Madoff, Maciel,
Escrivá
E.B.E., 21 de junio de 2010
¿Opinable?
En Opuslibros se escriben muchos artículos y escritos diversos. En
algunas ocasiones surgen testimonios, a veces contra-testimonios, que intentan relativizar la gravedad del
asunto. Hacer del tema Opus Dei un asunto opinable,
y por lo tanto relativo. De esta
forma el tema parece volverse polémico, y por lo tanto irresoluble.
Hay mucho del tema Opus Dei que se puede discutir, relativizar, opinar,
etc. Pero no todo, tampoco lo más
importante, lo más grave: el daño que provoca. Dicho de otra manera, hay
elementos cuyo nivel de evidencia resultan innegables.
Pese a la declaración tan clara de la Santa Sede, puede resultar
increíble aún -para muchas personas- que Maciel haya sido el tipo de persona
que describe esa declaración.
Pero ya no se discute su inocencia: es indefendible Maciel. Salvo por
sus cómplices o sus seguidores que lo defienden contra toda evidencia. Es
decir, hoy defender a Maciel es hundirse junto a él.
Sin embargo, defender a Escrivá sigue siendo posible hoy, porque la
evidencia en su contra no es tan rotunda, o al menos no ha quedado tan clara
aún como en el caso de Maciel.
Madoff, Maciel, Escrivá
¿Cuál es el problema de los fraudes? Es que todo aparenta perfección:
esa es la trampa, y cuanto más perfecto, mayor es el alcance del fraude.
Recientemente he visto este video
institucional de los Legionarios y me ha causado pavor el solo pensar los efectos
proselitistas que ha tenido este tipo de propaganda.
La perfección encandila y no deja ver lo que hay alrededor. Justamente
el elemento que permite confiar en una persona o en una institución, ese mismo
elemento es el principal obstáculo para ver las primeras señales de un fraude
de largo alcance. El lobo logra su éxito vistiéndose como la oveja más mansa
del rebaño. Esto es lo trágico.
Y el defraudador es un experto en crear confianza. Es alguien a quien se
le confiaría la vida, los hijos, los ahorros económicos, todo: se le entregaría
todo, como decía Escrivá que había que actuar en el Opus Dei: entregarlo todo y no guardarse nada para sí. Lo más grave de todo esto es
cuando Escrivá se refería también a la conciencia: no dejar ningún rincón de la
conciencia sin entregar, porque
significaría “un pacto con el diablo”. En verdad era al revés: la propuesta de
Escrivá era perversa.
El defraudador es lo más parecido a Dios en su bondad. Es alguien a
quien uno no dudaría en canonizar. A
su vez, es un sociópata, por lo general. ¿Terrorífico, no? Hace de la confianza
la mejor trampa. Es el mundo del revés, donde lo delicioso resulta ser lo más
venenoso. Como el más feroz de los depredadores de la selva. Una monstruosidad.
Así han caracterizado a Madoff y a Maciel. ¿Y Escrivá? No, él no porque... ¿por qué no? Porque
da terror pensar que haya sido así –da una inseguridad y ya no se sabe en quién
confiar-; es decir, es mejor que no haya
sido así, por lo cual no pocos prefieren pensar que eso no se puede haber
dado nunca.
Más allá de lo que uno prefiera o no, el tema es analizar la evidencia
(la que se conoce, porque hay muchos elementos desconocidos aun, al menos
por la mayoría) y pensar si Escrivá no puede haber sido un defraudador como
Madoff y Maciel.
***
Generalmente hay elementos para desconfiar –como era el narcisismo en Escrivá-, pero no son tan fuertes como
aquellos otros que atraen y generan confianza.
El caso del narcisismo, muchas veces es un elemento que al principio
forma parte de “lo atractivo del personaje” y recién más tarde se lo percibe
como algo rechazable: paradójicamente a Escrivá se le festejaba públicamente su narcisismo, como ídolo que era para sus
seguidores, por ejemplo en las tertulias multitudinarias, pero no sólo en esas
ocasiones, en pequeños grupos también.
