RELACIONES
CON LA FAMILIA PROPIA
JORGE, 7 de julio
de 2004
COMPAQ, 12 de julio de 2004
EL DULCÍSIMO PRECEPTO
Y LA OPOSICIÓN ENTRE PRAXIS Y ESPÍRITU. (Algunos
comentarios a las
Glosas sobre la Obra de San Miguel).
Leía con interés las glosas porque rigieron
mi vida por muchísimos años-, hasta que llegué
a un punto que hizo que volvieran a abrirse mis llagas.
Lo siento, pero pese al cariño que guardo hacia ciertos
aspectos de la Obra, ahora me veo obligado a comentar algunos
puntos en los que la teoría de la santificación
en medio del mundo, por medio del trabajo profesional, y el
apostolado se caen de su pedestal ante una incongruencia
fundamental: las relaciones
con las familias.
Por amor a mis padres -y a mis hijos- debo decir esto públicamente:
encuentro muchas contradicciones teóricas y prácticas
entre la vivencia del amor a la familia y las exigencias impuestas
a miembros de la Obra, especialmente a los numerarios.
Para mostrarlo iré comentando las Glosas (págs.
78 a 82).
Se dice:
El espíritu y la vida de la Obra enseñan
a amar el cuarto mandamiento del Decálogo como un dulcísimo
precepto, con muchas manifestaciones de afecto a padres y
hermanos: Consagración a la Sagrada Familia, oración
diaria, indulgencias, triduos dedicados a fomentar la piedad
de las familias; detalles, llenos de delicadeza humana y sobrenatural,
en el trato con los padres y hermanos, etc. (
)
Comentario:
Claro que se habla del dulcísimo precepto,
pero su repetición es más bien teórica,
alejada a las necesidades afectivas y de presencia directa
muchas veces indispensable en las familias.
Haciendo un conteo y analizando la dirección de las
supuestas manifestaciones de afecto del párrafo
aludido, resulta que 4 ideas se refieren a algo sobrenatural
y únicamente la quinta idea habla de detalles
llenos de delicadeza humana y sobrenatural-.
Es decir, que la relación es más divina
que humana: se reza por ellos, se fomenta la piedad en ellos
pero ¿en la vida fáctica, real,
directa, qué pasa?
Los numerarios han de recibir, desde el principio,
la formación necesaria para comprender que su dedicación
al servicio de Dios en la Obra es plena y se les pide un efectivo
desprendimiento de su familia de sangre, acompañado,
a la vez, de un mayor cariño hacia ellos, lleno de
visión sobrenatural y de celo apostólico.
Comentario:
¿Qué se entiende en la Obra por efectivo
desprendimiento? ¿Qué entienden por cariño
lleno de visión sobrenatural y celo apostólico?
A la acción de desprenderse le suman un cariño
adjetivado de intenciones sobrenaturales ¿el cariño
a la familia puede ser solo eso?
Al parecer se aclara a continuación:
Como deber de caridad, y manifestación de
orden en el apostolado, se procura que las familias vean con
agradecimiento al Señor, y comprendan cada vez con
luces más claras, la hermosura de la vocación,
se sientan unidas a la Obra y colaboren en los más
diversos apostolados en la medida de sus posibilidades. Con
este fin, se aprovechan todas las ocasiones, además
de las habituales triduo de Navidad o de Pascua, fiesta
de la Sagrada Familia-, para darles a conocer el cariño
del Padre y de todos por ellos, y la ayuda que pueden prestar
a los apostolados.
Comentario:
La caridad a vivir según la praxis (que
en el caso de la familia de sangre se supondría que
es algo natural) se pone como deber, y, peor aún, como
manifestación de orden en el apostolado.
Es decir, que ya se le asigna un lugar un
grado dentro de un orden-: primero es el Opus Dei los
supuestos hermanos sobrenaturales, y luego la familia
de sangre-.
Vale la pena caer en la cuenta del objetivo apostólico:
antes de llegar a un párrafo ulterior en el que se
aclara que en las cartas que se escriban a los familiares
debe quedar claro el afán de acercarles a Dios
a través de la Obra claro, de la
Obra-, ya se ha hablado en términos eminentemente
proselitistas: como deber de caridad lo que debe buscar el
miembro es que su familia agradezca y vea la hermosura de
la vocación a la Obra, y que colaboren con ella en
sus apostolados. Incluso se recurre al argumento sentimental
de que conozcan el cariño que el
Padre y todos tienen por esa familia (sic).
