LA
ADMINISTRACIÓN, ESA DESCONOCIDA
Autora: U2
1. Introduccion (1.10.04)
2. Las numerarias y la admón
(1.10.04)
3. Trabajo continuo (5.10.04)
4. Algunas anécdotas más
o menos desedificantes (5.10.04)
5. El trato a las numerarias auxiliares
(5.10.04)
6. El gratificante trabajo del
planchero (13.10.04)
7. La cocina, un laboratorio
(15.10.2004)
8. El office (18.10.2004)
9. El oratorio (18.10.2004)
10. La limpieza y decoración
(20.10.2004)
11. Varios y final (29.10.2004)
Introducción.
Fui Numeraria desde los 15 hasta los 35 años (1975-95)
y tuve bastante relación con la Administración
de la Obra. Sin ánimo de ser exhaustiva, me gustaría
ir relatando algunos aspectos de la misma.
Antes que nada, me gustaría aclarar que no siento
rencor hacia el Opus; simplemente me sentí estafada,
pero como el odio no conduce a nada, decidí "poner
el piloto automático" e intentar olvidarme de
todo. Al leer la web he recordado muchas cosas que me gustaría
contar aquí. Ha habido testimonios de Numerarias Auxiliares
(nax) como Amapola
o Numerarias como Carmen
Charo, encantadora, por cierto, que han hablado de
la Administración. Yo pondré mi granito de arena,
aunque sea un tanto desordenadamente con lo que me acuerde.
Las Numerarias y la admón.
A las Numerarias se les inculca el amor a los trabajos del
hogar y se fomenta todo lo que se puede que haya muchas que
quieran dedicarse a trabajo tan ingrato. En las convivencias
se insiste en las charlas sobre la disponibilidad que hay
que tener para trabajar en esto, al igual que los Numerarios
deben estar dispuestos a ordenarse. Siempre me llamó
la atención que a las que trabajan en la admón.
se las presenta con un halo de reconocimiento y admiración,
pero que las que sabían de qué va realmente
las miraban con pena. Es un poco como las que se iban al extranjero:
eran heroínas pero nadie tenía interés
en ser tan heroica. La gente que me lea y conozca bien la
Obra entenderá lo que digo: es ese "sí
pero no" que hay en todos los aspectos de la Prelatura.
Bien, decía que siempre se insiste en que hay que
estar disponibles para "pasarse a la Administración"
-como se dice en el argot numeraril-. En general, hay muy
pocas Numerarias que quieren hacer de esto su trabajo porque
es muy duro y poco agradecido, pero algunas hay. Esas solían
prepararse estudiando lo que antes pretendía tener
rango cuasi-universitario en Madrid, en la llamada "Facultad
de Ciencias Domésticas". Actualmente, se encauza
a estudiar Dietética en Universidad de Navarra.
En Ciencias Domésticas se estudiaba Física,
Química, Bromatología, Economía... y
asignaturas internas: cuidado de los oratorios, criterios
internos, etc. Creo recordar que la "carrera" duraba
tres años, y por supuesto, no tenía validez
civil: muchas que la estudiaron y luego salieron de la Obra
se encontraron sin oficio ni beneficio con esa pretendida
carrera. A los padres se les decía que estaba en trámites
de ser reconocida por el Ministerio, para que te dejaran hacerla.
En caso de no tener esos estudios, había una especie
de cursillo intensivo para hacer el pase, con prácticas
normalmente en Administraciones Ordinarias -casas grandes
de retiros, colegios mayores, residencias, etc- en las que
las Numerarias y Auxiliares más expertas "tutelaban"
a la principianta. Era raro empezar en una llamada "casa
pequeña".
En la Admón. ordinaria se iba pasando por los distintos
servicios para ir cogiendo experiencia: téngase en
cuenta que muchas Numerarias se han ido jóvenes de
sus casas y casi no saben cocinar ni lo más básico,
por ejemplo, ni economía doméstica de ningún
tipo. Como digo, se va rotando por: Cocina, Office, Planchero,
Oratorio, Limpieza, etc hasta completar una mínima
formación para poder irse luego a un centro pequeño
en el cual habrá tres Numerarias auxiliares (si es
un centro de varones) o chicas de la calle (si es de mujeres).
El horario de una Admón. es muy intenso: se trabaja
todo el día sin parar. Recuerdo que hay algunas particularidades.
Por ejemplo, el llamado tiempo de la tarde -de silencio casi
absoluto- se hace después de comer las Numerarias,
mientras están dando la comida a la Residencia y cuando
hacen el llamado "turno", es decir, cuando se recoge
todo, se friega la cocina, se pone la merienda, etc. Es imposible
olvidar días de calor tremendo en Donosti, con 20 añitos,
fregando la cocina y haciendo la digestión, después
de llevar toda la mañana limpiando sin parar, mientras
nuestros hermanos cantaban alegremente en la tertulia y mis
amigas se solazaban en la playa.... !Si aguantabas eso, ya
te podían echar encima lo que se quisiera!. Cualquier
tiempo pasado, disiento, señor Manrique, no fue mejor.
Pero sigamos.
En la admón. apenas se podía salir, porque
siempre había un montón de trabajo, especialmente
si era alguna actividad de hombres: En el fondo, siempre pensé
-y más de una me lo confesó- que había
como una especie de esmero especial con ellos: no te veo ni
me ves, pero te siento y me sientes y quiero que te des cuenta
de lo bien que te trato. Si era un Curso anual de chavalitos,
muchas veces se hacían cosas especialmente ricas para
que estuvieran contentos. Recuerdo que a menudo se pedían
bocatas de chorizo o jamón para una o dos personas,
y la Directora comentaba que debían de ser para chavales
con problemas de vocación. No sé si os parecerá
increíble al leerlo, pero ya digo que lo vi muy a menudo.
Me gustaría que si alguno lo hizo, dé testimonio
de ello. Si a los maridos había que ganarlos por el
estómago, a los Numerarines, también, por lo
que se ve.
Trabajo contínuo
En la administración se trabaja continuamente excepto
en los ratos dedicados a la formación, cumplir el plan
de vida o los fines de semana por la tarde, que se descansa
algo. Así, no es extraño que haya muchas personas
que no aguanten este ritmo tan intenso y tengan que dejarlo:
me refiero a las Numerarias, porque las Auxiliares están
de por vida trabajando ahí.
