ADMISIÓN,
CILICIOS Y HOMOSEXUALIDAD
GATA4, 29 de agosto de 2004
Recuerdo especialmente el día que me admitieron como
numeraria en el opus Dei. En unas pocas horas se condensó
gran parte de lo que a mi parecer son los grandes errores
del opus.
Para los no muy iniciados en el tema diré que cuando
uno quiere ser fiel del Opus Dei, solicita por carta al prelado
su admisión. A los 6 meses la obra contesta negativamente
(en ese caso nunca se ha pertenecido al opus) o positivamente
en cuyo caso se realiza la primera incorporación jurídica
a la obra. Esta incorporación nunca he podido entender
en qué consiste y que diferencia tiene un numerario
antes de ese día con el día después.
Entiendo la oblación como adquisición de compromisos
temporales y la fidelidad como esos mismos compromisos elevados
al "para siempre" pero lo de la admisión
se me escapa.
Esta es la teoría y en esto también existe
la doble doctrina
de Compaq&Brian. A mí, como a casi todos, me hicieron
creer que desde el primer momento en que solicité ser
numeraria, era tan numeraria como la más antigua de
la casa. Es más, recuerdo el ejemplo que oí
a los pocos días en una charla de formación
en el que se nos decía que ese mismo día "el
Padre" nos podía nombrar directora de cualquier
cosa y que no valían excusas del tipo: "he pitado
hace unos días, soy muy joven..." aunque eso en
España y en los tiempos que corrían no pasaba,
se nos hablaba de casos concretos de los tiempos fundacionales
o de expansión en otros países en los que eso
era así.
Esto oído con 14 años impresionaba y hacía
que desde el primer momento una se sintiese muy del opus Dei.
Por eso me llamó la atención cuando una mañana
la directora de mi primer curso anual me dijo: hoy vas a hacer
la admisión. Este detallito de ser en el curso anual
también tiene su aquel. Los 6 meses preceptivos se
habían cumplido unas semanas antes, en periodo normal
del año. Ese curso anual se desarrollaba a 400 Km.
de mi casa (aunque había uno parecido a 15 Km.) y curiosamente
es el momento que se elige. En el opus no existen nunca las
casualidades. En esos 6 meses, a través de los muy
específicos medios de control del opus, ya se conoce
como es la persona. Y en mi caso pensaron, con razón,
que si tenía que hacer la admisión en 'mi terreno'
razonaría el asunto y pondría muchas pegas.
Con 15 años recién cumplidos esas pegas no se
ponen si tienes que enfrentarte a personas que acabas de conocer
(era el caso de esas directoras) y a volverte a casa antes
de lo previsto. He de decir que fue la primera vez que pensé
que me habían engañado. No sería la última.
Todo esto pasaba pocos años antes de que la obra fuese
Prelatura Personal, eso explica una admisión con 15
años, esa incorporación se hace ahora con al
menos 16 años. El opus lleva años diciendo que
allí no hay menores de edad desde 1982 pero
otra
de doble doctrina:
"En algunos ambientes puede ser habitual que los
menores de edad entreguen a sus padres lo que ganan; y que
éstos les paguen todos sus gastos y les den una cierta
cantidad para cubrir sus necesidades. En estos casos, no se
trata propiamente de una ayuda económica a los padres.
Basta que el Consejo local autorice a esos miembros que continúen
entregando el sueldo a sus padres, y lo comunique a la Comisión
Regional. Como es lógico, ingresarán íntegra
en su Centro la cantidad que reciban para sus gastos, y sacarán
lo que necesiten. Cuando varían las circunstancias,
o antes de hacer la Oblación, se informa a la Comisión
Regional, por si el interesado debe proceder de otra forma,
o es necesario conceder una ayuda familiar." De las
Glosas
sobre la obra de San Miguel (Pág. 69 y fechado
el 29 de septiembre de 1987).
Es decir, es el mismo opus Dei el que dice que en su seno
hay menores de edad en un documento que está en vigor.
Por cierto ¿será casualidad que se reconozca
la existencia de menores justamente cuando se habla de dinero?
No considero que fuesen una 'serie de circunstancias' las
que se dieron ese día para que aquello se fijara en
mi memoria. Creo que es una norma habitual de comportamiento
en el opus y así lo relato. Ese convencimiento lo tenía
en los siguientes años que permanecí en la obra.
