Leí con interés la noticia publicada el lunes acerca del Opus Dei en Salta, Argentina.
Ya me imagino la versión oficial: “el dueño de las propiedades “donadas” era un católico que quería mucho a “la Obra” y que a su vez sabía que sus parientes eran unos materialistas que nunca se habían preocupado por él hasta que se murió, y que en los peores momentos quien estuvo al pie del cañón fue el Opus Dei y por lo tanto no es de sorprenderse que el titular quisiera donar sus tierras al Opus Dei y no a sus parientes.”
Esa es la versión interna que yo hubiera oído seguramente, de estar allí. Ni hace falta conocer la realidad, es una explicación pre-impresa que sirve para cualquier caso.
Como siempre, el asunto será saber cuál es la verdad.
De movida, el Opus Dei cuenta con sospechas de todo tipo en su contra, y sobre todo con un modus operandi que difícilmente ayude a hacer creíble toda argumentación favorable.
El otro problema es que, al tratarse de una institución cuya trayectoria se caracteriza por manipular la conciencia de las personas –más aun en circunstancias delicadas, de crisis o de enfermedad-, todo el soporte de testigos favorables se derrumba por estar viciado ideológicamente. ¿Dichos testigos dirán la verdad o sólo lo que está mandado decir y creer? No hay independencia, libertad interior. Son personas que no dan testimonio de la verdad sino de una forma particular de interpretar las cosas: su testimonio es elaborado previamente por otros.
¿Y qué pruebas hay de que no hicieron lo mismo con el enfermo, de la misma forma que hacen con chicos de 15 años para que entreguen su vida? La diferencia está en que el chico de 15 años se puede enterar de la verdad más tarde, a los 20, a los 30, a los 40, mientras que el enfermo terminal no se enterará nunca del modo en que fue manipulado.
El Opus Dei no es inocente en absoluto.
No sé cómo será el caso -si algo de verdad habrá en la versión oficial-, pero lo claro es que el Opus Dei juega al límite, en el lecho de muerte, en la punta del pulgar. Y lo penoso será si el día de mañana Matías Amat va preso y recibe del Opus Dei las gracias en nombre de Dios por los servicios prestados, y nada más. Es que eso es lo que no debe entender Matías: que nadie de la Comisión Regional de Argentina va a ir preso, sólo él y algún otro fusible más.
Saludos,
E.B.E.
