TESTIMONIO
DE EX NUMERARIA BRASILEÑA
E.R., 27 de febrero de 2004
Hace cinco años que dejé el Opus Dei, del que
formé parte como numeraria adscrita, sin llegar a vivir
en un centro. Aparentemente, sobre todo para mi familia, ya
he superado todos mis traumas. Pero ayer, mientras leía
los testimonios de amigos que vivieron la misma experiencia
que yo, percibí que el dolor de haber pertenecido a
esta secta continúa vivo en mi corazón. Sentí
que debía compartir con ustedes mi experiencia, pues
todos sabemos lo difícil que es sufrir en soledad...
Admiro y siento orgullo por las personas que con coraje expusieron
sus historias presentándose con sus nombres reales.
No será mi caso. Por el momento tengo recelo de darme
a conocer. Sólo quiero contar algunas cosas que viví,
sin seguir una línea cronológica, con el fin
de contribuir al esclarecimiento de algunas dudas de padres
angustiados, chicos y chicas de San Rafael llenos de inquietudes
y numerarios que tengan la suerte de conseguir visitar esta
web y leer tantos testimonios sinceros.
No pité (en el lenguaje interno significa pedir la
admisión en el Opus Dei) por ser rica, como ocurre
en la mayoría de los casos. Por el contrario, ingresé
en la Obra precisamente cuando mi familia vivía la
mayor crisis económica de nuestras vidas. Por aquel
tiempo mi padre padecía una depresión y no tenía
trabajo. Mi madre trabajaba doble jornada, a consecuencia
de lo cual se encontraba muy estresada y cansada. El ambiente
en casa era horrible. Conocí el Opus Dei en ese contexto
familiar.
En aquella otra casa que empecé a frecuentar, un centro
de la Obra, el ambiente era opuesto a la mía. Las personas
eran felices (hoy sabemos que en realidad no lo son tanto...),
siempre sonreían, encontré allí un ambiente
seductor de paz y alegría que me conquistó a
primera vista. Claro que yo también les causé
buena impresión, y a partir de entonces se volcaron
en atenciones hacia mi. Eso era todo lo que necesitaba en
aquel momento. Hoy, analizando mi reacción ante aquellos
acontecimientos, entiendo que mi "vocación"
pudo haber sido, en realidad, una huída de la situación
tan desagradable que vivía en aquellos momentos.
Creo que es importante esta cuestión de la huída
de la realidad y los padres deben reflexionar sobre este punto
cuando se encuentran afligidos intentando comprender por qué
sus hijos están en esa situación. No soy psicóloga
y ni pretendo realizar un análisis profundo sobre ese
punto, sólo estoy hablando por mí misma. Son
tantas las razones que encontramos los jóvenes para
entrar en una secta como esa... En primer lugar, ellos provocan
"vocaciones" en adolescentes de 14 años que
se encuentran en plena crisis de afirmación de su identidad.
Cualquiera que esté pasando por una situación
difícil puede ser "pescado". En mi caso fue
una crisis familiar, en otros puede ser alguien que no se
lleve bien con sus padres y busque refugio en la institución,
o a lo mejor intenta llamar la atención de sus padres
metiéndose en la Obra. Todos tenemos problemas y los
padres no deben sentirse culpables. Pero sucede que el Opus
Dei presenta el mundo de una forma tan negativa que la vida
allá dentro acaba por convertirse en la única
"salida".
Que quede claro sin embargo, que no son sólo estas
razones las que hacen que alguien se entregue a la Obra. Puede
tratarse de un sentimiento de compasión hacia el prójimo,
que despiertan al principio en los chicos y chicas de San
Rafael por medio de promociones sociales en comunidades marginadas,
(que uno ya no vuelve a ver nunca más después
pitar). Los jóvenes son muy idealistas y realmente
creen que el mundo puede ser mejor. Existen también
otros motivos que nos podemos imaginar.
Sé de bastantes personas que afirmaban tener vocación,
pero que nunca fueron escuchadas, pues no interesaban al Opus
Dei, o bien por no tener dinero, por su mala apariencia, etc.
