Sobre los estudios
internos
Haenobarbo, 7 de diciembre de 2009
Muchos
y valiosos escritos ha habido en las últimas semanas, sobre el tema de
los estudios internos en el Opus Dei, que sin ninguna duda, no es un tema menor.
Voy a unir a ellos este, que procuraré enfocarlo desde una perspectiva
distinta, en un intento de poner otra pieza en un rompecabezas, que por lo que
se ve en lo hasta ahora dicho, provoca no pocas perplejidades.
Pero
antes de entrar en materia, permítanme pedirle, a los pacientes
lectores, una dosis adicional de paciencia, que consistirá
fundamentalmente en dos cosas: la primera, tratar de despojarse por un momento
de todo juicio previo, respecto a lo que sabemos por experiencia, que es el
Opus Dei; una institución de
por sí bastante complicada y enrevesada, y esto, porque voy a tratar de
enfocar el tema, no desde la óptica de la institución y de los
fines que persigue con la forma de plantear los estudios internos, sino desde
la óptica de
Esta
primera cosa que pido, es desde luego situarse en una especie de ciencia
ficción, pero me parece que es necesario.
Y
la segunda, es leer los textos que voy a citar: son un tanto farragosos por su
estilo, pero sorprendentes y hasta cierto punto tremendamente actuales. Quizá a alguno, además de
darle razón del tema concreto, le dé no poco que pensar, respecto
a esa clarividencia, muchas veces negada, de
Estado de la
cuestión.-
Como se ha hecho notar en los diversos escritos hasta aquí publicados,
los estudios internos, en el Opus Dei, son, por decir lo menos, pobres.
Pobres
porque los profesores del Estudium Generale, no cumplen las expectativas que
ordinariamente se espera en un maestro y en un maestro universitario.
Pobres
también, porque el material didáctico que se ofrece para los
estudios, no pasan de ser unos apuntes, que parecen fruto del arduo trabajo de
copiar y pegar, tan de moda en nuestros días.
Pobres,
porque toda discusión de la materia propuesta, está en la
práctica, cuando menos desalentada sino expresamente prohibida. Eso de
pasar eventuales preguntas por escrito, para que sean contestadas en otro
momento, si el profesor lo considera oportuno, es realmente desalentador.
Pobres
además, porque a diferencia de los estudios realizados en cualquier
institución regular de enseñanza, son discontinuos: se realizan “a salto de mata” en las
pocas semanas de los cursos anuales, por lo cual completarlos puede durar toda
una vida, o en el mejor de los casos y en forma un poco más
sistemática, en los dos años del centro de estudios, donde las carreras civiles de los alumnos, las
ocupaciones internas y las tareas apostólicas, tampoco le dan a los
estudios internos, una sistematización mínimamente adecuada.
Pobres
en fin, porque no existe libertad para contrastar las propias dudas y las
propias intuiciones, con diversos autores y con diversas opiniones.
Por
otra parte, el Opus Dei vende a sus miembros la idea, de que son o al menos
deben ser “la aristocracia de la
inteligencia”, idea que por lo que veo en los escritos publicados,
parece que es asumida por los miembros del Opus Dei, como una realidad
incontestable y literal.
Llegados
a este punto, me parece que es necesario puntualizar varias cosas, que
quizá no estén tan claras (no es extraño,
tratándose del Opus Dei) y que pueden dar razón, al menos en
parte, de la desazón de algunos, respecto a los estudios internos.
1.-
Los estudios internos en el Opus Dei, equivalen a los estudios que realizan los
seminaristas en los seminarios diocesanos o los religiosos en las casas de
estudios de sus congregaciones. Es decir, no son estudios propiamente
universitarios o a lo más, son los estudios básicos que en una
universidad pontificia, permiten acceder al grado de bachiller. Son los estudios que darán acceso
–previos los cursos universitarios regulares – a las licenciaturas en filosofía,
en sagrada teología o en derecho canónico.