En las Administraciones ordinarias es más fácil
sacar el trabajo adelante porque si una persona por lo que
sea no puede realizarlo, siempre habrá otra que pueda
echar una mano, cosa que no sucede en las casa pequeñas.
En ocasiones una Auxiliar se va al Curso de retiro, Curso
Anual o a ver a su familia y no puede ir nadie a suplirla
porque no hay suficientes personas; en tal caso, si la administradora
aún tiene fuerzas, puede pasarse alguna tarde más
en la casa pequeña trabajando, cosa que no siempre
sucede. Por supuesto, si ella se va al Curso Anual, ninguna
otra Numeraria suele sustituirla, con lo cual, el trabajo
de las Auxiliares aumenta considerablemente.
Se me puede decir que no hay nada de particular en trabajar
mucho todo el día, puesto que hay miles de personas
que no son de la Obra y trabajan de sol a sol. Es cierto,
pero ellas tienen otras libertades, compensaciones económicas,
familiares, etc que en la Administración no se tienen.
A todos nos gusta que nos reconozcan nuestro trabajo, nos
valoren por él o -cuando está muy bien hecho-
nos alaben. En el Opus Dei nunca recibirás una palabra
de aliento, en tal caso, más y más exigencia:
se supone que es tu obligación hacer que todo resulte
encantador y perfecto. Da igual cómo estés a
la hora de servir el comedor, si tienes una grave preocupación
o te duelen los pies o la espalda: no sólo tienes que
poner buena cara, sino que debes aprovechar para rezar por
las personas a las que atiendes, intentar no reirte si los
comensales cuentan cosas divertidas, guardar la vista, y aprovechar
las entradas al office mientras no sirves para secar cubiertos,
meter las cosas en el lavaplatos, etc.
Habría que conocer por dentro cómo es una Administración
para ver cuán duro se trabaja y no siempre en las mejores
condiciones.
Sin embargo, y en honor a la verdad, he de decir que la mayoría
de la gente es muy cariñosa y se desvive por hacer
la vida agradable. Son un poco como las madres de todos, que
no paran de pensar en los demás. Aunque también
hay alguna madrastrona... pero son las menos.
Algunas anécdotas más
o menos desedificantes
Ya he comentado que todas las Numerarias reciben al menos
una somera formación sobre los trabajos de la Administración,
bien cuando van a los Cursos Anuales de Adscritas, bien ya
en el Centro de Estudios, donde se limpia a base de bien.
¡Qué recuerdos inolvidables del Colegio Mayor
Goroabe, en Pamplona, hacia las 6´30 de la mañana,
con mi batita blanca inmaculada, limpiando el porche o el
estanque a nosecuantos bajo cero! ¿Qué no te
llegaba? Pues el sábado, con los mismos grados, pero
un poco más tarde, a lavar los coches. Creo que hasta
llamaron alguna vez de West Point para tomar ellos ideas de
formación para sus chicos.
En dicho Colegio Mayor había unos llamados "Cuartos
de limpieza" -lo mismo que en todos los Centros- en donde
se guardaba el material necesario. Cada una tomaba lo que
usara para limpiar y al acabar, lo devolvía. La encargada
del mismo pasaba los trapos sucios para lavar en la Administración,
reponía los productos y mantenía el orden. Hete
aquí que un día, la Subdirectora, a la sazón
T. N., ya fallecida, fue al cuarto de limpieza que había
enfrente del oratorio para revisar el orden en el que estaba
y supervisar el tema. Todo correcto, más o menos, hasta
que se encontró una boina. ¿Una boina, diréis?
Pues sí, una boina negra, de hombre, como las que usan
los señores de pueblo, guardada celosamente en una
bolsa al lado de unos plumeros de rabo largo. Cuando la vio
la cogió sin mediar palabra y abrió el cubo
de la basura para tirarla mientras que la encargada, entre
ansiosa y avergonzada, le pedía que no lo hiciera,
por favor.
-Pero bueno, Maripili, ¿se puede saber qué
hace aquí una boina de hombre y además vieja?
-Es para limpiar las telarañas, musitó Maripili
con un hilillo de voz, pensando qué criterio de los
muchos que le habían dado estaría conculcando
por tener aquella prenda.
-¿Cómo? ¿Os la ponéis en la cabeza
para que no os caigan al limpiar?
-No, no, cuando las telarañas están muy altas
y no llegamos, la tiramos contra ellas, y el tejido de la
boina hace que se peguen muy bien y se desprendan fenomenal.
No hay para qué contar la cara entre horrorizada y
sorprendida de la Subdirectora, que como era bastante razonable,
dejó la boina en su sitio. No sé si aún
seguirá por Goroabe cumpliendo con tan singular cometido.
Quizás haya llegado algúna nota en papel amarillo
acerca de las boinas y la limpiezas; no me extrañaría.
Cuando hacían falta refuerzos, se llamaba a las vocaciones
recientes para que fueran a limpiar, se les explicaba la separación
total entre la residencia y la Administración, se les
ponía la bata blanca y se las pasaba a echar la mañana,
por ejemplo 4 horas de limpieza extraordinarias.
En una ocasión, una pobre adscrita recién pitada,
pero de armas tomar ella, fue requerida para hacer la limpieza
de sus hermanos que estaban en un Curso anual en el Colegio
Mayor Ayete. La mayoría eran de aquella Delegación
y también jovencillos.
La chica en cuestión pasó varios días
a la limpieza de la que, indefectiblemente volvía muy
enfadada sin que nadie supiera el motivo, aunque decidió
pasar a la acción y corregir lo que ella creía
intolerable. Al cuarto día de limpieza, llama el Director
y dice a la Directora:
-Oye, mira, que a ver si nos podéis devolver un banderín
que había en una habitación.
-¿Un banderín, dices? No sé nada del
tema, pero ya me enteraré. Pax!
-In aeternum!
La Directora llama a la adscrita y le pregunta si ha pasado
algo en la limpieza, a lo que ella, muy llena de razón
le cuenta:
-No te preocupes, es que todos los días veía
un banderín del Atletic de Bilbao que me ponía
negra, lo quité y puse es su lugar uno de nuestro equipo
con el eslogan !Aúpa, Real!*
A estas horas, la Directora está reponiéndose
del susto y la adscrita es profesora de la Universidad de
Navarra. Del Numerario, por eso de la separación, nunca
más se supo...