El defraudador logra que las personas se acerquen y confíen más en él
que en sí mismas. Ese es el momento clave: a partir de allí tiene vía libre
para hacer lo que quiera, que no será cuestionado hasta que una contundente
evidencia en contra lo tumbe.
El Vaticano
Por eso, cuando surge la pregunta de si el Vaticano fue cómplice de
Maciel, o en su caso, de Escrivá, creo que desde el punto de vista del defraudador no hay nada más atractivo que engañar. Ganarse la confianza no es lo mismo que comprarla: la complicidad se compra, la confianza se gana.
El defraudador no es una persona a la que le guste pagar ni tampoco compartir
méritos. ¿Por qué pagar por algo que se puede obtener del otro “voluntariamente”? El Opus Dei se caracteriza por
ello: hacer pagar a otros. ¿Por qué compartir con otros –complicidad- lo que es
genialidad propia?
El soborno pone al descubierto el fraude, y el defraudador disfruta más engañando que comprando voluntades.
Seducir es lo propio. No es “digno de él” eso de comprar. La gracia no está en
comprar una canonización, sino en “obtenerla” de manera fraudulenta, sin que el Vaticano se dé cuenta.
Aun en el caso de quienes recibieron regalos
de parte de Maciel, también han de haber sido engañados por Maciel, porque el
defraudador disfruta engañando y eso de hacer excepciones no va con su perfil.
Como todo sociópata, es impiadoso. O
sea, quienes en las altas esferas vaticanas lo defendían a Maciel, contra
viento y marea, posiblemente no lo hicieron tanto por los regalos que voluntariamente –a conciencia- recibían como por la
confianza –inconsciente- con que Maciel se los ganó. No sería extraño que entre
las altas esferas del Vaticano, que sostuvieron a Maciel hasta último momento,
reine la furia más que la mala conciencia. Sí, a todos engañó, también a los
más poderosos. De lo contrario, ¿cuál hubiera sido el desafío?
Recuerdo ahora un comentario de Escrivá que citaba Gervasio hace un tiempo: “Hoy (o ayer no recuerdo
bien) se ha aprobado la solución jurídica. Ellos, refiriéndose a los padres
conciliares, no se han enterado de nada”.
¿Por qué no un comentario sencillo lleno de alegría y agradecimiento? La
respuesta se puede encontrar si se traducir esa frase de esta manera: “qué
tontos estos cardenales, qué fácil ha sido engañarlos”. A lo cual uno se
pregunta ¿por qué ha sido necesario engañarlos? ¿Acaso si se proponía
abiertamente el tema de la figura jurídica, los cardenales no la hubieran
aprobado? Así se entiende el tono despreciativo de Escrivá.
Esa misma frase se podría aplicar en otro tema: “hoy han aprobado mi
canonización, y en el Vaticano no se han enterado de nada”.
La Santa Sede, en un comunicado, ha dicho que Maciel ha tenido “una vida
sin escrúpulos ni auténtico sentimiento religioso”. Viendo la manipulación que
Escrivá ha hecho de la vida religiosa y de las conciencias, no sería extraño
que en un futuro cercano le aplicaran esas mismas palabras a él.
Más de Madoff
Se habla mucho del tiempo que tantos permanecieron dentro del Opus Dei.
El caso Madoff puede aportar elementos para entender
gráficamente lo que ha sucedido en el Opus Dei. El fraude es el mismo, ya sea
económico como moral. El mecanismo del fraude no cambia.
Durante décadas Madoff engaño a un enorme
número de personas e instituciones poderosas, ¿por qué habría de sorprendernos
entonces que lo mismo pueda suceder en el campo de la espiritualidad? Por años
Maciel hizo lo mismo. Y por años, muchos permanecimos engañados dentro del Opus
Dei. No es nada extraño. Al contrario, es una experiencia que se repite.
