El boomerang de la confusión de planos.- Crítico Constructivo
Fecha Monday, 12 April 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


El boomerang de la confusión de planos.

Una vez comentó Fede -no recuerdo ahora en qué correo- cómo muchas veces en la Obra se jugaba a la confusión de planos en diversos aspectos de la formación que se imparte a sus miembros. A mi juicio, una de las manifestaciones más relevantes de esta confusión de planos se presenta en la "estrategia vocacionista" de la Institución, cuando identifica indebidamente lo teologal -virtudes teologales- y lo institucional -vínculos canónicos que deben expresar una realidad sobrenatural, pero que no son absolutos-.

Algunos de los correos publicados durante la Semana Santa muestran, a mi parecer, cómo la mencionada confusión de planos opera en algunos ex miembros de modo semejante a un boomerang que, lanzado durante el tiempo de permanencia en la Obra, vuelve ahora en forma de críticas a la Institución. Pero, ocurre a veces que éste retorno del boomerang trae consigo unas afirmaciones que, no pudiendo superar la inicial confusión de planos, incluyen el cuestionamiento de elementos que son patrimonio común de los cristianos.

Voy a citar algunos fragmentos en prueba de lo que digo, intercalando algunos comentarios:

* En el mensaje de Felipe (6-4) se lee:

- "Esta película le va a venir muy bien al opus porque esperarán que, tras la proyección, los miembros de la institución, se arrepientan de tener sus dudas sobre el camino que les han hecho elegir y las asuman como pecados de soberbia y de no rendir el juicio, ya que "Jesucristo se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz" (Escrivá)". No se me ha dado el don de profecía para saber cuál será el posible uso que harán de la película en el Opus. Y reconozco que es posible abusar de cualquier cosa; pero, en este caso, "el abuso no prohíbe el uso". Quiero decir con esto que por la sola posibilidad de que el Opus Dei pueda abusar de algo los demás cristianos no tenemos por qué abstenernos de ello. Conviene recordar que tanto la devoción a la Pasión de Cristo como la expresión de San Pablo "Cristo se ha hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil. 2,8), son patrimonio común de todos los cristianos.

- "La vida de Jesús fueron 33 años; de esos 33 años, 12 horas son su prendimiento, tortura, agonía y muerte. Jesús no está eternamente clavado en la Cruz, ni aún ahora lo está. Lo estuvo. Nadie está eternamente muriendo y sufriendo. Y menos mal que es así". Con acierto se señala aquí que la Pasión es sólo uno de los aspectos (=misterios) de la vida de Cristo, y que ocupa relativamente poco tiempo de la vida terrena del Señor. Sin embargo, para los cristianos, el eje central de la vida de Cristo es su Sacrificio Redentor. No olvidemos que "..desde el primer instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de salvación en su misión redentora" (Catecismo, 606).

- "Jesucristo no fue una excepción: 12 horas horribles pero 33 años feliz. Si Jesucristo no hubiera muerto en la Cruz, ¿su vida, sus palabras, sus enseñanzas, no habrían servido de nada?" Es claro que aún sin muerte en cruz la vida y enseñanza de Cristo hubiese servido de mucho: la teología enseña que toda la vida de Cristo, y no solo la Pasión aisladamente considerada, tiene un sentido redentor. Sin embargo, la redención de la humanidad se hizo por el Misterio Pascual. Jesús podría habernos redimido de un modo mucho menos cruento, pues bastaba con un simple acto de su voluntad. Sin embargo, "Cristo el Señor realizó esta obra de la redención humana (...) principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión..." (Catecismo, 1067). "¡Es verdaderamente sobrecogedor el acontecimiento dramático de Jesús de Nazaret! Para restablecer la plenitud de vida en el hombre, el Hijo de Dios se ha anonadado del modo más humillante. De la muerte, libremente elegida por Él, mana sin embargo la vida" (Juan Pablo II, Via Crucis del 13-IV-2001). La resurrección no puede oscurecer el mensaje de la cruz o reducir su importancia; ni es posible oponer una teología de la gloria a la teología de la cruz.

- "...Cristo no repite su pasión una y otra vez, ni incluso durante cada Semana Santa, fechas en la que se recuerda especialmente. Jesucristo sufrió una pasión hace 2000 años, no está ahora clavado en la Cruz". ¡Los cristianos creemos otra cosa! "En la Liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual. Durante su vida terrestre Jesús anunciaba con su enseñanza y anticipaba con sus actos el misterio pascual. Cuando llegó su hora, vivió el único acontecimiento de la historia que no pasa: Jesús muere, es sepultado, resucita de entre los muertos y se sienta a la derecha del Padre "una vez por todas" (Rm 6, 10; Hb 7, 27; 9, 12). Es un acontecimiento real, sucedido en nuestra historia, pero absolutamente singular: todos los demás acontecimientos suceden una vez, y luego pasan y son absorbidos por el pasado. El misterio pascual de Cristo, por el contrario, no puede permanecer solamente en el pasado, pues por su muerte destruyó a la muerte, y todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y así todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente. El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae todo hacia la Vida" (Catecismo, 1085). Es notable la insistencia de los Padres de la Iglesia, especialmente los orientales, en la presencia real de los misterios de Cristo en la liturgia. [Sobre esta irrupción del misterio atemporal en la liturgia terrestre se expresaron profundamente Guardini (católico), Cabasilas (ortodoxo griego), Andonikoff (ortodoxo ruso), Otto (luterano) y muchos otros] No debemos olvidar, por ejemplo, que cada vez que se celebra la Misa volvemos a participar del único Sacrificio de Cristo, que se reedita de manera incruenta.

