No
fueron anécdotas por lo que nos fuimos
Enviado por Aquilina (Italia) el 20 de
enero de 2004
Es autora, entre otros escritos, del libro silenciado: Reconstrucción
Querido Javier,
hacen unos dìas que estoy dando vueltas a lo que me
escribes en tu contestaciòn. Me han salido muchas cosas,
todas pertinentes pero que no iban a ser concluyentes. Me
he dado cuenta de que siempre habrà cosas (razones
importantes para ti) a las que yo ne te contestaré
y màs cosas a las que tu no me contestaràs (por
ejemplo si no te daba un poco de vergüenza la actuaciòn
de la obra en lo que se refiere a filtros, a marca comercial
"opusdei", etc.)
Me he preguntado por qué pasa esto en tantos mensajes
que nos entrecambiamos, y me parece haber encontrado una contestaciòn.
Esta contestaciòn tiene un nombre que no os gusta en
la obra, se llama "opciòn fundamental", pero
tampoco yo la voy a utilizar estrictamente en el mismo sentido
de la teologia de la liberaciòn. Obviamente no voy
a hablar como si fuera una teóloga, que no lo soy,
pero sì intentando conjugar mi formaciòn doctrinal
con el sentido comun y las experiencias de la vida.
Voy a hacer un ejemplo muy sencillo: los dos, Javier y Aquilina,
nos encontramos amistosamente sentados alrededor de una mesa
con en medio una botella de vino (tinto, porque me gusta más)
llena a medias, y los dos nos empeñamos en una discusiòn
sin poder acabar: tú, que eres optimista, defiendes
que la botella està medio llena, yo, que soy pesimista,
digo en cambio que la botella està medio vacìa.
Los dos alegamos argumentos a favor de nuestra tesis, pero
el ninguno consigue convencer el otro de que tiene razòn.
Algo asì es lo que estoy llamando nuestra opciòn
fundamental. En tu interior hay una opciòn fundamental
a favor de la obra, y los errores que reconoces se quedan
un accidente que no van a vanalizar las cosas positivas que
tu continuas valorarando. Dentro de mi hay otra opciòn
fundamental no tanto en contra de la obra, sino a favor de
valores que me parecen incompatibles con el espiritu de la
misma.
¿Esto quiere decir que es inutil
que continuamos discutiendo, porque al cabo y al final cada
cual se queda con sus ideas? Yo creo que no. En principio
puede parecer inutil, porque para los dos estas posiciones
son tan vitales que no es suficiente un mensaje de otro que
piensa distinto para hacer caer toda una construccion que
es su misma vida, pero al mismo tiempo me parece que, si el
otro que escucha lo hace con honor y con entereza, poco a
poco los argumentos -y los planteamientos y las actitudes
del otro- van sembrando unas dudas que al final pueden ir
dando su fruto. Yo en esto me encuentro aventajada porque,
como sabes, estoy convencida de encontrame en un estado que
considero sucesivo al tuyo, una evoluciòn de la vida
de numeraria, y me parece que va a ser mas facil que tu -con
el tiempo, con mucho tiempo- pases a pensar como yo, antes
de que yo vuelva a pensar como tú. A lo mejor me equivoco,
pero a ti no te va a hacer daño que yo tengo esta ilusiòn,
asì que déjamela y sigamos adelante.
Si aceptamos, aunque solo como hipotesis metodológica,
este asunto principal, ya ves que no tiene sentido continuar
anecdóticamente, yo contando las cosas malas que vivì
en el opus, y tu contándome las buenas: este juego
nunca va a acabar. Me parece mejor intentar matizar por donde
va mi opciòn fundamental, aunque esto lo haya descubierto
después de años, cuando una fuerza interior
bajo apariencias de depresiòn me empujò a salirme
de la obra, aunque yo no quiesiera y no consiguiera entender
por qué "tenia que irme", no entendìa
que en mi interior existia esta opciòn fundamental
que ya se habìa vuelto irreconciliable con la vida
del opus.
Uno de los aspectos que va a matizar mi opciòn fundamental
es aquel de la "moral autónoma" y de la "moral
eteronoma".
Dejando claro que la moral ni la inventamos los hombres ni
la escogemos segun el humor del dia (no es esto lo que entiendo
cuando hablo de moral autonoma) hay dos concepciones, a mi
parecer, muy distintas y hasta contrapuestas de la vida moral.
