Mi
experiencia en la Obra
Enviado por Ana el 22 de febrero de 2004
Cuando salí de tercer curso en el colegio, por razones
personales decidí cambiarme de colegio; mi mamá
y yo visitamos varios pero el que más nos pareció
a ambas fue una obra corporativa.
Mi maestra de Religión me invito al centro y empecé
a llegar; me gustó mucho la atención que se
prestaban entre ellas y con las que llegábamos al centro,
siempre atentas, y como una aparente sonrisa de felicidad
(cosa que con el tiempo me llegue a dar cuenta que en muchas
era pura apariencia, aunque siempre hay excepciones, unas
realmente son felices). Comencé a frecuentar, pero
hasta el año siguiente pité, libremente lo hice,
por una parte te coaccionan pero, yo lo hice libremente. Creo
que al decir que te coaccionan, es como para justificar la
falta de carácter que tienen algunas personas que no
supieron decir que no, si eso era lo que deseaban hacer.
Al principio estas muy emocionada pero con los días
te empezas a dar cuenta que las cosas no son como parecen,
ya sos una más, ya la atención no es la misma,
se va perdiendo como cuando empezas a llegar, o simplemente,
el "cariño de familia", se siente como por
obligación. Creo que de las cosas que más me
confundieron era que realmente no se quieren, me chocaba porque
en mi familia me enseñaron que uno quiere a la gente
por lo que es, no en cuanto te sirva o te funcione, no se
la verdad como describirles. Trataba de que realmente se dieran
cuenta que yo las quería a cada una por lo que eran
y más si nos unía un lazo en común, a
cada una le trataba de encontrar sus cosas buenas, para que
fuéramos afines.
Para mí el tiempo que fui de la Obra, fue muy bueno,
y pienso que mi vida no hubiera sido la misma si eso no hubiera
pasado, aprendí cosas que pensé que jamás
las iba a aprender en mi vida entera, tengo mucho que agradecerles,
pero realmente había cosas que no terminaban de cuadrar
en mi cabeza, y al principio me las tragaba o simplemente
pensaba que era parte de lo que tenia que hacer porque libremente
había elegido ser numeraria.
El tiempo pasaba y yo en lugar de ir encontrando la felicidad,
la iba perdiendo, cada día me alejaba más de
mi familia de sangre (ni enterados que era numeraria), porque
todo tenia que girar en torno al centro, si tenia un minuto
libre, ya había algo que hacer en el centro.
Lo que más me costó, era hacer la charla tediosa
cada semana, irle a abrir tu alma a X persona, que de plano
ni escucharte quería, y había que hacerlo porque
era algo sobrenatural, pero para mí al mismo tiempo
humano, y muchas veces fue bueno, pero terminó siendo
una pesadilla, porque todo había que decirlo en la
charla fraterna, y si encontrabas a una pobre que andaba mas
que triste, toda awitada, mejor solo le sonreías, porque
¿qué pasaría si le preguntas qué
te pasa?, ya que solo le contas tus cosas con la que haces
la charla. Me molestaba tanto, pues no quiere decir que por
eso vas a ventilar toda tu vida con todas, pero si alguien
tenia el cariño para darse cuenta de esos detalles,
pues a veces yo andaba como que me había pasado una
aplanadora, y veía que me querían preguntar,
pero no lo hacían, y yo les pedía que rezaran
por mi, aunque luego la Directora me dijera que mejor no comentara
nada con nadie, cuando solo había pedido que rezaran
por mi.
Las correcciones fraternas eran extrañas y molestas
muchas veces; habían algunas que sí te lo decían
porque te querían, pero otras de plano no. Eran por
fastidio, pero eran como policías y haber en que te
cachan. Eran unas tonterías así como no dejes
el pan si ya te lo empezaste a comer. Eran puras tonterías.
Conforme pasaba el tiempo, las cosas se iban poniendo mas
cuadradas, porque tenias que encajar en un estereotipo de
numeraria. Te van esculpiendo para eso con la pobreza, la
familia de sangre, el apostolado, las meditaciones, el proselitismo,
las llamadas... Por algunos ratos me estresaban, pero luego
se me pasaba porque lo dejaba a un lado, siempre trate de
pensar que mi vocación era con Dios, y que las cosas
que no me cuadraban era porque en la Obra habían personas
y como todos los humanos cometian errores.