Hago
especial énfasis, en que son unos estudios básicos de
filosofía y de teología, donde lo que se busca, no es obtener un
especialista, sino una persona que pueda fundamentar algo más sólidamente,
la razón de la doctrina católica tal como la enseña
2.-
No debe olvidarse, que los profesores del Estudium Generale, provienen del
mismo, es decir, estudiaron lo mismo, de la misma manera y en las mismas
condiciones: por lo demás el
objeto de sus clases, es única y exclusivamente el indicado en el punto
anterior.
Será
útil en otro momento, estudiar los precedentes del Estudium Generale de
3.-
Los alumnos, por su parte, inician los estudios internos, en un momento, en el
que a la organización le interesa fundamentalmente, mantener y
fortalecer ese rasgo esencial de su espíritu, que es la laicidad. De
esto se deriva que no se den mayores explicaciones respecto a los estudios
internos. Debe evitarse a toda costa, que la “espiritualidad”
propia del alumno se desvíe; que a su ser y sentirse plenamente laico,
se le superponga el espíritu clerical. Hay que hacerlos y punto, de
ahí que muchos se lo tomen como un simple trámite a cumplir.
Lo
mas que se le dice, es que el fundador estableció que los estudios
internos debían hacerse con el mismo rigor que en una universidad
pontificia (nótese que no se dice jamás: que en un seminario diocesano). Al mismo tiempo, se lo acicatea para
que en sus estudios universitarios civiles sea el mejor y se lo persigue a sol
y sombra, para que destaque en esos estudios, que son su “anzuelo de pescador de hombres”.
Si
a esto se suma que los estudios se hacen solo de tarde en tarde, en lugares
poco convencionales para dictar clases, ya me dirán cuan en serio se
pueden tomar unos estudios, cuya finalidad en la mente del estudiante es por lo
demás, bastante difusa.
Hay
miembros que a los 50 años aún no han terminado los estudios
internos. A ésos les da lo mismo.
4.-
No se le puede pedir a los estudios internos, en el nivel de Estudium Generale,
las cualidades y virtudes de unos estudios propiamente universitarios.
En
este nivel, no hay lugar para discutir las últimas teorías del
último filósofo de moda, porque el propósito de estos
estudios es fundamentalmente apologético. A lo mas, se mencionará
de pasada, que hay un chiflado por
ahí que se atreve a decir tal o cual cosa.
En
este nivel se trata única y exclusivamente, con el auxilio de “la
recta filosofía”, razonar hasta donde sea posible, el misterio
inefable de
5.-
Lo de la “aristocracia de la inteligencia” es una tontería,
que solo puede dar lugar a una presunción vana. Aquí me parece
que vale repetir aquello de que ser sabio no es lo mismo que ser erudito. Francamente no entiendo que alguien se
haya tomado en serio una cosa que, en el mejor de los casos, no pasa de ser una
metáfora pedante.
Vamos
ahora al meollo de la cuestión: cual ha sido y cual es la visión
de
Por
una fracción de segundo, estuve tentado de escribir solamente
“cual ha sido” en pasado, la visión de
Pero
sólo fue una fracción de segundo – y me perdonarán
que sobre esto personalice, porque no hacerlo sería hacerme
traición- en la que me sentí infinitamente cobarde, si no
escribía inmediatamente “y cual es”. Porque creo, aunque
intuyo que muchos discreparán conmigo, que la visión que fue
-porque no puede ser de otra manera-
sigue siendo exactamente la misma. Y me refiero solamente a la
visión de
Quizá
han cambiado los modos de plantear las cosas, los modos de decir –a veces
me parece que matizados por esa corrección política tan de moda
en nuestros días- pero la intención es la misma y me parece que
por razones obvias.
La
preocupación de
Voy
a limitarme por lo pronto, a un arco temporal que abarca la primera mitad del
siglo XX, que es cuando aparece el Opus Dei, cuando se desarrolla la
función organizativa, actuada por su fundador; en definitiva, cuando se fundan las
líneas maestras que configuran la institución.
