aspectos, también en el religioso. Aquí han contado muchos parte, o todo, de ese devenir post-opus. Recuerdo por ejemplo como Brisas lo comparaba magistralmente con un atracón de almejas a la marinera, como más recientemente Carmen Charo lo hacía también de una forma entrañable. Flavia nos da testimonio cada vez que escribe de lo comprometida que está con el catolicismo, otros nos han contado que son ateos, otros que creen pero no practican… Son ejemplos de recorridos distintos después del Opus Dei.

Conozco muchas personas que ya no son del Opus Dei, algunas escriben aquí, y algunas de ellas me han contado cómo su salida fue acompañada de una gran seguridad de que Dios estaba de su parte, no sólo que “admitía” lo que estaban haciendo al abandonar la obra, realmente notaban que era lo que El quería. También han contado cual es su religiosidad posteriormente.

Yo he contado a esas personas, y a otras muchas cómo fue mi salida, los motivos que la provocaron pero no ese proceso íntimo, esa relación con Dios que se produjo. No lo voy a hacer ahora tampoco.

Una de las cosas que más violencia me provocaba siendo numeraria era ese entrar en mi alma, y yo en la de las demás, desde fuera para saber ese tipo de cosas. No se trata de ocultar nada, no se trata de hacerse la interesante ni tampoco de que una sea especialmente callada o tímida, que no que en mi caso concreto soy de las que no se calla ni debajo del agua. Tampoco es que yo tenga accesos místicos difícilmente explicables. Simplemente son asuntos que se quedan para  la persona que lo  vive. Ese entrar con casco, pico y pala en las conciencias ajenas aunque sea con intención de ayudar, no me ha gustado nunca nada.

Pensaba antes de ser numeraria, pensaba mientras lo era y pienso después de serlo que en la relación de un alma con Dios, no debe entrar nadie: ni el Opus Dei, ni un amigo, ni la pareja ni siquiera la Iglesia. Como puedes comprender, ahora que puedo elegir, elijo seguir con lo que mi naturaleza me impone. Respeto y me parece bien, creo que es algo opinable y que va unido a formas de ser, quien habla de estas cosas sin ningún pudor. Es decir que yo no me veo a mí misma hablado como tú del Sagrario o de dar gloria a Dios e incluso al leer lo que tú escribes un cierto escalofrío me recorre la espalda, pero me parece bien que tú te sientas cómoda haciéndolo ¿por qué no?

Todo esto no es porque al salir del Opus Dei nos hayamos convertido todos en unos sátrapas y no queramos contar lo que hacemos. No. Por aquí de pecados andamos terciaditos, como todos, ni grandes pecadores ni los mejores del barrio. Yo recuerdo aquella, creo que había varias, película de tertulia de Escrivá en la que se daba golpes de pecho diciendo algo así como “soy el mayor pecador del mundo” y ponía caras muy raras mientras lo decía, no sé si para que se notara que no era así (mal lo hubiese tenido para la canonización de ser verdad) y realmente todos sabíamos que no, que era un pecador más, uno del montón también en eso. Pues en eso andamos todos, los de dentro y los de fuera intentando hacer las cosas lo mejor posible para todos desde la perspectiva que tengamos, en eso creo que hemos salido ganando.

Te agradezco Pilar tu correo a la Web que ha hecho que yo me haya decidido a “no contar” “mi experiencia religiosa o no con el Opus Dei y posteriormente con toda libertad.

Par de besos para ti y para todos los demás

Sonsoles

Durante el curso 1968-69, yo era el delegado de los alumnos de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, y Pedro Lombardía un miembro ilustre del claustro de profesores.

Pedro era exactamente como Satur lo describe. Además presumía de feo y le gustaba confraternizar con el pueblo a todos los niveles. Un día que salíamos juntos de la facultad le encontré resoplando y enjugándose con su blanco pañuelo, extendido por toda la cara, esa mezcla de estornudo, sudor y saliva de tabaco que escapaban de su fisonomía según ritmos diversos.

Esta vez su queja era profunda, su lamento ronco, su lagrimeo sentido y su escepticismo doloroso.

- Jacinto, pero tú te crees que se puede mantener una facultad en la que a los alumnos les importa un pimiento lo que se hace en ella...? Una facultad donde los 30 o 40 alumnos que hay están deseando de que terminen las clases para largarse a atender la labor en Tudela o en Logroño?, una facultad donde a la gente el Derecho Canónico les trae completamente sin cuidado y lo único que quieren es acabar para volver a sus países?... Esto desanima a cualquiera

- Pedro, lo que dices es verdad, pero exageras un poco. No todos los alumnos son así.

Y yo, con mi ánimo conciliador y con mi versión habitualmente positiva de las cosas trataba de animarle:

- Mira, Pedro, hay gente a la que sí le interesa el Canónico, y... a mi... en concreto, bueno... a mí, me apasiona....El derecho procesal y el canónico entero.