(*Atletic de Bilbao y Real son respectivamente, el club
de fútbol de Bilbao y de la Real Sociedad de San Sebastián)
Seguro que todos habéis oído contar anécdotas
variadas sobre alguna niña de las que- no eran de la
Obra, por supuesto-trabajaban en la Administración,
normalmente de una casa grande y se pusieron uno de esos anillos
de la Fidelidad de los Numerarios o Agregados y que pasaron
con ellos a la admón. a ver si eran capaces de sacárselos
allí con algún producto. Me imagino la cara
de estupefacción del dueño de tan discreto,
masculino y laico aditamento al ver que le había desaparecido
de su mesita de noche sin más explicaciones.
Realmente, para las chavalitas que llegan por primera vez
a una Administración, todo es una pura sorpresa: desde
las costumbres hasta los nombres de las cosas, los horarios,
en fin, todo.
Pasaba una vez por el pasillo y oí a una de ellas
hablando con su casa diciéndole a su hermana que se
había pasado toda la mañana con la "luchadora".
Se conoce que la otra le pidió más explicaciones
sobre el tema y esta le contó que era una máquina
para pulir y sacar brillo, (o sea, una "brochadora",
claro). Bastante hizo la pobre niña con estar toda
la mañana con aquel armatoste que en el Centro de estudios
le llamaban "el monstruo", para que os hagáis
una idea de cómo era de pesada...
La terminología que se usa dentro es tan variada y
extraña que las niñas al principio se confunden
y dicen cosas como "no sé si esta señorita
es individual o refractaria". Yo creo que a veces, las
dos cosas, en vez de aplicarlas a las fuentes de horno se
pueden aplicar a ciertas señoritas que allí
trabajan. Bueno, ahora ya no se dice lo de Señorita
ni se las trata de usted. Respecto al tema del trato me gustaría
contar algo sobre
El trato a las Numerarias Auxiliares
Aparte de que en sus tiempos se las denominó Sirvientas,
o se referían a ellas como nuestras Hermanas Pequeñas,
lo que es muy significativo, había prácticas,
(algunas, gracias a Dios ya abandonadas), que siempre me repugnaron.
Siempre se explicó que las Numerarias tenían
que servir a las Auxiliares, e ir por delante de ellas en
el trabajo y realizar los más duros o ingratos. Si
bien es cierto que algunas lo hacían, no es menos cierto
que la mayoría del trabajo pesado recae en estas últimas.
Por ejemplo, ellas eran las que más limpiaban los aseos,
despiezaban pollos o entraban en la cámara frigorífica
si hacía frío. Ya digo que también lo
hacían las Numerarias, pero las Auxiliares siempre
tenían un arte especial para adelantarse a hacerlo
y siempre con buena cara, diciendo que ellas ya estaban acostumbradas,
que lo hacían antes o cualquier otra excusa para quitarte
los trabajos más ingratos.
Si en la tertulia había pocos asientos, las primeras
en sentarse en el suelo eran ellas, hasta que se aclaró
que todas tenían que hacer lo mismo y empezaron a sentarse
en el suelo también las Numerarias. Por cierto, siempre
me llamó la atención esto de sentarse en el
suelo: en mi casa si no hay sitio pongo una silla aunque sea
de la cocina.
La atención a la portería es un trabajo que
recae sólo en las Auxiliares: no pueden ser demasiado
monas ni demasiado jóvenes, al menos si están
relacionadas con hombres; si la actividad o el Centro es para
mujeres, no importa tanto. En general, las guapas no están
en Centros de hombres y que cada uno piense lo que quiera;
lo mismo que los curas guapos no atienden a las mujeres. Ahora
bien, ¿cuál es el criterio para saber el grado
de belleza de alguien? ¿Quién decide si eres
demasiado guapo-a? ¡Ah!.... Grandes enigmas de la historia.
Sigo con la atención a la portería, que me
he ido por las ramas. Decía que sólo la atienden
ellas y es una ocupación bien trabajosa, porque además
de, generalmente, estar solas en un cuartito, tienen que estar
a la vez planchando, remendando o marcando ropa, es decir,
haciendo dos trabajos a la vez. Cualquiera que haya planchado
mucho sabe lo enojoso que es abandonar una prenda a medio
acabar y volver a retomarla. Ellas lo hacen continuamente
y sin quejarse.
Las Auxiliares van de compras con una Numeraria que les aconseja
qué comprarse. Hasta aquí, se podría
pensar, no hay diferencia con las otras Numerarias. Pues bien,
yo recuerdo haber hecho esto teniendo 21 años, acompañar
a una Auxiliar de treinta y muchos y tener que llevarle yo
el dinero, sacarlo en la tienda y llevarme las vueltas para
dárselas a la Secretaria. Eso me sucedió una
sola vez, pues me pareció tan absurdo y humillante,
que siempre que tuve que ir con ellas se lo daba para que
hicieran lo que quisiesen, al igual que cuando yo iba de compras.
Siempre les he tenido mucho cariño a las Auxiliares
y detalles como estos me sublevaban enormemente. No podía
entender que a personas hechas y derechas que me daban cien
vueltas en todo se las tratase de esa manera.
No sólo se les decía lo que tenían que
comprarse, sino que se tendía a que fueran "monas
pero un poco paletas". Ya sé que suena fuerte,
pero creo que no miento al decir esto. Me explico: tenían
que comprarse ropa que no fuera fea, pero que se notara que
no era como la de las Numerarias. Por ejemplo, los zapatos
no eran de piel, sino de imitación o plástico,
cosa que siempre me pareció cruel, porque se pasan
todo el día de pie y deben cuidar especialmente el
calzado que emplean. Ahora la cosa no es tan estricta, pero
cuando yo las acompañaba, sí, entre otras cosas,
porque aunque en el Centro hubiese dinero, el presupuesto
de ropa y calzado para ellas era muy bajo y no daba para zapatos
de piel.
Las Auxiliares iban al médico acompañadas por
las Numerarias, no guardaban los medicamentos que tenían
que tomar -por lo general se los daba la Directora-, apenas
sabían lo que tenían ni para qué eran
los tratamientos y apenas eran "responsables" en
el proceso de su enfermedad. Hablo en pasado porque no sé
como está el tema actualmente, me refiero a hace unos
8-9 años. Quiero decir, con este detalle que a las
Auxiliares se las trata como personas sin criterios, infantilizándolas.
