BARBARIDADES
DEL OPUS DEI
FLAVIA, 13 de junio de 2004
Es imposible no opinar acerca del mail con que nos ha beneficiado
Jorge Morales. De él se desprenden ciertos
temas que voy a puntualizar, más allá del mencionado
correo:
- Si la cuestión es ¿para quién está
hecho el Opus Dei?, en el sentido de que habría personas
para las cuales el Opus Dei sería positivo, y para
otras no; entonces todos los que escribimos acá, todos
los ex que han pasado por las difíciles instancias
ya conocidas, perteneceríamos al grupo de aquellos
para quienes el Opus Dei no está hecho.
El primer problema a este respecto es que la desviada (en
tanto "desviada" de sus fines, por los medios con
que se realiza) convocación vocacional de la Obra,
jamás se detuvo a considerar, por fuera de frívolas
variables sociológicas o meramente coyunturales, quién,
delante del Señor y de la propia alma, puede tener
realmente vocación a la Obra (en el caso que tal cosa
existiera), para eso se exigiría un modo reflexivo
y seriamente discernido de plantear la llamada a la Obra,
una información clara y completa acerca de dicha institución
para quien es convocado, la posibilidad de decisión
real del candidato/a, que tiene como precondición mínima
la edad, e incluye, como hemos dicho, la necesaria información
y análisis de la llamada específica.
Quienes hemos sido miembros de la Obra sabemos que eso no
existe, que el "aprovisionamiento vocacional" se
realiza por medio del proselitismo más crudo e irreflexivo,
cuyos criterios son fundamentalmente estadísticos,
en varios sentidos: el nivel de ingresos o de productividad
futura del candidato (en cualquier nivel que aproveche a la
institución); y la cantidad de "vocaciones"
que satisfacen la doble exigencia de "comprobar"
en el plano de los hechos la "predilección divina"
hacia la Obra, y fomentar el prurito triunfalista de la institución.
Todavía recuerdo que, incluso al momento de mi salida,
pensaba que eran muy pocas las personas que se iban del Opus
Dei... falsa suposición la mía, como después
pude comprobar.
- Una afirmación particularmente desafortunada es
la que dice que a los 14, 15, 16 años los adolescentes
hoy en día deciden tener o no relaciones sexuales,
golpear o no a sus padres (eso no lo sabía), a qué
escuela asistirán, etc., y que, por tanto, pueden decidir
ser miembros de la Obra (deduzco de las "razonables"
premisas anteriores). Todos los campos de decisión
antes mencionados, con la diversa valoración que de
ellos se tenga, no cubren ni en lo más mínimo
las implicancias de ser miembros, en particular miembros célibes
-numerario/a, o agregado/a- del Opus Dei, es risible que se
comparen decisiones de ese tenor, con la de la dedicación
plena a Dios, en una determinada institución.
- Por otra parte, la Iglesia ha reiterado y reitera la importancia
y obligatoriedad del debido discernimiento y formación
de los candidatos/as a diversas formas de consagración
o dedicación plena a Dios, previendo con claridad los
tiempos y hasta los contenidos de las etapas establecidas.
El Opus Dei mismo ha debido modificar - para la galería,
pues ha implementado el recurso de los "aspirantes"-
la edad mínima de ingreso. Otra de las desobediencias
encubiertas de la Obra a la Iglesia.
- Una breve nota de índole personal, que podemos generalizar:
yo entré a los catorce y medio, antes de que saliera
la "intención especial", o sea, antes de
que el Opus Dei fuera una "Prelatura", y no tenía
la capacidad de decisión para asumir lo que luego tuve
que asumir con las consecuencias del caso, por la sencilla
razón de que nadie a esa edad puede tenerla, menos
con los elementos de juicio con los que contaba al momento
de pedir la admisión (en mi época todos los
campos de "decisión" mencionados como ejemplos
de la "libertad adolescente" no eran usuales, y
en mi tierra, por ahora, tampoco el de "golpear a los
padres"). Acerca de en qué momento los miembros
de la Obra van a vivir a sus centros, dado que fui agregada,
jamás viví en un centro de la Obra, lo que no
me eximió en absoluto de las nefastas consecuencias
de la doctrina y praxis reales del Opus Dei.