Sin
embargo, en el Magisterio Pontificio posterior, puedo asegurar que se
encuentran, quizá expresados con palabras menos solemnes y hieráticas, exactamente los
mismos principios: el magisterio de Pablo VI –de cuya modernidad creo que
no se puede dudar– en esta misma línea, es abundantísimo.
Esto porque en
Coincide
este arco temporal, con una de las épocas mas conflictivas, en el seno
de
Ya
en 1879, León XIII había publicado
“Y,
en verdad, el conocimiento y ejercicio de esta saludable ciencia, (se refiere a
Santo Tomas, San Buenaventura y los Padres y Doctores de
Posteriormente, y me refiero a esto solo de
paso, vino la condena de los modernistas, en el pontificado de San Pío
X, cuando obviamente se condena no solo las tesis modernistas, sino
también los principios filosóficos que las sustentan y se
establece como obligatorio el juramento anti modernista, para los profesores de
seminarios, casas de estudios de las Congregaciones y Ordenes religiosas y universidades pontificias, previo al
desempeño del cargo.
Práctica que se sigue, al menos
hasta mi época, en el Estudium Generale del Opus Dei; juramento que
también los alumnos de las facultades eclesiásticas deben
prestar, antes de la obtención de los respectivos grados tanto en
No me puedo olvidar del revuelo que se
causó en el claustro de profesores de un Estudium Generale, cuando uno
advirtió bien entrado un curso anual, que se habían olvidado de
prestar el juramento antes de empezar a dictar la primera clase. A punto
estuvieron de declarar nulo todo lo hecho hasta entonces: menos mal, luego de largas
deliberaciones sobre la validez de las clases hasta entonces impartidas,
optaron por una especie de sanatio in
radice: cada profesor
prestó el juramento y santas pascuas. Lo que son los
escrúpulos….!!
Mas adelante, Pío IX,
promulgó, en el período de entreguerras
Es Pío XII, bajo cuyo pontificado se
crearon los Institutos Seculares, quién con mayor amplitud
tratará el tema de los estudios eclesiásticos, en ese
período.
El 24 de junio de
“Sabiamente se ha instituido y
rigurosamente ha de cumplirse, que los
profesores enseñen totalmente la filosofía racional y la
teología y formen en ellas a los alumnos según el método,
doctrina y principios del Angélico Doctor, y los sigan rigurosamente.
Es tal la sabiduría del
Aquinatense, que recoge en apretado haz y en maravillosa unidad las
verdades de la razón iluminadas por luz superior; es tal, que se adapta perfectamente a la
declaración y defensa de los dogmas de la fe; por ultimo, es tal, que sirve para derrotar y
deshacer victoriosamente cualesquiera errores, en cualquier época que
aparezcan. Por lo tanto, hijos directísimos, que vuestro animo
esté lleno de amor y devoción a Santo Tomas; dedicaos con todas
vuestras fuerzas a entender totalmente su luminosa doctrina; y abrazad de buen
grado cuanto claramente le pertenece y con plena seguridad es fundamental en
ella.”