Diré al respecto que oí alguna charla previniendo
contra este peligro: por un mal entendido proteccionismo o
cariño a veces se las infantilizaba y mujeres hechas
y derechas tendían a vivir como menores de edad. Algunas
cosas se cambiaron pero la Numerarias seguían decidiendo
sobre las Auxiliares.
El gratificante trabajo del
planchero
Vaya por delante decir que siempre me gustó planchar
y se me da bien, modestia aparte, pero hay que reconocer que
este trabajo es bastante ingrato y engorroso.
La labor que se realiza en el departamento de planchero es
la que paso a contar a continuación y que podríamos
denominar "El mito de Sísifo" o "El
eterno retorno" por lo que a continuación veremos.
Tanto da que sea una administración grande como una
pequeña, el proceso sólo cambia en cuanto a
las cantidades de ropa que hay que atender, pero en sustancia,
es el mismo proceso y labor.
Toda la ropa de los-as Numes debe estar convenientemente
marcada para poder identificarla y repartirla una vez tratada.
Por lo general, las Numerarias se marcan ellas la ropa bordándola
-eso ya es para el nivel avanzado, de gente muy apañadita
y a la que le gusta llevarlo todo OK- o poniendo una etiqueta
ya hecha o pintada con un rotulador especial, que es lo que
hace la mayoría.
En el caso de los hombres, es la Admón. la que se
ocupa de esta tarea. Lo normal es que se pase la ropa limpia,
recién comprada y se marque sin más. Pero, a
veces puede haber algún despistado que la echa usada
y hay que marcarla sucia, lo cual es sumamente desagradable,
como cualquiera puede suponer a poca imaginación y
pituitaria que tenga. Esta tarea de marcar ropa sucia creo
que la cuenta Amapola
en su libro silenciado, al cual remito.
La residencia deja una vez a la semana toda la ropa interior
sucia en una bolsa de tela, que la admón. recoge para
lavar y planchar, igual que las sábanas, toallas, etc.
y ropa externa: camisas, pantalones, faldas... En la admón.,
intentando que esté un poco ventilado el planchero,
y echándole valor al asunto, se abren las bolsas, y
se seleccionan las prendas: por ejemplo, los calzoncillos
se ponen todos juntos en un programa de temperatura fuerte,
los calcetines más suave, etc. Los pañuelos
se ponen a remojo en agua fría con sal para desprender
todo lo que haya pegado y no especifico más. Después
se cambia el agua y se meten en la lavadora. A veces, al sacarlos,
aún hay que darles a mano para que queden inmaculados.
Una vez lavado, se seca en la secadora o en unas cuerdas,
se plancha y se devuelve a la residencia en un plazo de tiempo
bastante breve.
Otras ropas: la ropa de deporte a menudo llega llena de barro,
así como los vaqueros que se llevan de excursión
al monte, etc. Hay que meter todo a remojo, frotar con un
cepillo, a veces hay que aplicar un quitamanchas y luego ya
se puede meter en la lavadora.
Lavar a mano: las prendas delicadas como los jerseys se lavan
en agua fría, a mano generalmente, se escurren y se
dejan bien estiradas encima de una toalla para quitar la humedad
y que no se deformen. Dicho así queda muy bonito, pero
cuando hay un montón de ellos y sigues lavando con
agua fría y en invierno, se le va toda la poesía.
Ropa que se limpia en seco: sobre todo en las Administraciones
grandes, se evita llevar las cosas a la tintorería,
para ahorrar, y se limpian con productos químicos específicos,
con gases muy penetrantes como el triclorietileno, que alguna
llamaba jocosamente la nitroglicerina. Hay que tener mucho
cuidado de estar en lugar bien ventilado para no marearse
con los gases que se desprenden. Creo recordar que las sotanas
de los curas se limpiaban así, igual que los trajes,
americanas, pantalones no lavables, etc.
Cosido de las prendas: En el planchero se lleva a cabo toda
la labor de cosido y reparación de las prendas, desde
remendar unos calcetines hasta coser un desgarrón o
poner unos botones. Esto, para la Sección de Varones.
Las mujeres se buscan la vida como pueden y si saben, lo hacen
ellas mismas .Y si no, van con las cosas rotas. Tal cual.
Respecto a la costura, diré que cuando los chicos
pasan cosas para planchar o lavar se ve de todo: bajos del
pantalón con unas puntadas horribles para los que son
más cuidadositos o remedios más caseros como
grapas, cinta aislante, celo, u otros pegamentos similares
para los más "creativos". Por cierto, creo
que la Prelatura debería dar unas pequeñas nociones
de supervivencia para hombres respecto a temas tan básicos,
aunque hay que reconocer que ya quedan cada vez menos mujeres
que se puedan defender un mínimo con la aguja y también
a ellas les vendría bien esta formación integral.
La plancha. ¿Alguien sabe lo que es pasarse toda una
mañana y una tarde planchando camisas o sábanas
sólo parando para comer y la tertulia? ¡Ajá!
¡Efectivamente! ¡Agotadorrrrrrrrrrrrrrrrr! Las
cervicales se van aplastando entre Avemarías y jaculatorias
y ofrecimiento del dolor por las pitables, las manos se resecan
con el calor de la tela planchada, que a su vez antes se han
metido en lejía o en detergente; las piernas se hinchan
de estar tanto tiempo parada de pie, en fin, una verdadera
delicia. Hablaré de la plancha de las cosas de Oratorio
cuando llegue a ese departamento, que es un tema aparte el
de planchar hilo almidonado.
Una vez lavado, cosido y planchado todo, se pasa a la residencia
y, otra vez, como en una pesadilla, toca iniciar el mismo
proceso, y así, hasta el infinito y más allá,
"el etenno retonno": más ropa sucia, más
clasificación, remojo, pre-lavado, lavado, secado,
cosido, planchado, reparto, recogida, etc, etc, etc.
Cuando la Administración estropea una prenda, teóricamente
-sólo teóricamente- debería pagar el
importe de la misma. Nunca lo he visto hacer, aunque sí
me explicaron que es lo que estaba indicado. Quizás
en algún Colegio Mayor se haga para contentar a las
residentes, pero con la gente de la Obra no se hace: te aguantas
y se acabó. He visto verdaderas pifias de jerseys esponjositos
recién comprados que quedan apelmazados y encogidos
que no sirven ni para hacer trapos de sacar brillo a los muebles,
pero es pocas veces y con la contraprestación de que
te hacen todo y vives como un marqués merece la pena
arriesgarte a que te fastidien una prenda.