En una conocida entrevista, decía Madoff: "es virtualmente imposible violar las reglas (...) uno lee en los
diarios que alguien violó las reglas y piensa que estuvo haciendo eso desde siempre, pero es
imposible violar las reglas y no ser detectado por un largo período de tiempo"
y a continuación describía las transacciones por trillones de dólares que se
hacían en Wall Street, dando a entender que "sería imposible violar reglas
sin ser detectado". Y eso mismo estaba haciendo en esos momentos él por
medio de su empresa. No estaba siendo hipócrita, estaba siendo narcisista, al
estilo de Escrivá, pensando en silencio: “hoy he cometido un gran fraude
indetectable en la Bolsa de Valores y no se han enterado de nada”.
Algo parecido podría afirmar Escrivá: “es virtualmente imposible fraguar
una canonización sin ser detectado” por el Vaticano. “Más aun desde la tumba,
estando muerto”, agregaría Escrivá, y todo su auditorio reiría con él. “Es
virtualmente imposible, pero yo lo he logrado: qué genio que soy”.
Ciertamente también es un recurso discursivo para desviar la atención:
el “adelantarse a las acusaciones”, así como Escrivá decía de sí mismo
“¿¡Señor, Tú has podido permitir que yo de buena fe engañe a tantas almas!?” (Med. V, p.157). Si Madoff hablaba
de la violación de las reglas, ¡no las iba a violar él! Si, por eso hablaba,
para distraer la atención y crearse
inocencia.
Lo sospechoso de Madoff era que sus negocios
siempre daban ganancias, aun en las épocas malas. Esto despertó la curiosidad
de algunos y comenzó a ser investigado.
El Opus Dei se ha presentado desde siempre con la misma vertiente exitosa: era la
barca que no se hundía nunca, tampoco en época de crisis como los años 60 y
70. En cambio la Iglesia, en labios de Escrivá, era una tragedia mientras el
Opus Dei crecía en vocaciones e instalaciones materiales. Demasiado exitoso el
Opus Dei, para ser verdad.
Algo no estaba bien
Ciertamente, a diferencia de Madoff, Escrivá
siempre podía acudir al comodín sobrenatural y decir que su éxito era una
muestra de predilección divina, obra de
Dios. Pero ni aun así: algo no encajaba bien en todo eso.
Y lo que no encajaba eran los
costos del éxito: el daño que producía secretamente la institución.
Pues, a diferencia del caso Madoff, en el Opus
Dei el daño se produce de manera privada, individual e inevitable.
Es decir, para que los inversionistas de Madoff
se vieran perjudicados, todo el
sistema debía caer a un mismo tiempo. Todos perdían todo en un solo instante.
En el Opus Dei, en cambio, cada participante pierde todo de manera particular y segura, sin que los demás
se enteren y sin que pueda evitarlo. Salvo excepciones, nadie en el Opus Dei se
va sin grandes pérdidas: sin ahorros, sin trabajos, sin amistades, sin ayudas
financieras, sin ningún tipo de compensación, por no mencionar problemas de
salud y espirituales.
El que invierte su vida en el Opus Dei, pierde siempre, si intenta salir
del sistema, y dentro del sistema se va desgastando
gradualmente. En muchos casos, el sistema lo expulsa cuando ya no aporta
ingresos (el Opus Dei no produce nada, consume lo que otros aportan).
Cuando se dice que el Opus Dei es un fraude, pienso que hay que tomarlo
en sentido literal, no en sentido figurado.
En caída libre
¿Cómo cayó Maciel? ¿Cómo cayó Madoff? ¿Cómo caerá Escrivá?
Madoff cayó cuando sus clientes empezaron a retirar fondos y se dieron cuenta
que tales fondos no existían. Digamos que fue una cuestión física: lo que no hay, no se puede inventar de la nada.
Maciel supuestamente cayó al conocerse que había tenido una hija. Es decir, su santidad se fisuró con esa primera filtración de información y a
partir de ese momento no se pudo detener el derrame moral. Pero de todas
maneras, me quedan dudas de cómo en realidad fueron los hechos. ¿Por qué
sucedió en febrero de 2009 y no antes? Pregunta que se puede contestar de
muchas maneras y ese es el problema. No hay una sola respuesta válida, de
momento. La impresión es que la información era abundantísima y se estaba
reteniendo, hasta que en un momento dado se decidió “abrir el grifo”. También
es posible que se hubiera estado esperando a que la hija fuera mayor de edad.