Luego todavía se añade en las glosas que:
la gran mayoría de los padres y hermanos de
los miembros de la Obra podrán y desearán ser
nombrados Cooperadores, y un buen número estará
en condiciones de recibir del Señor la vocación.
Comentario:
En todos los años que estuve dentro, lo que percibí
fue diferente. Muchos numerarios o supernumerarios eran hijos
de matrimonios de supernumerarios, y derivado lógicamente
de ello tenían mas familia en la Obra. Pero para los
que venían de lejos (ahí sí
los menos) era raro el caso de que en su familia estuviera
de acuerdo. Lo que cuestiono con esto es aquello de la
gran mayoría. Más bien parece que la estructura
de autoalimentación que la Obra ha ido
desarrollando será en el futuro su casi único
medio de subsistencia. Con respeto les digo: cada vez se convierten
más en una isla, una burbuja, en un mundo rosa, aislado,
ajeno a las necesidades de apostolado y acción que
el mundo real requiere.
Y siguen en sus glosas:
Un modo concreto de manifestar ese cariño
y de ejercer ese apostolado es escribir con la oportuna frecuencia,
especialmente a los padres. En esas cartas se ha de reflejar,
con naturalidad, el sentido sobrenatural y el afán
de acercarles a Dios a través de la Obra.
Por favor díganme en la vida ordinaria, normal ¿quién
es el raro que manifiesta su cariño a sus padres por
medio de cartas? Quizá en épocas remotas y en
el caso de estar en otro país ¿pero hoy en día?
Además nótese de nuevo cómo el fin
es proselitista: no les dicen que escriban contándoles
sus alegrías ni sufrimientos, ni sobre su intimidad
y si están felices o no, sino para ejercer ese
apostolado
(con) sentido sobrenatural y el afán
de acercarles a Dios A TRAVÉS DE LA OBRA.
Pero, para colmo, se vuelve a caer en incongruencias más
adelante. En las págs. 84 y 85 de las glosas (Apartado
Correspondencia),
se especifica cómo las cartas que reciban (también
de su familia de sangre) las leen previamente e incluso
no son entregadas- por los directores. Se argumenta que después
de decidir en conciencia (sic) si deben enseñarse
al Director del Centro teniendo en cuenta que sin
duda- le puede ayudar en su vida espiritual enseñar
aquellas cartas cuyo contenido no le gustaría que otros
conocieran
porque los Directores tienen
el derecho y el deber de evitar que lleguen a los miembros
de la Obra escritos, cartas, etc., que, de algún modo,
puedan causar daño a quienes las reciben, vengan de
donde vengan (cf. 84). ¿Creen que con esto fomenta
una libre comunicación de lo que como hijos o padres
deseen compartir entre sí, sobre todo cuando los miembros
son adolescentes o jóvenes?
Por otro lado ¿qué implica escribir con oportuna
frecuencia a los padres? ¿Existe acaso la oportuna
frecuencia para manifestar cuando a uno se le pega la
gana el cariño por su familia? ¿Acaso un tercero
el director- tiene la capacidad de orientar sobre ello?
Luego, para comprender la NORMALIDAD de escribir a los
padres, quizá valga la pena regresar atrás
en las glosas, a la sección de Desprendimiento
en el uso de bienes materiales para comprender por qué
podría ser más normal escribir cartas a manifestar
de otra forma su cariño:
En concreto en el punto 48 se establece los numerarios
y, según sus circunstancias, los Agregados no llaman
por conferencia para felicitar por el santo de la madre o
del padre, o por acontecimientos semejantes: para evitar ese
gasto, procuran escribirles con antelación suficiente.
Y cuando no hay más remedio que hablar por teléfono,
procuran emplear muy poco tiempo; como siempre, cuidan la
prudencia en lo que se dice, más incluso si la persona
con la que hablan es también de la Obra.
¡Vaya modo concreto de manifestar cariño!
