Queridos amigos de Opuslibros: hace mucho tiempo que
no escribo en la web, pero siempre leo lo que cada uno vais escribiendo. Por
eso últimamente viendo la calidad de los escritos, no puedo menos de aplaudir
desde mi "guarida" y casi gritar de entusiasmo, todo ello bajo la
atenta mirada de mi gata que me mira con asombro.
Quiero con este sencillo escrito felicitar a esas
mentes preclaras que se implican de manera concienzuda en aclarar la
"VERDAD" atreviéndose a sacar a la luz lo que se esconde con malas
artes y que no están dispuestos por nada del mundo a que se sepa.
Gracias por vuestro tiempo, por vuestro trabajo, por
vuestro compromiso. Muchas veces he soñado con poneos cara y poder saludaros,
abrazaros, y miraros a los ojos, disfrutando de una buena comida. Seria genial
llamaros por vuestros nombres sin tener que utilizar el anonimato tras el que
nos escondemos por pura necesidad de supervivencia la mayoría de las veces. Es
una curiosidad que tengo por el afecto que ha nacido hacía vosotros a través de
vuestros escritos. Casi sin darme cuenta, se han ido formando unos vínculos
afectivos con cada uno a pesar de la distancia.
Por otro lado, acompaño mi escrito con una fotografía
que hice esta primavera. Es el tronco de un árbol con nuevos brotes llenos de
vida. Se asoman con la inocencia de lo
nuevo, con la vitalidad de lo que empieza, con la fuerza de lo que se estrena
por vez primera.
Así me siento muchas veces, estrenando primaveras,
otoños, veranos, e inviernos nuevos.
Es una sensación única a la que por más que pasen los
años no me acostumbro, después de dejar mi vida en una "mentira" y
haber recuperado mi libertad de nuevo.
He descubierto no hace mucho el mundo real con todo lo
bueno y malo, e intento vivir y no perderme nada. Quizá me ayuda mi manera de
ser positiva.
En una ocasión, ya he contado como la primera vez que
volví de nuevo a Sevilla después de dejar la obra habiendo vivido allí toda mi
vida, tuve la necesidad imperiosa de volver sobre mis propios pasos. Recorrí en
soledad los lugares y los centros donde había vivido, los miré de frente
mientras por dentro me estremecía, me enfrenté a mis malos recuerdos, a mis
vivencias... luego, apreté mi corazón con fuerza, lo tomé entre mis manos
acariciándole, hice un hoyo en la tierra y enterré para siempre aquello que me
angustiaba.
Nunca más he necesitado hacerlo de nuevo. Lo que se
entierra, se pudre...
Ahora cuando regreso a esa preciosa ciudad, tan solo
disfruto con mis amigos.
En este proceso de reconstrucción, he descubierto
dentro de mí una mirada que desconocía. Es la mirada del asombro ante la vida.
Creo que gracias a que pude enterrar mi pasado, hoy
puedo vivir mi presente con plenitud.
Ah, y volver a la Feria de Sevilla, siempre que
puedo!!
Estoy a unas horas de coger el tren que me lleve de
nuevo al sur. Este año podré ver a personas que dieron no hace mucho el salto a
la libertad, y que no he tenido oportunidad de abrazar hasta ahora.
La emoción me embarga. Le pido a la vida no perder
nunca esa mirada que se asombra ante cualquier detalle pequeño que la vida
encierra cuando se vive en libertad.
Gracias de nuevo, queridos amigos.
Maripaz