Había una investigación interna también, que tal vez llegó a las conclusiones
ya conocidas y esa fue la gota que colmó el vaso. En fin, se pueden hacer
conjeturas diversas. Cómo y por qué cayó
Maciel en ese momento determinado, ni antes ni después, no está claro aún. Tal
vez una investigación lo revele más adelante.
¿Cómo podría caer Escrivá? Es más difícil responder. El peor escenario
es que no cayera nunca.
Una posibilidad sería si, de alguna forma, su canonización fuera objeto
de una investigación o si se filtraran públicamente elementos fraudulentos
puntuales de dicho proceso. Sería el equivalente a los abusos sexuales de
Maciel.
Otra posibilidad sería una crisis interna dentro del Opus Dei. Madoff tuvo su crisis interna cuando fueron a “pedirle
cuentas” y retirar fondos. Maciel tuvo su crisis interna, al parecer, cuando se
inició una investigación dentro de los mismos Legionarios.
El Opus Dei ha tenido que enfrentar la existencia de una web crítica
como Opuslibros, cosa que en ninguna institución seria de la Iglesia sucede:
tener “su web crítica” (salvo los Legionarios y algún otro tipo de grupos: como
se ve, el Opus Dei está asociado a instituciones problemáticas). Otras
instituciones lo manejarían de otra manera: pero para ello es necesario ser
inocente. Ninguna institución inocente, dentro de la Iglesia, pasa por este
tipo de situaciones.
Aún el Opus Dei no ha tenido su propia investigación interna (al menos
que al día de hoy se sepa), como ha sucedido con los Legionarios. Y no me
refiero a la Visita Apostólica. Me refiero a una investigación que inicien los
mismos miembros del Opus Dei. Ahí empezarían los problemas.
Perdidas
extraordinarias
A Madoff no le preocupaban los accionistas que
ya habían retirado sus fondos en el pasado. Esos ya estaban afuera del sistema y no le podían crear
problemas serios (además, seguramente les había pagado lo que correspondía,
para dejarlos contentos y que no crearan la idea de que “Madoff
no paga”). El tema eran los clientes actuales: si esos retiraban fondos de
manera masiva, se produciría un crack.
Lo torpe o extraño es por qué el Opus Dei no deja contentos a los que
salen del sistema, así como Madoff evitaba crear una
mala imagen de “no pagador”. ¿Dónde está el negocio de hacer malos negocios?
La conclusión más evidente es que el Opus Dei es un “esquema Ponzi” vocacional tan desbalanceado que, si ayudara a todo aquél que sale del
sistema, no daría abasto. De Madoff nadie se quería
ir, normalmente, en cambio del Opus Dei se iba mucha gente todo el tiempo. Un
desastre económico de fondo, con una imagen de éxito en la fachada.
En un “esquema Ponzi”, si las pérdidas son
grandes –por abandonos- se necesita un incesante ingreso (de vocaciones en este
caso) para balancear los egresos constantes. Esto es lo enfermo del Opus Dei y lo que extrañamente no ha llamado la
atención pública de ninguna autoridad de la Iglesia hasta ahora. Esto es claramente una señal de lo fraudulento que
es el Opus Dei (ninguna otra institución se daría el lujo de perder tanta
gente, ¿por qué el Opus Dei si? Porque no es una institución legítima sino que
funciona gracias al engaño – cfr.
Los daños del Opus Dei: la mentira).
Es una de las primeras cosas que llama la atención viviendo en el Opus
Dei: las pérdidas en vocaciones que produce de manera regular: no son crisis momentáneas, esas pérdidas hacen
a la viabilidad del sistema (que se deshace
de lo que “se vuelve una carga”, es decir de las personas consumidas y
agotadas).