¡Cuando no hay más remedio! Claro,
es más importante el ahorro de dinero,
aún cuando por entrega se vive totalmente
alejado de los padres entregando además el sueldo
íntegro por toda la vida-, que llamarles y compartir
esa alegría un buen rato al menos una vez al año
Además, obviamente estas disposiciones de ley
han sido ya rebasadas por la vida ordinaria. Son tan ridículas
y anacrónicas que ahora muchos miembros se las
saltan a la torera mediante el empleo de celulares (móviles,
los que lo tengan), o de Internet (correo electrónico).
Y en los centros rara vez se pide permiso para
hacer una llamada tan NATURAL y exigida a cualquiera que literalmente-
tenga madre y padre- (y no por las indicaciones
absurdas de caridad por deber establecidas en
el presente documento) ¿qué no podrían
actualizar el Espíritu por favor?
Y siguen las glosas:
De ordinario, los Numerarios no abandonan sus tareas
apostólicas o su lugar de trabajo sobre todo
si es lugar lejano-, para participar en determinados acontecimientos
o sucesos familiares el matrimonio de un pariente, una
primera Misa, etc.-, que ocasionan gastos de tiempo y de dinero
que un padre de familia numerosa y pobre no se puede permitir
(78)
Entonces ¿la familia de sangre vale menos que
qué? ¿Por qué vale más el vínculo
sobrenatural- con la Obra que el vínculo
natural de la sangre? ¿Qué no lo sobrenatural
PRESUPONE la naturaleza? ¿Por qué anteponer
criterios de pobreza a criterios de Amor naturales?
¿Qué no Moisés estableció universal
y previamente el 4º mandamiento al amor a los PADRES
NATURALES-, y luego Escrivá de Balaguer su praxis y
sus teorías concretas sobre la familia sobrenatural
Opus Dei?
¿De dónde que compartir las alegrías
esenciales de la familia representa un gasto de tiempo
y dinero? (el resto del argumento es tan estúpido
que ni vale la pena volver a cuestionarlo). Honrarás
a tu padre y madre es un mandamiento de la Ley de Dios.
Hacerse el que vive como padre de familia
numerosa y pobre (en los lujositos centros del Opus
Dei, con todas las necesidades cubiertas a pesar de sus falaces
argumentos apostólicos como justificación) es
un invento de un hombre del siglo XX por mas canonizado
que esté-.
Pero luego en el punto 79 hablando sobre si realizar
o no viajes para visitar a la familia- argumentan:
No se puede olvidar que los Numerarios tienen
unas obligaciones con la Obra, tan exigentes al menos como
las de una familia, que no deben ser descuidadas por ligereza
o por un cariño mal entendido: es ley de vida que comprenden
bien con sentido positivo- quienes han dejado a sus
padres para formar otro hogar.
Pero es que ¿es el Opus Dei una familia?
Que me disculpen los teóricos de la familia
de la Universidad de Navarra y anexas cuando pretenden justificar
lo injustificable (disculpen, pero me recuerdan a otros grupos
minoritarios intentando convencer que sus uniones
son también familias). Llamen a sus grupos como quieran,
y que se les otorguen los derechos y obligaciones pertinentes
una vez reconocidos socialmente, pero ¡por favor no
les llamen familia ni pretendan funcionar como
una cuando no existen sus elementos constitutivos!
Serán comunidades, o gente reunidas en centros por
la misma vocación, pero NO familia. Suplantar
los lazos naturales, la sangre, la unidad de hombre, mujer
e hijos con figuras postizas es un atentado contra las propias
raíces, contra la piedad y los deberes filiales naturales.
El Fundador es el fundador, pero sus parientes no son ni abuelos
ni tíos de las diversas personas que se
vinculan a la institución por una vocación SOBRENATURAL
(siendo EXCLUSIVAMENTE Hijos del Único Padre, el Padre
Celestial y de sus padres naturales por participación-)
y un contrato JURÍDICO. Y la institución Opus
Dei no es ninguna Madre (¿o sí? En mi
país eso es un insulto, pero no es una mamá).
Si eso es una familia sobrenatural- que
pretende imitar a la de sangre por la que los
numerarios han dejado a sus padres para formar otro
HOGAR (79) ¡yo me muero tan solo de recordarlo
y contrastarlo con mi propio hogar: con esposo, esposa e hijos
reales!