Nota: los hombres nunca hacen nada de esto; ellos están
en la residencia y son sujetos pasivos del proceso. Las mujeres,
dependiendo de factores variados, pueden planchar, coser y
a veces lavar sus prendas en el planchero de su Centro. Esos
factores suelen ser: que a la Administradora no le importe
o incluso quiera que le ahorren trabajo (a muchas no les gusta
que se les metan las Numes en su santuario, con lo cual, eso
de que el Centro es tu casa ya no se cumple, porque todos
en nuestras casas entramos, vaya que si entramos, en todos
los sitios), que la Nume tenga ganas y sepa cómo hacer
las cosas, etc.
Respecto a esto de meterse en el planchero, diré que
en mi caso siempre fui no sólo aceptada sin problemas,
sino requerida porque me gustaba hacerlo y sabía cómo.
Quizás porque me daba pena que la gente fuera descosida
o con arrugas o manchas indelebles y prefería meter
horas con tal de que mis hermanas no fueran hechas un cuadro.
Para eso no hay problemas en que seas sentimental y tengas
muy buen corazón. Puedes trabajar todo lo que quieras
que nadie te lo va a echar en cara. En fin, las que nacimos
para pringadillas, .....ya se sabe...
La cocina, un laboratorio
Las cocinas de los centros de la Obra son como laboratorios:
impolutas, brillantes, resplandecientes, ordenadas, pulcras,
inoloras, espectacularmente limpias. Realmente da gusto trabajar
en ellas. En el Opus Dei se tiene a gala, sobre todo entre
las Numerarias Auxiliares, que todo esté inmaculado,
y el paradigma es la cocina. El que no las haya visto, no
puede ni imaginarse la pulcritud de los cacharros, sin una
gota de grasa, relucientes, brillantes, y lo mismo ocurre
con las máquinas que se emplean, como la cortafiambres,
la peladora de patatas industrial, la freidora basculante,
en la que se fríe comida para 100 personas, lo marmita
para hervir alimentos, los hornos, las campanas extractoras...
y toda cuanta máquina haya por grande o pequeña
que sea, incluso reluciente por detrás. Sí,
sí: las máquinas se limpian también por
donde no se ve como muestra de lo que es un trabajo hecho
cara a Dios y no a la galería. Pero también
te enseñan que si se limpian demasiado y se elimina
cierta grasa del mecanismo interno, la máquina se puede
estropear, así que no hay que pasarse limpiando tanto
que se te ocurra desmontarla para dejarla aún más
limpia. Cuando explican esto, será porque a alguna
se le ocurrió alguna vez, supongo.
Realmente, una de las cosas más llamativas de las
cocinas de las Administraciones es la limpieza. El inspector
más exigente de Sanidad les daría Summa cum
laude como mínimo.
Si está limpio es por lo mucho que se limpia, claro.
En la cocina dejas tus uñas, tus riñones y todo
tu esfuerzo para que quede como al Fundador le gustaba, es
decir, como he descrito. La gente que sea escrupulosa, que
no tenga miedo, que la higiene está asegurada. Eso
sí, a base de horas de mucho fregoteo de Numerarias,
Auxiliares y chavalitas de la calle, que trabajan como empleadas.
Este trabajo se hace especialmente penoso en el "turno"
del mediodía, es decir, después de haber comido
la Administración, mientras se sirve a la Residencia,
que es cuando se recoge todo, y de manera especial si hace
calor, pues la cocina ya está recalentada de los hornos,
las freidoras, cafeteras, etc a toda mecha durante la mañana.
Es un trabajo muy duro, como sabrá cualquiera de los-as
que hayan visto un restaurante o cafetería en pleno
rendimiento. Al acabar sales empapada en sudor, corriendo
para ducharte, corriendo para llegar a tiempo a la tertulia,
salir corriendo al Círculo, hacer la oración
y volver a correr a la cocina para hacer tu cena y la de la
Residencia. Lo que más se hace en la Administración,
-creo que lo he ido dejando claro- es correr, mirar el reloj
para que todo se haga puntualmente, y desear que llegue la
noche para tomar la cama. Carmen
Charo relata muy bien cómo es la vida en la
Administración
de un Centro grande, en este caso, La Lloma, en Valencia.
En las Administraciones grandes en la cocina es todo a tamaño
grande, con maquinaria industrial, para poder cocinar para
100 comensales a la vez, por ejemplo, de los Colegios Mayores
o Residencias. En general hay que tener bastante fuerza y
destreza para mover los cacharros, las freidoras, marmitas,
etc para no dañarse la espalda, no quemarse, o no llevarse
el dedo con la cortafiambres. En la Cocina siempre hay un
pequeño botiquín de urgencia para los desaguisados
que vayan ocurriendo, como cortes o quemaduras.
En la Administración la comida se programa con tiempo,
se hace un calendario de menús, en el que cada día
se planifican todas las comidas, procurando no repetirlas,
combinar bien los alimentos, preparar una dieta equilibrada,
y que dé la media de cocina. La media de cocina es
el dinero que se puede gastar cada día por persona
en comida, y tiene que ser aprobada por la Delegación
(más normas y criterios, como se puede comprobar);
las casas con residentes más pudientes comen mejor
comida que las de simples estudiantes, por ejemplo. Nunca
entendí por qué se decía lo de que había
un solo puchero.
En la Obra se le da mucha importancia a la comida: que esté
bien presentada, que se reciclen las sobras, que sea variada,
que se ahorre al comprar los alimentos. Los sibaritas, en
el Opus Dei no tienen nada que hacer. La comida suele ser
abundante, pero no exquisita. Por ejemplo, se come mucha carne
de cerdo, que es más barata, se abusa de los hidratos
de carbono, con lo cual te pones como una bola y en general,
se cocina poco a la plancha y se come poca verdura y pescado
fresco. He oído esta queja en muy distintas ocasiones
a muchas Numerarias que veían cómo sus caderas
ancheaban como las de las más venerables matronas,
cuando las de sus amigas permanecían dentro de los
90 cms que marcan los cánones.