Mas adelante prosigue el Pontífice:
“Hemos creído deber Nuestro
recordar estos preceptos dados hace ya tiempo por Nuestros Antecesores e
instaurarlos íntegramente donde todavía no se hubieren cumplido;
a la vez que hacemos Nuestras las normas
y avisos de los mismos Predecesores Nuestros, con que quisieron defender el
progreso en la ciencia verdaderamente tal y la legitima libertad en los
estudios. Aprobamos y recomendamos ciertamente que se adapte la antigua
sabiduría a los nuevos intentos de las ciencias, en la medida necesaria;
que se disputen libremente aquellas cuestiones sobre que suelen discutir los
buenos intérpretes del Angélico Doctor; y que, para entender en
su total plenitud los textos del Aquinatense, se empleen todos los recursos que
ofrece la historia. Que nadie, por su sola autoridad, se erija como maestro
en
“Cuanto os decimos sirve tanto para la verdad fundada en
la fuentes divinas, cuanto para la que se apoya en los principios racionales;
esto es, para ilustrar o defender los principios de la filosofía
cristiana. A aquel relativismo que
Nuestro Predecesor, de i. m., Pío XI, al igualarlo plenamente al
modernismo dogmático y reprobarlo con todas sus fuerzas, llamo
modernismo moral, jurídico y social -por cuanto ni admite ya una norma
suprema de la verdad y del error, ni como inmutables las leyes del bien y del
mal, de la rectitud y de la justicia, sino que mantiene que han de ser tales
solo según la conveniencia de cada uno de los hombres, clases sociales,
naciones y gentes-, a ese modernismo, decimos, debéis oponer
impávidamente, cual cumple a los heraldos del Evangelio, las verdades
perfectas, inmutables y absolutísimas, que provienen de Dios, y de
las que se derivan necesariamente los derechos y deberes de los individuos, de
la familia y de las naciones, sin los cuales no pueden subsistir la dignidad y
la felicidad de la sociedad civil; y
lograréis esto magníficamente, si estas verdades dominaren
vuestras inteligencias de tal suerte que estéis dispuestos a no rehusar
molestia alguna por ellas, como lo estáis a no rehuir ningún
sufrimiento por los misterios de la santa fe.Ӎ
“Habéis de procurar
también exponer la verdad en forma tal que sea rectamente entendida y
asimilada, empleando siempre un lenguaje
claro que nunca es ambiguo, evitando los vanos y nocivos cambios que tan
fácilmente inficionan la sustancia de la verdad.”
El 12 de Agosto de 1950, Pío XII,
publica su encíclica Humani
generis in rebus, sobre los errores de la llamada "teología
nueva" que amenazan minar los fundamentos de la doctrina católica.
En el punto 5, al tratar de las
obligaciones de los filósofos y teólogos católicos (no de
los estudiantes de los seminarios) frente a las nuevas doctrinas,
señala:
“Los
teólogos y filósofos católicos, que tienen el grave encargo de defender e imprimir en las almas de
los hombres las verdades divinas y humanas, no deben ignorar ni desatender estas opiniones, que mas o menos se
apartan del recto camino. Mas aun, es necesario que las conozcan bien, pues no
se pueden curar las enfermedades, que antes suficientemente no se conocen;
además en las mismas falsas afirmaciones se oculta a veces un poco de verdad;
y por ultimo, esas falsas opiniones
incitan la mente a investigar y ponderar con mas diligencia algunas verdades
filosóficas o teológicas.”
Pero como conoce el medio, añade:
“Si
nuestros filósofos y teólogos solamente procurasen sacar este
fruto de aquellas doctrinas, estudiándolas con cautela, no
tendría por qué intervenir el Magisterio. Pero,
aunque sabemos que los doctores católicos en general evitan contaminarse
con tales errores, Nos consta, sin
embargo, que no faltan hoy quienes, como en los tiempos apostólicos,
amando la novedad mas de lo debido, y también temiendo que los tengan
por ignorantes de los progresos de la ciencia, intentan sustraerse a la
dirección del sagrado Magisterio, y por este motivo están en peligro
de apartarse insensiblemente de la verdad revelada y hacer caer a otros consigo
en el error.”