Pero volviendo al tema de la familia de sangre, la justificación
para anteponer los intereses de la Obra a los
de la familia natural, se justifican con argumentos como el
siguiente (están hablando del caso de los viajes para
visitar a la familia):
los numerarios han evitado siempre cualquier
manifestación de falta de orden en la caridad hacia
los parientes: el primer lugar en los afectos lo ocupa Dios
y todo lo que se refiere inmediatamente al servicio del Señor
y de las almas. Si, excepcionalmente, después de ponderarlo
con detenimiento, se ve preciso realizar un viaje para atender
en una necesidad a alguna persona de la familia estaría
fuera de lugar, de modo particular si se vive en otro país,
que la finalidad del viaje fuera sólo ir a visitarles-,
se concreta el plan reduciendo al tiempo estrictamente
necesario la estancia en el lugar de destino-, y se informa
a la Comisión Regional correspondiente el motivo
(80).
Comentario:
Nuevamente, si aluden al orden de la caridad,
antes que el Opus Dei, tuvieron padres. El Padre celestial
y los padres progenitores. Pero por desgracia en la Obra se
va fomentando insisto, sobre todo entre numerarios-
que se confundan los términos. Primero es la
Obra mediante una extraña identificación
entre la institución y Dios (el lugar en los
afectos lo ocupa Dios Y TODO LO QUE SE REFIERE INMEDIATAMENTE
al servicio del Señor y de las almas léase
el Opus Dei). Y así se genera una inversión
del orden natural, anteponiendo en la práctica cualquier
actividad relacionada con la institución (sea o no
de carácter apostólico, como son por ejemplo
los cumpleaños de otros miembros, las denominadas fiestas
de familia celebraciones propias de la Obra-,
actividades propias del centro) a otros eventos de la familia
de sangre.
Total que la disociación entre teoría
y praxis en el Opus Dei queda de nuevo patente.
Predican a los cuatro vientos el amor a los padres mientras
norman cualquier acción de cariño relacionada
con los mismos, anteponiendo casi siempre los intereses de
la institución a las necesidades afectivas y familiares
de los miembros.
Las presiones se suelen intensificar durante la formación
en los centros de estudios, período de
mayor adoctrinamiento institucional. Las relaciones familiares
durante esa época casi se reducen a las actividades
planificadas para dar a conocer la Obra a las familias de
los miembros (tertulias prediseñadas, Misas durante
Semana Santa o el Triduo de Navidad).
Otro punto de interés es el referente a las relaciones
económicas con las familias. Se suele fomentar
el apostolado de pedirles, pero se prohíbe
darles cualquier detalle material. Se reglan y norman todos
los aspectos sobre cómo ayudarles en caso de
necesidad siendo el Opus Dei siempre la instancia mediadora
y decisoria sobre cómo administrar la ayuda económica.
Todo lo anterior es muestra evidente de la poca naturalidad
y los absurdos con que pretenden normar algo que no les compete,
pero en lo que por desgracia inciden, afectando muchas relaciones
familiares.
Piénselo y cambien, por favor.
DE COMPAQ
Os envío una meditación de las Meditaciones
internas. Las cursivas, los puntos suspensivos, todo igual
que en el original. Con este envío me uno al escrito
de Jorge "Relaciones con la propia
familia". Hay mucho para considerar si se analiza
la manipulación que hace la obra de los Evangelios,
de la 'vocación' (equiparándola a la del mismo
Jesucristo), etc. Si todo esto se une a las
Glosas de San Miguel, a lo que en un principio
te cuentan que es la obra, a lo que después vas viendo
que no corresponde con lo que te dijeron, a la doctrina interna
como ésta, etc., alguien en su sano juicio no puede
por menos que acabar trastocado y desconcertado de la doctrina
que recibe en la obra. ¿Uno tiene vocación de
cristiano corriente o de rey Mago o de Niño Jesús?
¿Cuando los padres se oponen a que su hijo adolescente
se una de por vida a una institución que se oculta
en sus verdaderos fines -yo diría secreta y llena de
secretismos-, están atentando contra la libertad del
hijo o le están salvaguardando? El "quid"
de la cuestión o el "secreto" del opus es
tergiversar continuamente las Escrituras -les da igual el
nuevo que el antiguo testamento- en beneficio propio, inculcando
una identificación del opus dei -que es sólo
una institución humana, de caracter religioso o cultural-
con el propio mensaje del Evangelio, incluso con la misma
Iglesia.