Nunca conocí una numeraria con minusvalía física,
con deformidades estéticas, no había ninguna
numeraria fea... Me acuerdo muy bien de una chica que iba
detrás de una directora, pidiéndole entrar en
la Obra, pero ésta se la quitaba de encima diciéndole:
"usted no tiene vocación". Actualmente cuando
hablo con ella le recuerdo la enorme suerte que tuvo de no
caer en gracia a aquella directora!.
Bien, ustedes podrán pensar: ella se vinculó
a esas personas en un intento de huir de su realidad, pero
¿por qué hubo reciprocidad por parte de ellos
si ella no se encontraba en una buena situación económica?
La respuesta es simple. Mi perfil corresponde al que desea
la Obra. Soy muy comunicativa. Hablo con todo el mundo, tengo
facilidad para hacer amistades y estoy siempre alegre, "superficialmente".
Además de eso, algunas otras características
también son importantes, como la educación,
buena apariencia y un cierto nivel cultural. En resumen, tengo
lo que ellos llaman "buena pinta"; en otras palabras,
mi perfil es útil para el proselitismo. Las personas
que aún están en la Obra y otras con más
suerte, como yo, que consiguieron liberarse, poseemos lo que
Escrivá definía como un "lucero en la frente".
Mi directora decía que como ella tenía mucha
experiencia en eso, "captaba" esa estrella, ese
lucero rápidamente. Queda claro que es una forma de
seleccionar personas, que nada más entrar por la puerta
de los centros ya están siendo evaluados y escogidos
para el servicio de la institución debido a su posición
social, estatus, nivel cultural, apariencia, etc.
Si usted tiene un hijo frecuentando un centro de la Obra,
tome precauciones enseguida, pues está en sus manos
la solución del problema. No quiero asustarles, pero
hay padres que esperan demasiado, o que no se preocupan como
debieran. Vean si sus hijos se encuentran en disposición
de dialogar con ustedes, conversen, pregunten. Si empiezan
a mentir, es mala señal. Yo mentía mucho, pues
cuando mis padres comenzaron a oponerse a mi cambio de comportamiento,
absolutamente visible, no me quedaba otra alternativa que
mentir, mentir, mentir.
Un día hablé con mi directora para explicarle
que mis padres estaban en contra de que yo frecuentara la
Obra (en esta época estaba a punto de pitar) y que
esta situación me producía malestar. ¿Saben
lo que me dijo? "Maria, cuando recibió la llamada
de Dios para concebir a su Hijo también sufrió
por la oposición de sus padres" (eso es el Evangelio
según el Opus Dei) y por eso, ella tuvo que ir contra
la voluntad de sus padres. Tuvo que mentir también"
- decía ella - "¿que es más importante,
la voluntad de los padres o la de Dios?". Hay que tener
mucho cuidado, pues poseen una capacidad increíble
para hacer reinterpretaciones del Evangelio!!! Y a esas alturas,
nuestro poder de crítica es prácticamente inexistente.
Mi consejo para los padres de jóvenes que acaban de
conocer un centro de la Obra es que les expliquen con toda
claridad la situación y no les permitan que frecuenten
ningún tipo de evento. Ni charlas, ni retiros, por
más interesantes que parezcan para su formación,
ni paseos, ni visitas a la pobres, nada, pues se trata de
los primeros pasos hacia la captación, por cierto muy
bien planificada y preparada.
Sin embargo, no prohíba frecuentar los centros cuando
sus hijos ya están demasiado implicados, ya que eso
puede provocar que sus hijos se sientan verdaderos mártires
al tener que enfrentarse a unos padres que no les permiten
seguir a Dios. Permita, pero dificulte. No dé dinero
para la Obra, jamás. No firme nada, no compre libros
ni biografías del padre, eso puede comprometer a su
hijo todavía más. Comience a controlar el dinero
para gastos de su hijo. La Obra presta mucha atención
a esas cuestiones financieras.