La primera, la que he vivido y he visto vivir en la obra,
es casi "magica" o sea quiere como "controlar"
la aprobaciòn divina y encontrarse segura de la salvaciòn
de su alma mediante la ejecuciòn de actos, casi todos
prolijamente previstos en la formaciòn moral, que se
està seguros que son segun el código moral màs
estrictamente entendido. Esto del "màs estrictamente
entendido" es algo importante: si no fuera el sentido
màs estricto, no nos encontrariamos en la seguridad
de estar actuando moralmente, segùn lo que Dios quiere
y sin correr el riesgo de que algo se nos "escape"
y perdamos asì su amistad.
Un ejemplo muy patente de lo que digo se encuentra en toda
la doctina de moral sexual tal como es vivida en la obra,
sea para los célibes, sea sobre todo para los casados.
Por lo que me acuerdo yo, solo quedaban excluidos de responsabilidad
moral los actos "primo primis", los ex abruptos
que en absoluto se podian controlar (y menos mal, si no ¿os
imaginais la fila para confesarse que habrìa cada mañana
antes de la misa?). Fuera de esto, en la virtud de la pureza
no habìa culpas ligeras, todo quedaba bajo el juicio
de pecado mortal. En el caso de los casados, estas actuaciones
podian llegar a ser autenticamente dramáticas y quizà,
alguna vez trágicas: para quedarse dentro de la moralidad
los supernumerarios no pueden "cegar las fuentes de la
vida" bajo ningún pretexo, aunque fuera el mas
serio. Ya esto de "cegar las fuentes de la vida"
me parece bastante feo, parece como si en la obra la vida
solo estuviera allì donde empieza, y no haya vida en
el edificar dìa a dìa el cariño de la
pareja, en el ayudarse y fortalecerse mutuamente, y menos
aùn en el gozo de los juegos que pueda hacer una pareja
sin otro fin que el de celebrar su amor (y eso que el nuestro
es un Dios que en el séptimo dia descansò y
gozò de la obra de su creaciòn y al que le gusta,
como recordaba el fundador, jugar a menudo sobre el globo
terraqueo).
Es el codigo moral "lo màs esctrictamente entendido"
que reduce la paternidad responsable a la actitud -totalmente
irresponsable- a actuar cada acto matrimonial con indiscriminada
abertura a la vida, sin poder contar tampoco con aquellos
medios de control permitidos por la iglesia. Y mas en general
fomenta en muchos casos una conciencia enfermizamente escrupolosa.
También lo de subrayar enfáticamente y continuamente
el papel de la obiediencia en el proceso de crecimiento ascetico
es una consecuencia de esta moral demasiado eteronoma. Aunque
sepa que el voto de obediencia siempre haya sido en la ascetica
cristiana camino de perfecciòn, no hay que olvidar
que es algo a lo que los "cristianos corrientes"
(lo que pretenden ser los fieles de la prelatura) hacen referencia
en contadas ocasiones que tienen que ver sobre todo asuntos
solemnes de fe y de moral. (Me sale ahora que se tendrìa
que averiguar cuanto puede ser compatible la vida de cristiano
corriente con un compromiso de obediencia en sentido no solo
doctrinal y moral sino sobre todo ascético, como se
vive en la obra).
En cambio voy a intentar explicar lo que entiendo yo por
"moral autónoma". Puesto que lo primero que
me gustò de la obra fueron las clases de apologética
y luego las de teología y la formaciòn doctrinal
en sensu lato, y que creo que mis estudios de filosofia, aunque
se hayan casi totalmente borrado de mi cabeza por no utilizarlos
a lo largo de años, me han dejado una "deformaciòn
profesional" que me hace necesitar de cierto rigor en
los razonamientos, yo parto del asunto -por cierto no siempre
verdadero- de que todos los que nos hemos encontrado con afàn
de santidad sabemos de necesitar antes de todo de una honda
y calificada formaciòn catequética y doctrinal.
Esto no es un lujo de aristocratas del amor, es mas bien una
necesidad basica en una sociedad alfabetizada en todos los
ambitos humanos. Ya no es posible, como hace siglos, ser cristianos
siendo ignorantes. Bueno, ¿quiere esto decir que tenemos
que quedarnos toda la vida como alumnos que nunca aprobaron?