O sea, la resistencia a ayudar es, primero una “advertencia” y luego una
“condena moral”, pero sobre todo una estrategia de supervivencia,
porque de lo contrario el Opus Dei entraría en quiebra del mismo modo que Madoff se vino abajo cuando tuvo que devolver dineros a
demasiados clientes a la vez. Si Madoff hubiera
tenido la posibilidad –concedida por la autoridad- de no pagar, tampoco hubiera
entrado en crisis. ¿Por qué entonces al Opus Dei se le permite no pagar sus
deudas? El Opus Dei es un atípico fenómeno, que recibe ingresos y no paga
obligaciones: es el sueño de todo estafador, no dar cuentas a nadie nunca.
Lo que indica esto es que el Opus Dei da pérdidas extraordinarias: es un sistema que arrasa con los recursos de las
personas y con las personas mismas, por eso no puede devolver ni una mínima
parte de lo que las personas depositan (en todo sentido) en el Opus Dei.
Financieramente el Opus Dei funciona gracias a todo lo que pierde un
montón de personas. En el largo plazo, lleva los gérmenes de su propia
destrucción, porque un sistema así no puede aguantar muchas décadas (de hecho
ya está en crisis de reclutamiento desde hace tiempo).
La pregunta entonces es ¿por qué del Opus Dei se quieren ir tantas personas
todo el tiempo –hay un flujo constante- y de Madoff,
en principio, nadie se quería ir? (por eso no tenía problemas de salidas
constantes Madoff, como sí lo tiene el Opus Dei).
Sucede que a la conciencia se la puede engañar pero al cuerpo no.
En un caso el testigo del fraude era el dinero (que es “mudo”) y en el
otro las personas mismas sufrían el fraude en carne propia.
Los clientes de Madoff entregaban su dinero y
quien sufría –en secreto- era ese dinero (sin que las personas se
enteraran).
En el Opus Dei sus miembros se entregan ellos mismos y quien sufre, en
primer lugar, es el cuerpo. Uno se va destruyendo sin darse cuenta. Comienzan
las enfermedades y el cuerpo no aguanta. El fraude se refleja en el cuerpo y se
disimula por un tiempo hasta que no se aguanta más.
Comparación de daños
No hay que dejarse llevar por las apariencias, únicamente. Los sociópatas no son personas con los ojos
desorbitados y los pelos erizados. Son encantadores, simpáticos, presentan una
imagen muy atractiva de sí mismos. Cuando uno está delante de una persona así
de encantadora hay que preguntarse una cosa: si por algún lado, generalmente
oculto, produce daño de manera sistemática. Y si ese daño –una vez puesto de
manifiesto- lo justifica o lo niega.
Son profesionales en fingir sentimientos, intereses, intenciones.
Ese fingir es la anestesia para el dolor que van a causar, para que no
se sienta. Pero además, esa anestesia no sólo anula el dolor, además causa placer, seguridad, y hasta cierta
adicción. Por eso, frente al descubrimiento del daño, muchos acuden por más anestesia
(Opus Dei) y no por su curación (salir del Opus Dei).
Pero justamente lo difícil es detectar ese daño: en parte por lo oculto
que está a la vista y en parte por lo oculto que está gracias a la placentera anestesia.
Por eso Madoff pudo avanzar por años sin ser
detenido, por lo bien que fingía, como se ufanaba públicamente cuando fue
descubierto. Del mismo modo que Escrivá se ufanaba en relación a los cardenales
y la aprobación de la prelatura. Y por eso tantos hemos durado tanto en el Opus
Dei, diez, veinte, treinta años, etc. Primero fue difícil detectar el daño,
luego fue difícil creerlo, luego fue difícil aceptarlo.
En el caso del Opus Dei, ese daño hoy se lo conoce gracias a Opuslibros,
pero fuera de ese ámbito web no se lo considera lo
suficientemente grave como para intervenir la institución. Como si fueran
“casos aislados” y no daño sistemático.