Pedro me cortó de modo tajante y rápido. Se paró en seco, se giró hacia mi para mirarme a los ojos y me dijo:

- Bueno, Jacinto, yo no pido tanto. Verás, apasionar, apasionar, lo que se dice apasionar, en esta vida hay pocas cosas que apasionen: Gina Lollobrígida, y alguna otra personalidad con una carrocería de ese calibre... Luego, en otro orden de cosas, puede apasionar el encuentro personal con Cristo. Y ya está. El Derecho Canónico, a lo sumo, entretiene, sirve para pasar el rato, te puedes ganar la vida con él... pero apasionar... no, la pasión está para otra cosa.

Tenía en efecto un sentido muy empírico y concreto de lo que es digno de pasión y apasionamiento, y lo ejemplificaba en múltiples anécdotas de las cuales recuerdo una que quiero brindar a Satur.

Contaba Pedro que iba un día de finales de junio, muy caluroso, en taxi por Madrid cuando de pronto el semáforo en rojo obligó a frenar y a parar el coche los minutos reglamentarios. De la acera de la derecha salieron dos suecas [el término "suecas" en Pedro Lombardía no tenía tanto un significado político administrativo cuanto erótico descriptivo] que empezaron a cruzar el paso de cebra con parsimonia. En su parsimonia podía advertirse hasta qué punto la madre naturaleza se había lucido en el esplendor y abundancia de cualidades con ellas, y se advertía también hasta qué punto ambas criaturas eran generosas y magnánimas en el modo de lucir sus encantos para hacer partícipe de ellos al público viandante. El taxista y Pedro Lombardía miraban atónitos el espectáculo, bajo los treinta y tantos grados del mediodía madrileño. Entonces Pedro vio que el taxista, hombre de cuarenta y tantos años, honrado padre de familia, y trabajador de gran constancia y experiencia, pasándose el arrugado pañuelo por la frente, exclamaba con un tono de indefensión, que a Pedro, identificado hacía rato con él, le llegó a lo más profundo del alma:

 - ¡Ay, madre, qué verano me vais a dar!

Y Pedro, continuaba luego en sus comentario elogiosos sobre la vida heroica del taxista madrileño.

Jacinto Choza   

Simplemente, felicitar a Satur por su última "curiosidad". Para morirse de risa. Genial, sensacional. Espero que no pares de escribir estos recuerdos.

Además de ser muy divertidos, creo que tal vez pueden ayudar a los demás a reelaborar el propio pasado de una manera constructiva y personal, como quien toma posesión de algo que le pertenece y sin embargo tal vez lo había dejado en manos extrañas.

Saludos,
E.B.E.

La reforma del Opus Dei

2. La autoridad competente

En el primer capítulo (“La vía media”, 27-III-05) di el paso, significativo para mí y motivado por vuestros testimonios, de reconocer públicamente que el Opus Dei es una institución eclesial en necesidad de reforma.  Creo que los ex-miembros podríamos ser un catalista ideal para que tal reforma se efectúe.  Pero siguiendo la iniciativa de E.B.E. (4-III), ahora quiero hablar de un motor que considero imprescindible para que ésta se convierta en una reforma eficaz, global y duradera...

Querida María Cristina (28-III):

Siento en el alma haberte ofendido cuando dije de paso que los protestantes y ortodoxos se habían separado de la Iglesia Católica Romana (quiero aclarar que no hablo de las Iglesias de rito ortodoxo que mantienen plena comunión con Roma, sino de la Iglesia Ortodoxa  que existe en Grecia, Rusia, etc.)  Tienes toda la razón en que las Iglesias orientales están mucho más cerca de la Iglesia Romana que las comunidades protestantes, doctrinal, litúrgica y disciplinarmente.  Y es verdad que gracias a recientes iniciativas ecuménicas, el acercamiento ha sido progresivo.

De todas formas, no creo que la comunión sea tan completa como das a entender.  Permanece la espinosa cuestión de la primacía de Pedro, y según tengo entendido por mis varios amigos griegos (uno de los cuales también se casó con una amiga católica), aunque a los católicos se nos permite recibir los sacramentos en sus iglesias – porque aceptamos la validez de su sacerdocio –, el permiso no es recíproco.

Por otra parte, como ex-miembro y ex-director de la Obra, discrepo contigo totalmente en tu interpretación sobre la supuesta voluntad hegemónica del Opus Dei en la Iglesia y en el mundo.

Por último, te voy a pedir una cosa: de mí puedes decir lo que quieras, aunque sean puras especulaciones, pero como hermano en la fe te ruego encarecidamente que dejes en paz a mi querida mujer, porque no tienes ni idea de cómo es nuestra relación.

Un saludo cariñoso,

José Carlos

Querido Idiota (28-III):

Te agradezco tu delicadeza y profundidad en tu mensaje de anteayer: me has dado mucho que pensar.  No me ha ofendido en absoluto: es más, me han impresionado su rigor y su tono.

De todas formas, coincido con los amigos Dany e Inés en que el nick te va fatal, y me da no sé qué dirigirme a ti con ese apelativo que no te cuadra lo más mínimo.  Leí tu explicación del 4-II, y te sugiero que lo cambies por el nombre del personaje de Dostoievski en su novela (León Nikolaievitch Mishkin): ¿qué te parecen “León” o “Mishkin”?

Un abrazo,

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