¿No existe para el cristiano una mayoria de edad en
la que su conciencia doctrinalmente y rectamente formada,
hace entender una voz que, no lo olvidemos, en la màs
antigua dictrina cristiana, es "fuente ultima" de
moralidad? Yo creo que no solo podemos, sino debemos volvernos
mayores de edad en la fe, que cada uno tiene que esforzarse
por entender, momento por momento en su vida, que es lo que
Dios le va pidiendo, y que cuando llegamos a esta madurez
ya los demàs no tienen "gracia de estado"
para decirnos cual es la voluntad de Dios para nosotros. No
digo que no existan situaciones demasiado peligrosas para
que un cristiano pueda ponerse en ellas sin razones muy graves,
digo que son pocas y contadas, y que de todo lo demás
tenemos que asumirnos nuestras responsabilidades y vivir la
aventura apasionante de encontrar a Dios en los acontecimientos
de cada dìa sin que nadie nos dicte, desde el exterior,
una voluntad de Dios por averiguar. Cuando pienso en estas
cosas, me sale a menudo recordar la parabola de los talentos,
y me parece que no obstante la meditaciones "Señor
mio y Dios mio
" lo que se enseña allì
es a enterrar los talentos. ¿No suena muy parecido
"Obedeces y acertaràs siempre" y "entierra
tu talento y no lo vas a desperdiciar"? Se podrìa
profundizar aùn mas en este sentido, pero no me da
tiempo.
Otro asunto en que mi "opciòn fundamental"
es distinta de la de la obra es lo que se entiende por "Iglesia".
En la obra la Iglesia es un monolito en el cual ya todo ha
acontecido: Cristo ha nacido, ha muerto y resuscitado, y ya
està. Sus enseñanzas estàn depositadas
en la Iglesia, en las eseñanzas de las papas (de algunos
mas que de otros, pero
). Ya todo està dicho y
a los cristianos solo nos queda obedecer para irnos al cielo.
Si la Iglesia habla, no puede equivocarse: cuando hace santo
el fundador, cuando dice que hay que luchar por la paz, cuando
en tiempo de las cruzadas decìa que se tenia que ir
a la guerra, cuando decìa que la tierra estaba fija
y el sol daba vueltas, y cuando "misericordiosamente"
entregaba al brazo secular a los herejes para quemarlos
Hay otros que (acaso por haber querido salir de la minoría
edad espiritual) nos hace falta matizar un poco màs.
Yo creo que en la Iglesia, de manera sagrada, se custodie
una manera privilegiada de llegar a Dios, que es un lugar
privilegiado para dar culto al Dios verdadero, que en ella
puedo encontrar mediante los sacramentos mas de cerca a Cristo
segùn las necesidades de mi alma momento por momento
(perdón, alimento, fuerza
) pero sé también
que la obra de la redenciòn aùn està
aconteciendo, que hay que encontrar maneras continuamente
nuevas de poner a Dios en la creaciòn, que en la modernidad
hay problemas morales que ni Cristo podìa detallar
sin salirse de su epoca, que no nos ha sido quitado el esfuerzo
y la duda de encontrar nuevas soluciones cristianas.
Si la Iglesia no quiere que yo me escandalice de sus desvarios,
yo no voy a tomarme con la misma seriedad el mandamiento del
Amor que la canonizaciòn de Escrivà. Lo siento,
pero no son la misma cosa. Y es mejor que no sean la misma
cosa, porque si la Iglesia se pusiera totalmente en juego
en todo lo que proclama y hace, los cristianos no tendriamos
mas remedio, para quedarnos tales, de no creer màs
en la Iglesia. A mì me escandaliza la canonizaciòn
de Escrivà porque pienso que es una verguenza; no me
escandaliza que la Iglesia la haya ratificado. Antes, ya habìa
hecho cosas peores. Para mì se queda como Iglesia porque
en su seno surgen vidas santas y personas que con sus sacramentos
y a veces con sus incomprensiones, continuan teniendo viva
la búsqueda de Dios. Porque en ella encuentro el cuerpo
real y el cuerpo mistico de Cristo. Por lo demàs, la
Iglesia està hecha por hombres y a menudo sucumbe a
la tentaciòn del poder (sobre todo), de los milagros,
de manipular a Dios.
Pasamos a otro argumento. Tenìa que hablar antes de
la Iglesia, porque por cierto lo que voy a decir ahora solo
se entiende sabiendo lo que me parece qué es la manera
de estar en la Iglesia.