En parte, de esto son responsables los mismos ex miembros del Opus Dei
que no muestran interés por el tema, es decir, quienes creen –por ejemplo- que
Opuslibros es un asunto de una minoría obsesionada por un tema del “pasado” y
exclusivamente “personal” y prefieren no dar su testimonio de ninguna forma,
menos aun escribiendo a la Santa Sede. Pero es probable que muchos no puedan
reconocer el daño que han sufrido, debido a la imagen perfectísima que conservan del Opus Dei y de Escrivá –quien además
ha logrado ser canonizado-, pues uno de los mecanismos fundamentales del
sociópata es crear culpa en sus víctimas y hacerlos responsables de lo que –en
realidad- él ha cometido.
Ocultar el daño es el mecanismo para perpetuarse: así han hecho Madoff, Maciel y también Escrivá.
Frenar hoy los daños actuales de un sociópata y de su creación
institucional no es un tema del pasado ni es un tema personal. Parte de la
ayuda que brinda Opuslibros es contribuir a frenar ese daño, que aún continúa y
busca perpetuarse.
Parece increíble, pero hoy el Opus Dei aun funciona gracias a miles de
personas que no saben o no han tomado conciencia del daño oculto del Opus Dei.
Madoff fingió profesionalidad y llegó a defraudar –al menos- por 50 billones
de dólares. Escrivá fingió santidad. Y la fingió tan bien que fue canonizado.
Haberlo hecho por menos, no hubiera valido la pena, para ninguno de los
dos.
Por eso cuando uno se pregunta cuál es el fin del Opus Dei –lo mismo que
se preguntaban muchos cuál había sido la intención
de Madoff-, tal vez la respuesta sea más simple de lo
que creíamos: el gusto que se dio un sociópata por fingir. No hay nada más.
No hay una mega-explicación
grandilocuente, proporcional al descalabro que produjeron.
***
Por definición, el sociópata produce daño, y todos sus beneficios los
obtiene a partir del daño que causa a otros. Por eso no puede dejar de hacerlo.
Sería como dejar de respirar, para él. Se alimenta
de los demás.
Hay otras personas que producen daño a los demás pero también a sí
mismas, por ejemplo, quienes descuidan su salud y por lo tanto hacen sufrir a
otros. El sociópata es diferente: jamás se dañaría a sí mismo (en realidad, él
ya está dañado y no tiene arreglo). A su vez, el daño que produce en otros no
le despierta ningún sentimiento de reparación. Tiene ausencia de empatía y cree
profundamente en el valor de la simulación: la “virtud” está en saber engañar
de manera perfecta. Una fascinación
que tiene, por la facilidad con la que engaña (y no puede dejar de hacerlo).
Por eso, detrás de la actuación perfecta, el sociópata produce un daño oculto.
El Opus Dei comparte esas tres características: produce un daño
sistemático en otros, no tiene ningún tipo de remordimiento (al contrario,
justifica su crueldad de forma teológica
como el caso de la maldición
del rejalgar, creación de Escrivá) y jamás ese daño se lo produce a sí mismo.
Hay un cuarto elemento: la seducción. Cuánto hay de esto en el Opus Dei,
es un recurso constante la manipulación del discurso (tema que excede este
escrito).
Un quinto elemento sería el falso arrepentimiento: lamenta el daño, pero
ni se siente responsable, ni lo piensa reparar y ni tampoco evitarlo en
adelante. El daño es “algo” que “le pasa” a otro y en lo cual el sociópata “no
tiene nada que ver”, aunque “lamenta que suceda”. ¿Qué mejor retrato para
definir la actitud institucional del Opus Dei, respecto a las personas que
daña?
El Opus Dei ha crecido a partir del daño producido en otros: ha
capitalizado todo lo que otros han entregado para crecer él mismo y luego
deshacerse de todas aquellas personas que ya no le beneficiaban más en nada.
Lo mismo que Madoff: el capital que le
entregaban lo usaba para su propio beneficio, sin importarle sus propios
clientes. No parece haber diferencia entre la conducta de Escrivá y la de Madoff.
***
Es importante poner de manifiesto los daños del fraude, en el caso de
Escrivá, para separar lo relativo de lo demostrable. Una forma de hacerlo es
comparando los daños estructurales que ha creado Maciel por medio de su
institución y ver qué sucede con el Opus Dei.