Yo desde que hice la admisión, ya iba teniendo problemas
de que ya no quería ser de la Obra, pero pensaba que
como yo lo habia elegido tenia que seguir porque habia adquirido
un compromiso con Dios. Y como me veian tan mal, querían
que de alguna manera yo me diera cuenta de lo que perdía,
y empecé a trabajar en una administración, cosa
que me ayudo muchísimo, porque me daba cuenta lo felices
que son las auxiliares (siempre con excepciones), lo autenticas
que son, que no les da miedo meter la pata, cosa que era distinto
en las numerarias. La administración me gustaba mucho,
y muchas veces eso me detuvo retrasar mi salida de la Obra
(aunque jurídicamente no era miembro), pero las cosas
se iban poniendo tensas. Por ejemplo para la canonización,
no quise ir, y me quedé esos días en la asesoria,
cuestión que me ayudó mucho, porque pude platicar
con gente mayor que me quiere mucho y sé que todavía
me quieren y que me ayudaron.
Cuando terminaron todas las vueltas de la canonización,
las cosas volvieron a su normalidad, y empecé a desesperarme
de nuevo. Cuando llegó el momento de la oblación
me la retrasaron, porque ya era como la boda, y yo tenia un
año de estar inestable. Pero por esos días y
con el dolor que siempre te hacen sentir, que traicionas a
Dios cuando no es así, me fui de la Obra.
Podría contarles muchas anécdotas de mis escasos
años en la Obra, pero mi objetivo es para ayudar a
quienes piensan hacerse de la Obra, y para quienes piensan
salirse de ella. Piensen que Dios los ama, que no se va a
enojar si le das la espalda. A quienes piensan hacerse de
la Obra, les digo que esta es linda, pues es de Dios, pero
como hay humanos, siempre van a haber errores si deciden o
ven que si es lo suyo, decídanlo en sus 5 sentidos
no manejados por una emoción, coacción, platíquenlo
con sus papas, con sus amigos más cercanos, hablen
con el Director, que le diga bien como es la vida de entrega.
Las cosas no son color de rosa como se ven, es algo serio
y difícil, sobre todo como yo, cuando te das cuenta
que todo lo que tienes que hacer está por encima de
lo que podes, yo me siento tranquila y felicísima,
nunca me pelee con Dios y en el momento de salir de la Obra
tampoco con la Obra aunque piensen y digan que fui infiel.
Ahora las cosas han cambiado, porque duele ir en la calle
o en los pasillos de la Universidad y ver que las numerarias
y todos los miembros, prefieren ir por otro lado en lugar
de saludar a la que fue infiel, según ellos. Esas son
las personas, las que me voltean la cara, las que me ven de
pies a cabeza, las que me evaden, las que se portan pesadas,
esas son las personas que han entregado su vida a Dios, y
quieren amar al prójimo, y no digo que no les cueste,
pero nunca se pueden poner en los zapatos de los demás
para ver como se sienten, siempre egoístas.
Y a los que se quieren ir, decídanlo en sus 5 sentidos,
véanlo en la oración con Dios, separen su relación
con la Obra, porque muchas veces uno no lo quiere hacer por
el resto de los miembros, o por el que dirán, pero
piensen que es una decisión con Dios y con él
nada mas, y que si no pueden, que si no tienen fuerzas para
seguir, pídanselas a Dios, y si así todo lo
que deben hacer esta por encima de ustedes, piensen que lo
importante es estar bien con Dios, y que el solo quiere nuestra
felicidad, no nuestra infelicidad. No quiere una entrega forzada
ni obligada, quieres a personas libres y felices. Lo mejor
es que busquen a alguien con quien tengan confianza para hablar,
le digan todo, todo, pero lo mas importante es su felicidad
y estar bien con Dios, que no es un Dios enojado, sino un
Dios que nos ama.
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