- "Leyendo el libro ´La alegría en el amor de Dios´ que habéis colocado en los Recursos para seguir adelante, subrayé y me impresionó -y entendí muchas cosas- que en los primeros siglos de la Iglesia, los pecados capitales eran ¡8!. Las ´autoridades´ decidieron quitar uno de ellos. ¿Sabéis cuál? ¡¡La tristeza!! ¿Por qué? Porque querían a los cristianos muy bien arrepentidos, siempre tristes por sus ´pecados´ y compungidos por todo: porque hoy no he vivido el minuto heroico, porque sólo he hecho 25 minutos de la oración de la tarde en lugar de 30, porque no he logrado llevar a nadie a la meditación, porque a mí ´esto´ me parece que no es muy de Dios... "

En ningún lugar del libro de Müller se dice que las ´autoridades´ decidieran quitar a la tristeza de la ´lista´ de los pecados capitales para mantener a los cristianos en una actitud siempre triste por sus pecados. Lo que dice el libro (ps. 28-29 de la edición digital), es que san Gregorio Magno redujo el número de estos pecados capitales a siete, refundiendo en uno solo los pecados de pereza y tristeza, y designó este vicio con el nombre de tristeza. Luego, santo Tomás de Aquino lo denominará ´pereza´. Pero esa pereza, en el plano espiritual y religioso, se denomina propiamente acidia o acedia. La palabra griega avkhdi,a o avkhdei,a, que aparece tres veces en la versión de los LXX (Sl 118,28; Sr 29,5; Is 61,3), fue traducida en la Vulgata por taedium (tedio) y maeror (tristeza profunda). De modo que el término griego, con el sentido de tedio, tristeza, pereza espiritual, se latinizó como acedia, acidia o accidia. Y el Aquinate, que considera a la pereza como pecado capital, la define como tristeza por el bien divino del que goza la caridad (S. Th. 2-2, q. 35, art. 2, c.) Y en otro lugar señala sus causas y efectos: es una forma de la tristeza que hace al hombre tardo para los actos espirituales que ocasionan fatiga física (S. Th. 1, q. 63, art. 3, ad. 3m). De modo que, más allá de los nombres variables, sigue habiendo acuerdo sobre la esencia de los pecados capitales y sólo un cambio de perspectiva en las diversas denominaciones. Otra cosa muy distinta es que, cierta tradición posterior no lograra captar la incidencia negativa de la tristeza en la vida cristiana y la aparición de planteamientos rigoristas (jansenismo, pesimismo luterano).

Pero el rigorismo es también, en última instancia, una defectuosa comprensión de la Pasión de Cristo. Porque nos hace incapaces de alegrarnos en el amor de Dios. Se vive así una concentración obsesiva en el pecado y la culpa. Consecuencia de esta obsesión es la aparición de escrúpulos, que deforman la conciencia moral: "...porque hoy no he vivido el minuto heroico, porque sólo he hecho 25 minutos de la oración de la tarde en lugar de 30, porque no he logrado llevar a nadie a la meditación, porque a mí ´esto´ me parece que no es muy de Dios...".

Claro que los cristianos nos arrepentimos por nuestros pecados, pero no debemos vivir siempre tristes por ellos. Eso sería un error. En una comprensión no rigorista del Misterio Pascual hay cabida tanto para el dolor de la cruz como para la alegría de la gloria, para la expiación por el pecado y para el gozo por el perdón y la gracia.

* A pesar de su brevedad, el mensaje de Ávila (6-4) parece volver también con la confusión de planos:

"...quizás una idea de la redención cuyo origen se remonta a san Anselmo, muy divulgada y exagerada a finales del XIX, mediante la cual la redención nos llega por el sacrificio vicario de Cristo en la cruz. De ahí se justifica y ensalza la mortificación corporal y el sufrimiento como único camino de salvación. Fundamentalismo puro".

Es cierto que en su obra clásica Cur Deus homo, San Anselmo, sin olvidar la iniciativa ´descendente´ de Dios en la Encarnación, pone el acento en la obra ´ascendente´ de restitución legal. Empieza con la idea de Dios como Señor soberano, cuyo honor es ofendido por el pecado. El orden de la justicia conmutativa exige una reparación adecuada, que puede ser dada solamente por el Dios-hombre. Subrayando la muerte satisfactoria de Cristo, Anselmo calla con respecto a la eficacia redentora de la resurrección de Cristo. Concentrando su atención en la redención objetiva, Anselmo no se extiende en la apropiación subjetiva de los efectos de la redención por parte del redimido. Sin embargo, reconoce que Cristo establece un ejemplo de santidad que debe ser seguido por todos.

Ahora bien, del reconocimiento de que la función decisiva de la acción redentora de Cristo consiste en su condición de sacerdote y víctima, y de la afirmación de que Jesucristo por su vida de inmolación -cuya cumbre fue su muerte en la cruz- ha realizado la redención objetiva de la humanidad, no se sigue que el sufrimiento pasivo y la mortificación corporal sean el único camino de redención personal.

Les ruego a todos perdonen lo largo del rollo. Estamos en Pascua y es tiempo de alegría y gozo, de ´cambiar el luto en danza´ -diría Flavia-.

Un abrazo a todos y feliz Pascua de Resurrección,

Crítico constructivo.







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