Meditaciones. Tomo I. pág. 290 a 295
TIEMPO DE NAVIDAD 4 DE ENERO
El Señor llama con una vocación especial
a las personas que El quiere, sin pedir permiso a nadie.
A veces, Dios permite que el cariño desordenado
de las familias sea un obstáculo a la entrega, para
mejorar las vocaciones desde el principio.
Ser fuertes en la vocación: los proyectos de
Dios se cumplen siempre.
AQUELLA caravana venía de lejanas tierras. La indumentaria
de los viajeros y el porte de las bestias de carga, no era
la habitual en Palestina. Indudablemente se trataba de gente
poderosa; quizá fueran príncipes o magnates,
o esos sabios que escudriñan los misterios del firmamento.
Si fuera así, debían de venir de los montes
de Media, o de Persia, o incluso de alguna lejana ciudad
india. Los vecinos de Jerusalén, cuando les vieron
llegar, hacían variadas conjeturas.
Hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle.
Al oír esto, el Rey Herodes se turbó y, con
él, toda Jerusalén (Matth. //, 2-3). Todavía
hoy se repite esta escena. Ante la grandeza de Dios, ante
la decisión, seriamente humana y profundamente cristiana,
de vivir de modo coherente con la propia fe, no faltan personas
que se extrañan, y aun se escandalizan, desconcertadas.
Se diría que no conciben otra realidad que la que
cabe en sus limitados horizontes terrenos. Ante los hechos
de generosidad, que perciben en la conducta de otros que
han oído la llamada del Señor, sonríen
con displicencia, se asustan o en casos que parecen
verdaderamente patológicos concentran todo
su esfuerzo en impedir la santa determinación que
una conciencia ha tomado con la más plena libertad.
Yo he presenciado, en ocasiones, lo que podría
calificarse como una movilización general, contra
quienes habían decidido dedicar toda su vida al servicio
de Dios y de los demás hombres. Hay algunos, que
están persuadidos de que el Señor no puede
escoger a quien quiera sin pedirles permiso a ellos, para
elegir a otros; y de que el hombre no es capaz de tener
la más plena libertad, para responder que sí
al Amor o para rechazarlo. La vida sobrenatural de cada
alma es algo secundario, para los que discurren de esa manera;
piensan que merece prestársele atención, pero
sólo después que estén satisfechas
las pequeñas comodidades y los egoísmos humanos.
Si así fuera, ¿qué quedaría
del cristianismo? Las palabras de Jesús, amorosas
y a la vez exigentes, ¿son sólo para oírlas,
o para oírlas y ponerlas en práctica? El dijo:
sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Matth.
V, 48).
Nuestro Señor se dirige a todos los hombres,
para que vengan a su encuentro, para que sean santos. No
llama sólo a los Reyes Magos, que eran sabios y poderosos;
antes había enviado a los pastores de Belén,
no ya una estrella, sino uno de sus ángeles (cfr.
Luc. //, 9). Pero, pobres o ricos, sabios o menos sabios,
han de fomentar en su alma la disposición humilde
que permite escuchar la voz de Dios (1). [(1)Es Cristo
que pasa, n.33]
A MI me da mucha pena decir esto, pero... ¡en
cuántas ocasiones es la familia, son los amigos,
son los parientes los que se oponen a la vocación
de una manera desconsiderada, porque no entienden, porque
no quieren entender, porque no quieren recibir las luces
del Señor! Y se oponen a todas las cosas nobles de
una vida entregada a Dios. Y se atreven ¡a probar!
la vocaciónde su hijo, de sus hermanos, de sus amigos,
de sus parientes, y hacen una labor de tercería,
sucia. Os digo esto, no para escandalizaros, sino para que
andéis prevenidos: porque esa actitud la hacen incluso
compatible con un ambiente de familia que llaman cristiano.
¡Qué pena! (...).
Hijos míos, también en la vida de hoy
se da a veces esta escena que narra el Evangelio: personas
que destruyen con su lengua porque no tienen el poder
de Herodes, no una criatura, sino cientos de criaturas;
y envenenan la juventud con una reacción diabólica,
que es más o menos la que tuvo Herodes cuando comprendió,
a su manera, que había un Niño que era Dios
(...).