Recuerdo que algún tiempo después empecé
a pensar que aquello de cristianos corrientes en medio del
mundo no tenía nada que ver con el 'numerariado'. Así
lo comenté en la charla pensando que era la única
que veía esa "doble doctrina". La respuesta
no me dejó lugar a dudas: "Pues claro que no somos
cristianos corrientes, ¿Pero te enteras ahora?"
Aquel desparpajo al negar la teoría oficial me descolocó
por completo. También recuerdo mis reticencias a hacer
la siguiente incorporación. En esa ocasión sí
me enteré con tiempo que había que hacer votos
(para entonces solo faltaban meses para que saliese la 'intención
especial' y pasasen a ser compromisos) y tardaron en convencerme
para que los hiciese. Pero los hice, los hice.
Sigo con el relato de lo acontecido ese día. La directora
me dijo que abría una pequeña ceremonia y que
antes convenía que hiciese una confesión general.
Que esa confesión tenía que ser muy completa
y que el objetivo era empezar a ser del opus Dei sin lastres,
que una vez hecha todos los pecados anteriores a ese día
los olvidara para siempre.(Me imagino que esa puntualización
estaba hecha para personas con tendencia a los escrúpulos
de conciencia o sentimientos de culpabilidad. No era mi caso,
siempre he sido de manga muy ancha con los errores de los
demás, y ni cuento con los míos. Además
ahora mi concepto de pecado es otro y la diferencia entre
bien y mal no coincide con la del opus. Pero esa es otra historia.)
Me dijo que a preparar la confesión me ayudaría
la que 'llevaba mi charla'.
Yo hacía la charla con una persona que conocí
10 días antes, que me triplicaba la edad y con la que
no tenía ninguna afinidad así que todo era muy
'sobrenatural', muy comme il faut en el opus. El caso es que
estábamos las dos con un guión- y claro una
agenda-por medio para preparar una confesión. Pues
leyendo ese guión me enteré que los numerarios
usan cilicios y disciplinas. En el plano inclinado de mi formación
hasta entonces, debí tener la gripe el día que
explicaban lo de las mortificaciones corporales porque yo
no me había enterado. Obviamente esto es un chiste,
en el opus nada se deja a la improvisación y supongo
que el que me enterara de esa forma formaba parte del plan.
Claro, en ese momento pregunté que era eso y cuando
me lo explicó la susodicha no me lo creía. No
pensé que era broma pues esa mujer no era precisamente
una juerga con patas, pero
era la segunda vez en el
día que pensé que llevaban meses engañándome.
Aprovecho para contar cómo se incorporó el
cilicio a mi vida de numeraria. De esa conversación
saqué como conclusión que al llegar a 'mi casa'
(nomenclátor: la del opus) la directora me lo contaría
todo para empezar a usarlo. A mí aquello no me parecía
que fuese a ser muy agradable, así que pasé.
No lo volví a mencionar. A los 3 meses, un día
me preguntan en la charla: ¿estás siendo generosa
con la mortificación corporal? Como yo no mentía,
dije que no tenía de eso. Al día siguiente ya
tenía. Lo probé aquella misma tarde y el cilicio
¡hacía un daño! a los 20 minutos me lo
quité pensando que yo eso no lo usaba, se pusieran
las del opus como se pusieran. Pensé también
que volverían a pasar otros meses hasta que volviese
a salir el tema en la charla, pero no. Esa misma semana, pregunta
y sinceridad salvaje por mi parte: yo eso no me lo pongo.
A esto siguió una conversación con argumentos
por las dos partes. Recuerdo que uno de los que usé
era que entendía la mortificación como un medio,
no como un fin; que la mortificación tenía verdadero
sentido si servía para hacer la vida más agradable
a los demás o para ser yo mejor algo que no se cumplía
con esos instrumentos de auto tortura. Me imagino que hubo
contra argumentos-como también me imagino lo que pensaría
aquella pobre, tipo ésta no se entera de nada- pero,
como soy difícil de convencer, fue la primera vez que
escuché una contestación que empezó a
ser habitual en esos años: A ver, ¿tú
no has entregado toda tu vida a Dios en el Opus Dei? ¿Vas
a dejar de hacerlo por una tontería como ponerte el
cilicio? Pues así contado, también tenía
razón aquella muchacha. A partir de ahí, dos
horas diarias de auto tortura. En mis tiempos de opus no encontré
ninguna utilidad a ese uso. Ahora, con la ventaja que da el
tiempo pasado y la distancia tomada, he encontrado una: ¿alguno
más ha disfrutado del morbo que produce en tu pareja
cuando le cuentas que has usado cilicio durante años?