¿Se puede hacer régimen para adelgazar? Pues
no. Salvo prescripción facultativa, porque se supone
que hacerlo es una falta de pobreza. Se come lo que te ponen,
lo ofreces y te aguantas. Así de simple.
Alguien puede argüir que hizo régimen: es cierto
que se hace, pero hay que insistir mucho, hay que llevar la
dieta escrita por el médico y hay que echarle valor
para comer comidas repetidas muchos días sin poder
entrar en la cocina de "tu" casa a cambiarlo si
ya estás aburrido de él, además de tener
que confesar en la Charla que tal o tal día te lo saltaste,
lo que es una falta de pobreza.
Una alternativa al régimen, sobre todo si es para
adelgazar es: coger una depresión; pensar que la Obra
no es lo tuyo, decirlo y que nadie te haga ni caso; tener
que echar una mano a tu familia y no poder; atender la labor
apostólica a cientos de kilómetros de donde
vives; tener que renunciar a tu trabajo porque no es rentable
apostólicamente o porque trabajas con una "persona
del otro sexo" (Nota: esta expresión, junto con
la de "cuidar la vista", siempre me pareció
fantástica, y llena de resonancias sensuales), etc.
Bastantes podemos contar sin mucho esfuerzo cómo pudimos
perder hasta 20 kilos sin hacer demasiado esfuerzo.
Tema aparte son las "media mañana", o sea,
algo para picar entre el desayuno y la comida. Sólo
se puede por prescripción facultativa, o para tomar
una medicina, o en una excursión, o si quedas con una
persona para tomar algo para hacer apostolado. Si trabajas
fuera, aún se puede justificar la 'media mañana',
pero si estás en "trabajos internos", irás
reptando desde el oratorio hasta el comedor, con un desfallecimiento
abismal hasta que la Administración salga con una fuente
humeante, tras haber bendecido la mesa, haber esperado respetuosamente
para empezar cuando lo diga el-la que manda, y sin precipitarte
demasiado, lo cual desdeciría del cargo y posición
que ocupas...
Meriendas y desayunos: suelen ser bastante mejores que "los
de la calle", más variados y preparados, aunque
ahora se ha perdido mucho. Antes, las Auxiliares hacían
una repostería muy buena, casera, pero ahora se ha
reducido el trabajo en estos menesteres y se recurre a la
bollería industrial o a comprar en las pastelerías.
He metido estas dos comidas en este apartado pero realmente
el departamento que las prepara es el de Office, al menos
en las Administraciones grandes. Comida y cena: Cocina; resto
de comidas: Office.
El office
Llamado Oficio en los documentos internos, pero siempre conocido
como Office (léase ofis), para todas las que trabajan
en la Administración, es el departamento más
relacionado con la Cocina.
Las personas que trabajan en él son las encargadas
de: poner y quitar la mesa, atender el comedor, recoger y
limpiar las vajillas, preparar los desayunos, aperitivos,
cafés, meriendas, medias mañanas, es decir,
todo lo relacionado con la alimentación que no sea
la comida y la cena propiamente dichas. Su relación
con la Cocina es muy estrecha, pues se ponen de acuerdo para
muchas cosas, por ejemplo, para hacer un postre. Nunca se
servirían en la misma comida huevos y natillas por
aquello de no ser repetitivos.
En las Administraciones grandes, cada uno de estos servicios
tiene su propia cámara frigorífica, en la que
guardar los alimentos. Son habitaciones refrigeradas, en las
que se preserva la comida, se guardan las sobras, etc. En
verano puede hasta ser agradable entrar en ellas, pero en
invierno, te quedas como un pajarito, congelada de frío.
Aunque entra cualquiera que tenga que sacar o guardar algo,
las Numerarias Auxiliares tienen una especial capacidad para
adelantarse y evitar el frío a las demás.
El Oratorio
En los centros de la Obra el cuidado del Oratorio se suele
encargar a personas especialmente cuidadosas y pulcras, porque
exige una perfección total en todo lo que se hace.
El lavado y planchado de los lienzos litúrgicos se
hace, como es lógico, aparte de la colada ordinaria,
además de haber en el planchero un armario y una plancha
especial sólo para lo del oratorio.
Hay algunos lienzos litúrgicos que se almidonan para
que queden perfectos, como los manteles, y algunos otros más.
Este trabajo es muy laborioso, pues conseguir que queden perfectamente
planchados, bien secos y sin arruga alguna requiere mucha
paciencia, experiencia y práctica. He pasado horas
enteras de los fines de semana planchando albas, cambiando
las tirillas de las casullas, haciendo limpieza extraordinaria
del oratorio -especialmente cuando se acercaba alguna fecha
señalada- y sé de qué hablo, de todas
formas, doy por bien empleadas aquellas muchas horas en que
otras desarrollaban ocupaciones más laicas y de "cristianos
corrientes", y no me arrepiento de haber podido cuidar
las cosas de Jesús en la Eucaristía.
Aún así, insisto en que la atención
a todo lo relativo al oratorio no es precisamente el paradigma
de lo que los cristianos corrientes se dedican a hacer en
sus ratos libres los fines de semana.
Tanto si una se dedica profesionalmente a la Administración
como si realiza este cuidado como encargo del Centro (todas
las Numerarias tienen un encargo en el Centro en el que viven),
empleará mucho tiempo en atenderlo todo.
Hay que preparar los ornamentos para decir la Misa cada noche,
recogerlos por la mañana después de haberse
celebrado, limpiar el oratorio, replanchar el alba y el amito,
retocar las velas, comprar y poner las flores, coser lo que
se rompa, poner y quitar lo necesario para la Bendición
con el Santísimo, preparar la Comunión para
la persona que estuviese enferma.... En fin, una serie de
cosas que llevan no sólo su tiempo para una persona
que tiene mucho trabajo "en el exterior" sino que
a ello se añade que todo tiene que estar absolutamente
perfecto. Cosa que me parece bien, pues es para Dios.
A propósito del Oratorio, cuántas veces se
nos quedaba la lengua pegada al paladar, como dice el Salmo,
al ir al Centro para estudiar con alguien de la calle, y llegar
a una casa en la que olía a incienso o pasaba una con
una cesta llena de lienzos recién planchados. ¿Qué
le cuentas a tu amiga de cómo es "tu casa",
de lo normal que eres, de que eres tan cristiana como ella
y que no te diferencias en nada, etc etc etc...?