Ciertamente la evidencia no depende de un argumento de autoridad, aunque
muchas veces seamos más dependientes de la autoridad que de la evidencia.
Se puede hacer una lista (parcial) comparando lo que cada uno ha realizado y luego, como consecuencia,
lo que ha provocado:
Maciel |
Escrivá |
Abusos
sexuales y consumo de drogas |
Fraude
vocacional |
Crear
una Institución de corte sectario |
Crear
una Institución de corte sectario |
Prácticas
financieras secretas |
Prácticas
financieras secretas |
(No incluyo el fraude vocacional en el caso de Maciel porque desconozco
cómo es el tema dentro de los Legionarios).
Para llevar a cabo un fraude no se pueden utilizar únicamente medio
legítimos. En un punto, el fraude exige tomar atajos.
Uno de esos medios es el control de las conciencias, propio de las
sectas (cfr. artículo de Heraldo). Pues, aceptar unas prácticas propias de una vocación religiosa, sin tener esa
vocación, no se logra sino a la fuerza.
A presión, con engaño, mediante el recurso a una autoridad desmedida, abusando
de una posición de poder.
Del mismo modo, no se puede retener a las personas contra su voluntad
sino recurriendo a presiones de tipo psicológico, como las amenazas que
predicaba Escrivá contra aquellos que quisieran dejar la institución.
Si bien a Maciel se lo acusa de cuestiones morales principalmente,
también hay un capítulo por conocer de sus prácticas financieras, las cuales
incluyen fraudes económicos. En el caso del Opus Dei, su sostenimiento económico no es nada claro y necesitaría un examen
a fondo (cfr. La
Ruta del dinero - Alchile).
***
Como consecuencias de esas prácticas o realizaciones, cada uno ha causado diversos tipos de daños a una
enorme cantidad de personas:
Daños
Religiosos |
En
el caso de quienes han abandonado la fe católica. |
Daños
Espirituales |
En
el caso de quienes, sin abandonar la fe católica, han perdido su fervor
religioso o dejado de lado la práctica de la religión. |
Daños
psicológicos |
Especialmente
problemas afectivos y de inmadurez, falta de crecimiento personal. |
Daños
psiquiátricos |
Especialmente
depresiones, muchas veces mal curadas por psiquiatras a las órdenes de los
superiores de la institución. Incluye a quienes han sido sometidos a
psicofármacos con el fin de retenerlos dentro de la institución, cuya
práctica era bien conocida y extendida. |
Daños
económicos |
Bajo
rendimiento académico, trabajos mal remunerados, trabajos abandonados por
razones de la vocación o por orden de los directores, carreras profesionales
amputadas. |
Daños
vitales |
Por
ejemplo, quienes dejaron en la instituciones sus años de juventud, que no son
restituibles. |
(No he incluido los daños físicos causados por los abusos sexuales,
porque es algo que se le imputa sólo a Maciel).
Es digno de atención el hecho de que ambas personas –aunque con
historias distintas- han provocado prácticamente
el mismo daño. Escrivá no habrá cometido abusos sexuales ni
consumido drogas, pero ha creado un tipo de institución muy semejante a
la de Maciel. Hay todo un capítulo que pertenece sólo a Maciel, sin duda. Pero
el capítulo del fraude institucional, lo comparten ampliamente (y por lo visto,
Escrivá
ayudó a Maciel).
Al menos en el caso del Opus Dei, todos esos daños tienen origen en una
causa principal: el fraude vocacional. Si la vocación al Opus Dei hubiera sido real, dichos daños no se hubieran
materializado, no hubieran sido posibles. Porque tal vocación no existió, es
que en su lugar se produjeron esos
daños. Esos daños vienen a ocupar la ausencia de dicha vocación.
Y no solo eso: dicha ausencia vocacional tuvo que ser sostenida en el
tiempo por una estructura gerencial, de gobierno, que hiciera posible esa
negación de vacío, mediante un fraude.
El fraude es el sostenimiento en el tiempo de una ausencia, de algo que
no existe. Esto se hace creando una apariencia. Aparentando ser. De este
fraude son responsables Escrivá y, sin dudas, la gerencia que le relevó.