Sigo con el relato de hechos. Seguíamos aquel guión
y tras el llamado "espíritu de la obra" se
pasaba a los mandamientos uno por uno y por orden de escalafón.
En cada uno había una serie muy detallada de preguntas
relacionadas con ese mandamiento. Llegamos al 6º/9º,
las preguntas eran concretas, centradas en relaciones con
personas del otro sexo y yo contestaba con toda naturalidad.
De repente, leo algo así como ¿y todo lo anterior
con personas del mismo sexo? Yo leía y miraba a la
'de la charla', volvía a leer la pregunta y volvía
a mirar a aquella mujer que me miraba a su vez sin mover un
músculo. Debí hacerlo 5 o 6 veces hasta que
ella dijo con una sonrisa: Pues eso, ¿que si has hecho
algo con otra chica?
No dice nada bueno de mí como reaccionó mi
cuerpo ante esta pregunta. Así como Aquiles tenía
un talón, yo tengo un estómago. Mi estómago
no debe estar muy unido a la vista pero sí al oído
así que nada más oír aquellas palabras,
se revolucionó y corte de digestión. Por suerte
estábamos al lado de un cuarto de baño y me
dio tiempo a llegar sin manchar a nadie.
Como digo no estoy nada orgullosa de aquella reacción.
Las teorías del opus (y del magisterio de la Iglesia)
estaban tan dentro de mí en ese tema que la relación
física entre dos personas del mismo sexo me repugnaba
hasta esos límites. Tremendo, pero forma parte de la
historia de una obra de Dios (yo misma) en el opus Dei.
Dentro de unos días empezaré a vivir en un
país donde existe el matrimonio homosexual con los
mismos derechos que el heterosexual, dónde ciertos
tipos de drogas se pueden adquirir en los cafés y sus
habitantes acompañan sus comidas con leche. Yo estoy
encantada con esas posibilidades, aunque no vaya a ejercer
ninguna de ellas(este estómago mío se lleva
de pena con los lácteos). Pienso lo mismo que aquel
futbolista al que al preguntarle sobre la homosexualidad en
el deporte de élite contestaba "¡
mientras
no sea obligatoria!". Entiendo por tanto también
la queja de los homosexuales que durante años -y en
algunos países aún- han tenido la obligatoriedad
de la heterosexualidad. Creo que es muy bueno que se pueda
ser y ejercer lo que uno quiera y sienta y que la sociedad
no debe quitar ningún derecho a los que considera diferentes.
En este sentido creo que en la mayoría de las sociedades
queda mucho por hacer y la actitud de la jerarquía
de la Iglesia no ayuda. En mi opinión, gran parte de
esa jerarquía ya está por el cambio en este
tema como en otros muchos pero usa un criterio de "efectividad"
a la hora de tomar decisiones. Podría adoptar dos posturas,
en la primera de ellas, se acercaría a la realidad
social de los católicos actuales en temas como éste
de la homosexualidad o en general el enfoque de la sexualidad
humana y también en temas de justicia social. Esta
postura le alejaría de algunos movimientos llamados
conservadores de la Iglesia. Si hicieran números, la
cantidad de personas a las que atraería de nuevo esa
Iglesia más cercana a los problemas de nuestro tiempo
sería mucho mayor a la que perderían si esos
movimientos se "revuelven" contra la Iglesia. Pero
el problema es que esos movimientos es en los que se tiene
que apoyar la jerarquía eclesiástica pues son
los que tienen sacerdotes, los que llenan los encuentros con
el Papa, los que tienen el dinero para mantener el culto y
el patrimonio
y de momento van optando por ir contentado
a los conservadores, esa es la segunda postura.
No sé cual es la forma correcta y efectiva de hacerlo,
pero creo que de alguna forma hay que apoyar a esa parte de
la Iglesia y de su jerarquía que está por los
cambios hacia una sociedad -de la que los católicos
formamos parte- más tolerante, más justa y más
abierta.
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