Mis padres no me daban dinero y yo tenía grandes dificultades
para ir al centro. Claro que sin dinero iba igualmente, salía
por la puerta delantera del autobús, pedía limosna
si era preciso, pero eso cansa. Fue por eso que me salí,
porque me agoté. Todo el día era una lucha,
primero para convencer a mis padres que tenía que ir
al centro diariamente, después, para conseguir llegar
allá sin dinero. Como no podía almorzar sin
dinero, lo dejaba para después. Al pitar adelgacé
4 kilos, pues andaba como una loca por la calle de la facultad
al Centro, y del Centro a mi casa, siempre atrasada con mis
obligaciones, sin comer, tensa, con sentimiento de culpa por
lo que estaba haciendo a mis padres...Viendo como mis viejos
amigos se alejaban y mis parientes me acusaban de ser una
fanática, una insensata y estar obcecada.
Su hijo tiene que hacer grandes sacrificios para visitar
el Centro. No de facilidades, de lo contrario usted estará
entregándolo en bandeja. Si mis padres me hubieran
dado una paga (¡que suerte que estábamos en plena
crisis económica!) yo no habría tenido ni la
mitad de las dificultades que pasé y tal vez aún
estuviera allí.
Cuando comencé mi vida de numeraria hacía pequeñas
críticas a la Obra, cuestionaba ciertas reglas. En
esos casos mi directora siempre tenía respuestas preparadas,
con alguna cita del Evangelio que no me convencía...(como
aquella historieta de la familia de Maria). Un día
la directora empezó a hablarme sobre la Santa Inquisición
de una manera muy positiva y hasta exaltada. Me quedé
muy impresionada con aquello y empecé a criticar en
mi interior sus argumentos. No entendía la censura
de ciertos libros, lo cual me impedía estudiar y sacar
buenas notas, tampoco entendía la gran presión
que sufrí en la elección de mi carrera universitaria,
la obligación de hacer cosas que mi situación
económica no me permitía, la manera como me
corregían (corrección fraterna) por cometer
los errores más inocentes, el uso de los instrumentos
de mortificación corporal, el hecho de que las residentes
no duerman en colchones, sino sobre tablas de madera (eso
lo había prohibido a las mujeres el propio Escrivá,
ya que las consideraba muy sensuales - sin comentarios), las
duchas con agua fría, etc, etc, etc...
Si usted es numerario/a y está leyendo esto, por Dios,
no abandone su alma en manos de su director. Es así
como te manipulan. Tenga la certeza de que Dios no quiere
eso para usted, pues la verdadera vocación no necesita
esas trampas. Usted debería estar ahí por su
propio deseo y no por imposición. Dicen que para entrar
en la Obra es preciso empujar la puerta, y que para salir
está entreabierta. MENTIRA! Yo luché mucho para
salir, fui perseguida, me torturaron psicológicamente,
pero crean, salir de la Obra "Vale la Pena!".
Voy a contar como fue mi salida, la mejor parte de la historia:
Todos los días discutía mucho con mis padres
para poder ir al centro, y esa rutina de peleas y desavenencias
me estaba agotando. Mi madre lloraba todo día, (piensen
en los remordimientos que tengo ahora al recordarlo...). Me
pasaba todo el día en el centro, totalmente ocupada
en tareas absurdas que debía cumplir, además
del plan de vida. Un día, simplemente tiré la
toalla. Fue durante una discusión terrible con mis
padres. Quedó una atmósfera extraña en
la sala, mis padres me miraban como si estuvieran asistiendo
al final de una película de terror.
Fui caminando a mi cuarto, pensando en la decisión
que había tomado, sin antes tener siquiera pensado
en hacerlo concretamente. Lo que hice en ese momento sólo
los ex-numerarios lo van a entender: miré el sofá
enfrente del televisor y simplemente me tumbé en él.
Conecté la TV con el mando a distancia y permanecí
allí, en éxtasis. Este hecho tuvo para mí
un significado muy importante en cuanto a recobrar la libertad,
pues hacía mucho tiempo que no me permitía tamaña
audacia! A partir de ese momento sucedieron muchas cosas,
hechos que prefiero no relatar, pero que exigieron de mí
una fuerza sobrehumana para conseguir mantenerme en la decisión
que había tomado. Nunca me arrepentí y hoy agradezco
a Dios la fuerza que me dio.
Algo interesante para los padres: los cambios de comportamiento.
