Mi experiencia es muy distinta.- Javier Canals
Fecha Wednesday, 14 January 2004
Tema 010. Testimonios


Hace algún tiempo me hablaron de vuestra Web y decidí visitarla. He leído muchos de los testimonios y he seguido algunas líneas de la correspondencia. Decir que lo he leído "con interés" sería demasiado poco, pues los temas que se tratan son vitales, tanto para los firmantes como para mí.

Me permito presentarme: soy Numerario desde hace casi 30 años y llevo 26 en Alemania. He ocupado diferentes cargos de dirección y, como os podréis imaginar, conozco al menos tan bien como vosotros la vida en la Obra. Quiero subrayar también que escribo a título exclusivamente personal. No lo hago por encargo de nadie.

Aunque quería escribir desde hace bastante tiempo, he preferido esperar, sobre todo, para adquirir claridad de porqué lo hago.

No tengo pensado dejar la Obra, ni quiero sabotear vuestra Web, ni me pongo al teclado para poner en duda la sinceridad de ninguno de los que escriben, por mucho que sus palabras difieran de mi experiencia y mi punto de vista. Cualquier testimonio personal es de por sí irrefutable (lo digo sin ningún tipo de ironía), pues recoge vivencias y experiencias intransferibles. A veces he pensado en puntualizar algunos datos o algunas afirmaciones -a mi parecer incorrectos- que aparecen en cartas o testimonios. Pero eso no llevaría a nada, salvo atraer hacia mí los "paquetes" que por ahora le caen a "José Carlos". Está claro que tengo una opinión muy concreta y personal sobre la mayoría de los temas tratados en la Web, pero probablemente no os interese conocerla.

¿Porqué escribo entonces, a una Web con una línea tan definida? Por dos razones.

Una de ellas es que, a excepción del citado "José Carlos", de cuya existencia en la vida real parecen dudar muchos de los visitantes, no he encontrado prácticamente opiniones positivas sobre la Obra en esa Web. Leyéndola se puede tener la impresión de que todos los que han dejado la Obra desde sus comienzos están de uñas con la Prelatura y con sus miembros, y viceversa: que desde la Obra se quiere ignorar u ocultar la existencia de ex-miembros.

Mi experiencia es muy distinta, en ambos casos.

Durante los años que llevo en la Obra he conocido a Numerarios, Agregados y Supernumerarios que han dejado la Obra. Muchos de ellos han hablado conmigo de sus motivos para dar ese paso, otros no. Pero puedo afirmar que la mayoría de las personas que yo he conocido y han dejado el Opus Dei, tras pocos o muchos años, lo han hecho sin rencores, y que muchos de ellos conservan su amistad conmigo, o con otros miembros de la Obra, a pesar de mantener posturas diversas. No pretendo decir que hayan dejado la Obra como quien cambia de sombrero, como si no hubiera pasado nada: es evidente que desvincularse de algo o de alguien por lo que se estaba dispuesto a dar la vida causa dolor, mucho dolor incluso. Este dolor, junto a la desilusión, se refleja en muchos de los testimonios y en la correspondencia de vuestra Web que, por este y por otros motivos, merecen todo mi respeto y mi comprensión. También esto lo digo sin ironía.

Yo siempre he evitado hablar de "culpas" en uno u otro sentido en mis conversaciones con personas que tenían previsto salir de la Obra. Las circunstancias de cada uno son muy complejas, y las acusaciones mutuas no sirven de nada, sobre todo en una situación de transición, acompañada siempre de emociones muy fuertes. Pero, una vez pasado el tiempo, todos reflexionamos sobre nuestra actuación y nos planteamos preguntas. Vuestra Web demuestra que las conclusiones que se sacan pueden ser muy variadas. No voy a citar aquí un texto que todos conocéis, pero para mí está claro que cualquier persona tiene al menos parte de la culpa si alguien en su cercanía no es feliz con lo que hace, o con la vida que lleva. Por mi parte, pido perdón como Alfredo (25-XI-2003) a todos los que hayan sufrido cerca de mí (por mi culpa, o por mi inadvertencia).

En opinión de algunos testimonios de vuestra Web, la "culpabilidad" queda claramente identificada: bien con personas concretas (directores a los distintos niveles), incapaces de entender lo que piensa o lo que siente un ser humano, bien con una malicia inherente a la organización, derivada de su misma idea fundacional o por perversión de la misma a lo largo del tiempo, o bien con una "trágica" ceguera, que lleva a personas supuestamente buenas a enajenar y a destruir vidas ajenas creyendo que hacen lo mejor para ellos. No me parece que la realidad sea tan sencilla.

El segundo motivo de esta carta me puede acarrear más palos, del "oreja de guardia" o de otros. Lo digo una sola vez, para no ponerme pesado y, si no se desea mi visita a esta Web, estoy dispuesto a coger el sombrero y a retirarme por donde he venido. He aprendido en la Obra, y procuro ponerlo en práctica dentro de mis limitaciones, que nadie que se acerque al Opus Dei debe irse sin un consuelo y una ayuda, espiritual y humana. Esta ayuda está a disposición de todos los que la deseen, también de los que se identifican con el título de vuestra Web. Yo y muchos otros en la Obra rezamos con frecuencia por todos los que han dejado la Obra. Para que puedan configurar su vida, para que sean felices, y para que encuentren a Dios en su nueva situación.

No quiero despedirme sin decir que también yo me he reído con la caricatura de Satur en el "Quién me ha visto y quién me ve", a pesar de la amargura que puede leerse entre las líneas. Y que me han dolido mucho algunas acusaciones "globales" en otros testimonios, que personalmente considero injustas, y sobre todo las graves acusaciones en relación con el sigilo sacramental, que tampoco acepto. Pero, como decía al principio, todos somos dueños de ver las cosas como las vemos en cada momento. Yo no pierdo la esperanza de que alguien cambie su opinión (aunque no sea por esta carta).

Javier Canals, Colonia (Alemania)

P.D. Si se publica mi mail, que se haga con mi nombre real (entiendo que otros actúen de otro modo)







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