- Queda como siempre la pregunta ¿para qué
sirve el Opus Dei?, que en mi caso, si bien puede ser contestada
parcialmente, se agudiza ante la lectura de la sección
del Vademécum
de los Consejos Locales que refiere José Antonio
en su escrito
del 11/6, en el que se alude a "...el Derecho
propio santo, perpetuo e inviolable- que nuestro queridísimo
Fundador, por Voluntad divina, estableció para siempre,
y la Santa Sede ha sancionado".
José Antonio desarrolla en su texto las significaciones
eclesiales de esta afirmación, por eso yo, apoyándome
en sus dichos, quiero manifestar cómo la lógica
de funcionamiento del Opus Dei, que en toda institución
-incluso la Obra- se materializa en su derecho, es absolutamente
autorreferencial, respecto de cualquier instancia, la Ley
de Dios, las leyes de la Iglesia, las leyes civiles, que pudieran
ponerla en perspectiva, que pudieran mediatizarla, en fin,
que la trajeran al territorio de lo hecho por los seres humanos,
con los límites y las posibilidades de reforma y corrección
de lo que que nace de seres falibles, la simple idea de asociar
a la Voluntad divina con el código interno de una institución
en particular resulta escandoloso, y hasta hace risible la
proposición siguiente, "(que) la Santa Sede ha
sancionado"... pues, qué le quedaba a la Santa
Sede ante tal manifestación divina, comparable a la
que presenció Moisés en el Sinaí, sino
"sancionarla". Por eso es que los papas anteriores
al presente, que no se dignaron sancionar esta "ley divina"
dictada a Escrivá, eran fuertemente descalificados
en la Obra, para decirlo livianamente, como hoy en día
es descalificado cualquiera que se atreva a cuestionar a la
inviolable institución.
- El problema de los problemas en este campo, es que realmente
haya una institución que plasme esta afirmación
en un documento, y peor, que la viva y enseñe cotidianamente,
que efectivamente considere que sus doctrinas, prácticas
y disposiciones legislativas, emanan directamente de la voluntad
de Dios, y que la Iglesia, la mediadora entre Dios y los hombres,
si mal no recuerdo, quede reducida al papel de "convalidar"
la "revelación" de Escrivá, que no
se reduce a la instancia "particular", sino que
se "universaliza" hasta el punto de considerarla,
no sólo como inviolable, sino como santa y perpetua.
Quienes frecuentamos esta WEB sabemos qué tipo de
efectos tienen estas afirmaciones, qué consecuencias
pueden seguirse de semejante pretensión legitimadora.
Recuerdo lo leído hace unos días, cuando alguien
comentaba una frase de un miembro de la Obra: "un
numerario (agregado/a, también, diría yo), es
alguien que carece de derechos fundamentales". Esta
expresión puede describir la experiencia de muchas
personas que han sido miembros de la Obra (desgraciadamente
también de quienes permanecen en ella), entre quienes
me cuento.
- Por eso, a mi pregunta personal: ¿para qué
sirve el Opus Dei?, respondo al menos que no le sirve a la
Iglesia considerada en su dimensión esencial, que no
le sirve a la sociedad, que no le sirve a sus miembros, que
no le sirve a sus ex miembros, etc., por el momento y parcialmente
agrego que el Opus Dei sirve para sí mismo, como una
empresa privada, una corporación sirve a sus propios
intereses. Ahora que no hay comunismo que "combatir",
que nadie sabe qué significan los términos "modernismo",
o "secularismo", el Opus Dei redirige su fundamentalismo
a otros campos, dado que si hay algo que la Obra necesita
para reproducirse a sí misma es un enemigo: los "rojos",
el Concilio Vaticano II, los homosexuales, el aborto, la teología
de la liberación, el resto de la Iglesia que no piensa
como ellos, no actúa como ellos, no reza como ellos,
no vive la liturgia como ellos, también los ex miembros
de la Obra que deciden romper el silencio. Lo que sea, con
tal de inventarse una razón para subsistir, con tal
de crearse esas "sagas martiriales" de cabotaje
que pueblan el folcklore de la Obra, y enardecen a los recién
llegados al "estado mayor de Cristo", o al menos
a sus "cuarteles".
