¿ES
EL OPUS DEI REFORMABLE?
FLAVIA, 31 de agosto de 2003
Hay un tema que he estado pensando estos días, a saber:
¿es el Opus Dei reformable?, o también ¿hay
una doctrina "esencial" del Opus Dei que sería
positiva, y que habría quedado en el olvido, o habría
sido deformada, provocando consecuencias negativas?. Entiendo
que el punto central aquí es: ¿qué es
el Opus Dei?.
Yo no tuve jamás ningún cargo de gobierno de
ningún tipo, a lo sumo, me tocó ser la responsable
de la labor de un Club Juvenil. Yo fui una agregada en Argentina,
estuve en la Obra toda mi adolescencia, de los 14 y medio
a los 20 años. Mi experiencia es la de una socia de
la Obra del "llano", la experiencia de la vida cotidiana
de una socia agregada del Opus Dei. Una experiencia muy mala.
Muchas veces leo que se dice en relación al O.D. que
su doctrina es buena, pero ha sido deformada, o que si los
directores/as tomaran en cuentra las críticas legítimas
que se realizan a la institución, se podrían
superar muchos problemas. Personalmente creo que ambas cosas
son equívocas, o si quieren, equivocadas.
Me refiero a que el Opus Dei no tiene un espíritu
fundacional positivo al que habría que volver: lo bueno
del Opus Dei puede hallarse en cualquier institución
de la Iglesia Católica. Me refiero a la oración,
los sacramentos, la devoción a la Virgen, los valores
humanos del cristianismo, etc. Pero lo "propio"
del Opus Dei, su "espíritu", "su práxis",
"sus criterios", que imperan de modo absoluto en
la Obra y le dan su identidad, no son positivos, y son, eso
sí, lo específico de una institución
que invoca como "carisma" la santificación
en el trabajo cotidiano, algo muy loable, pero muy inespecífico,
a no ser que puntualicemos "cómo" se santifica
el trabajo profesional. Ahí viene lo "propio"
de la Obra, ahí viene la vida real de los miembros
de la Obra, de los Centros, Colegios, etc.
Reitero, lo "bueno" de la Obra es lo que toma del
catolicismo, aunque luego le dé unas vueltas muy complicadas
y manipuladoras: la singular "vida espiritual" que
se genera a partir de la reducción de ésta al
"cumplimiento" de las "normas"; lo bueno
también pueden ser las buenas personas que hay en su
interior: en todas las instituciones hay buenas personas,
y Dios puede sacar agua de las piedras, ésto lo digo
por las personas, y por los "medios" para el crecimiento
de la vida espiritual.
Nuevamente, lo "propio" del Opus Dei, es lo que
nosotros (y otros) criticamos, y hemos padecido, y cuya modificación
implicaría la desaparición del Opus Dei en su
dimensión específica. Podría seguir llamándose
Opus Dei, pero la institución resultante sería
otra cosa.
Si bien comprendo que toda institución tiene un entramado
complejo de conformación, también entiendo que
los características "fundacionales" del Opus
Dei quedaron "cristalizadas" y cerradas a partir
de la postulación de la Obra como revelada íntegramente
por Dios a su Fundador Jose María Escrivá, (o
San Josemaría, "para la galería")
un caso único en la historia de la Iglesia, el de elevar
a una institución al rango de manifestación
explícita de la voluntad divina. Habría que
ver las consecuencias de este hecho para una teología
de la predestinación, dicho ésto en tono de
semibroma.
Igualmente, si los directores/as, generales, regionales,
locales, tomaran nota de las críticas de los miembros
actuales, de los ex miembros, de las personas cercanas al
Opus Dei, o de la misma sociedad, también estaríamos
ante otra cosa, no el Opus Dei. Y que quede claro que no lo
digo por aquello que podría cambiarse merced a tales
críticas, sino porque el problema no es el "contenido"
de las críticas, sino la actitud y la pertinencia institucional
del "criticar". Ésto pondría a la
Obra en el grave trance de admitir que no es una institución
"predestinada" por Dios, que su Fundador pudo, al
menos, no haberlo "previsto todo", que la "milimétrica"
praxis que estructura la vida de los socios/as tiene fisuras
o defectos, o consecuencias negativas.
Piensen ustedes cómo podría mantenerse una
institución con las características que conocimos,
una "institución total", como dice Joan Estruch,
sin la programación y el control de la vida de las
personas, de la vida interna en la que se dirime la experiencia
de ser miembro de la Obra, y que determina integralmente a
la "vida externa".
