DE
OBISPOS Y OTRAS COSAS PEORES
LVDOVICVS, 3 de junio de 2004
No me sorprende que el nombre de Jaime Pujol i Balcells empiece
a hacer ruido entre los episcopables de Barcelona, lo que
me sorprende es que Ricard Maria Carles -que desde mi punto
de vista es un hombre que sabe de pastoral y que conoce bien
la Iglesia Universal y la realidad de su Iglesia Particular
de Barcelona- esté en consonancia con esos ruidos ¿o
es que Carles simpatiza con el Opus Dei? ¿no andará
D. Frigola detrás de todo esto? ¿es que D. Elías
Yañes ha bajado la guardia? ¿Qué opina
el Episcopado español?
No veo ningún problema en que a los sacerdotes numerarios
del Opus Dei como es el caso de Jaime Pujol- les apetezca
el episcopado (¿a quién no le gusta mandar?)
(el mismísimo Doctor Angélico afirma que no
es malo desear ser obispo), ni veo ningún problema
incluso que se los propongan "por la espléndida
formación teologico-canónica que poseen"
(en alguien hay que poner los ojos), el problema está
en que accedan efectivamente a las sedes episcopales. Antes
que plantearme si D. Jaime aceptará o no, yo me pregunto
¿quién lo ha propuesto? Y es que por quien
no lo sepa- en la Iglesia nadie lanza su propia candidatura.
Vamos, que no está bien visto. Vamos, que nunca se
ha visto (excepto, claro, en todo del nombramiento del Padre
Escrivá cuando le nombraron Prelado de honor de su
Santidad).
En nombre de la justicia hay que decir todo: si en algunas
diócesis concretas de algunos países concretos
del mundo se han mejorado ciertas cosas por la presencia de
sacerdotes numerarios en la sede episcopal, eso no quiere
decir que lo idóneo sea que un numerario sea un Obispo
(ni titular ni auxiliar).
Se pueden aducir todas las razones teológicas, canónicas
y pastorales que se deseen (y estoy dispuesto a hacerlo si
a alguien no le queda claro), pero el argumento más
sencillo y más fácil de comprender es éste:
los sacerdotes del Opus Dei no viven en la misma realidad
pastoral-económico-cultural-afectivo-social-espiritual
que el resto de la gente (mucho menos que el resto de los
sacerdotes del clero secular y religioso) por lo tanto no
tienen un conocimiento real y efectivo de la realidad pastoral
que tendrían que gobernar al acceder al episcopado.
Si bien es verdad que los sacerdotes numerarios conocen en
profundidad la teoría (la misma Universidad de Navarra
tiene una Facultad de Teología y una Facultad de Derecho
Canónico; y sería el caso de Jaime Pujol) están
alejados de la realidad pastoral de una diócesis. Los
sacerdotes numerarios conocen bien los entresijos del Opus
Dei; saben bien cómo se bate el cobre en la
Prelatura (nadie recibe el Orden sacerdotal a los pocos años
de estar dentro), incluso pueden llegar a saber quién
y cómo parte el bacalao en un obispado... pero
de ahí a que tengan un conocimiento REAL de lo que
sucede en una diócesis hay un gran trecho, y ahí
radica el peligro.
El Código de Derecho Canónico es muy claro:
"Al ejercer su función pastoral, el Obispo diocesano
debe mostrarse solícito con todos los fieles que se
le confían, cualquiera que sea su edad, condición
o nacionalidad, tanto si habitan en el territorio como si
se encuentran en él temporalmente, manifestando su
afán apostólico también a aquellos que,
por sus circunstancias, no puede obtener los suficientemente
los frutos de la cura pastoral ordinaria, así como
a quienes se hayan apartado de la práctica de la religión"
(c. 383).
Perdón y digo perdón pensando
en aquellos miembros del Opus Dei que entran a ésta
pagina web; aquí tienen otro cobarde y traidor
que no da su nombre; pa que me encomienden- pero
es que a mí me cuesta mucho imaginar a un sacerdote
numerario ya consagrado obispo organizando, por ejemplo, la
pastoral de homosexuales, o fraternizando con religiosos y
religiosas en jornadas de pastoral vocacional, o realizando
un encuentro con personas de la renovación carismática
y rezando el Padrenuestro tomado de las manos con dos divorciados;
o conviviendo con los sacerdotes de a pie, es
decir, con aquellos que están en el frente de batalla
de una diócesis en las parroquias, aquellos que se
parten la cara día a día y que poco saben de
palacios episcopales, mitras, pectorales y solideos, porque
están metidos en su pastoral, con su gente y sus problemas
(preguntar, por ejemplo, a un sacerdote numerario si sabe
que en la mayoría de las diócesis del mundo
la pastoral está diversificada en cuatro o cinco pastorales
concretas, y si sabe cuáles son éstas).
En fin: que no me parece buena idea por lo que antes
he dicho- que el nombre de Jaime Pujol empiece a hacer ruido
entre la curia de Barcelona. D. Jaime hace su trabajo bien
en la Universidad de Navarra formando numerarios (los del
Colegio Mayor Aralar y alguno que otro despistado), y alumnos
de la Facultad de Teología (seminaristas provenientes
de América Latina en su mayoría que viven en
el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa), pero
nada más. De ahí de su mundo, su ambiente,
su centro- a una realidad como lo sería la Arquidiócesis
de Barcelona, hay un gran y peligroso trecho.
Ciertamente es el Sumo Pontífice quien nombra libremente
a los Obispos, o confirma a los que han sido libremente escogidos
(c. 377); las listas se transmiten a la Santa Sede (la famosa
terna) a través del representante pontificio,
a quien corresponde también en casa caso instruir el
correspondiente proceso informativo, en éste caso habría
qué preguntarse hasta dónde se ha ido metiendo
el Opus Dei, y si ha sido el Nuncio quien ha hecho la propuesta....y
preguntarse con más detenimiento si el Nuncio en cuestión
pertenece a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Si la
respuesta es que sí.....ya no tenemos nada que hablar.
Está todo clarisimo, porque habría entonces
visto como vio el P. Escrivá muchas
cosas- la necesidad de los sacerdotes numerarios del
Opus Dei en las sedes episcopales.
Pero bueno, no acabemos mal éstas líneas. Ni
seamos malos ni descorteses. Tendríamos que estarle
agradecidos al Opus Dei el que poco a poco vaya teniendo
la enorme delicadeza de enseñarle a la Iglesia
lo que es un Obispo, y de aclararnos a todos un poco las ideas
en lo relacionado con el Munus santificandi de la Esposa
de Cristo.
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