- Una breve consideración, para los ya mencionados
"torquemadas" que frecuentan la WEB, y suelen invocar
como argumento decisivo en su favor, la aprobación
pontificia de la Prelatura, y la canonización del "canonizado":
no hay nadie en esta WEB que esté alentando la creación
de la nueva secta herética de los "contracanonizantes",
o "retrocanonizantes", ¿sí?. Aquí
se ejerce el legítimo derecho, y a veces obligación,
de cuestionar y discutir en conciencia lo que creemos ha de
hacerse, tomando en cuenta además, que no se trata
de una WEB confesional, y que lo nefasto de la Obra no se
descarga sólo sobre los católicos, sino sobre
todos los que la han padecido, todos los cuales tenemos derecho
a pronunciarnos.
- Quiero recordar, por último, en la medida en que
el tema ha sonado últimamente, lo que dice Santo Tomás
acerca del orden episcopal (en el Tratado sobre los estados
de vida, en la I-IIae de la Summa Theol.), y que sería
bueno tuviéramos en mente al pensar en el rol de los
obispos en la Iglesia. Diferenciando la tarea episcopal del
magisterio, él afirma que el episcopado es una dignidad,
otorgada en favor de otros, mientras el magisterio es una
dignidad no otorgada por la transmisión de un título
(el orden episcopal), sino en razón del reconocimiento
de una condición, con todas sus cualidades: la de maestro.
Así el episcopado puede ser otorgado como dignidad,
pero al reconocimiento magisterial hay que "ganárselo".
Santo Tomás analoga el oficio de la predicación
de la Palabra de Dios con el del magisterio, por lo cual la
dignidad de quien ejerce el oficio sagrado, le viene, en tanto
maestro, del reconocimiento de los prójimos, y en tanto
ministro de la Iglesia, con oficios magisteriales, del orden
otorgado: un obispo puede ser obispo, con la legítima
función de guiar y enseñar al pueblo a él
encomendado, pero que llegue a ser Maestro en sentido propio,
depende de su virtud, de su dedicación, del reconocimiento
de sus hermanos, como se nos dice en el Evangelio: "Jesús
enseñaba con autoridad, no como los escribas y fariseos".
A los sucesores de los apóstoles ha de convenirles
la autoridad del Evangelio, de las palabras del único
Maestro y del único Señor. Creo que por ahí
va la reflexión acerca de qué sucede o podría
suceder con los obispos de la Obra, que, como obispos, deben
estar dedicados por completo, al bien de la porción
de la Iglesia Universal que Dios se ha dignado concederles.
En estos días, (el 5/6), se celebró la memoria
de San Bonifacio, apóstol de las tierras germanas,
y en una de sus cartas, nos refiere cómo se sentía
temeroso de poder ser digno pastor de la nueva iglesia a él
encomendada. Hablando de su ministerio dice: "No seamos
perros mudos, no seamos centinelas silenciosos, no seamos
mercenarios que huyen del lobo, sino pastores solícitos
que vigilan sobre el rebaño de Cristo, anunciando el
designio de Dios a los grandes y a los pequeños, a
los ricos y a los pobres, a los hombres de toda condición
y de toda edad, en la medida en que Dios nos dé fuerzas,
a tiempo y a destiempo..." (Carta 74).
Si el Opus Dei, para su propio beneficio, está presionando
para tener obispos en sedes episcopales importantes, entonces,
se está metiendo en grandes problemas porque está
rebajando, está mancillando la dignidad de un ministerio
puesto en la Iglesia para "construir, para edificar,
no para destruir"... Hay un mandamiento que reza "No
tomarás el nombre de Dios en vano"... Si está
haciendo ésto (ojalá que no), se está
poniendo en problemas muy serios a los ojos del Único
que realmente interesa: Dios nuestro Señor.
En definitiva, y como dice el salmo:
"Si el Señor no construye la casa, en vano
se fatigan los albañiles, si el Señor no custodia
la ciudad, en vano vigilan los centinelas", de fondo,
y como ha sido desde que el mundo es mundo, el problema fundamental
de la Obra es el más propio de la condición
humana: la idolatría, el "hacerse como dioses".
Lo que nos queda a nosotros, y a otros en razón de
su estado, o de su concreta humanidad, es reflexionar porqué
caminos el Opus Dei se ha erigido en lo que es, y ha dañado
y daña del modo en que lo hace "pensando que da
gloria a Dios", en el mejor de los casos, supongo.
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