En la obra, sean lo que sean, se hacen votos, o promesas,
o contratos. En cada caso se ve como fuente de santidad el
fijarse ya para siempre en un "momento de gracia"
en el que hemos alcanzado lo que es nuestro destino en la
vida. Esto puede parecer contradictorio con la lucha ascetica
para conseguir la santidad, pero si lo pensamos el mayor argumento
para los momentos de crisis es "ser fiel a lo que se
ha visto una vez, para siempre". Este asunto es más
serio si se piensa que la mayoria de las personas entran en
la obra en edad muy temprana, y sin querer extremarlo se puede
decir sin equicovarse, que antes de la edad en la que sus
amigos contraen matrimonio.
A mi me parece, a raiz también de mis experiencias,
que el hombre es una criatura historica, que a lo largo de
su vida pasa por experiencias que le hacen no solo evolucionar
y madurar, sino que hasta, ayudado por tentativas y errores,
va descubriendo por medio de sus experiencias, quien es Dios,
el proyecto que el mismo Dios ha inscrito en nuestra naturaleza
humana para que nosotros lo descubramos. Esto de que hablo
no es una forma de religiosidad puramente natural. Es que,
aunque tengamos una revelaciòn, a los cristianos no
nos està ahorrado el esfuerzo humilde de entender utilizando
nuestra cabeza (en italiano hay una expresiòn divertida
que dice que la cabeza no queda encima de los hombros solo
para dividir las orejas
) como tiene que hacerlo cualquier
otra persona que no tiene esta revelaciòn. Decir "yo
por toda mi vida me voy a quedar en esta actitud, voy a prometer
quedarme como ahora, firmo un contrato para no volver nunca
màs a cambiar de juicio u opinion" me parece ir
en contra la ley natural (establecida por Dios) de criaturas
que viven dentro de la historia y que van a tener su historia.
Toda nuestra vida sufre unos acontecimientos -buenos y malos-
que son como preguntas que la vida, y con ella Dios, nos hace
y espera que nosotros contestemos. Los libros que no se pueden
leer, las personas del otro sexo que no se pueden tratar,
las circunstancias que se deben evitar,
son todas preguntas
sin contestar que quedan en la vida de personas que nunca
se otorgan el derecho-deber de considerarse adultos en la
fe y en la libertad.
Y en fin, un ultimo matiz, esta vez de comportamiento. Para
una persona de la obra el hecho de ser miembro de la prelatura
le da ipso facto el derecho de decir a cada cual lo que tiene
que hacer. Solo los directores pueden corregir planteamientos
que consideran equivocados de los demas asociados, pero cada
uno de ellos, en sus relaciones hacia fuera, tiene en el bolsillo
recetas listas para cada problema, aunque nunca haya tenido
experiencia directa del mismo, sin tener la humildad de formarse
y de informarse con ninguna otra fuente que no sea el espiritu
de la obra, los escritos del fundador y de sus sucesores.
Los jovenes dirigen a los mayores, los solteros a los casados,
los hombres a las mujeres
A mi en cambio la vida, sobre todo con la depresiòn
que no se puede entender lo que es si no se ha vivido, me
ha enseñado el valor de escuchar en silencio, sin pretender
dar soluciones y respuestas, solo intentando tener compasiòn
-sufriendo junto- con quien se desahoga contigo. En muchas
ocasiones no hay respuestas. O mejor, cada cual tiene que
encontrar la propia, y tu solo puedes ayudarles escuchando
en silencio, haciendo como una eco a sus reflexiones para
que se vayan reforzando y adquiriendo vida propia, al mismo
tiempo que puede contar con tu cariño desinteresado.
Cada uno de nosotros trae en el centro de si mismo una presencia
misteriosa de Dios que todos los demàs -también
la gente de la obra- tiene que respetar.
Bueno, he intentado describir lo que me ha llevada a alejarme
de la obra, màs allà de incidentes o anécdotas,
por que si no, se podrían perdonar y sobrellevar. No
sé si estos pensamientos va a ser compartidos por los
demàs, aunque tengo la ilusiòn de haber intentado
describir aquel "algo" que de repente, aùn
dentro del la obra o ya fuera de ella desde algùn tiempo,
nos atrapa y nos da la certeza de que ya aquello no es para
nosotros.
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