La limpieza y decoración
No es que sean departamentos propiamente dichos en la Administración
de las casas del Opus, pero sí hacen referencia a la
misma.
Una Numeraria con la que viví decía siempre
que íbamos a cierta Casa de Retiros, que las casas
grandes parecían "Paradores Nacionales".
La observación siempre me pareció muy acertada,
y creo que alguien en un escrito, habla en parecidos términos;
quizás Satur, cuando describe las fotos del Fundador,
siendo joven
y tocado con un canotier, que hay en los centros.
En cualquier caso, la decoración de las casas es bastante
estereotipada, podríamos decir que hay varios modelos
que se repiten a lo largo de la geografía española,
y que te hacen sentir siempre en casa, porque vayas a donde
vayas, el estilo es el mismo. Pueden cambiar ciertos materiales
de construcción, pero todo tiene un aire muy similar.
Por ejemplo, los Clubs juveniles tienen muebles de madera
de pino, con asientos duros y de tapicerías resistentes
para el trote que se les va a dar. Todos los centros tienen
una especie de salita de espera, a la entrada, cosa que ninguna
casa particular tiene, claro. Así que todo intento
por parecer una casa normal de familia es un fracaso y un
absurdo. Creo recordar otro escrito de alguien que relataba
que en su llegada a un centro vio un vestíbulo con
armaduras, escudos, armas antiguas o algo similar y que le
había impactado mucho. Lógico.
También llama la atención el orden que reina
por doquier. Cada cosa en su sitio, y un sitio para cada cosa.
Lo cual se hace muy pero que muy difícil si lo que
es una salita durante el día, es tu dormitorio de noche.
En los Centros con falta de espacio, muchas Numerarias ven
convertido su dormitorio en una salita, lo cual es bastante
fastidiado: llegas de la calle con los pies mojados de la
lluvia y en tu habitación de "tu" casa hay
una señora haciendo la charla y no puedes entrar a
cambiarte....
Como decía, todo ordenado en cualquier lugar en el
que se entre. Recordemos que el fundador decía que
sabía cómo estaba la vida interior de una persona
viendo el orden de su armario.
El tema del orden da lugar a un sin fin de correcciones fraternas,
como la última que me hicieron antes de dejar la Obra,
por haber dejado una vez una planta en una maceta que no le
correspondía.
En los centros de hombres y en las casas grandes, la administración
se ocupa de ciertos detalles decorativos, como puede ser poner
unas flores en un jarrón, o, cuando se acerca la Navidad,
decorar la casa. A este respecto, diré que se emplean
muchas horas en hacer centros con bolas, cardos, espumillones,
velas, y que si te gustan este tipo de cosas lo puedes pasar
muy bien, pero que es muy trabajoso, pues hay que sacar todo
de donde está guardado, reciclar lo que se pueda, comprar
nuevo material, recogerlo todo después de Navidades,
y, en los Centros de mujeres, muchas veces oír a las
otras que no les gusta cómo está decorado.
Al hilo de lo que relato sobre las críticas de las
otras Numerarias, diré que este es uno de los motivos
por los que, en general, las Administradoras prefieren trabajar
en casas de hombres: las mujeres se pasan el día quejándose
a la Directora sobre el trabajo de la Administración
hasta límites increíbles.
He visto quejarse a chavalitas de 20 años recién
salidas del Centro de Estudios de que el menú de Navidad
era repetido del año pasado, o que había una
pelusa de polvo en la habitación porque no se limpiaba
bien, o que una camisa tenían una arruga porque no
se planchó correctamente. Chicas que en sus casa tendrían
que hacer ellas todas las cosas a las que veían tantas
pegas y que dudo que hicieran mejor. Este tipo de críticas,
y más si se hacen directamente a la Administradora,
queman mucho, y a veces saltan chispas, incluso en la mesa.
En algún momento he visto a una administradora levantarse
enfadadísima de la mesa porque ya no aguantaba un día
más comentarios sobre la marcha acerca de la comida,
la vajilla, el uniforme de la empleada o cualquier otro tema
que a otra Numeraria se le ocurría comentar tan tranquilamente
y sin proponer nada para mejorar lo que tan mal le parecía.
Además de demostrar muy poca educación y respeto
por el trabajo ajeno, denota una falta de caridad y de categoría
personal y humana muy notable. Solía darse la casualidad
de que las que más defectos veían en la Administración
eran las que menos se prestaban a echar una mano cuando era
necesario y no sabía ni freír un huevo. Dime
de qué presumes...
Respecto a la limpieza, los centros están muy limpios
y resplandecientes, tanto por la limpieza que se realiza a
diario (puede ser con la colaboración de las Numerarias
que viven en el Centro si se puede por horarios) como por
las limpiezas extraordinarias.
En las casas grandes, la Administración tiene su horario,
cuando la residencia le deja libres determinadas zonas por
la mañana, según lo establecido en la Regulae
Internae, a la cual me remito, para no alargarme.
En ciertos momentos, en las casas grandes, cuando están
libres de actividades, se programan limpiezas extraordinarias,
que son matadoras. Los servicios de cocina y office se reducen
al mínimo y pasa toda la plantilla de la administración
cargada con un montón de bártulos a limpiar
la residencia. Eso sí que es como un ejército
en orden de batalla: aspiradoras semiindustriales, brochadoras,
enceradoras, bayetas, paños, plumeros, mopas, y todo
cuanto instrumento haya para dejar todo inmaculado, se despliega
durante largas jornadas hasta la próxima ocasión,
consiguiendo unas cotas de limpieza dignas de elogio.
Durante estas limpiezas, a veces el clima de espartanismo
se relaja, y se puede escuchar música para hacer más
llevadero el trabajo. Si la casa tiene piscina y la administración
no, se aprovecha en ocasiones para que la administración
vaya un ratito por la tarde para relajarse del trabajo matutino,
que no es poco. Los que conocen la cosa de cerca, ya saben
que en el Opus, cuando se trabaja, se trabaja.
Estas tareas de limpiezas extraordinarias las hacen tanto
las Numerarias como las Auxiliares por igual. Hubo un tiempo
en que las primeras no limpiaban los baños, duchas,
etc, pero cuando yo me hice de la Obra, en 1975 todas hacían
de todo.