Por supuesto que una "institución total"
es eficaz, con el éxito "mundano" tan caro
a Escrivá, pero el costo de esa "eficacia"
es atroz, es la vida, cuerpo, alma, de los miembros lo que
ese éxito devora, pensemos en todo lo que hay que avasallar
para hacer la "Obra de Dios".
Este punto es, a mi entender, el que explica porqué
existe el Opus Dei y por qué hoy medra, en el contexto
crítico del catolicismo del siglo XX y ahora de los
inicios del XXI. El Opus Dei le dió a importantes sectores
eclesiales una respuesta a la conflictiva e inevitable adaptación
a los nuevos tiempos, a saber: fascismo y ultraortodoxia (i.e.
ortodoxia "de la mala") en el plano político
y moral, cerrilidad en el plano doctrinal, modernización
el plano de las "formas", liberalización,
en el plano de la economía, o sea, valorización
extrema del éxito, la competitividad.
Llevemos ésto último a la vida de un socio/a
de la Obra, y tenemos un entrenamiento férreo, una
verticalidad inapelable que hace que la institución
funcione, "sicut acies ordinata", cómo un
ejército en orden de batalla, dándole, al mismo
tiempo, el impulso de la "competitividad" emanado
del complejo de "superioridad", de ser "los
mejores". Todas estas falsedades antievangélicas,
son sancionadas con el sello de la "revelado por Dios",
(únicamente a Escrivá, por supuesto), de lo
"querido por Él" (y otra vez por Escrivá).
Entiéndase que cuando digo "Escrivá"
no me refiero sólo a la persona de Jose María
E., sino también a todo el horizonte de legitimación
que ese "nombre" supone.
En los últimos años, el Opus Dei ha recibido
además la sanción de lo "querido por la
Iglesia", después del complicado trámite
intraeclesial que todos sabemos ha tenido la Obra, con los
diferentes Pontífices, mediando el Concilio Vaticano
II. Con Juan Pablo II, fue su momento. Espero en Dios, que
el Papa haya tenido otras razones que las mencionadas antes
para convalidarlos, pero no creo que éstas estén
lejos, aunque puedan presentarse más "dulcificadas"
o matizadas.
Conclusión: no hay un "espíritu del Opus
Dei", al cual volver, o que implementar "verdaderamente",
no hay posibilidad de "reforma" en el Opus Dei.
Ésto está en la naturaleza de la institución.
El Opus Dei existe para ser y hacer lo que ha sido y ha hecho
hasta ahora, lo que sabemos y deploramos, podemos examinarlo
milímetro por milímetro, pero el problema esencial
sigue ahí: el Opus Dei no es de Dios, como decía
cierto profesor alemán, es "humano, demasiado
humano".
Cuando se plantea que en la actualidad "pita" cada
vez menos gente, o son muchos los que se van, o muchos de
los que se quedan lo hacen por miedo a las inseguridades de
otro modo de vivir, o por razones "decorativas",
se está confirmando lo ya expuesto: el Opus Dei ha
llegado hasta aquí, podrá inventar "variaciones
sobre el mismo tema", pero se ha puesto a sí mismo
la simiente de la declinación en su interior, al negarse
a todo cambio o crítica, como parte constitutiva de
su identidad y de su dinámica de funcionamiento.
El que tengan a San Josemaría, el que en el futuro
(Dios no lo permita) sea declarado "doctor de la Iglesia",
el que pudieran canonizar a Don Álvaro o a quién
sea (por ahí, carambolas, en el montón canonizan
a uno que sea santo de verdad), no modifica el problema central:
nadie cree que Escrivá sea santo... nadie con la conciencia
recta y un mínimo conocimiento del asunto, lo cual
influye inevitablemente en la evaluación que se tenga
sobre la Obra.
Lo de la infalibilidad papal es otro tema, como dice un fraile
amigo mío, "San Josemaría no es santo de
mi devoción"... luego, habrá que ver cuánto
daño le hace o no a la Iglesia esta canonización
tan turbia y apresurada. La infalibilidad papal tiene como
contrapartida necesaria la "responsabilidad" papal.
Lo cortés no quita lo valiente.
No sé si el Opus Dei sobrevivirá meses o siglos;
sí sé, que, como a todo, le llegará la
justicia de Dios, perdón por el rasgo "apocalíptico",
pero así son las cosas, como decimos por aquí,
"en la cancha se ven los pingos".
Son temas para seguir examinando.
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