“En
cuanto a la teología, lo que algunos pretenden es disminuir lo mas
posible el significado de los dogmas; y librarlos de la manera de hablar
tradicional ya en
“Reduciendo
la doctrina católica a tales condiciones, creen que se abre
también el camino, para obtener, según lo exigen las necesidades
modernas, que el dogma sea formulado con las categorías de la
filosofía moderna, ya se trate del inmanentismo o del idealismo o del
existencialismo o de cualquier otro sistema. Algunos mas audaces afirman que esto se puede y se debe hacer
también por la siguiente razón: porque, según ellos, los misterios
de la fe nunca se pueden significar con conceptos completamente verdaderos, mas
solo con conceptos aproximativos y que continuamente cambian, por medio de los
cuales la verdad se indica, si, en cierta manera, pero también
necesariamente se desfigura. Por eso no piensan ser absurdo, sino antes creen
ser del todo necesario que la teología, según los diversos
sistemas filosóficos, que en el decurso del tiempo le sirven de
instrumentos, vaya sustituyendo los antiguos conceptos por otros nuevos; de suerte
que en maneras diversas y hasta cierto punto aun opuestas, pero, según
ellos, equivalentes, haga humanas aquellas verdades divinas. Añaden que
la historia de los dogmas consiste en exponer las varias formas, que
sucesivamente ha ido tomando la verdad revelada, según las varias
doctrinas y opiniones que a través de los siglos ha ido apareciendo.”
Enseñando que
“De lo dicho es evidente que estos
conatos, no solo llevan al relativismo dogmático, sino ya de hecho lo
contienen, pues el desprecio de la doctrina tradicional y de su
terminología favorece ese relativismo y lo fomenta. Nadie ignora que los
términos empleados, tanto en la enseñanza de la teología
como por el mismo , para expresar tales conceptos, pueden ser perfeccionados y
perfilados. Se sabe también que
“Abandonar, pues, o rechazar o privar
de valor tantas y tan importantes nociones y expresiones, que hombres de
ingenio y santidad no comunes, con esfuerzo multisecular, bajo la vigilancia
del sagrado Magisterio y con la luz y guía del Espíritu Santo,
han concebido, expresado y perfeccionado, para expresar las verdades de la fe, cada
vez con mayor exactitud; y sustituirlas con nociones hipotéticas y
expresiones fluctuantes y vagas de una moderna filosofía que como la
flor del campo hoy existe y mañana caerá; no solo es suma
imprudencia, sino que convierte el dogma en una caña agitada por el
viento. El desprecio de los términos y las nociones, que suelen emplear
los teólogos escolásticos, lleva naturalmente a enervar la
teología especulativa, la cual, por fundarse en razones
teológicas, ellos juzgan carecer de verdadera certeza.”
“Por
desgracia, estos amigos de novedades fácilmente pasan del desprecio de
la teología escolástica a tener en menos y aun a despreciar
también el mismo, que tanto peso ha dado con su autoridad a aquella
teología. Presentan este Magisterio como impedimento del progreso y obstáculo
de la ciencia; y hay ya acatólicos, que lo consideran como un freno
injusto, que impide el que algunos teólogos mas cultos renueven la
teología.”
El 23 de septiembre de 1950, Pío XII
promulga la encíclica Menti Nostrae, sobre la santidad y vida sacerdotal,
en la que vuelve sobre el tema de la formación en las casas de estudio.
“En
la formación intelectual de los seminaristas, aun no olvidando los
demás estudios, entre los que debemos recordar los pertenecientes a los
problemas sociales, hoy tan necesarios,
dése la máxima importancia a la doctrina filosófica y
teológica, según la norma del Doctor Angélico, que
deberá ir unida con un pleno conocimiento de los problemas y errores de
nuestros tiempos .(Aquí digo yo, ese pleno conocimiento de los
problema y errores de nuestro tiempo, no se da dejando al arbitrio del
estudiante el manejo indiscriminado de los autores que los predican, sino
mediante una guía adecuada, al menos en el nivel de estudios
básicos). El estudio de estas cuestiones y
doctrinas es de suma importancia y utilidad, lo mismo para el espíritu
del sacerdote que para el pueblo. Y los maestros de la vida espiritual afirman
que tales estudios, con tal de que se enseñen del modo debido, son una
ayuda eficacísima para conservar y alimentar el espíritu de fe,
refrenar las pasiones, mantener el alma unida a Dios. Añádase que
el sacerdote, que ha de ser la sal de la tierra y la luz del mundo, debe
entregarse con todo empeño a la defensa de la fe, predicando el Evangelio
y refutando los errores de las doctrinas adversas, diseminados hoy entre el
pueblo por todos los medios. Mas no se
pueden combatir eficazmente tales errores sino se conocen a fondo los
inconmovibles principios de la filosofía y de la teología
católica.”