Recuerdo que por aquellos años, a las adscritas nos
tenían todo el día limpiando el Club de Bachilleres,
se conoce que como terapia para pasar el rato ocupadas en
algo y que no ideáramos maldades.
También en el Centro de Estudios se limpia y mucho,
a prontas horas de la mañana, e incluso te pueden mandar
a hacerlo en vacaciones a otros sitios para echar una mano
mientras las empleadas de la calle están de vacaciones.
Limpiando se puede conocer muy bien cómo es la gente
que vive en una casa: la que es ordenada y respeta tu trabajo,
la que es un desastre y lo deja todo tirado, la que deja el
lavabo como si fuera el de un espíritu puro....
En fin, limpiando se ve de todo, incluso la buena intención
que tienen algunos, pero sin saber cómo se hacen las
cosas. Nunca olvidaré el espectáculo que presencié
al abrir un lavabo de una habitación de Belagua y encontrar
a remojo unos zapatos de ante junto con un pantalón
de franela, todo lleno de barro. Se ve que el chaval en cuestión
quería evitar trabajo, y dar una limpieza previa antes
de pasarlo a la Administración y lo que hizo fue embadurnarlo
todo- y supongo que perder a la vez pantalón y zapatos-
Aunque la gente intente dejarlo todo lo más limpio
posible, nunca es agradable la limpieza de baños, especialmente
los de hombres, llenos de pilosidades en las duchas. La limpieza
de las letrinas, que no sé si seguirá habiendo
en ciertos Colegios Mayores, muchas veces era de lo más
desagradable, y las numeraria y las auxiliares no se la dejábamos
hacer a las chavalitas de la calle para evitarles el trago
y que se quedaran a trabajar allí.
Durante la limpieza no se puede hacer más ruido que
el de las máquinas para que la residencia no se entere
de nada , porque" la Administración perfecta ni
se ve ni se oye".
En las Administraciones grandes, a la vuelta de la limpieza,
antes de pasar a la Administración, se cuentan los
instrumentos para que no quede olvidado ninguno, lo que daría
muy mala impresión.
Varios y final
Hablar de la Administración sería más
largo de lo que mi tiempo permite para relatar tantos y tantos
aspectos y detalles que se viven y que dicen mucho de las
personas que trabajan en ella y el espíritu que la
sostiene. Por eso, para acabar con estas pinceladas, quiero
tocar de pasada algunas cosas sin detenerme demasiado a explicarlas:
a buen seguro o tras personas se animarán a hacerlo.
En la Administración de las casas grandes es habitual
que haya descansando, meditando o recuperándose Numerarias
con problemas de salud, -también, mental, claro-, de
vocación, etc. Hacen su vida un poco aparte, están
tranquilas y si pueden, a veces ayudan en algún trabajo.
A las Numerarias se les puede pedir que dejen su trabajo
para dedicarse a la Administración; teóricamente
pueden negarse, pero es raro que lo hagan, pues sería
demostración de mal espíritu. Generalmente,
aceptan, ya que se suele plantear a las que por diversos motivos
van a dar su conformidad. Para muchas, es un signo de confianza
de la Obra con ellas, pues se supone que - aunque no se diga,
obviamente- allí están las personas más
buenas y sacrificadas del Opus Dei. Si te invitan a ir a Roma
a desarrollar este trabajo, entonces es aún más
prestigio para ti.
No he entrado apenas en este escrito en el tema del "señoritismo"
que supone tener unas personas permanentemente a tu servicio
y que a todo dicen que sí, ni al nulo trabajo doméstico
que los Numerarios del Opus Dei, y que es absolutamente deformante
y alejado de la gente normal que está de verdad en
medio del mundo. Otras personas, espero, se animarán
a hacerlo.
En la Administración hay no una ni dos ni tres, sino
muchas Numerarias que están en la Obra porque no tienen
otro modo de ganarse la vida, pero que lo dejarían
todo si pudiesen tener un trabajo "externo" y normal.
Se me viene a la memoria el caso de una, muy guapa, rubia
y de ojos azules, simpática y bastante normal, que
a sus treinta y pico años confesaba llorando que se
quería ir pero tenía un problema de salud y
así, y con su currículum vitae de trabajo interno,
no podía encontrarlo fuera. Sé que un hermano
suyo, también Numerario lo dejó, pero ella continúa
dentro por no tener dónde ir. También a esta
web han escrito otras Numerarias contando casos similares,
que estarán en la correspondencia. Y lo mismo ocurre
con las Numerarias Auxiliares.
En la administración de las casas grandes internas,
en las que sólo viven las de la Obra, en general, se
trabaja y vive bastante bien, exceptuando el aislamiento,
claro está, de la sociedad y la vida normal. Por eso,
cuando alguna pasa crisis de vocación se la suele mandar
ahí a reponerse: la gente es más cariñosa
y atenta que la de los Centros normales. Carmen
Charo, en el escrito sobre su trayectoria vital, lo
refleja estupendamente.
Las Numerarias dedicadas a la Administración son los
comodines para atender las Convivencias, cursos de retiro,
etc., pues ellas pueden dejar su trabajo y las que lo tienen
"en la calle", no. Asimismo, ellas hacen sus medios
de formación en otras épocas que no son el verano,
porque pueden tomar las "vacaciones" sin depender
de nadie más que la Prelatura. Es decir, que además
de lo fastidiado de su trabajo, "descansan" cuando
llueve, hace frío... Esos Cursos Anuales de invierno
llenos de Numes que están en trabajos internos son
tremendos, tristes, sombríos, nada reconfortantes.
De vez en cuando, las mandan en verano para que no les entre
la depresión y puedan seguir de burros de noria.
Para acabar, como regla general, diré que las personas
que trabajan en la Administración, tanto Numerarias
como Auxiliares, lo hacen con gran sacrificio por su parte,
y que sin ellas sería realmente muy difícil
que algunas realidades más o menos buenas de la Prelatura
pudieran llevarse a cabo.
Vaya para todas estas mujeres mi agradecimiento y cariño
por lo que aprendí de ellas, por los buenos momentos
que me hicieron vivir, por las lágrimas que supieron
enjugarme y por su ejemplo silencioso en tantas cosas.
A todas las que quise y me quisieron, haciéndome la
vida un poco mejor, de todo corazón: ¡gracias!
U2
España, 29 de octubre de 2004
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