¿Y qué haréis cuando a lo largo
de vuestra vida sintáis ese obstáculo, esa
congregación de falsarios que pinchan, que adoctrinan,
que oscurecen es el tono de la doctrina de ellos
la luz de Dios; que quieren que las almas cierren los ojos
para que no crucen la mirada con Cristo? ¿Qué
haremos? Rezar, rezar. Rezar, trabajando con sentido sobrenatural
en la vocación de aquella alma y de otras, en las
encrucijadas de la vida. Y pensar que omnia in bonum!
Dios Nuestro Señor se sirve de todos esos obstáculos
para purificar, para mejorar y ennoblecer las vocaciones
desde el principio (2). [(2) De nuestro Padre, Meditación,
9-1-1959.]
En estos casos, pocos, en que la familia de sangre no entiende
nuestra dedicación a Dios en la Obra, es preciso
que junto a la fidelidad firme a las exigencias de
la llamada divina pongamos de nuestra parte todo el
esfuerzo necesario con oración, sacrificio
personal y detalles de cariño, de modo que
las familias comprueben que en el Opus Dei tenemos nuestro
corazón y nuestra felicidad, y que la vocación
divina que hemos recibido nos lleva a quererles más
y mejor. El primer paso para acercar a vuestras familias
a la Obra decía siempre nuestro Padre,
es que os vean contentos, felices, seguros en la vocación
(3). [(3) De nuestro Padre.]
LA NOTICIA que traían los Magos corrió por
Jerusalén como un relámpago, de puerta en
puerta, de casa en casa. En las almas que anhelaban la llegada
del Mesías se avivó la esperanza. Pero Herodes
consideró la nueva de muy distinta manera. Y convocando
a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas
del pueblo, les preguntó en dónde había
de nacer el Cristo. Y ellos respondieron: en Belén
de Judá, que así está escrito en el
Profeta (Matth. //, 4-5). Aquí tienes toda la
aparente ciencia de aquellos tiempos, puesta al servicio
de la iniquidad de Herodes. Hijos míos de mi alma:
para seguir a Jesús no bastan todos los conocimientos
de la ciencia. La ciencia no es un estorbo: es un medio
estupendo, pero insuficiente. Además hace falta el
asentimiento amoroso del hombre. Herodes debió de
ser el primero en saber el lugar donde había nacido
Jesús, pero le odia. Y la ciencia le va a servir
para preparar un plan malvado que acabará en toda
aquella hecatombe: aquel martirio de tantos niños,
de tantos inocentes.
Nosotros necesitamos tener toda la ciencia humana. En
el Opus Dei vamos a que en todas las actividades intelectuales
haya almas dedicadas a Dios, que empleen las armas de la
ciencia en servicio de la humanidad y de la Iglesia. Porque
nunca faltarán en el mundo nuevos Herodes que intenten
aprovechar, incluso falseándolos, los conocimientos
científicos para perseguir a Cristo y a los que son
de Cristo. ¡Qué gran labor tenéis por
delante, mis hijos! ¡Qué envidia me dais, porque
sois jóvenes y tenéis tanto que hacer!
(4). [(4) De nuestro Padre, Meditación, 6-1-1956].
Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, averiguó
cuidadosamente el tiempo en que la estrella se les apareció.
Y encaminándolos a Belén, les dijo: id e informaos
puntualmente de lo que hay sobre ese niño y, cuando
le halléis, avisadme para que yo vaya también
a adorarle (5). [(5) In Epiph. Dom., Ev. (Matth II,
7-8)]
La astucia y la hipocresía son las armas con las
que Herodes pensaba vanamente destruir al que es la Luz,
la Verdad y la Vida. Lo había predicho el profeta:
corren sus pies tras el mal, y se da prisa en derramar
sangre inocente. Sus pensamientos son pensamientos de iniquidad,
y a su paso deja el estrago y la ruina (6). [(6) ¡sai.
LIX, 7.]
De nada sirvió la furia homicida de Herodes. Dios
tenía unos planes de salvación que no podían
dejar de cumplirse por la ambición y la iniquidad
de una criatura. Cuando los soldados llegaron a Belén,
ya la familia de José avisado en sueños
por un Ángel había abandonado la ciudad,
huyendo de la cólera del rey de Palestina. María,
con el Niño en brazos, caminaba a lomos de un borriquillo;
y José, a su lado, conducía las riendas con
mano segura por el camino de Egipto.
(MEDITACIONES internas. Tomo I. pág. 290 a 295)
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