“Y en ello no esta fuera de lugar el
recordar que el método de enseñanza que tiene ya tanto abolengo
en las escuelas católicas, tiene particular eficacia así para dar
conceptos claros como para demostrar que las doctrinas confiadas en sagrado
deposito a
“Para
impedir, por lo tanto, que en los estudios eclesiásticos hayan de
lamentarse vaivenes o incertidumbres, os exhortamos, Venerables Hermanos, a que
vigiléis asiduamente para que las normas precisas dadas por esta Sede
Apostólica sobre tales estudios sean fielmente acogidas y llevadas a la
practica en toda su integridad.”
De lo citado hasta aquí,
parecería que el Opus Dei, en la organización de los estudios
eclesiásticos de sus miembros, y me refiero sobre todo a los alumnos del
Estudium Generale, no ha hecho otra cosa que vigilar asiduamente, para que las
normas precisas dadas por esta Sede
Apostólica, sean fielmente acogidas y llevadas a la práctica
en toda su integridad.
Otra cosa es el ancho campo de las
intenciones, en el cual, varios de los que han aportado con sus escritos sobre
el tema han incursionado. Yo me he
limitado a lo que dije al principio: a mostrar el pensamiento de
Otra cosa, son también, desde luego
los estudios universitarios, en los que hay que distinguir, los estudios
universitarios que realizan quienes van a recibir las ordenes sagradas dentro
de
Una queridísima amiga, a quien le
comenté la idea de escribir estas notas, me decía, y la cito
textual:
“…en la obra no aceptan, ni nos
dicen, que esa "formación" tiene un objetivo institucional,
sino que nos hacen creer que es la respuesta ultima o casi ultima... y es
absolutamente cierto el carácter apologético de los estudios
internos y la intención expresa de anular el pensamiento independiente y
critico de cualquier miembro... lo vi
en mi propia vida y también en las de las que me rodeaban durante
el centro de estudios y los demás centros... borrar las preguntas, no
incomodar, calmar los ánimos... todos tranquilitos obedeciendo a las
directoras...” .
Para evitar la sospecha del “objetivo institucional”, en el
caso de que lo hubiera, ¿no sería mas sencillo darle a leer a los
alumnos, los principios de la doctrina del magisterio de
¿Si está ahí, si es
público, si no es un secreto lo que
Y continúa mi interlocutora:
“si yo hiciera mi carrera de nuevo,
te garantizo que seria de un modo absolutamente diferente... las humillaciones
que me he comido por preparar exámenes con recensiones en vez de los
libros de los autores... y la cantidad de planteos que me he perdido, la
cantidad de posibilidades de crecer que me han quitado, la carrera profesional
que me robaron...”
Es triste, muy triste, porque sé
positivamente que ella, al igual que muchos otros en su situación,
habrían dado mucho que hablar. Y aquí si hay una desconfianza
crónica en la seriedad intelectual y moral de los miembros de
Y aquí si hay, me atrevo a decirlo,
segundas intenciones: ¿qué diablos importan los estudios de esta
numeraria, qué diablos importa las humillaciones que pase por no poder
preparar debidamente sus asignaturas
si, al fin y al cabo, se va a dedicar a los trabajos de la
administración, o a la dirección de un centro (de esas direcciones
que ahora pretenden que nunca gobernaron) o a servir de oficial en una
comisión, delegación o Asesoría?
Y así están desgraciadamente:
instituciones que otrora fueron luz del
mundo y sal de la tierra, sin
norte ni guía. Al que le toque la flor… que se sonroje...!!
En el Opus Dei, si hubiera pasado o pasara
con alguno…. ahí está la puerta…….
Haenobarbo