Origen del daño: el fraude vocacional
El daño se produce, por ejemplo, cuando uno se apoya en algo que no
está. Uno cae al vacío y se hace daño.
Sin vocación, toda la exigencia que se cargaba sobre ella –que estaba
ausente- producía daño. Como ingresar en el piso 10 a un ascensor o elevador
ausente: muerte segura. Lo mismo con la vocación al Opus Dei.
La vocación laical era inexistente. ¿Fue reemplazada entonces por una
vocación religioso-conventual? Tampoco, porque si en el inicio hay fraude,
difícil que éste pueda llevar a otro tipo de vocación legítimo.
Lo que sustituyo a la ausencia laical fue toda una carga de prácticas propias de los religiosos
conventuales (remito a los artículos de Haenobarbo sobre la materia). Pero eso no produce
una vocación religiosa, sino que esas
cargas insoportables de llevar, sin la correspondiente vocación religiosa,
producen daño.
¿A qué prácticas me refiero? ¿Uso del cilicio? Ojalá fueran de ese tipo
nomás. Es un conjunto de prácticas que hacen a la vida de los religiosos (al
menos de las órdenes anteriores al Concilio Vaticano II, sin las reformas
posteriores). Y sobre todo, las disposiciones
interiores: éstas afectan más
profundamente aún que horas y horas de cilicio. Las cargas morales son las que más pesan. La siguiente es una enumeración,
incompleta por cierto:
Disposiciones
de entrega y obediencia |
Entrega
total, obediencia ciega, negación del propio yo, teniendo como referencia el
sacrificio de Isaac (hasta ese nivel de resignación y negación del propio yo) |
Entrega
de la libertad |
Viviendo
en los hechos los consejos evangélicos de obediencia, castidad y pobreza (aunque
se viva en centros con buenas o muy buenas comodidades, no se dispone de nada
por cuenta propia) |
Distanciamiento
del mundo |
Si
bien no se da un abandono del mundo al modo de los religiosos conventuales,
se vive una separación clara que no es propia de los laicos, empezando por la
prohibición de asistir a espectáculos públicos y siguiendo por una vida
social muy restringida. |
Separación
de las familias |
La
propia institución se vuelve una “familia absorbente” que promueve el
distanciamiento de la propia familia de sangre. |
Agenda
diaria cargada de prácticas de piedad |
Aproximadamente
3 horas diarias dedicadas a esas prácticas (una hora de oración menta, Misa,
Rosario, lectura, exámenes de conciencia, preces, bendiciones, etc.) |
Obligación
de consultar prácticamente todo lo que salga de los rutinario |
Margen
bastante acotado para tomar decisiones por cuenta propia. Es necesario
solicitar permisos para la mayoría de las decisiones que los laicos toman de
forma consensuada o individual y responsablemente. |
El daño es doble: fraude por
un lado (ausencia vocación laical) y cargas –puestas por los directores- para
ser llevadas sobre un soporte también inexistente (vocación
religioso-conventual).
No es extraño entonces tantos episodios o cuadros psicológicos de
autodestrucción: es uno de los típicos daños psicológicos que causa el Opus
Dei: exigirse por encima de las posibilidades o de la estructura personal. Personas
que van contra su propia naturaleza en nombre de una vocación inexistente
(laica) y de otra ausente (religiosa). En el holocausto del Yo, que tanto
gustaba predicar a Escrivá, se encuentra la razón última del daño de tantos
laicos sin vocación religiosa.
Por eso, ni siquiera se puede decir que el Opus Dei sea “en realidad”
una orden religiosa: es un fraude (laical) por un lado y un vacío (religioso)
por otro. No se puede remediar el problema del Opus Dei rebautizando el
fenómeno institucional de forma distinta (más allá de que el Opus Dei jamás
aceptaría ser una orden religiosa; pero es que tampoco podría, porque sus
miembros son laicos defraudados, no religiosos “en espera” de ser reconocidos
como tales).
== FIN ==