VI
EL PELIGRO ANTES DE CAER
PILAR, 13 de septiembre de 2004
En primer lugar quiero decir que llevo varios meses leyendo
los "Escritos"
de esta página web, y realmente pienso que es una idea
genial para aquel que necesite desahogarse y compartir. Porque
las experiencias de otros ayudaran a aquellos que están
o estuvieron en esas situaciones. Uno se siente comprendido
y arropado. He tardado en decidirme a compartir mi experiencia,
pero ahí va. Aunque mi experiencia no tiene nada que
ver con alguna de las historias angustiosas que he leído.
Tengo una corta experiencia con el Opus Dei. Mi relación
con el Opus Dei fue intermitente desde los 15 a los 19 años.
Conocí el Opus Dei por unos cursos de inglés
organizados por un Centro del Opus Dei situado en el madrileño
barrio del Viso. Estos cursos duraban un mes y se llevaban
a cabo en un colegio del Opus Dei en el Puerto de Santa María
llamado Grazalema.
El día estaba organizado de una manera bastante rígida:
levantada a las 08:00 para ir a misa en ayunas y poder comulgar
(la asistencia era libre, pero "aconsejada" seguro
que los que me leen me entienden), a las 08:30 desayuno y
a las 09:00 en clase hasta las 12:30, tiempo para ir a la
playa hasta la hora de comer (14:00) y después de la
comida en el hall del Colegio: tertulia, donde cantábamos
y contábamos cosas. Después tiempo para rezar
el Santo Rosario en grupos reducidos. Yo siempre conseguía
escaquearme. De las 16:00 hasta las 17:00 otra hora de inglés.
Recuerdo que éramos muchísimas y armábamos
un griterío todo el día impresionante. A nuestro
cargo estaban varias numerarias.
Por las tardes después de las clases, las mayores,
grupo al que yo pertenecía, tenían permiso para
dar una vuelta por los alrededores. Era una urbanización
al lado de la playa. Recuerdo un día haber ido con
una chica que empezó a entablar una conversación
con unos chicos que encontramos por el camino y yo sentirme
incómoda porque tenía miedo de que alguna de
las monitoras pasasen dando un paseo y nos viesen. Hablar
con chicos no era lo que se esperaba de nosotras en aquel
curso de inglés: era casi un pecado. Al volver del
paseo teníamos charla. Nunca olvidaré el día
que nos hablaron de la santa Pureza. No sé cuantas
seríamos, pero había de varias edades y algunas
se las veía que tenían ganas de reir y otras
se miraban con cara de despiste. Nunca olvidaré cuando
la numeraria que daba dicha charla mencionó específicamente
entre los métodos para evitar caer en actos impuros
que al secarse después de una ducha había que
evitar mirarse el cuerpo desnudo en el espejo....
Hacia las 21:00 cenábamos y luego teníamos
tertulia hasta las 22:00. A las 22:30 se suponía que
las luces tenían que estar apagadas en todos los dormitorios.
Yo era bastante gansa y la numeraria encargada de nuestro
dormitorio se acostaba en la litera encima de la mía.
Todas las noches antes de acostarse, se arrodillaba en el
suelo casi en el centro de la habitación, como si quisiese
que la viéramos dar ejemplo de oración y luego
daba un saltito muy curioso para subirse a la cama, como si
fuese a montar un caballo. Para deleite de mis compañeras
de dormitorio, todas las noches, una vez que se apagaban las
luces me pedían que imitase el ritual que dicha numeraria
seguía antes de acostarse y como nos reíamos,
hasta que una noche dicha numeraria me pilló haciendo
el ganso y tuve que ir a hablar con la Directora del Centro
para que me metiese en vereda.
Otro verano mis padres nos enviaron a mi hermana y a mí
a Marsella a un curso de Francés en una residencia
de numerarias. Nos juntamos unas 10 españolas y unas
3 portuguesas de edades comprendidas entre los 10 y los 16
años. Teníamos un horario parecido. Desayuno,
Clase de Francés, Paseo o excursión a la playa
o la piscina, comida, tiempo libre, paseo de nuevo, charla
y una vez a la semana confesión, cena y luces apagadas.
Nunca olvidaré aquel día en que tocaba confesión
y yo estaba en mi cuarto haciendo los deberes de Francés,
esperando mi turno para confesarme, y alguien llamó
a la puerta. Era una de las pequeñas del curso, tenía
11 años y se llamaba Carmen. Traía una cara
de susto, al borde de las lágrimas... Cuando le pregunté
qué pasaba me dijo que si alguna vez durante una confesión
el sacerdote me había puesto nerviosa. En seguida comprendí
qué había pasado. Me contó que le había
preguntado si alguna vez había pecado contra el sexto
mandamiento. Como Carmen no parecía enterarse, el sacerdote
la empezó a explicar qué tipo de actos conducían
a pecar contra el sexto mandamiento... tocamientos o pensamientos
impuros. Aquel día decidí que tenía que
hacer algo aunque tuviese que sufrir las consecuencias para
el resto del curso. A Carmen le dije que olvidase lo que había
pasado y que al volver a Madrid hablase con su madre para
que ella le explicase mejor las cosas. Yo al volver a Madrid,
llamé a su madre para comentárselo. Pero a lo
que iba... bajé a confesarme y mi confesión
se quedó en un regañar al sacerdote diciéndole
que cómo se atrevía a empañar la tranquilidad
de un alma inocente. Recuerdo que tuve que tragarme por segunda
vez en mi vida otra charla sobre la Santa Pureza, esta vez
en francés...
Mi última relación con el Opus Dei fue durante
mi año de C.O.U. que lo hice en un centro del Opus
Dei, Fomento de Centros de Enseñanza. He de reconocer
que el nivel académico era muy alto y que el ambiente
era muy agradable. Estuve yendo durante un tiempo a un Centro
universitario a estudiar (Recoletos). Obviamente cuando ibas
a estudiar no te dejaban solo estudiar: había que participar
en actividades como charlas, bendiciones, meriendas, etc.
Un día la directora del Centro me insinuó que
quería hablar conmigo seriamente y decidí no
volver a aparecer por si las moscas. Ya había oído
muchas historias después de aquel tipo de aproximación
y decidí evitarme el trago. Durante aquel año
recuerdo haber participado en una convivencia de fin de semana
de estudio organizada por Fomento, en la que se hizo de todo
menos estudiar. De las charlas y la oración no se libraba
nadie. También me dejé convencer para ir a una
promoción. Las promociones significa que un grupo de
niñas bien se va a una casa en un pueblo para dormir
mal, es decir apiñadas en el suelo, que ayuda mucho
a acercarse a Dios, a dar clases de catecismo a todo ser viviente
que se encuentre por la calle. Nunca encontré la razón
de hacer una promoción.
Y eso es todo amigos. Ánimo para todos aquellos que
lean esta página y estén en la tesitura de si
continuar o dejarlo para siempre.
Arriba
Volver
a Tus escritos
Ir
a la página principal
|