¿RELATIVISMO
MORAL EN LA OBRA?
JOSE, 20 de julio de 2004
Corría un especialmente frío mes de enero de
hace ya bastantes años. Aunque mi desvinculación
con el Opus Dei era ya efectiva (aparecía por el centro
muy poco), el acto de separación formal de la institución
se iba a producir dos meses más tarde, el 19 de marzo,
cuando, como había anunciado, no renovaría mis
compromisos. Me encontraba, por tanto, en un extraño
ínterin en el que, siendo sobre el papel de la Obra,
mi vida real había experimentado quizá
el giro más vertiginoso de toda mi existencia hasta
hoy. Meses convulsos. Futuro incierto.
En esas estaba cuando se me presentó la ocasión
de participar en una actividad lúdica en la que participaban
compañeros y compañeras de estudio. Fue como
un soplo de aire. Había pasado varios meses prácticamente
recluido en mi casa carecía de amigos no relacionados
con la Obra, como tantos otros- y la adaptación al
nuevo medio era costosa. (Ahora me río de aquello del
complejo de superioridad: superioridad, ¿de
qué? Carecía de las mínimas habilidades
sociales, no sabía relacionarme con personas si no
era por el interés de atraerlas hacia el centro. Me
sentía bastante inútil, vaya). El caso es que
asistí a aquella actividad mixta. Creo que no hace
falta aclarar que aunque iban muchachas, mi contacto con ellas
se limitaba a contestarles lo justo sin mirarles a los ojos,
ante su estupor (que no sé si en el fondo me hacía
más atractivo porque ellas eran conscientes de que
realmente se hallaban ante un especimen bastante exótico
de los que poco abundan; eso lo pensé posteriormente).
Lo pasé bien aquellos días y la verdad es que
al menos me sirvió para airearme y distraer mi ánimo
en plena crisis vocacional.
Pero no todo me iba a salir de gratis. No sé cómo
ocurrió pero mi presencia en aquella actividad llegó
a oídos de mi director. Llamadita de teléfono
al canto y cita en la calle (no acudía al centro, como
he dicho, y creo que tampoco ellos querían que me dejara
caer demasiado por ahí por el tema del escándalo
y tal). Lo que me dijo mi director de mi participación
en la actividad mixta se puede resumir en cuatro palabras:
Estás en pecado mortal.
Esta larga introducción viene al hilo de diferentes
testimonios en los que varios y varias han recibido el mismo
diagnóstico de parte de sus respectivos
superiores. No deja de sorprenderme la facilidad con que adjudican
pecados mortales así, por las buenas. Yo no soy experto
en Derecho Canónico y pido que si alguno de los que
lee esto entiende en esta materia corrija o confirme lo que
voy a decir. La Iglesia Católica tiene una serie de
Mandamientos (10 de la Ley de Dios y 5 de la Iglesia) cuya
trasgresión para la que también se tienen
que dar una serie de condiciones: consentimiento pleno, materia
grave
- es la que determina si un alma se encuentra en
pecado mortal. Por otra parte, en la misma Obra se hacía
mucho hincapié en la formación de una conciencia
verdadera, de tal forma que no se cayera en esos dos errores
que creo que se denominan conciencia rígida
y conciencia laxa (escribo de memoria). Item más:
si algo era combatido con furor doctrinal en el Opus Dei era
el relativismo moral.
Si estas premisas son correctas, que en líneas generales
creo que lo son, no entiendo cómo a alguien que no
ha ofendido a Dios según la doctrina de la Iglesia
(por ejemplo, yo con aquellas chicas de la actividad no tuve
siquiera pensamientos impuros. ¡Para pensamientos impuros
estaba yo, con la que le estaba cayendo en mi conciencia a
dos meses vista de dejarme la Obra!) un director le puede
asegurar que está en pecado mortal.
Con los años y tras conocer episodios similares, no
me queda más remedio que pensar que la doctrina interna
de Obra está impregnada de un relativismo moral siempre
en beneficio de la institución. Dejo este escrito abierto
para que los que estáis más puestos en Derecho
Canónico podáis aportar datos más sólidos.
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