Miren, nosotros cambiamos mucho cuando empezamos a involucrarnos
en el centro, o cuando ya hemos pitado. Mi madre me decía
que había cambiado la forma de mirar. Dijo que tenía
la mirada seca, como muerta. La Obra promueve el alejamiento
de la familia, por tanto, observen si su hijo se está
desinteresando por las cosas de casa, si ya no "pierde
el tiempo" estando con ustedes. La ropa también
cambia. De un día para otro empiezan a vestir de otra
manera, las chicas después de pitar suelen llevar faldas
largas. Yo empecé a vestir y a reír diferente.
Muchos padres se extrañan y se preocupan, pero esperan
y no toman decisiones al respecto. No esperen. Vayan al centro,
conversen con el director, con el sacerdote del centro, pregunten
todo. Pidan conocer el piso de arriba exclusivo para los residentes,
pero "por sorpresa", pues las camas de tabla pueden
ser disimuladas si conocen su visita. (vi hacer eso muchas
veces). Lean otros libros sobre la Obra, que no sean exactamente
los vendidos por la Obra...tenemos que conocer la opinión
de otras personas, recomiendo el libro de Maria del Carmen
Tapia, que tanto me ayudó, además de otros que
ustedes pueden encontrar en la web www.opuslibros.com, además
de la información que contiene la propia página.
En esa web hay buenos debates y aportaciones.
Un viernes de Cuaresma -día de ayuno- me encontraba
en el centro. A mi siempre me ha resultado muy difícil
permanecer en ayunas durante periodos prolongados de tiempo
porque empiezo a temblar! Precisamente ese día de AYUNO
me encargaron que limpiara el suelo de una zona muy extensa
del centro. No consistía sólo en fregar, no.
Se trataba de aplicar disolvente y arrancar la suciedad adherida
al suelo con el auxilio de un cuchillo. Imaginen, hambre,
disolvente, agachada y con el esfuerzo que tenía que
hacer. Me dio un fuerte mareo y casi me desmayé. Era
imposible realizar aquel trabajo en ayunas, y máxime
estando sola.
Cerca de allí, en el mismo recinto donde me encontraba,
había una nevera. Sin pensarlo, la abrí y cogí
un paquete de galletas. Comí una. La introduje entera
en la boca y la engullí deprisa, muerta de miedo de
que alguien me viera, pues consideraba que aquello era un
pecado! Después de tragarla empecé a sentirme
culpable. Más tarde, después de la culpa, vino
el miedo de que me vieran cometiendo un gran delito con la
cámara de vídeo que filmaba en esa estancia.
Hasta que grado llega el miedo. No tuve coraje para confesar
ese "pecado".
Los peores momentos los vivía cuando me encontraba
atrapada en la disyuntiva entre obedecer la orden de mi directora
o la de mis padres, que para mí, fueron siempre más
importantes. Por otro lado, debido a mi condición de
miembro del Opus Dei, sabía que debía obedecer
solamente a la directora. Esto me creaba una gran confusión.
Tenía que controlar la situación, inventaba
una mentira en casa, daba una disculpa en el centro...Mirar
a mi madre y ver la expresión de tristeza en sus ojos
es algo que nunca voy a olvidar. Yo le pregunto a usted, lector
de este testimonio: ¿Dios puede querer que se haga
sufrir tanto a una madre? Como se sentirá Dios cuando
ve una chiquilla de sólo quince años usando
un cilicio en la pierna y azotándose con unas disciplinas
mientras le reza a Él? Disculpen, pero el Dios que
yo conozco, con quien hablo diariamente y a quien confío
mi vida no puede ser tan sádico...Dios es bueno!
Para finalizar, me gustaría recordar lo que mi directora
me dijo una vez, durante mi proceso de salida de la Obra.
Mirándome a los ojos, me dijo que iba a arrepentirme
mucho de haber salido cuando tuviera a mi lado un marido que
me pegara. Se cuentan muchas otras "profecías"
o historias, como aquella famosa de la numeraria que huyó
con un hombre y el avión en que viajaban se estrelló.
(!!!). Es una muestra del terrorismo mental a que someten
a las personas y la visión cruel que tienen de la vida.
Imaginen lo que mi directora pensaba del matrimonio!!! Soy
muy feliz, tengo paz en mi alma, rezo a Dios todos los días
y le agradezco que me haya liberado.
Si alguien quiere ponerse en contacto conmigo, por favor,
pidan mi e-mail a la web.
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